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Mi tía se abre piernas en la comunión de su hijo.

en Amor filial

Parecía que todo volvería a la normalidad y que  ambos dejaríamos atrás, en nuestro recuerdo, lo que ocurrió aquella calurosa tarde de verano. Pero como todo hoy día, solo era un pensamiento que iba a esfumar a la primera de cambio.

LLegó el dia de la comunión de primo, un día de celebración en el que prima la unidad familiar. Sinceramente no iba con ninguna intención, pero quería ponerme el traje de mi graduación para llamar un poco la atención de mi tía. La sorpresa llegó cuando entre por la puerta de la iglesia, cuando vi a mi tía agarrada de la mano del niño me quedé sin palabras, no sabía que decir ni que hacer. LLevaba un vestido blanco, que le llegaba por los muslos y la espalda al aire, unos tacones altos que resaltaban su culo y el pelo largo, sin recoger. 

Lo que daría por volver a ponerla a cuatro patas y follarla mientras le tiro del pelo.

 

En ese momento mi familia y yo nos acercamos a ella y al niño, y esperé a que todos la saludaran y se hicieran fotos para arrimarme a ella. Sin soltar palabra, me acerqué para darle dos besos y ella me los dio casi en la boca. Se quedó mirándome fijamente a los ojos con una sonrisa pícara. Dicen que los ojos son el espejo del alma, y ella estaba abierta de piernas a través de los mios.

-Estás espectacular con ese vestido-, le dije. 

-¿Te gusta?- me respondió.

Me acerqué a su oído para decirle: -me gustas más tumbada en el bordillo de la piscina en bikini-

 

Ella comenzó a reir, cuando nos llamaron para que nos hiciéramos todos una foto con mi primo, al fin y al cabo, él era el protagonista del día. Me aseguré de ponerme a su lado en la foto, ella me cogió de la cintura para la foto, pero yo no iba a ser tan recatado, puse la mano encima de su culo y cuando todos empezaron a separse le di un puñado bien fuerte. A ella la pilló un poco de improviso y empezó a entrarle el nerviosismo, prueba de ello es que se llevaba constantemente las manos a la cara y al pelo para recolocarselo detrás de las orejas.

En la comida no pasó nada, solo alguna que otra mirada pero estábamos en mesas distintas, hasta que llegó la hora de irnos a la fiesta. Mis tíos habían alquilado una nave a las afueras del pueblo para celebrarlo allí por todo lo alto. De repente, se acercan mis tios y me dicen que tienen que ir a su casa, que se les había olvidado los regalos. 

-¿Quieres que vaya yo contigo?- le pregunté a mi tía. Su única respuesta fue: -Sí- 

 

Nos subimos en su coche y mientras ella ajustaba el asiento del conductor, yo no podía parar de mirarle las piernas. Lo hacía de la forma más descarada del mundo.

Llegamos a su casa, los regalos los tenía escondidos en la cocina dentro de la despensa, en la parte más alta. Cogió una silla y se subió en ella, yo estaba justo detrás y me agaché para mirar por debajo de su falda. Vi su tanga blanco y me quedé hipnotizado. En ese momento ella giró la cabeza y me pilló infraganti. 

-¿Lo ves bien?- Espera, voy a enseñártelo mejor. En ese momento se subió el vestido hasta la mitad de su culo, se inclinó un poco hacia delante y dejó a la altura de mi cara ese impresionante coño.

-Espero que te esté poniendo muy cachondo Cristian, cómeme el coño. En ese momento agarré el tanga y empecé a bajarlo muy despacio hasta que calló por completo en la silla en la cual ella estaba subida. Tenía a a la altura de mi cabeza la vista de esa vagina medio depilada, me encantaban esos pelitos que sobresalían por la parte inferior, arrimé mi boca y empece a lamérsela, muy despacito de arriba a abajo. Ella empezó a gemir y decirme que no parara.

Comencé con mas agresividad, me metí todo el coño en la boca y me lo comía con pasión, aparte mi boca y empecé a meterle un dedo, entró con demasiada facilidad y mientras pasaba mi lengua por su hinchado clítoris. En ese momento ella dió un grito estremecedor, mientras sus jugos empezaron a entrar en mi boca. Era delicioso. Había hecho que me tía se corriera en mi boca con una simple comida de coño. 

Que caliente está la perra. Pensé.

Su respiración estaba muy agitada, sus piernas le temblaban, la ayudé a bajar de la silla  y le dije: -¿Estabas buscando que te volviera a comer el coño zorra?- Había perdido completamente la vergüenza con ella, y le dije: -siéntate en la misma silla en la que te has subido-.

Ella accedió sin oponerse, se había convertido en mi sumisa y eso me ponía muy cachondo.

Me bajé los pantalones del traje, saqué la polla y la puse enfrente de su boca, empecé a rozarla con sus labios hasta que ella sacó su lengua y le dió una pasada por la punta de mi glande. Joder, era la primera vez que me tía me estaba chupando la polla, seguía cumpliendo sueños. Ella empezó a metérsela en la boca, más y más adentro, hasta que dio una arcada. Con su mano agarraba mi polla y no me dejaba que la metiera al máximo de su garganta. La cogí del pelo, dándole un tirón hacia atrás y le dije: -Pues te la vas a tragar-.

Me quité la corbata, y le até las manos a la parte de atrás de la silla. Me volví a poner enfrente de ella y le metí la polla de nuevo en la boca. Ahora era yo el que marcaba el ritmo y a ella la tenía en una postura de completa sumisión. Poco después empezaron a salir chorros y chorros de semen que inundaron su boca, a lo que le dije: -Tienes dos opciones, tragártelo o manchar ese bonito vestido que llevas-. No dejó ni una gota en su boca. Al instante sonó su móvil, le solté las manos corriendo. Era su marido para preguntar por qué tardábamos tanto, que ya le habían dado todos los regalos.

Se levantó de la silla, me miró y me dijo: -Tienes suerte de que tengamos que irnos, porque te vas a librar de la follada de tu vida-.

AUTOR: CRISTIAN CASAS

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