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Martita, Placeres de una noche de verano

en Orgías

Calurosa y cargada la noche de estío, fines de febrero de este año, en Pocitos Montevideo, serían las dos de la mañana, - si eran – retornaba para casa en mi coche por la rambla. Hacía calor, había gente todavía placiendo el sábado que nacía, detuve el auto en la rambla, atraída como barbótela a las luces de neón. Un boliche todavía abierto, se me antojó la última cerveza antes de irme a dormir. Estaba agotada, noche de cena y música con las muchachas del trabajo, pero me dije – Martita que tal una birra - una bien fría.

Baje del carro camine unos metros y me desparrame en la silla de una mesa en la vereda del boliche, pedí un “chope” y me dispuse taciturna a disfrutar de un cigarrillo. Llevaba puesta mi mini azul de jean, y un top blanco de licra, sin sostén. Venía de una reunión informal, el pelo suelto recogido con una tiara y unos aros que hacen juego, el collar de perlas y poco maquillaje, solo los labios de un rojo profundo. Con el espejito de mi tocador repasé el lápiz labial y me di un toque de rubro bajo mis mejillas esfumé con las puntas de mis dedos y me acomodé el pelo. Solo de trola, si me iba a la cama en unos minutos. Esa necesidad de estar llamativa que me pega. Sé que soy una mujer provocadora, lo cultivo y disfruto de ello. Mi necesidad de ser deseada, mi lujuria a flor de piel me ha convertido en una hembra sedienta siempre de dar y recibir placer – Me dio un escalofrío – al acariciarme.

Me había sacado el sostén a la salida de la reunión y el top apenas retenía mis pechos y no disimulaba los botones de mis pezones, sensibles, duros. La cintura y la pancita al aire mostraban una porción generosa de piel, bronceada por los soles del verano y mis piernas eran una invitación al placer de separarlas y gozar de sus mieles. Durante la semana soy una respetable profesional que esconde sus bajos instintos con una fachada de burguesita de doble apellido, juiciosa y eficiente, donde mi verídica idiosincrasia sale es en los fines de semana cuando me libero y la trola gozadora me gana el alma y la mente. Mi vicio de ser un gozadora compulsiva es conocido solo por mi madre, que se hace cruces de la - “putesh” - de la nena y algunas amigas de salida y jodas. Reverencio el sexo, y me cuesta encubrir mis ansias. Por eso no me he complicado en idilios duraderos, ni en apegos del alma, yo busco la complacencia de ser apetecida, y dejar en mi piel las huellas del sujeto, del encuentro que me arrulle con toda su energía en el cuerpo, el cerebro y el alma.

Estaba bastante mareada, mescla de cerveza, vino y licores, di una ojeada a la mesa del flanco, por las risotadas que me llegaban. Tres marineros se divertían expresivos y de juerga, mientras me miraban los muslos, se solazaban en los pechos, bufoneaban y me gesticularon con sus jarras yo consentí con un guiño y eso fue todo, me distraje con una pareja que paso… y me olvide de ellos, quizás irresponsablemente, por puta y viciosa, cruce mis piernas para dejar percibir una fracción mayor de mis perniles labradas por el veranillo que se iba, inclusive las aparté un poco, como hago desde el colegio, cuando el papa de una compañerita mirón me observa y desea, me parece irresistible y lo imagino dentro mío y me abro sin pensarlo, solo sintiendo, para que se perciba mi entrepierna y mi tanguita. Regocijo para l admiración de los chongos y delicias para mis ambiciones de ser anhelada, juegos de puta calentona que se hace desear. Eso no lo consigo soslayar, me condena lo que soy. Oh¡… Que disfrute de la convulsión de que se les caía la baba por mi – me desean me dije y me dio un escalofrió - conseguía apreciar cómo me vislumbraban entregada a sus goces, satisfaciendo sus apetitos y volví mi atención a ellos, y su hambre por mí. No lo pude impedir y me puse a cortejar a hacer desear a esos machos rústicos... Cosquilleos, miradas, quejidos y convites. Mmm mmm Dioses del placer… Martita compórtate, eso viene mal diría mi madre – te van a clavar Nena – no juegues con fuego, son tres sementales te van partir como una flor Martita.

Me entretuve un momento en otra cosa, acomodando mis pechos… Cuando volví a prestarles atención, - que zafado el marino - uno de ellos, masajeaba un enorme bulto entre sus bermudas. No podía, como en un trance dejar de admirar el espectáculo de esa verga que se presentía, con una sonrisa de putita maliciosa… Marinero calentón – me dije – frotándome los pechos y estrujando mis pezones… Me encantan los verracos atrevidos… y ese estaba como enajenado, feo, robusto, petizo, y desalineado, pero yo solo presentía macho irresistible, solo imaginaba su verga en mi cuerpo…

Quede embobecida y respondí a sus risas con un gesto de salud con mi jarra, mientras pensaba – que verga dioses, enorme y tentadora, la necesito dentro de mi cuerpo, abriéndome - la quiero para mí, necesito descargar su liquido seminal en mis entrañas y mi sorberlo con mi boca - solo imaginarme todo eso dentro mío me daba escalofríos, - entusiasmado por mi complicidad expresa, y mi carita deyegua gozadora bajó el cierre de su bragueta y sacó una boa cabezuda, Ohh que empezó a masajear, apuntando a mi ser con una lesiva mirada entrecortada, mientras me cantaba en ruso o alemán, - no sé.- una dulce tonada, y la magnitud de su verga aescasos dos metros me apuntaba, turgente y temblorosa con amenazadora promesa de meterse enmi cuerpito y destrózame.

Dios… que realidad más bella, me transitaba un cosquilleo en el cuerpo y principié a perder la lucidez, mis instintos me sojuzgaban mientras mi raciocinio me decía basta Martita, pero esa alucinación que me venía de la concha y recorría mi espina dorsal pudo más que yo. Los otros al ver que no me “achuchaba” y disfrutaba la situación hicieron lo mismo, de pronto, en segundos tenía tres “garchas” tres sables, punzantes masturbándose por mí. Demasiado para una putita empedernida como yo, sufría de placer, de ganas de ser violada y ultrajada por los sátiros.. Pronto empecé a sentir un trastorno total por las circunstancias, no sabía si sonreír, llorar o caer de rodillas a chuparlas con pasión, - Las quiero dentro de mi dios, las necesito - pero solo esbocé una sonrisa de niñita tonta y un gemido intenso de placer por el picor de mi vagina ardiendo Mmm Haced de mi lo que quieran por piedad…

Madre, por favor, a esas pijas no me las voy a perder - me dije a mi misma - dándome un empujón a mis pudores, para no amilanarme y seguir el juego de los llamado de los instintos. Una de mis manos sin control, bajo hasta mi conchita mientras espumaba hirviendo de deseo, separé lo más que pude las piernas para facilitarles la mirada y mis dedos se metieron en mi vulva, Mmm si, si, si, Mmm mojadita por mis néctares… - los machos se relamían - que alucinación de bienestar me suministraba el embute saque de mi manita y el deseo de los machos, que disfrutaban mis caricias como hipnotizados, como lobos de mar hambrientos por devorarme. .. Soñándose en mi conchita, socavando mis carnes y mis músculos. Mmm. Mi boca puta, - hay mi boca - solo hacia muecas de sorbedora y me mordía la comisura de los labios para mojarlos con salivita, añoraba una de esas pijas palpitando siendo acariciada por mi lengua. Mmm…

Esto los excitó aún más, al ver que yo revelaba con agrado a su ostentación fálica. Yo ya jadeaba entrecortada por el deseo y profesaba la necesidad de ser presa de esos lobos de mar, de entregarme a que me devoraran y laceraran mi cuerpo, que dejaran en mí las huellas como latigazos de los embates de sus vergas en mis entrañas Llamé a la moza, que estaba sonrojada porque se había dado cuenta de la situación que ya no era muy disimulada, los machos con sus vergas duras en la mano y yo provocndolos. Me dijo entre dientes – que fiesta nena. Son tres, te van a destrozar. – Le agarré la mano y le dije – dame fuerzas que me los cojo a los tres - Que la disfrutes – me dijo en un susurro y risitas - No lo dudes - le dije - Pagué con un guiño cómplice de mujer a mujer y me dirigí al auto meneando mis caderas, como loba en celo. Ellos mirando mi movimiento sin saber que hacer…

Mientras me acomodaba en el asiento, les hice una seña de que vinieran mientras me mordía los labios de deseo. Destranqué las puertas, el más atrevido preguntó señalándose y en silencio – yo voy? - y le contesté desde el auto un - no, no, no - haciendo un tres con mis dedos, se miraron lanzaron un alarido y se dispusieron a pagar, a los minutos estaban conmigo, en el auto – suban caballeros – les dije – quiero que me cojan – no sé si me entendieron lo que dije, pero si lo que querían y lo que yo quería de ellos, no necesitábamos palabras.

.Los recibí con un beso de lengua Mmm uno se entretuvo con mi boca, otro apretó mis pechos, los sobó y mordisqueó mis pezones y el más veterano paso su mano por mi pelo y me acaricio el cuello, les dije, - vamos al faro de Punta Carretas a unas cuadras, donde nadie se fija lo que pasa en los autos - porque todos estamos en lo mismo. Gozando.

Risas, manoseos delicados y otros no tanto, muchos cánticos, olor a macho, a cerveza, el perfume, el aroma de mi cuerpo, los sabores de las feromonas del goce y el sexo. Llegué a palpar una mole de carne y la necesité con locura, todo el organismo se me encendía de deseo, precisaba que esos machos, esos sementales me copularan bien “garchada”, besos, caricias y ronroneos, hicimos las dos cuadras en un santiamén y estábamos en un lugar semi oscuro de la explanada del Faro de Puntas Carreta. Estacioné y el que quedaba sentado a mi lado, el más atrevido estaba amasándome las tetas, y chupando mis pezones, había perdido el top e imploraba el amasijo de sus manos y su boca. Otro me besaba desde atrás del asiento el cuello y acariciaba mi espalda el otro cantaba, y se masturbaba…

Nos bajamos del auto, y mi tapado sirvió de mantel para el picnic, donde el plato principal seria yo entregada a los tres marinos. Una verga deliciosa y lustrosa demandó mi boca y la serví la chupe con desesperación sintiendo el miembro caliente fornido y palpitante en mi boca, unas manos hurgaban en mi vagina sentí los dedos penetrando en mi canal y grite de placer y dolor mientras otra boca chupaba mis nalgas y las separaban posándose en mi esfínter. Mmm quiero todo Mmm era su esclava sometida… mi diosss que placer más intenso.

El mete saca de la verga entre mis labios me dejaba sin aliento, dura, turgente y cabezuda, la chota se enterraba y salía de mi boca, mientras la succionaba y sorbía con placer. Dios MMM toda por favor toda MMM, que placer… los dedos habían penetrado mis labios, palpaban en mi interior, mojados y juguetones. Mientras un dedo ensalivado y una lengua vigorosa abren mi esfínter con dedicación y paciencia. Hazme tuya – le murmuré en un rezo – llorando de deseo…

Que placer de hembra lujuriosa, siendo poseída por tres desconocidos en la playa. Tres sementales fornidos y burdos, de tosca presencia, que no entendía lo que hablaban. Pero que me provocaban un salvaje deseo de ser la princesa de ellos. Ya no sabía quién era yo, quienes ellos, ni siquiera si teníamos cuerpo, gozaban, gozaba, gozaba entre sollozos, gritos y gemidos. Me puse como una perrita en el suelo, una verga en la boca, trataba de asfixiarme y yo la devoraba con pleitesía, tratando de ganarme su leche, - dame la leche que es mía – le murmuraba al marinero.

Un macho que se preparaba a penetrarme por el culito, prendido de mi cintura con sus manos ásperas y callosas, y me ensarto hasta los huevos, pegué un alarido de dolor, un picor insoportable por la dilatación y la violencia, mientras trataba de dilatarme para alojar en mis entrañas semejante verga, - atroz su mete saca comenzó a partirme el culito en dos – despacio papa, despacio – gritaba, imploraba clemencia aunque disfrutaba de la violencia del acto - mientras él se ensañaba más y más y me ensartaba yo lloraba y el gozaba mi dolor… El otro que sobaba mis tetas hasta hacerme gemir de sufrimiento al retorcer mis pezones. Deliré enajenada, se turnaban para penetrarme, los sentía entrar y salir como perros en manada despedazando una presa, de todos mis canales, trepidábamos como epilépticos en trance.

Dios… el sufrimiento dejó lugar al goce poco a poco, … - Como te lo relato Mónica - el goce de ser dueña de tres machos a la vez, que delectación, que regodeo… eran míos, mis esclavos, era mi leche, toda mía me la gane, eran mis sementales, mis juguetes sexuales, yo era la hembra gozada. Empecé a perder los sentidos adormecidos por el prurito, el “cucumelo” que da el sexo desaforado.

Delicioso exceso, - Te cuento Mo, amiga gozadora y le revivo – Tormento, comezón, fruición, alucinación, espasmo, estasis. Gritos y susurros, el olor a pija llenado el aire. Simplemente fui una hembra hecha sensibilidad al albergar en mi sensitiva y depilada concha una enorme y turgente pija, la fricción sobre mi clítoris, los labios abiertos, el conducto lubricado el tufo del macho, el flujo de mi vagina mientras otro falo grueso y cabezón pujaba mi esfínter y penetraba brutalmente, sin piedad mi culo dilatando mi intestino atomizado, en un picor indescriptible al entrar y salir de mi cuerpo. La fricción sobre mis pechos, mis pezones escapando de mí, manos ásperas en la cintura y las piernas, sobando, apretando, estrujando, bocas que te sorben. Para cumplir rito ancestral, mi boca mamaba sorbía desesperadamente otro garrote del que manaba una leche espesa, caliente, sabrosa, blanquecina que corriendo por el canal que formaba mi lengua, se colaba a mi garganta yo caliente enajenada, sensible lo sorbía con deleite y los gozaba los machos hasta el éxtasis

En un espasmo interminable, de esos orgasmos que te doblan las piernas y ruedas sin fuerza en los músculos, chillé de placer y demencia, perdí el sentido, me desvanecí sin fuerzas en un mar de cuajada. Los machos me cogieron otro rato, de muchas maneras, fui solo muñeca de sus instintos mientras me retorcía de placer, sentí en un momento que me defecaba, mi esfínter no puedo retener la carga de mis intestinos y me cague, uno de los machos saco el órgano de mi orto dilatado como una flor con mi mierda, sentí que me vaciaba, me di cuenta del desastre cuando el macho me metió la cabeza sucia de mi mierda en la boca y me hizo limpiarla con mi lengua. Se la limpie obediente y sumisa. Cuando rendidos se saciaron de mí, cansados y sin leche, los tres putos crueles me miraron entre risas, sentí los chorros de liquido caliente en mi cara y mis pechos, se acomodaron la ropa, satisfechos de haber hecho explotar a la hembra, y se despidieron - seguramente con un chau rubia puta - en su idioma, se fueron los vi caminando por la playa rumbo a la rambla, mientras yo permanecía tirada en la costa, rendida, desmembrada, dilatada, despedazada y mareada por tanto goce junte mi ropa como puede y fui caminado, dando tumbos, rumbo al auto .

De mi culito lacerado y sucio, corrían hilos de leche y gotas de sangre, me ardía todo, que salía de mi esfínter dilatado, levemente roto y mi concha empapada y pegajosa de liquido seminal, pis, abierta como una flor dejaba escapar esperma en cada contracción, DIOS… me habían recogido… mis pechos matizados de moretones por la ficción e hinchados pidieron que les restregara un poco de leche para aplacar su ardor. Me metí la mano ensalivad y la saque empapada de mi concha, me refregué los dedos en los pezones… Mmm que bálsamo más exquisito, me había ganado todo ese cuajo que tenía en el cuerpo. Que encanto de puta sentí al entender que había sido señora de sus apetitos y indignos instintos. Veneré mi condición de trola y el haberme animado sin reparos a proponerles sexo.

No hallé mi tanga, me cuadré la pollera desgarrada y sucia como pude, trepé al auto convulsa todavía por las intensas menguas, me pasaba la mano por los labios de mi vagina y me dolían hinchados de la fricción, prendí un cigarrillo. Le di una chupada y saboree el humo, entonces prendí el auto que tenia la llave puesta y me dispuse a rodar rumbo a casa.

Había sido gozada por tres tipos y los goce intensamente hoy lo revivo y les cuento lo que sentí quedará por siempre grabado a fuego en mi alma y seguramente la de ellos. Maria Marta. Paso el viernes 22/02/2019 en Montevideo