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Colegiala fuera de Control

en Hetero: General

Yesenia. Una mala estudiante. Con buen cuerpo. Tal vez lo era por eso. A sus espaldas, y a veces ni eso, sus compañeros se referían a ella como "la tetona"... o "la culona". Los ingenuos creían que se desarrolló más rápido de lo normal, pero en realidad no, lo que pasaba era que seguía en la escuela a pesar de que ya tenía 18 años.

Cuidaba mucho su apariencia física, hasta el punto de que se había ganado el desprecio de varios de los profesores estrictos con las normas: no necesitaba saltárselas; no necesitaba maquillarse más de lo mínimo; no necesitaba, ni siquiera, ponerse la falda más alta de lo normal; ella era, simplemente, una mamacita desde siempre; de curvas notables sin llegar a exagerar, y una forma de moverse que recordaba a un guepardo... muchos profesores trataron de incriminarla bajo el cargo de "tener una actitud sexualmente sugestiva"... y teminaron acusados de pervertidos: ella realmente caminaba así por naturaleza.

Y era, además, interesada. Su primer beso, un simple pico, hacía ya tiempo, no fue nada romántico; a pesar de que ella era hetero, ni siquiera fue con un chico; en realidad, una amiga la había retado a besar a la otra del grupo comprometiéndose a hacerle ciertas tareas si lo hacía. y como ella era bastante perezosa y no le gustaba estudiar, pues lo hizo. Sin embargo, la historia oficial era que su primer beso había sido con el chico ya graduado que tanto había presumido de ello cuando lo logró... una noche de fierta, después de prometerle en secreto que le daría una paliza a cierto acosador si ella era su novia. "Ok, seguridad privada. Después de todo, los policías no entran a la escuela, y los profesores no quieren correr sobre problemas incomprobables.". La paliza del "acosador", que no era más que un nerd tímido que la observaba desde el otro extremo de la cancha, pasó a la historia como un simple acto de reafirmación del macho alfa... y de matoneo con apunte en el historial del colegio.

Entonces llegó el día en que ella, habiendo cumplido el día anterior los 18 años, recibió como regalo de una amiga, que ya estaba en la universidad, un video. ¿Qué tipo de video? Un video de esos en los que un tipo supuestamente aborda a una chica en la calle, le ofrece dinero, y después de que ella se rehúsa de forma no tan convincente, finalmente accede, y tienen sexo.

La conversación fue mucho más directa que una acerca de lo real que podría ser:

- ¿Lo harías? - preguntó la amiga en muchos más turnos de los que presento aquí.

- ¡Tal vez! ¡Ja, ja, ,ja, ja, ja, ja, ja! - respondió Yesenia... en un solo turno. La prudencia no era lo suyo.

Su amiga se sorprendió mucho, pero la charla no pasó de ser un chiste caliente entre amigas.

...o eso pensó la amiga.

Yesenia, por su parte, siguió pensando en el asunto. Sabía lo que la gente pensaba de ello, pero la verdad es que, si se lo pensaba, la razón por la cual había tenido sexo muy pocas veces con su novio era porque, cada vez que se daba la oportunidad, juzgaba al chico y no le parecía que "pudiera ofrecerle nada"... y ver el video la hizo pensar que podría ser otra cosa la que pudieran ofrecerle... y el dinero significa básicamente cualquiera, ya que el dinero no compra la felicidad, pero sí el resto de cosas...

Así que... bueno... sabiendo el nombre de lo que se estaba imaginando, lo investigó.

...y le sorprendieron las cifras.

...en especial, recordando el placer que podía sentir en tan poco tiempo... y además ganar dinero por ello...

...pero sabía que su novio no le pagaría por lo que ya conseguía gratis...

...así que, tras unos días, viéndolo y viendo en él a alguien con quien había desperdiciado su tiempo y energía sin ganar nada, le terminó.

Y los pretendientes empezaron a llamar y llegar desde el día siguiente.

No pasó mucho tiempo antes de que su amiga, habiéndose enterado del rompimiento, le recomendara un tipo de la universidad bastante "irrespetuoso"... pero no en sus maneras, sino en su contenido... le decía él en la cafetería donde aceptó verlo que quería sólo sexo casual, pero que era consciente de que era costumbre invitar antes al menos a comer, y como él la preferiría llevarla a un lugar fino, pues le daría 300000 en lugar de la salida a comer, y así ella podría gastarlo en otras cosas si le parecía necesario. Por reducción lógica, le estaba dando 300000 por acostarse con él... ella lo sabía, pero prefería seguir el juego.

- ¿Sexo casual, me dices? - le dijo ella.

- Sí. Sólo eso; no me gustan los compromisos largos. - respondió él.

- ¿Y dónde?

- De pronto en mi casa.

Ella lo pensó... o fingió pensarlo... con la garganta tensa y la respiración profunda, y le dijo...

- Bueno. Vamos.

*

Yesenia contaba los pasos mientras caminaba con el chico, cuyo nombre ya no recordaba... era viernes, y hacía apenas un rato había salido del colegio... ¿estaba mal lo que estaba haciendo? Concluyó que no mientras no involucrara menores de edad, y se olvidó del cuestionamiento.

Aunque se sentía un poco rara llevando aún puestos el uniforme del colegio y la maleta en la espalda...

Llegaron. Ella vio muy bien cómo entró la llave en la cerradura.

Entraron. Una bonita casa. El tipo vivía solo.

- Quítate los pantys y dámelos - le dijo él.

Ella se sorprendió mucho... pero sabía que más temprano que tarde lo haría, así que, sin decir mucho, se metió las manos bajo la falda, y se los quitó.

Él los recibió, los olió, y le dijo:

- Quítate el brasier sin quitarte lo de encima, pero no me muestres.

Ella se sintió un poco incómoda con las órdenes, pero no quiso detenerlo. Puso la maleta en el piso, se dió la vuelta, se llevó las manos a la espalda para soltárselo por debajo de la camisa, y finalmente lo logró. Luego metió los brazos con dificultad bajo al saco y la camisa, y por entre los tirantes, y volvió a materlos por la camisa y el saco. Luego sacó el brasier por debajo del saco sin problema. Se le notaban los pezones a través de la ropa, un poco ajustada, pues no había cambiado de saco en años y prefería las camisas al cuerpo. Se dió la vuelta de nuevo, para mirarlo; Estaba tensa. Miró a su alrededor y vio cachivaches de colgar en las paredes, muebles, y papel de colgadura. Era una casa de dos pisos más bien bonita. Olía bien. Trató de liberar la tensión con un gesto sexy, dándole vueltas al brasier en la mano mientras lo miraba a los ojos...

- Te luce el truco. - Le dijo él, sonriendo.

Ella se sintió un poco más en confianza.

Él se quedó simplemente ahí, mirándola de arriba a abajo una y otra vez.

Ella se quedó mirándolo, esperando... ¿que él hiciera algo? ¿que le dijera qué hacer? Le dijo al fin:

- ¿Vamos?

- ¿Adónde? - respondió él con calma y una sutil sonrisa.

- ...a... la... hff... cama... - casi no puede decirlo.

- ...¿a qué?

- 'j... a... - vacilaba. Mucho. al cabo de unos segundos de tomar impulso, lo dijo: - A tener.. sexo...

- ...¿sexo?

- Sí... jf...

- ...¿y después?

- Bueno... después me... voy si quieres...

- ¿Y te vas así nada más, sin que yo te dé nada?

- Ej'j... - era claro lo que él quería hacerle decir... ella finalmente lo adivinó, pero se sentía ahogada y con una extraña mezcla de frío y calor insoportable... le temblaban las piernas... - ...no... ejj...

- ¿Entonces? ¿Qué tengo que darte?

- J'j!... ejjjfhh... t... tres... - casi no podía pronunciarlo - ...tres cientos mil...

- Vale, lo haré. - Le dijo sonriendo amablemente. Luego añadió: - Pero hagámoslo mejor aquí.

El chico fue a sentarse al sofá con las piernas abiertas. Ella lo siguió sintiéndose rara sin ropa interior.

- Vale. Sácalo.

- ¿Qué?

- ... - sonrió al darse cuenta de que ella no había entendido, y parafraseó: - Ábreme bien el pantalón.

Ella se acercó, se puso frente a él de rodillas, vió un bulto en el pantalón de él pero trató de no pensar mucho en eso, y, como si contara los centímetros que se movía, abrió el cinturón... se preguntó qué estaba haciendo ahí... abrió el botón del pantalón... sintió que debería detenerse... bajó la cremallera, tras notar involuntariamente algo duro debajo...y vio aparecer poco a poco el pene del tipo. Ella esperaba ropa interior, pero no había. Significaba eso que...?

- ¿Qué te parece?

- ...no sé... - dijo ella, sin saber qué decir.

- Pruébalo un poco...

Ella lo miró vacilando... y acercó los labios... los separó... sacó la lengua... y lo lamió una vez. Un sabor de piel... con... ¿durazno? Miró al chico otra vez... él sonreía. Ella pensó que podría no saber tan mal si le había puesto algo así justo antes... y volvió a lamerlo, esta vez varias veces, hasta dejarlo húmedo por completo...

- ¡Muy bien! - Le dijo, sobándole la cabeza... ella se sintió bien.

Se hizo pasar la primera parte del glande a la boca... lo sintió en la lengua... claramente sabía a durazno en almíbar... continuó hasta sentirlo en el paladar... y... continuó, sin querer detenerse, hasta que lo tuvo todo en la boca, hasta la garganta. Sin poder respirar.

- Hmmm... garganta profunda... - le dijo él, amablemente, acariciándola de nuevo.

Ella se lo sacó de a poco hasta hacerlo por completo, y le respondió:

- Esa... era la idea.

- Delicioso. ¿Te gusta?

Ella sólo asintió, antes de empezar a chuparlo realmente. Y mientras lo hacía el calor la poseía, y entre sus piernas la humedad simplemente estaba al máximo... ¿en qué momento él le pediría que...?

Se corrió. Ella sintió el fluído en la boca, saliendo a chorros... tenía un sabor extraño... un poco desagradable... pero en cuanto pensó en quitarse y escupirlo, cayó en cuenta de que si lo hacía quizás le caería encima de la ropa... además, ¿dónde escupiría? ¿En la alfombra?

Lo retuvo entonces, sintiendo cómo se le inundaba la boca con tanto... semen... y no pudiendo pensar en otra cosa... tragó hasta que dejó de salir. Al terminar, se separó, tosió, contuvo las náuseas... y miró al chico; él la miraba sonriendo como si fuera a empezar a reír de repente... ella sonrió también... y rió.

- Impresionante, eres buena, aunque puedes mejorar con la lengua y el paladar...

- ...Gracias... - respondió ella, notando que era un sabor fácil de ignorar al cabo de unos segundos.

- Límpialo bien.

Ella se acercó y lo limpió por completo.

- ...hasta la última gota. ¡Tienes talento!

Ella sonrió preguntándose exactamente para qué tenía talento.

- Ven... - le dijo él, abriendo los brazos como para abrazarla. - Siéntate en mis piernas.

Ella se incorporó, se cuadró la ropa, y cuando se iba a sentar de lado en éstas, él le dijo:

- No, no de lado. No soy Santa Claus. De frente, abriendo las piernas.

Ella se sorprendió, pero lo hizo, relamiéndose aún los labios. Ya estando sobre él, él le dijo:

- ¡Uh! Te huele la boca...

- ... - se sintió un poco ofendida... - Es tu culpa.

- Toma... - le dijo, sacando rápidamente una chupeta del bolsillo de la camisa. - Un premio por chuparla tan bien... pero ten cuidado... no me vayas a sacar los ojos con eso...

Ella rió. Recibió la chupeta, la destapó, y se la echó a la boca.

Él empezó a acariciarle la espalda por debajo de la ropa. Ella volaba de calentura. Pero le preocupaba tener un accidente con la chupeta, así que trataba de desviar la atención un poco a eso.

- Muy bien. Muéstrame las tetas, pero no te quites la ropa, sólo súbela y que quede bien acomodada.

Ella vaciló... Esa palabra... "tetas"... ¿realmente estaba haciendo eso? ¿realmente estaba...?

- ¿Qué pasa, ¿tienes una cicatriz y no me quieres mostrar?

Ella no respondió. Agarró el saco y la camisa de abajo, hizo la cara a un lado con los ojos cerrados y subió la ropa poco a poco... contando los centímetros, hasta que, una vez superados los sensibles obstáculos, pudo dejar las prendas sobre el busto. No escuchó nada, no sentía nada. Miró tímidamente. Él veía sus senos con claro interés... claramente le gustaban... ¿o no?

- Están perfectos... - dijo él. - Son maravillosos...

Ella esperaba que él hiciera algo, pero no lo hacía... ahora sólo le acariciaba la cintura y parte de la espalda, evitando el busto...

- Cógetelos.

- ¿Qué?

- Acarícialos. Consiéntelos.

Eso debía ser fácil. Se llevó las manos al busto y empezó a tocarlo, acariciarlo y amasarlo... eso la calentaba mucho... podía sentir la respiración de él en ellos... podía sentir ella misma el placer en toda a piel, en la areola, en los pezones... tocándose frente a ese desconocido...

- Son grandes. ¿Alcanzas a chupártelos?

- ...s... sí...

- ¡Uh! ¡Adelante!

Ella sostuvo bien el seno desde abajo, lo levantó, acercó la boca, sacó la lengua y lamió el pezón... jugó con él un poco mientras él veía encantado, y luego lo chupó...

Luego hizo lo mismo con el otro... luego ambos...

- Sabes lo que haces...

Ella preguntó, tímida:

- ¿Quieres... probarlos?

- ... - puso cara de sorpresa - ¿me estás ofreciendo las tetas para que te las chupe?

- ... - ella no sabía qué responder.

- ¿De verdad quieres que alguien como yo te coja y te chupe las tetas?

- ... - vacilaba. Pero respondió al fin: - ...sí.

- Bueno, muchas gracias...

Y le agarró los senos amasándoselos y estimulándolos con suavidad y firmeza incluyendo por igual las manos, la lengua y los labios... al cabo de algunos momentos, ella empezó a gemir... y entre sus piernas afloraba un deseo...

- Hm... eres deliciosa - le dijo con romántica gravedad - ... y suenas bonito, tienes buena voz...

- Ah...

- ¿Te gusta que te hagan esto? - sólo se detenía para hablar...

- ... - ella recordó que nunca había hecho algo así... así que generalizar sería extraño.... aún así dijo: - ...sí...

- Seguro; después de todo, tú me las ofreciste...

- Oye... - le dijo ella, atreviéndose al fin...

- "Amor"... - le respondió él - dime "Amor".

- Bueno... "Amor"...

- Dime... - le respondió él sin dejar de acariciarla...

- Hagámoslo... 'j!... ya...

- Lo estamos haciendo...

- No... ah...

- ¿Entonces? ¿Quieres que haga algo?

- 'j... sí... porfa... hagamos el amor ya...

- Lo estamos haciendo, nena... si quieres algo, tienes que pedírmelo...

- Aaay... - dijo frustrada y excitada - ...por... favor...

- Muy bien, por favor...

- Por favor... métemelo...

- ¿Que te meta el qué, por dónde?

- M... méteme el... pene por la... 'j!... vagina... amor...

- ¿Cuándo quieres?

- ¡Ya!

- Uh, qué caliente, ¿de verdad estás tan ansiosa por metértelo?

- Sí... porfa... ah...

- Bueno... hazlo tú entonces, que estás cerca... - le dijo, soltándola.

Ella suspiró, pensó en todo lo que la rodeaba y en la gente que conocía, mordió la chupeta, la masticó, tragó el dulce y puso a un lado el palito, y luego, poniéndolo bajo la falda se acomodó sobre éste de tal forma que cuando empezó a bajar empezó a entrar... y conforme entraba... como ya era su costumbre, contaba cada centímetro... hasta que lo albergó todo.

- ¿Mejor? - le preguntó él.

- ...sí...

Ella empezó a moverse despacio. Él cogió el palito de la chupeta y le dijo:

- ¿Rica? - le preguntó él.

- Ajá... - le respondió.

- ¿Te gustó chuparla?

- Sí... ahhh... - respondía ella empezando a disfrutar la penetración...

- ¿Chuparías otra?

- Ahh... sí...

- ¿Y después otra?

- ...muchas, amor... ahhh... Son deliciosas... 

- ¿De verdad te gusta el sabor y como te queda sabiendo la boca?

- Sí... hah... las chuparía siempre... ahhh... - respondía ella maquinalmente mientras empezaba a acelerar y a preguntarse por qué tantas preguntas sobre las chupetas...

- ¿Sin importar de quién fueran?

- Ahhh... no... hah.... mientras las tenga en la boca... hah... son mías...

- ¿Y tragar cuando te llenan la boca?

- ... hah...

Finalmente supo de qué venía hablando realmente... pero... la excitación, el placer de estar haciéndolo... el deseo de redondearla conversación... algo... la hizo respondeer entonces:

- ¡Sí! ...haaaaah... se lo chuparía al que fuera y me tragaría todo su semen...

Él se sorprendió... no esperaba una respuesta tan detallada. Por otro lado, ya estaba siendo suficiente de preguntas, la calentura lo estaba dejando sin aliento, así que puso el palito a un lado, la agarró de las nalgas, grandes y redondas, y dijo finalmente:

- ¿Y qué quieres hacer ahora mismo, nena?

- ....hah! ...¡metérmelo... ahh... hasta que eyacules dentro de mí!

- ...¿no te importa embarazarte?

- Hah... yo tomo la píldora, amor...

- Bueno, entonces salta lo que quieras.

Y Yesenia saltó repetidas veces, moviéndose cada vez más fuerte, gritando cada vez más fuerte, hasta que el chico finalmente se corrió, y ella, al sentirlo, también. Se abrazaron; ambos se aferraron al otro; ambos quería que estuviera lo más adentro posible...

Y... poco a poco... el placer se desvaneció.

Ella abrió los ojos, se incorporó, y trató de besarlo. Él la correspondió tímidamente... hasta que no le importó y lo hizo bien. Pero ella entendió de todas formas el por qué de su vacilación.

Ella se puso de pie y se cubrió, sonriendo sutilmente. Él le devolvió la ropa interior, que había yacido torada todo el rato en un rincón. Ella vió el panty: por la humedad, pues ella estaba mojada desde que entraron, se habías ensuciado por dentro... podía ser peligroso ponérselos... y le dió pereza ponerse el brasier. Así que echó ambas cosas a la maleta, en el bolsillo de los cuadernos, que era el único con espacio.

- Uh.. qué candente... - le dijo él al notarlo.

- ...¡será divertido!

- Ok.

- ¡Adios, amor!

- Chao, nena.

Ella se acercó a la puerta... y recordó...

...se dió la vuerla, y ahí estaba él, viéndola con una sonrisa pícara.

- Amor... - le dijo tímidamente.

- Dime... ¿se te olvida algo?

- ...sí... j...

- ¿Qué cosa? ¿Tengo que darte algo?

- Hah... sí... dijiste que... hah... que me darías trescientos...

- ¡Uh! Ok.

Él se mandó la mano al mismo bolsillo del que había sacado la chupeta, y sacó un fajillo de billetes de veinte mil. Un poco voluminoso. Se lo dió todo a ella.

Ella se sorprendió mucho... recibió el dinero, y se lo echó al bolsillo de la falda; al fin lo usaba para algo.

- ¿No lo contarás?

- N... no... yo confío en ti... - dijo ella, nerviosa - ¡Además, sé dónde vives!

Ambos rieron.

- Gracias. - Dijo él, abriéndole la puerta. Hacía frío afuera. Luego añadió cuandio ella salió: - Lo hiciste muy bien, tienes talento.

- Gracias, amor.

- Ejjj... ¿me darías tu número? Por si de pronto quiero otra vez...

- ¿Otra vez? - preguntó Yesenia extrañada... pero no le dio mucha importancia. - ...¡Bueno!

Y le dictó. Él escribió el número en el celular, y le pidió que posara para el identificador de llamadas. Ella lo hizo de buena gana; él capturó su cara y la parte alta de su torso... cuando ella vio la foto, lo miró con picardía; él le dijo:

- Para acordarme de todo lo que me dejaste chupar.

- ... - ella no supo qué responder.

- De verdad... eres deliciosa. Estoy seguro de que muchos pagarían por estar contigo.

- ...ejjj... gracias.

- Chao.

- ¡Chao!

Yesenia se dió la vuelta y se fue caminando a paso extraño... elviento le rozaba las piernas, subía y le acariciaba la parte baja del torso... el frío... y un poco más que eso... le levantaba los pezones  de tal forma que se notaban a través de la ropa... ella no sabía cómo caminar... así que trató de caminar normal, a pesar de que todo el mundo parecía mirarla aún más de lo que ya lo hacían en casos anteriores... y ella sólo podía imaginar lo que ellos imaginaban, y sentir en la falda el bulto de los billetes...

Más tarde, cuando llegó a la casa, se excusó diciendo que había estado en un trabajo en grupo.

- ¿Y cómo estuvo ese trabajo? - le preguntó la mamá.

- Delicioso. Súperenriquecedor... - respondió ella, temeraria. Se encorvaba un poco para disimular la falta de brasier.

- Ah, bueno... - la miró con suspicacia. - Hmmm... ¿te pasa algo? ¿tienes afán?

- Sí, un poco... tengo cosas que hacer y tengo que ir al baño...

- Bueno. Adelante; más tarde te veo, amor.

- Ejj... sí...

Yesenia se apresuró. Fue al baño, entró a su habitación... puso la maleta a un lado, se quitó los zapatos... se arrodilló sobre la cama... respiró profundo y sacó el fajo de billetes. Empezó a contarlos y a sentirse cada vez más excitada mientras lo hacía... ¿contó mal? Volvió  a hacerlo... Tres cientos veinte mil. Había un billete de más. Pensó en lo que debía hacer, y lo puso en el bolsillo secreto de la maleta; ella le había dado su número a él, pero él a ella no.

No había soltado el resto de los billetes mientras lo hacía; se sintió tonta y los puso a un lado, junto al espejo de cuerpo entero. Al verse, la calentura le invadió y se quitó el saco. Luego soltó los botones de la camisa... y la amarró al frente por las puntas: realzaba los senos, lo suficientemente grandes como para juntarse en medio; ella siempre había disfrutado esa sensación. Usó el truco de la cintura y el hilo para acortar la falda y la recogió hasta que al frente apenas le cubría la entrepierna y atrás mostraba el principio de sus nalgas. Posó de las formas más sexys que se le ocurrieron.

Vovió a coger los billetes, se abanicó con ellos, y empezó a pasrárselos por el cuerpo... le excitaban aún más... así que con la otra mano empezó a masturbarse. Se acercó al espejo y lo besó con lengua... imaginando que besaba a otra... empezó a hacerse caras de provocación y a imaginar que las usaba en los hombres... y en las mujeres... y que les excitaba también... le hizo una colección de gestos al espejo; una colección que decía: "¿Quieres tener sexo conmigo? No; tienes que pagarme para eso...".

Caminó hacia atrás y se dejó caer sobre la cama. Abrió las piernas y empezó a masturbarse seriamente mientras susurraba "Soy una prostituta.... soy una prostituta...". Hasta que, con los billetes tirados unos a su lado, y otros aún en la mano, viendo en el espejo las partes de su cuerpo que manoseó ese desconocido cuyo nombre no recordaba, e imaginándose haciéndolo de nuevo... se estremeció y tuvo un orgasmo tan fuerte que no pudo evitar gritar brevemente al final; sintió, segundo tras segundo, riendo al no sentir que acabaría, el orgasmo más intenso de su vida hasta entonces.