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El viejete es un salido y le gusta mirar jovenes

en Amor filial

EL VIEJETE ES UN SALIDO Y LE GUSTA MIRAR JOVENES

Ramiro está sentado en el parque con su carro de la compra al lado viendo pasar a la gente. Se fija en todo el mundo que pasa, poniendo especial atención a las jóvenes que cruzan delante suyo. Ha visto a una que lleva un pantalón corto que está bastante bien. Se levanta despacio y coge el carro. La chica lo ve y se acerca a él.

-¿Necesita ayuda señor?

-Si pudieras ayudarme a llegar a casa. El carro pesa mucho y no tengo a nadie que me ayude. Soy viudo y mis hijos viven lejos. 

-Claro que si. ¿Dónde vive?

-Tenemos que ir por allí, calle del sacramento numero 9. 

La chica coge el carro y cómo va más rápida que Ramiro, este pronto se queda detrás. 

Mira su culo como oscila al andar. Es un culo hermoso, no excesivamente grande, pero hermoso como digo. Sus caderas son anchas, no demasiado, y le recuerdan a las de su vecina Juana, que tiene 77 años, pero todavía está de buen ver, al menos a él se lo parece. 

Ramiro le indica a la chica un atajo por donde llegar antes. Es cuesta abajo y a ella le cuesta sujetar el carro, pesa demasiado. Piensa que qué demonios habrá comprado para que pese tanto. 

Llegan a un callejón que está cerca de su casa según le indica Ramiro. Al final de el hay una valla que a puesto a propósito hace unos días, con bastante esfuerzo, por cierto. Casi no pudo moverla, pero al final lo consiguió. 

La chica se queda parada con el carro delante. 

-Pues por aquí no se puede pasar, le dice a Ramiro algo sofocada. Gotas de sudor caen por su frente. 

Ahora nota cómo sus pezones se marcan bajo la camiseta de tirantes que lleva. La muy jodía no se ha puesto sujetador.  

La chica intenta mover la valla, pero es muy pesada. Se alza para intentar ver que hay más allá y su culo se levanta también. Ramiro se acerca a ella y directamente le toca el culo. 

-¿Pero qué hace? exclama la chica. ¡Es un cerdo!. ¡Viejo verde!

Se marcha de allí corriendo, tan rápido, que casi vuelca el carro. 

Ramiro coge el carro como puede y aparta con dificultad la valla que él mismo puso. Pasa por delante y se dirige a su casa. 

Cuando llega al portal, ve cómo su vecina Juana está en la puerta. Le ayuda a abrirla. Juana mete el carro en el ascensor y le da al botón del 5º piso que es donde vive Ramiro. 

Cuando llegan a su casa, Juana le ayuda a sacar el carro y lo mete en la casa dejándolo en la cocina. 

-Estas sudando, le dice esta.

-Ya no estoy para estos trotes, le contesta él. 

Juana coge un lado del vestido para secarle el sudor y al hacerlo, lo sube sin darse cuenta de que Ramiro ve sus muslos grandes y un poco de sus bragas. 

En realidad Juana está loca por él. 

Se despide de Ramiro con un beso en la mejilla y le deja solo con sus pensamientos. 

Ramiro se ha excitado al ver sus muslos. Esos muslos que no estarían mal entre sus piernas. Nota una erección que crece y decide ir al baño y aliviarse allí. 

 

Se masturba con ganas, bien fuerte, pensando en los muslos de Juana. Se corre extasiado de placer con esa visión en sus ojos. 

Se desnuda y se mete en la cama. Está cansado.

Dos días después está sentado igual que antes en el mismo banco viendo a las chicas pasar. 

Una con gafas y un vestido corto se apiada de él y le pregunta que si necesita ayuda. 

El le dice que si y se van por el mismo camino, directos al callejón. La valla está allí como todos los días. 

La chica intenta moverla pero nada. Hay que ver que débiles son estos jóvenes de hoy en día,  piensa él. Ramiro hace que se ata el zapato y echa un buen vistazo a sus bragas. 

Se levanta y directamente le mete mano bajo el vestido.

-Hala con el viejo, dice la joven. ¿Estás salidillo, eh?

-Un poco, si. 

La joven sonríe y levanta su vestido dejándole ver sus bragas. 

-Te dejo verme el culo si me enseñas tu miembro. 

Ramiro obedece y saca su polla que está algo dura. 

-Joder con el abuelo. Cómo la gastas. Déjame probarla. 

Se agacha y se la mete en la boca. La moja con saliva y empieza a mamársela. 

-Ah, ah, ah, que bien lo haces, gime Ramiro. Déjame tocarte el culo. 

La joven se baja del todo las bragas, con lo que su chocho queda también a la vista. Lleva un triangulo perfecto de pelo. 

Ramiro intenta tocárselo pero no llega. La mamada le mantiene a una distancia a la que no alcanza. 

Detiene un momento la mamada y Ramiro por fin puede tocárselo. Le toca el culo y el chocho, la masturba un poco y la joven se muere de gusto. 

-Anda, acaba con la mamada. 

-Pero avísame cuando vayas a correrte. 

-Claro que si. 

Sigue con ella y Ramiro observa como sus gafas se mueven al ritmo de la mamada. 

Ya no puede más. Va a correrse. 

-Me corro. 

La chica se la saca y termina de masturbarle con la mano hasta que Ramiro eyacula varios chorros que salpican el escote de la chica y uno cae en sus gafas. 

-Estabas lleno, ¿eh? le dice y sonríe. 

Se levanta y saca unos clinex con los que limpia a Ramiro y luego se limpia ella el escote y las gafas.

-¿Tenías puesta la valla aquí aposta eh, picarón?

-La próxima vez quiero probarte, le dice él.

-Claro. Me ha puesto mamársela a un viejete. Era la primera vez y ha estado muy bien.

La joven se arregla el vestido y se va por dónde vinieron. 

Tres días después Ramiro no ha encontrado a ninguna joven que quisiera ayudarle, por lo que se vuelve más pronto a casa. 

Cuando llega allí está Juana como siempre. Se meten en el ascensor pero antes de que ella puede pulsar el botón del 5º, él le da al del 6º que es donde vive Juana. 

Entran en su casa y Ramiro le dice que le ha comprado algo de fruta. Juana le dice que es un sol. Guarda la fruta en la nevera. El se queda mirándola y ella se da cuenta de que vuelve a estar sudando y le vuelve a limpiar con el vestido como aquel día.

Ramiro al verle de nuevo los muslos no puede más y le quita el vestido. Se lo saca por la cabeza apresuradamente, dejándola en ropa interior. 

-Ramiro, le dice ella con un hilo de voz. ¿Qué te ha dado?

-Nada, se me que miras con deseo desde hace tiempo. Yo también me he excité el otro día al verte los muslos. 

No puede más y se echa sobre ella y comienzan a besarse apasionadamente. 

Ramiro se quita la ropa y le quita el sujetador a Juana. Sus pechos están caídos pero son hermosos aún. Ramiro los besa y luego besa sus pezones. Se ponen duros enseguida. 

Besa su cuello, detrás de las orejas. Juana está muy excitada. Mira su pene erecto.

-Dios mío. Qué grande la tienes. ¿No tomas viagra?

-No, nunca la he necesitado. Ahora la probarás. 

La lleva hasta el sofá y se sienta en el. Juana se quita las bragas y se sube a horcajadas sobre él.

-Métemela despacio, le dice. La tienes grande y hace mucho que no me follan.  

-¿Cuánto hace?

-Cinco años. 

-Entonces lo haré despacio. Pasa dos dedos por su vulva. Se asegura de que esté bien húmeda y entonces la penetra. Muy lento. Saboreando cómo va entrando despacio. 

-Aaaah, Ramiro, que gusto. Cómo la siento. Así, así, muy bien. 

-¿Te gusta así? Voy despacio como me has pedido. 

-Siiiiiiiii, Ramiro, aaaaaah, que gustooooo por dios. Sigue despacio, pero sigue, sigueeeeee.....

Ramiro obedece como le ha pedido y se lo hace muy despacio, tan lento que él también se muere de placer.

-Ramiro, ¿dónde has estado estos cinco años? Que gusto, aaaah, que gusto, sigue, sigue, sigue, ah, ah, ah. 

-Pues en el piso de abajo, le dice. Aquí cerca.

-¡Si, si, si! Ramiro, Ramiro, más fuerte, ahora métemela con más fuerza, más duro, máaaaas....

Ramiro obedece, lo tiene a su merced, el hace también tiempo que no follaba, pero no tanto como ella, claro. 

Juana le agarra con fuerza, su vagina se contrae, nota que está a punto de correrse.

-¡Aaaaaaah! Ramiro, me corroooooo, me corroooooo, ¡aaaaaaah!

Le clava las uñas con fuerza. Ramiro no cree que pueda aguantar mucho más. 

Unas subidas y bajadas más de Juana y Ramiro termina corriéndose también. 

Siguen un poco más hasta que Ramiro termina de soltar toda la leche y Juana tiene un segundo orgasmo por lo menos. 

Se quedan un rato así, ella encima de el contemplándose. Se miran cómplices. Parecen una pareja de enamorados. 

A Ramiro comienza a nublársele la vista. Parpadea varias veces y se da cuenta de que está sentado en el banco de siempre. No puede creerse que esté ahí sentado. No se ha follado a Juana. Todo ha sido un sueño. 

Se levanta enfadado. En esto que una mano se posa sobre su carro. Es la chica de gafas del otro día.

-¿Un mal día machote?

Ramiro se gira y ve que es la joven del otro día. 

-Pues si, pero tu vas a arreglármelo. 

Se van de allí. La lleva hasta el callejón y la sube el vestido, le soba el culo y ella se quita las bragas y le deja sobar su chocho. La masturba y cuándo está mojada, la chica le enseña un condón. 

-El otro día te quedaste con ganas, ¿eh? ahora me probarás. 

Ramiro estaba muy excitado por el sueño. Se pone el condón rápidamente, la apoya contra la pared le levanta la pierna y la penetra con fuerza.

-Tranquilo, tómate tu tiempo. 

-Si, si, si, ah, ah, ah, ah.

Ramiro no le hace caso y se la folla bien fuerte. 

-Ah, ah, ah, gime ella, no seas bruto, pero realmente le esta gustando mucho. 

Le agarra del culo a Ramiro y el subiéndole el vestido termina de follársela. No ha durado ni cinco minutos. 

-Joder tío, que calentón llevabas. La próxima vez aguanta más. 

Ramiro asiente con la cabeza. Se sale de ella y se quita el condón que tira al suelo con todo el pringue dentro. 

-Ya sabes dónde estoy la próxima vez que quieras follar. 

Ella asiente también. Se limpia el chocho con un clinex, se sube las bragas, se arregla el vestido y los dos se separan. 

Ramiro llega a casa cansado y se da una ducha. Trata de olvidarse de Juana, pero no puede hacerlo.

Se acuesta pronto. Se duerme enseguida. 

Al día siguiente se levanta temprano. Desayuna y antes de salir a comprar suena el teléfono. Es Juana que le invita a comer a su casa. Ramiro acepta encantado. Esta vez si va a hacer realidad su sueño. 

Llega un poco pronto y lleva una botella de vino para Juana. Intenta ayudarla a servir la comida pero Juana no le deja. Beben un poco y charlan de sus cosas.

-¿Sabes? le dice Ramiro, ayer soñé contigo. 

-¿Si? ¿Y qué fué? ¿Algún sueño erótico?

-Pues si. Soñé que follábamos en el sofá. 

-Estas loco Ramiro, se ríe con ganas. 

Siguen comiendo y olvidan la conversación. 

Cuando terminan, Juana se levanta y recoge la mesa. Tampoco le deja a Ramiro que la ayude y se pone a fregar los platos. 

Este mira cómo mueve su culo de un lado a otro mientras los frega. Lleva un vestido vaporoso del que antes no se había dado cuenta. 

Ramiro se acerca a ella y le toca el culo. 

-Anda, déjame seguir. El sueño te ha puesto tontorrón...

-Siempre me has puesto Juana. Y sé que yo también te pongo. 

No le hacía caso y seguía con los platos, cuando Ramiro se acercó a ella y frotó su entrepierna contra la de ella. 

-Estas empalmado. ¿De verdad te pongo?

-Si, mucho.

Le subió el vestido y empezó a sobarle el culo. Juana se dejaba hacer.

-Que grande la tienes. Seguro que tomas viagra.

Le había pasado como en el sueño. 

Ramiro le pasó con más ganas su polla por el culo. 

-Ramiro, como la tienes. Ufff. Quiero probarla. 

No pudo aguantar más. Le bajó del todo las bragas. Mojó sus dedos en el fregadero y la masturbó. 

-¡Aaaah! Qué gustooooo. Métemela despacio que hace mucho que no follo.

Estaba diciéndole lo mismo que en el sueño. 

-¿Cuánto, cuánto hace?

-Cinco años Ramiro. 

Este la penetró despacio, muy lento, igual que en el sueño. Su glande con gotas de liquido preseminal se introdujo hasta el fondo de su coño. Aquello era lo más. Nunca había penetrado a ninguna mujer tan despacio y casi siempre había sido con condón. Ya casi había olvidado lo que era meterla a pelo. 

Entonces empezó a bombear despacio. 

-Ah, ah, ah, Ramiro, Ramiro, que gusto, mi vecino que gusto me da. Ah, ah, ah, sigue, sigue, sigue.

Ramiro seguía dándole con un ritmo constante. Los gemidos de Juana iban en aumento y su vagina se contraía más y más. 

Entonces ella le pidió que se la follara con más ganas. 

Ramiro se agarró fuerte a sus caderas y comenzó con el bombeo más intenso. 

-Ah, ah, aaaaaaaah, Ramiro por dios, no te pares, sigue follándome asíiiiiii.

Su coño se había dilatado del todo y su polla se deslizaba cómo si tuviera 20 años. Eran como dos jóvenes enamorados. 

Juana se agarraba a los lados del fregadero, su culo se levantaba animado por la follada y al poco Juana se corrió con un grito.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah! ¡Me corrooooooo!. ¡Joder, que gustoooooooooooooooooo!.

Ramiro al verla así, aceleró el ritmo de la follada y unos minutos más tarde se corrió dentro de ella. Siguió bombeando hasta que soltó toda su leche. 

Su orgasmo había sido mejor que en el sueño. 

Juana se escurría del fregadero, no tenía fuerzas para seguir en pie. Ramiro la ayudó a incorporarse y luego la sentó en la silla de la cocina donde habían comido.

-¿Qué hemos echo Ramiro?

-Nada, solo follar como dos adolescentes. 

-Que gusto por dios. Hacía tanto que no follaba. Ya lo sabes. Ha sido increíble. Me tiemblan las piernas aún. Mi marido no tenía la polla como tú ni cuando tenia 30 años. 

-Ventajas de ser yo, dijo riéndose Ramiro. 

-Anda, vamos a darnos una ducha. Quédate a dormir la siesta y si tienes ganas me echas otro. 

-Estaré encantado. 

Ramiro se quedó a dormir la siesta y vaya si le echó otro. Esta vez hicieron la cucharita y Juana se corrió dos veces por lo menos.

Pasaron algunos días más. Cada vez que se cruzaban en el portal Juana miraba picara a Ramiro y se reía bajito. Este le devolvía la sonrisa. 

Pese a que se había follado a su vecina, Ramiro seguía buscando mujeres en el parque.

Esa mañana estaba sentado en el banco de siempre, mirando al horizonte, cuando una mujer se acercó a él. Iba con su hija.

-¿Señor? ¿Quiere que le ayude?

Ramiro alzó la vista. La mujer tendría unos 45 años, pechos grandes, caderas anchas, bastante bien en general. 

Le cogió el carro y salieron andando los tres. 

Ramiro las condujo al callejón de siempre. Esta vez se había olvidado de poner la valla. 

Justo antes de llegar a donde había estado la valla, la mujer se detuvo.

Se giró hacia él.

-Vamos hombre, ya sabes a que hemos venido. Mi amiga Laura me ha hablado de ti. Te vió follando con una joven en esa esquina. 

Ramiro la miró haciéndose el tonto. 

-Que si. Que te vió. Me lo contó. Que un viejo se estaba tirando a una joven hace unos días. 

-Señora, su hija esta delante. 

-Que se acostumbre a oír lo que algún día hará. Ahora quiero probarte. Vamos, házmelo. 

Y diciendo esto se quitó la blusa. 

-Pero señora, ¿de qué va?

-De lo que vas. El viejo follador de jóvenes. 

La mujer se quitó la falda. Estaba desnudándose delante de su hija. 

Ramiro no podía creer lo que estaba viendo. La mujer ahí delante de él, con su hija delante. La verdad es que no se ha había fijado que encima de ellos había un pequeño bloque de pisos. Cualquiera podría haberlos visto. Podría haber dicho la verdad. 

La hija miraba a su madre algo incrédula, aunque sin decir nada. 

Ramiro dio un golpecito a una piedra y se decidió. Se acercó a la madre y le comió la boca. 

Ella le sobaba también con ganas. 

-Espera, espera, no tan deprisa. Tengo algo en el bolso. Se acercó al bolso que había dejado sobre un contenedor y sacó un condón. Para entonces estaba muy húmeda y Ramiro erecto. 

Se agachó a ponérselo mientras su hija los miraba. 

-Así aprendes como ponerlo, hija. 

Ramiro ya enfundado con la goma, se dispuso a penetrarla. Levantó su pierna derecha y agarrando su polla con la mano se la metió hasta el fondo. 

-Aaaaah, gimió ella. 

Ramiro empezó a bombear. La hija se había sentado en el suelo y los miraba anonadada. 

-Así, así, házmelo así. Sabes como hacerlo. Eres mayor y sabes cómo hacer disfrutar a una mujer. Siiiiiii. Ah, ah, que gusto. ¿Cómo te llamas? 

-Ra, Ramiro. 

-Aaaaah Ramiro, joder Ramiro, esto es lo más, es lo más. Mira hija, aprende lo que es follar bien. Así tienen que hacértelo. 

Aquello era surrealista. No podía creer que estuviera follándose a una desconocida y más, con su hija delante.

Después de un rato de follársela de frente, la mujer le pidió que se la follara de espaldas. 

-Ahora ponme así. 

Ramiro obedeció y la colocó de espaldas. Tenía un culo estupendo. 

La volvió a penetrar y así estuvieron un rato más con ella apoyada en el contenedor. Se corrió dos veces y Ramiro se había corrido una primera, pero al ver que ella seguía excitada siguió dándole hasta que se corrió una segunda vez. Creía que el condón se rompería, pero aguantó. 

Estaban los dos extasiados, recuperando la respiración. Ramiro miró hacia arriba, pero no vio a nadie espiándoles. 

La hija ayudó a vestirse a su madre. 

-¿Has aprendido cómo se hace?

Ella asintió y le pasó el bolso a su madre. Ramiro se había vestido solo. 

 

La mujer le dio un beso en la mejilla y este se lo devolvió. 

-Laura no se equivocaba. Follas muy bien. Espero volver a verte. 

Ramiro se quedó mirando cómo las dos se iban y le dejaban allí con el carro. 

Volvió a casa y se encontró con Juana. Se saludaron y cada uno se fue a su casa. 

Esa tarde llamó a la puerta de Juana. Quería volver a follársela. Juana significaba algo para él. Se dio cuenta después de haber echado aquel polvo con esa desconocida esa mañana.

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