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La sorpresa de mi marido

en Confesiones

Después de nuestro encuentro con Susana mi cuerpo me pedía seguir experimentando.  Me había enganchado a ella y quería volver a sentirla.  Nunca me había imaginado estar con otra mujer y había sido una experiencia alucinante.  
¿Qué me faltaría por hacer?  Esa pregunta me perseguía cada vez más y durante semanas no paraba de masturbarme pensado en Susana.  
 
Un día me decidí a llamarla con el consentimiento de mi marido para invitarla a tomarnos un café.
 
Recuerdo que quedamos un jueves después del trabajo para tomarnos un café.
Me encantó ver a Susana y me sentí muy a gusto con ella.  No comentamos nada de lo sucedido la otra noche.  En nuestra conversación fuimos conociéndonos un poco más y notaba que estábamos hablando bastante de nuestras vidas privadas cosa que no me incomodaba. 
Aprovechamos para ir de tiendas y pasar una tarde de amigas sin prisas.
Quería comprarme algo de ropa y aproveché que me podía ayudar a encontrar algo.  
Quitarme la ropa en el probador delante de Susana me resultó bastante gracioso sobre todo porque no llevaba ropa interior.
-¿Laura, tu no usas nunca ropa interior?
- jajaja pues casi nunca.  Cuando tengo el periodo y en contadas ocasiones.  
 
Quitarme la ropa delante de ella en el probador de unos centros comerciales me resultó muy sensual y ver cómo me miraba me gustaba mucho.  Sentía bastante atracción por ella y se notaba que ella también la sentía por mi.
 
Antes de salir del probador Susana se acercó a mi y me beso muy suave.  Me encantaba el sabor de sus labios y lo húmedo que besaba. 
 
Las horas se nos fueron volando y tenía que ir a buscar a mis hijos por lo que quedamos en vernos otro día.  Nuestra relación se fue afianzando y quedábamos muy a menudo teniendo varios encuentros sexuales.  Me encantaba tenerla entre mis piernas.  Era tal la relación que estábamos teniendo que conocía a mis hijos y la había metido en mi grupo de amigos.  
Nuestra relación duró varios meses hasta que Susana conoció a un chico y comenzó a tener una relación y la nuestra la aparcamos tal y cómo habíamos pactado. 
La quería mucho y no quería que desapareciera de mi vida.  Durante ese tiempo mi marido no había vuelto a tener relaciones sexuales con ella.  También había comenzado una amistad y quiso respetar su nueva vida.
 
Una noche estando en casa, mi marido me trajo un regalo.
- ¿Y esto? 
- Una tontería Laura, quería sorprenderte con algo.
Al abrirlo me encontré un vestido negro y un sobre.  Dentro del sobre había una tarjeta con el siguiente texto:
 
El próximo viernes te pones este vestido y ve a la siguiente dirección a las 22:00 horas.
 
Durante días le preguntaba a Luis a dónde iríamos y no me quiso decir nada y se ponía a reír. 
 
Llegado el día estaba bastante nerviosa e inquita porque no controlaba la situación.  Me di una ducha y como siempre, sin ropa interior me puse el vestido.  Cogí el coche y me dirigí a la dirección indicada.  En el trayecto pensaba en mil historias.  Al llegar a la dirección me acerqué a la puerta y fui a tocar pero no me dio tiempo.  Me abrió la puerta un chico alto, moreno y de muy buen ver.
- Hola Laura, me llamo Joaquín.  Bienvenida.
Nos dimos dos besos y pasé sin preguntar quien era.   
- ¿Te apetece tomar una copa?
- Si por favor, si tienes un vino o una cerveza sería perfecto.
 
Me trajo una copa de vino y nada más llegar sonó el timbre de la puerta.
- Disculpa, vengo en seguida.
Yo me quedé allí de pie tomando un poco de vino en lo que llegó el chico con dos hombres más.  Eran muy guapos y tenían algunos años menos que yo.
Se presentaron muy educadamente.  En eso Joaquín se me acercó y tocándome la mano me dio un beso en la mejilla.  Yo estaba muy nerviosa, por la situación.  
Los otros dos chicos se acercaron y comenzaron también a tocarme suavemente mientras me besaban en el cuello.
Me sentía abrumada al verme con tres hombres en esa situación pero me estaba dejando llevar.  
No tardaron en quitarme el vestido y dejarme totalmente desnuda delante de ellos mientras seguían besándome y tocando mi cuerpo.  Yo estaba bastante mojada mientras ellos comenzaron a desnudarse.  Tenían unos cuerpos de gimnasio totalmente depilados.
Me pidieron que me arrodillara delante de ellos y mientras se estaban tocando me acercaron sus miembros a mi boca.  Allí me vi yo, con tres chicos tremendo y chupándoles las pollas como una loca.  Uno de ellos la tenía enorme y me estaba encantando la situación.  En ningún momento me acordé de mi marido y que el había sido quien me había organizado esta maravilla.
Al rato me tumbaron en el sillón y mientras uno me comía mi sexo mojado los a los otros dos les seguía comiendo las pollas.  Tenía la boca llena de fluidos hasta que llegué a un orgasmo.
Ni esperar me dejaron cuando uno de ellos se sentó y me pidió que me pusiera encima.  Me penetró fuertemente y eso me estaba gustando.  Otro se puso detrás mía y me la metió por el culo haciéndome una doble penetración riquísima a la vez que el otro me la metía en la boca.  Estaba viviendo una de las mejores experiencia sexuales de mi vida y todo gracias a mi marido.
 
Ellos se fueron intercambiando de posición.  Ya ni me daba cuenta de quien me estaba penetrando y por dónde.  Me corrí varias veces.  Jamás me había tenido tantos orgasmos en mi vida.  
 
Noté cómo se corrieron dentro de mi dándome unas embestidas tremendas. mientras el tercero terminó corriéndose en mi cara.  Al levantarme noté cómo chorreaba semen desde mis dos orificios.
 
Sudorosos los cuatro, el chico que me abrió la puerta me dijo que mi marido les había dicho que me dijeran que volviera a casa sin asearme.
 
Así lo hice, me despedí y volví a mi casa.  Durante el camino no podía creer lo que había hecho.  Al llegar a casa me estaba esperando Luis en el salón de casa, sentado en el sillón tomándose una copa.  
 
- ¿Hola Cariño, te lo has pasado bien?
- Eres un amor.  Me ha encantado la sorpresa.  
 
En ese instante me fijé en la pantalla del ordenador y estaba viendo un video de mi encuentro.  Lo te tenía todo grabado.
 
Le di un beso y le dejé viendo el video tranquilo mientras me fui a dar una ducha.