HUMILLADA 3
No recuerdo exactamente la hora, pero al día siguiente me levanté bastante tarde, quizás fuesen las once de la mañana, me suelo levantar como muy tarde a las nueve a no ser que la noche anterior haya salido de fiesta.
Lo primero que hice al levantarme de la cama fue ducharme, y al sentir el agua templada corriendo a través de mi cuerpo, empecé a masturbarme como lo hago habitualmente, acariciándome los pechos, metiéndome dos o tres dedos en el coño, nunca utilizo juguetes la verdad es que ni siquiera los tengo. Lo que si recurro muy a menudo es a mis fantasías, y una de las fantasías más recurrentes que utilizo mientras me masturbo es la de la violación, que fue la que utilice en esta ocasión.
Me imaginé que me encontraba en una playa de arena muy suave y clara, muy extensa, no se veía a nadie en las inmediaciones, yo me encontraba tumbada sobre una gran toalla de playa y mi cuerpo se encontraba enfundado en un bañador amarillo de una sola pieza. Es curioso lo del bañador de una sola pieza, en aquella época yo sólo utilizaba bikinis, habitualmente únicamente la braguita, siempre me ha dado mucho morbo la posibilidad de encontrarme con algún conocido solamente con la braguita del bikini para que pueda ver lo que normalmente sólo se imagina. Evidentemente si estoy en alguna playa en la que se practica el nudismo, ni se me ocurre utilizar la pieza de abajo.
El caso es que mientras me encontraba tumbada, se me acercaron dos jóvenes, poco mayores que yo, no creo que llegaran a los veinticinco años, y me pidieron permiso para sentarse a mi lado, yo les conteste que encantada, extendieron sus respectivas toallas uno a mi izquierda y otro a mi derecha. En un momento dado el que se encontraba a mi izquierda me bajó el tirante de mi bañador hasta sacármelo por la mano, yo me volví para protestar y en ese momento el que estaba a mi derecha hizo exactamente lo mismo con el tirante de su lado, sin darme tiempo a reaccionar el que estaba a mi izquierda se puso de rodillas tras de mi mientras me sujetaba las muñecas por encima de mi cabeza, el otro se sentaba sobre mi vientre, yo les pregunté a ver que estaban haciendo y la respuesta del que se encontraba sobre mi fue, “primero desnudarte y después follarte como no te ha follado nadie hasta ahora”.
Dicho y hecho, primero me bajo el bañador por debajo de mis pechos, después fue retrocediendo hasta posicionarse sobre mis piernas y me bajo el bañador hasta las rodillas, en ese momento se puso de pies y me lo sacó por los pies tirándolo a un lado, a continuación agarrándome por los tobillos me abrió completamente las piernas y se arrodillo entre ellas para impedir que las cerrase, y me empezó a tocar el coño y a meter y sacar sus dedos hasta que finalmente se bajo su bañador se tumbó sobre mí, colocó su glande a la entrada de mi cueva y de una sola embestida me lo metió hasta dentro, así siguió con sus embestidas hasta que logró correrse dentro de mí, a continuación se intercambiaron las posiciones y su amigo me penetro hasta que logró correrse al mismo tiempo que yo, mi corrida fue doble, por un lado en mi fantasía por otro en mi ducha totalmente real.
Después de salir de la ducha decidí desayunar y a continuación deshacer la maleta, pero inmediatamente me di cuenta de que ese plan era totalmente irrealizable, no había realizado ninguna compra el día anterior, no tenía nada para desayunar. En consecuencia, en primer lugar, tendría que abrir la maleta y buscar algo para ponerme, pues la ropa del día anterior, antes de volver a ponérmela, tenía que pasar por la lavadora, y después salir a desayunar en alguna cafetería y a continuación realizar algunas compras.
Abrí la maleta para elegir la ropa que me pondría esa mañana, no dude mucho, elegí un mono cuyo pantalón era similar a un short y con un escote de cuello alto, sin mangas, en el que la parte delantera y trasera estaban separadas, manteniéndose unidas por tres bandas de tela, una horizontal y dos que se cruzaban formando una equis, dejando dos amplias aberturas en los costados a partir de la cintura. Nunca me pongo sujetador cuando o bien los tirantes, o bien, como en este caso, los laterales del sujetador quedan a la vista. En consecuencia, solamente tenía que elegir la parte inferior de mi ropa interior, y en esta ocasión al igual que siempre que llevo pantalones elegí una tanga de color blanco. Con faldas prefiero las braguitas, me parecen más elegantes. En cuanto a los zapatos elegí unas sandalias de color blanco, con un tacón de unos seis centímetros, en fin, un atuendo bastante fresco teniendo en cuento el calor que hacía a pesar de estar en septiembre.
Cogí mi bolso de color blanco y salí a la calle para desayunar, enseguida vi cerca del portal una cafetería donde pedí un café con leche y una ración de tortilla. Después de desayunar me dirigí a un supermercado para comprar alimentos y productos de limpieza.
Cuando volvía a mi nuevo hogar recibí un mensaje de WhatsApp, era de Gloria, una de mis compañeras de piso, me comunicaba que ella y Ana llegarían al día siguiente, pero a las nueve de la noche por lo que no podían pasar a recoger las llaves por la inmobiliaria, por lo que me rogaba que estuviese en casa y pasase yo a recoger las llaves, evidentemente la conteste que así lo haría.
Como era un poco tarde, decidí que por la inmobiliaria me pasaría a la tarde, aunque no me hacía mucha gracia encontrarme con Javier.
En cuanto llegué a casa, lo primero que hice fue quitarme la ropa incluida la tanga, siempre me ha encantado estar desnuda, aunque no hay muchas ocasiones de ponerlo en práctica, en mi casa lo normal es que estén mis padres, y en esta nueva etapa de mi vida a partir de mañana, estarían mis compañeras de piso, tendría que esperar a las vacaciones de semana santa o a las de verano para irme a alguna playa nudista.
Cuando llego la hora de comer me preparé una ensalada y un filete y de postre me comí una manzana, recogí la mesa, y finalmente decidí deshacer la maleta e ir ordenando toda mi ropa en el armario, cuando terminé eran ya las cinco de la tarde.
Decidí que ya era hora de pasarme por la inmobiliaria y para ello elegí unas braguitas blancas, transparentes y un sujetador también blanco, completamente liso, salvo un pequeño lacito en la unión de las dos copas, cogí un vestido negro, entallado de cintura para arriba, pero con una falda amplia que me llegaba hasta la rodilla, el escote era en uve con unos tirantes lo suficientemente anchos como para que taparan los tirantes del sujetador, de cintura para abajo estaba estampado con flores rojas y azules, todo ello con las mismas sandalias blancas que había usado a la mañana.
Cuando llegué a la inmobiliaria sólo vi a los dos compañeros de Javier, Goyo y Adrián. Me dirigí a la mesa de Goyo y le dije:
- Buenas tardes, venía a buscar las llaves de mis compañeras, llegan mañana a la noche y vosotros a esa hora ya habéis cerrado.
- Para eso habla con Javier, esta en el despacho – Me dijo señalando hacía el fondo – por cierto, ya nos ha contado lo bien que se lo pasó contigo ayer, podías dejar algo para los demás que a Adrián y a mí también nos gustaría follarte. Oye cuando quieras te llevo en mi coche, yo también les abro la puerta a las chicas como tú para que suban y bajen, especialmente cuando van sin bragas.
Note como me ponía colorada, el cabrón de Javier parecía que les había contado todo y no había escatimado detalles. Sin decir nada me dirigí al despacho en el que se encontraba Javier, llamé a la puerta, y al verme me hizo señas de que pasará y en cuanto entre en el despacho me dijo:
- Buenas tardes Lorena ¿Qué te trae por aquí?
- Primero decirte que eres un cerdo, les has contado lo de ayer.
- Sí, nos llevamos muy bien, nos contamos todo, y ¿en segundo lugar?
- Mis compañeras llegan mañana a la noche, vengo a recoger sus llaves.
Mientras hablábamos estaba jugueteando con un bolígrafo y mirándome me preguntó:
- ¿Te gusta mi bolígrafo?
- Me tiene sin cuidado tu bolígrafo.
- Pues no debería ser así, tiene una cámara que mira lo que es capaz de hacer.
Giró el monitor de su ordenador para que lo pudiese ver yo también y abrió un archivo de video. Las primeras imágenes que se vieron eran mías subiéndome a su coche y mostrando mi coño, oí risitas y vi que sus compañeros estaban mirando a través del cristal.
- Apaga eso están viéndolo tus compañeros.
- No te preocupes, ya lo han visto esta mañana, además les he hecho una copia a cada uno de ellos
- Eres un imbécil.
- Por cierto, el dueño del piso cuando le propuse alquilarles el piso a unas estudiantes, mostro cierta preocupación, decía que igual alguna de vosotras llevaba tíos a casa y tenia problemas con la vecindad. No creo que le guste ver este video, igual se plantea anular el contrato.
Lo que me estaba diciendo Javier me pareció una estupidez, al dueño del piso el que yo me desnudase o no le tendría sin cuidado, lo que le importaría sería cobrar la renta todos los meses, evidentemente yo no iba a llevar a tíos a mi casa para follar, pero quise saber a donde quería llegar y le seguí la corriente.
- ¿Hay alguna solución?
- Puede haberla.
- ¿Y me la puedes decir?
- Sí, que aceptes ser mi sumisa.
- Y eso ¿qué significa?
Sacó un folio impreso del cajón de su mesa y me lo mostró.
- Que firmaras este contrato de sumisión aceptando cumplir todos los puntos que aparecen en él.
- Esto es una bobada, esto no tendría ningún valor.
- Ya lo sé, pero formaría parte de tu sumisión, firmar y aceptar estas condiciones por escrito.
Más tarde comprobé que dicho contrato no lo había escrito él, era una copia de algunos de los que circulaba por internet. Desde el momento que me mencionó la palabra sumisa empecé a sentirme húmeda y mi excitación fue aumentando a medida que leía algunas de las condiciones, en ellas se hablaba de exhibirme parcial o totalmente desnuda, con la cara cubierta o incluso descubierta ante otras personas, de que en estas sesiones se pudiesen obtener fotografías o videos que serían mostrados a terceros. Pero el sumun fue cuando leí, lo que hacía poco más de veinticuatro horas me había propuesto Juan. Estaba bastante claro, pero de todas formas se lo pregunté:
- Esto que pone aquí “Los gastos que originen estas sesiones serán abonados con los ingresos que obtenga de mi emputecimiento, alquiler o cesión temporal a terceras personas” suena a prostitución.
- Si, en lugar de abrirte de piernas gratis en ocasiones lo harás cobrando.
Cuando termine de leerlo completo me pregunto:
- ¿Aceptas?
Todo esto que he mencionado junto al relato imaginario que he relatado más arriba han formado parte de mis fantasías, se habría la posibilidad de que al menos algunas de ellas se convirtiesen en realidad, además estaba tan mojada que finalmente el morbo venció al sentido común y terminé respondiendo a su pregunta:
- Si, acepto.
- Pues entonces firma tu contrato de sumisión.
Cogí el folio y el bolígrafo que me tendía y firmé.
- Perfecto, empezaremos esta tarde, después de cerrar aquí iré a tu casa, aprovechando que todavía no están tus compañeras, me abrirás la puerta completamente desnuda, llevarás únicamente unos zapatos negros de aguja, unas medias negras de rejilla y un portaligas también negro y el coño completamente depilado, ¿has entendido?
- Sí, perfectamente.
- A partir de ahora cuando te dirijas a mí lo harás con el trato de amo o señor ¿entiendes?
- Perfectamente amo.
- Entonces hasta la tarde.
- Hasta la tarde señor.
Al pasar por delante de los compañeros de Javier me despedí con un:
- Adiós chicos.
- Adiós Lorena.
Nada más salir de la inmobiliaria me dirigí a unos grandes almacenes para comprarme dos pares de medias y dos ligueros, también compré cera para depilarme.
Cuando llegue a mi casa lo primero que hice fue desnudarme y meterme en el cuarto de baño para darme una ducha de agua caliente, a continuación, procedí a depilarme completamente y una vez depilada me vestí mi uniforme de aquella noche, medias y liguero, también me calce los zapatos con un tacón de aguja de unos ocho centímetros. Fui a mirarme en el espejo, en verdad creo que estaba muy sexy, me quité los zapatos, hasta que llegara el momento prefería estar descalza, y me puse a ver la televisión.
Poco más tarde de las ocho sonó el timbre, me puse los zapatos y fui a abrir la puerta manteniéndome detrás de ella por si aparecía algún vecino que no me viese, en cuanto Javier me vio tras la puerta me cogió de la muñeca y me obligo a salir al rellano de la escalera, y me metió en el ascensor diciéndome:
- No salgas hasta que yo te lo diga.
Se cerraron las puertas del ascensor, al cabo de unos segundos que a mí se me hicieron eternos pensando que cualquier vecino podía llamar al ascensor, se volvieron a abrir y me permitió salir y entrar en el piso.
- Si te mando salir desnuda a abrirme la puerta es para que cualquiera que pase te pueda ver, no para que te escondas detrás de la puerta, la próxima vez que hagas algo parecido te bajo desnuda hasta el portal y te hago subir las escaleras desnuda y seguramente tocaré todos los timbres de la escalera. ¿Has entendido?
- Si señor, no volverá a suceder.
Traía una bolsa de una tienda de lencería, que me dio diciéndome:
- Ponte esto.
Era un body negro completamente transparente y con corchetes en la entrepierna, me lo puse inmediatamente. También traía una mochila de la que sacó cuatro muñequeras de cuero con hebillas para ajustar y con una pequeña cadena a la que iba unida una anilla, un antifaz y unas cuerdas.
- Vamos a tu habitación.
Una vez en mi habitación me dijo:
- Túmbate en la cama boca arriba con las piernas abiertas y los brazos extendidos.
Así lo hice y el me colocó una muñequera en cada muñeca y en cada tobillo, a continuación, ató a cada una de las anillas una cuerda que a su vez ató a cada una de las patas de la cama. Una vez que me tuvo inmovilizada saco su móvil he hizo una llamada.
- Y a podéis venir, ya tengo a la puta preparada.
- ¿Quiénes van a venir?
- Unos amigos que quieren follarte, pero no sabrás quienes son hasta que yo lo decida.
Y procedió a colocarme el antifaz que me impedía completamente la visión, oí que se alejaba y que cerraba la puerta de la habitación.
Al cabo de un tiempo que no soy capaz de calcular pero que me pareció bastante largo llamaron al timbre de la puerta, al poco tiempo se abrió la puerta de mi habitación y sentí los pasos de varias personas que entraban y una voz desconocida que decía.
- Joder Javier, la puta está buenísima nos lo vamos a pasar de miedo.
Continuará