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Humillada 2

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HUMILLADA 2

                Mientras me encontraba esperando en el andén del metro, con mi maleta, mi mochila y mi bolso a cuestas, fui consciente de que algunos me miraban de forma más o menos descarada. Evidentemente una blusa blanca y fina no es la prenda más adecuada para salir a la calle sin sujetador. Mis pechos, aunque pequeños atraían la atención de algunos hombres y en aquellos primeros días de septiembre la temperatura era tan alta que no se me ocurrió dejar fuera de la maleta alguna prenda para ponerme encima de la blusa.

                Allí en medio de la estación no podía hacer nada, a no ser que abriese allí mismo mi maleta, me pusiese a buscar un sujetador y me lo pusiese delante de todo el mundo, ya que en las estaciones de metro no hay servicios y aunque los hubiese seguramente no habría ni el espacio, ni tampoco la higiene necesaria como para entrar con todo mi equipaje y ponerme a buscar un sujetador.

                Finalmente llegó el tren, pero dentro la situación no era mejor, sentía sobre mí la mirada de todo el mundo, había momentos en los que pensaba que sabían que tampoco llevaba bragas.

                Cuando llegué a mi destino y salí nuevamente a la calle, se me planteó un dilema, iba directamente a la inmobiliaria a recoger las llaves del piso, como éramos tres las inquilinas se habían encargado ellos mismos de hacernos copias de las llaves, o me ponía a buscar una tienda para comprarme un sujetador y no presentarme ante los empleados de la inmobiliaria con aquellas transparencias. Miré un poco por la zona, pero no vi ninguna tienda, total que decidí presentarme en la inmobiliaria.

                - Buenas tardes.

                - Buenas tardes, eres Lorena si no recuerdo mal.

                - Si y tu Javier, el que nos enseñó el piso.

                - Así es, eres la primera en llegar, tus compañeras todavía no se han pasado por aquí.

                - Si ya me lo suponía, las llamé por teléfono hace un par de días y me dijeron que llegarían pasado mañana. Bueno venia a por las llaves.

                - Si, ahora mismo ¿Te doy las de las tres o sólo la tuyas?

                - De momento sólo las mías, no sé si estaré en casa cuando lleguen, igual es más cómodo que se pasen por aquí. Ya volveré a hablar con ellas y en el caso de que tengan previsto llegar en un momento que no estéis, ya me pasaré yo a por las llaves mañana o pasado mañana.

                - Muy bien – y sacando unas llaves de un cajón - aquí están - pero bienes muy cargada, ya te acerco con mi coche hasta el piso.

                - Muchas gracias, no sabes lo que pesa esto – dije mientras cogía las llaves y las guardaba en el bolso.

                Al volverme vi como uno de sus compañeros le guiñaba un ojo, y haciendo un circulo con el dedo pulgar y el índice de una mano, metía y sacaba el índice de la otra mano por dicho circulo. Parece que los chicos de la inmobiliaria cuando hablen de mí también me van a adjudicar el calificativo de puta y al igual que esta mañana sólo de pensarlo me estaba volviendo a poner caliente.

                Cuando llegamos a la altura del coche de Javier, tras meter la maleta y la mochila en el maletero, me abrió la puerta del copiloto para que entrara. En ese motivo tomé una decisión, si me van a llamar puta que lo hagan con razón e hice lo que una chica decente nunca debe de hacer, sentarme en el asiento metiendo una pierna dentro del coche y dejando la otra fuera, mi ajustada faldita se subió hasta límites insospechados y yo sabiendo que no ocultaba nada le pregunté a Javier:

                - Sabes perfectamente que si, por eso me lo enseñas.

                Metí la otra pierna en el coche, me abroché el cinturón y recompuse mi falda mientras Javier cerraba la puerta.

                Una vez Javier dentro del coche le pregunte:

                - ¿Vas a hacer lo que tu compañero de trabajo te aconsejaba?

                - ¿A qué te refieres?

                - He visto el gesto con los dedos y el guiño, y eso en mi pueblo significa “no seas tonto y fóllatela”

                Mirándome a los ojos y poniendo su mano sobre mi muslo me respondió:

                - Creo que tu también me lo estas pidiendo y ya sabes, siempre hay que complacer al cliente.

                Arrancó el coche y el trayecto hasta el piso lo hicimos en silencio. Dio varias vueltas por los alrededores del piso hasta que encontró un hueco donde aparcar. Yo esperé sentada hasta que vino a abrirme la puerta, cuando lo hizo, salí del coche sin tomar ninguna de las precauciones que debe tomar una chica con minifalda y sin bragas, por la cara de Javier noté que el espectáculo le volvía a encantar. Fuimos a la parte trasera del coche para coger mi maleta y mi mochila. El se encargó de llevar a maleta y yo mi mochila junto al bolso de mano. Nada más meternos en el ascensor y cerrarse las puertas me metió mano y tocándome el coño me dijo:

                - No sabía que te gustase tanto enseñarlo.

                - Ni yo que a ti te gustara tanto mirármelo y tocármelo, pero ahora espera hasta que estemos en el piso, nos puede pillar cualquier vecino.

                - No quieres que se enteren lo zorra que eres

                - Sinceramente no me haría gracia

                Mientras sacaba la mano de debajo de mi falda me dijo:

                - Estas empapada, ¿tus compañeras son igual de putas que tú?

                - No lo sé, no las conozco tanto, creo que no.

                El piso estaba en la quinta planta, cuando llegamos saque la llave del bolso abrí la puerta y entramos dentro.

                - Ya habéis elegido habitación.

                - Si lo hicimos el día que venimos a ver el piso, la mía es la del fondo.

                Nos dirigimos hacia ella, mi habitación tenía una cama de 1,60 de ancha, un armario empotrado con puertas corredizas y mucho espacio interior y a la derecha de la cama se encontraba una gran ventana que daba a una plaza con jardines, a ambos lados de la cama había dos mesillas con sendas lámparas. La habitación estaba pintada en dos tonos de azul, la pared de la cabecera en un azul más oscuro y las otras tres paredes en un azul clarito.

                Deslicé una de las puertas del armario y metí la mochila dentro, me volví hacía Javier y le dije:

                - Mete en el armario también la maleta, por favor, hay sitio de sobra y ahora no tengo ganas de deshacer la maleta, ya lo haré esta no che o mañana, estoy cansadísima.

                Dicho esto, me senté en el borde de la cama y me dejé caer hacia atrás. Él se sentó también en la cama a la altura de mi cabeza y me dijo:

                - Seguro que hay cosas para las que no estas cansada.

                - ¿Por qué estas tan seguro?

                - Por estas dos cositas que tienes aquí tan duras – dijo rozando por encima de la blusa levemente mis dos pezones con su dedo índice.

                Yo alargué la mano y agarré su pene por encima del pantalón.

                - Esto también está duro.

                En ese momento comenzó a desabrocharme los botones de la blusa, yo empecé a hacer lo propio con los de su bragueta, terminó de soltarme los botones, abrió la blusa de par en par dejando mis pechos al descubierto, me masajeo los pechos, hizo pinza en mis pezones con los dedos pulgar e índice de sus manos, tiro de ellos me los retorció, pellizcó mientras yo sacaba su polla de su pantalón, aunque ya estaba completamente dura, no era muy grande, difícilmente llegaría a los quince centímetros, pero si era gordita, empecé a masajeársela. Al cabo de unos segundos él retiro mi mano de su miembro y se puso de pie, se quitó los pantalones y el slip y me cogió por los tobillos izándolos por encima de su cabeza, hasta conseguir que mi trasero dejara de estar en contacto con la cama, mi falda se deslizo dejando a la vista mi sexo, tirando de mis tobillos hizo que mi cuerpo girará noventa grados, para que quedara posicionado a lo largo de la cama y no transversalmente como estaba anteriormente, y dejó caer mis pies. Se subió a la cama, se colocó entre mis piernas, abriéndomelas completamente y subiéndome la falda hasta la cintura me dijo mientras me acariciaba el coño:

                - Es la tercera vez, en poco tiempo, que te lo veo, creo que ya va siendo hora de follártelo. Yo no tengo preservativos, tu igual sí.

                - No, tampoco, pero no te preocupes que no voy a aparecer dentro de nueve meses con un bebé en la inmobiliaria, tomo la píldora.

                - Si, era de suponer que una puta como tú la tome.

                - Además con el tamaño que tiene igual no puedes.

                - Serás zorra, pero tu te has visto las tetitas que tienes, vas a ver si puedo o no.

                Se tumbo sobre mí, note que colocaba su glande en la entrada de mi coño y de una embestida me la metía hasta dentro, empezó a sacármela y metérmela de forma bastante violenta hasta que se corrió, a mi no me dio tiempo a llegar al orgasmo.

                Se levanto de la cama y comenzó a vestirse.

                - Oye que me has dejado a medias, no pensaras largarte.

                - Lo siento tengo trabajo en la inmobiliaria. Mira puedes salir a la escalera y llamar a algunas puertas y seguro que mas de un vecino está dispuesto a hacerte un favor y si no más fácil te vas a la calle de la Montera y de paso te sacas unos euros.

                Y se largó dando un portazo.

                En la calle de la Montera no se cuantos euros me podría sacar, supongo que muchos menos que los que me pudiese sacar si me atreviese a coger la tarjeta que tenía en el bolso y llamase a Juan.

                En fin, tendría que conformarme con masturbarme yo misma, mientras con una mano me acariciaba los pechos y masajeaba mis pezones con la otra me tocaba el coño, el clítoris empecé metiéndome un dedo, después dos y finalmente tres hasta que logré correrme.

                Me quede medio adormilada bastante tiempo, cuando me desperté ya había anochecido, me encontraba sucia con aquella mezcla de mis fluidos y el semen de Javier, pensé en ducharme y salir a dar una vuelta para ir conociendo el barrio pero finalmente me conforme con la ducha, era demasiado tarde y me encontraba demasiado cansada.

                Finalmente me levanté y me metí en la ducha, sentí un inmenso placer al sentir correr el agua templada por mi cuerpo, me acaricié mis pechos, me limpié a conciencia mi coño antes de volver a introducirme mis dedos y sentir un inmenso placer y llegar a un nuevo orgasmo, permanecí unos minutos más bajo la ducha, salí me sequé y me metí en la cama completamente desnuda, siempre me ha gustado dormir desnuda.

Espero que os haya gustado agradezco los comentarios tanto en mi correo lo-lo@gmx.es