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7. con dos a la vez

en Trios

CON DOS A LA VEZ. Después de comentarlo en profundidad con su marido, decidió dar de nuevo un paso más y llevar a cabo su fantasía. Ya que de algún modo era también la fantasía de los dos. A él le gustaba mirar y ella siempre sintió curiosidad por estar con dos hombres a la vez. Era una oportunidad única y no iba a desperdiciarla. Los años pasan y oportunidades como aquella también. No sabía quienes serían aún pero había decidido hacer una búsqueda sería por la red hasta dar con dos hombres de su agrado.

Al fin dieron con unos candidatos de su gusto. Se conocerían primero tomando una copa para concretar los detalles de la cita.

Habían conocido a los dos en un chat de contactos liberales. Por las fotos, parecían atractivos y bien cuidados. De unos 40 años aproximadamente. Quedaron una tarde en un bar para tomar algo y así romper el hielo. Los días previos ella ya estaba nerviosa. Y cuando más se acercaba la hora más cachonda se ponía. No iban a follar esa misma tarde pero ya fueuna buena excusa para ponerse unas braguitas supersexys y un vestidito negro muy corto por encima de la rodilla y abierto por su espalda de modo que dejaba ver el encaje de su sujetador.

Al llegar al bar, los dos hombres estaban esperando sentados. Se levantaron para darle un beso a ella y la mano a él.

El primero, Carlos era más joven y alto. Moreno de pelo muy corto. Barba de cuatro días y unas facciones muy marcadas que lo hacían más delgado de lo que era en realidad. Llevaba una camisa beige remangada y pantalones tejanos con unos náuticos sin calcetines. Muy atento, brindó su silla a ella con una bonita sonrisa y le preguntó que quería tomar. El segundo se presentó como Tomás. Algo mayor que Carlos, no demasiado. Era de complexión fuerte, sin llegar a estar gordo. De brazos musculados y amplios pectorales que se marcaban en su camiseta negra ajustada. Más bajito y totalmente rasurado. Con una mirada picarona de ojos verdes. Tomás no tardó en darle un repasó a ella de arriba abajo sin cortarse nada delante del marido. Ella lo pilló mirándole los muslos con deseo y él le sonrió al verse descubierto mordiéndose el labio inferior. Le pareció un caradura pero le gustó aquella actitud de sinvergüenza. El coño se le empezaba a mojar. Y más cuando empezaron a hablar diciendo que ya habían participado en tríos antes y que les gustaba mucho el sexo en grupo.Tomás comentó que tenía hecha la vasectomia. Ambos hombres se ponían a su disposición cuando les fuera bien.

Que ella tenía la última palabra .

Mientras el marido ultimaba los detalles, fechas y lugar, ella iba mirando a aquellos dos tíos que se la iban a follar. No acababa de creerse que pudieran estar hablando tan tranquilamente de cuando y como hacerlo con ella ni cómo se estaba atreviendo a meterse en aquello. Pero conociéndolos ahora y viendo que había escogido bien, no iba a dejarlos escapar. A cual más bueno. Aunque era Tomás el que más caliente la ponía por lo cerdo que parecía. En un momento de la conversación, Tomás se acercó a la mesa y puso su mano sobre el muslo de ella. Siguió hablando como si nada y empezó a subir hacia las braguitas. No queriendo ella que se diese cuenta de lo húmeda que estaba, lo paró sujetando su mano y le dijo que no fuese tan deprisa. Que tendría mujer para rato. Él volvió a morderse el labio y a resoplar como un caballo. Estaba loco por follársela y no lo disimulaba. Ella lo consoló dándole un beso en la mejilla mientras puso su mano en su paquete. Tenía la polla dura dentro del pantalón.

Carlos intervino diciendo que él también tenía muchas ganas pero que lo bueno se hace esperar.

Quedaron en pasar toda la noche en casa de Tomás. Una unifamiliar a las afueras de la ciudad. En realidad no les sorprendió porque al no tener familia, aquel tio no tenía que dar explicaciones de lo que hacía con su vida y estaba encantado de poner su casa.

La noche que quedaron, Tomás les estaba esperando nervioso e incluso había preparado un pica pica y unas bebidas mientras esperaban a Carlos. Carlos llegó puntual. Vestido como un pincel. Con su misma barba de cuatro días. Parecía desaliñado pero era una imagen totalmente cuidada.

Hablaron de las dificultades para llegar y cosas sin importancia. Consumieron sus bebidas y fue Tomás quién invito a la pareja a pasar a la habitación de matrimonio primero.

Una cama amplia que seguramente media dos metros por dos metros. Y un cuarto de baño en la misma habitación.

Los dos hombres pasaron a la ducha mientras la pareja se desnudaba. Se fundieron en un beso. Él bajó su mano hasta su coño. Iba mojada. Cómo a él le gustaba tenerla.

Ella se quedó en lencería. Comprada para lucir en aquel momento. De riguroso negro y mucho encaje, dejaba sus caderas al aire y entrever la sombra de un poblado coño a través del tanguita.

El marido con un slip tipo boxer blanco se preparó una bebida y se acomodó en un sofá de la habitación. Empezó a tocarse.

Ella nerviosa y excitada se quedó sobre la cama con una pierna semiflexionada y un brazo detrás de la cabeza.

Al salir los dos hombres de la ducha, quedó claro por la expresión de su cara, que les gustaba lo que veían. Una mujer madura con una lencería ajustada a su cuerpo moreno por el sol deseando tener sexo.

Carlos salió con un slip blanco diminuto que le marcaba todo el paquete. Ella no pudo evitar que sus ojos se desviasen a esa parte de su cuerpo. Estaba totalmente depilado y desnudo estaba aún mejor que con la ropa puesta.

Tomás se tapaba con una toalla que se le pegaba a la piel húmeda, dejando notar un bulto debajo de ella. Lucía su sonrisa picarona que tanto la atraía a ella. Ahora sí había llegado el momento.

Sin más preámbulos, Carlos fue el primero en besar a la mujer en la boca. Estaba tan ansioso por probar aquel cuerpo como su compañero, aunque sabía mantener mejor las formas. Ella le correspondió agarrándole por la cabeza y cuello devolviéndole el beso. Tomás se colocó detrás de ella y dejó caer la toalla apretándose a su culo. Su polla no tardó en aumentar de tamaño entre las nalgas de ella. Notaba el calor de aquella polla por detrás.

Mientras, el marido, apuraba su bebida y se tocaba disfrutando de lo que veía.

Sin dejar de besar a Carlos, ella deslizó su mano derecha hacia su paquete. Su polla quería salir de aquel calzoncillo diminuto. Y allí estaba ella para liberar aquella polla. La sacó con cuidado y notó que estaba tan caliente como la polla de Tomás que se apretaba a su culo. Le bajó el slip hasta las rodillas y él hizo el resto.

Ella se puso mientras a cuatro patas sobre la cama y Carlos le ofreció su polla para mamar. Ella no necesitó de ninguna palabra y se metió todo aquel glande caliente en su boca. Empezó a llenarlo de babas.

Tomás seguía sobándole el culo ahora a dos manos. De vez en cuando subía hasta sus tetas y se las repasaba bien mientras le besaba el cuello para volver a bajar hasta su culo. El muy cerdo sabía tocar a una mujer. Lo estaba haciendo muy bien.

El marido disfrutaba viendo como transcurría todo entre respiraciones entrecortadas y las manos de los dos hombres que no paraban de sobarla bien. Ella estaba a gusto entre los dos. Se notaba. Y se dejaba hacer. Sin planear nada.

Sin haber dedicado ni un segundo al cerdo de Tomás, quiso compensarle haciéndole una mamada. Pero Carlos le dijo que no parara, que estaba sintiendo mucho gusto, así que siguió chupándosela un poco más. Mientras se la chupaba y meneaba, Tomás le apartó el body de encaje negro y le introdujo la polla en el coño. No aguantaba más. Quería follarla. Al meterla dió un resoplido de alivio y empezó a darle lo que su coño pedía. Ella llevaba ya rato lista y estaba deseosa de probar la polla de Tomás pues desde el principio le pareció más sexy que Carlos. Le estaba atizando unos pollazos que la empujaban y le sacaban la polla de Carlos de la boca. Aquel cerdo no la estaba defraudando para nada. Le estaba dando un gusto enorme en el coño. Sabía cómo follar.

Carlos viendo que el coño de ella estaba ocupado empezó a moverse en su boca como si se la follara. Quería correrse. Ella notó su desesperación y se dejó hacer. Por fin tenía dos pollas tiesas para ella sola. Le encantaba sentirse deseada y el no poder estar por los dos por igual también le ponía, teniendo sus pretendientes que buscarse la vida para follarla.

Con la fuerza de los pollazos de Tomás tuvo que sacar la polla de Carlos de su boca un momento para coger aire. Pero Tomás no le daba tregua y seguía dándole fuerte pensando únicamente en darse placer con aquel jugoso coño.

De pronto, el marido, que ya la tenía tiesa, intervino diciendo:

-Fóllatela fuerte! ¡No pares! ¡Es así como le gusta! ¡Bien fuerte! ¡No la dejes respirar! ¡Se pone muy puta cuándo la joden bien!

Tomás la agarró entonces de las caderas con fuerza y empezó a machacarla a pollazos.

-¡Toma puta! ¡Sabía que te morías de ganas en cuanto te la he metido en el coño!

Tenía ella ya el coño hecho trizas y solo deseaba que Tomás se corriera de una puta vez. Estaba hecho un buen cabrón. Pero le encantaba aquel tio. Le estaba dando lo que buscaba.

Carlos le había agarrado fuerte del pelo después de escuchar al marido decir que le gustaba que le dieran fuerte y le follaba la boca como un bestia.

Ella tratando de recomponerse, notó como Tomás le introdujo la polla hasta el fondo y le inundó por fin el coño de leche gritando de placer.

-¡Me corro puta!

Aprovechando la corrida de Tomás, sacó la polla de Carlos de su boca y lo colocó sobre la cama. Se subió en su polla y empezó a marcar ella el ritmo. La leche de Tomás mojó toda la polla de Carlos. Los dos se dieron cuenta de la enorme cantidad de leche pero no les importó. Al contrario, se pusieron más calientes. Ella lo cabalgó con fuerza como si quisiera arrancarle la polla y le dijo:

-¡Ahora tu cabronazo! ¿Quieres correrte en mi coño de puta eh cabrón?

-¡Si, si! ¡Es lo que quiero, correrme dentro! ¡Toda dentro! dijo él.

-¡Pues venga hijoputa!

-¡Suéltamela toda como el cerdo de tu amigo!

El marido, con la polla tiesa, estaba viendo disfrutar como nunca a su mujer. Alucinó con las palabras de guarra que estaba soltando por su boca. Estaba entre los dos hombres sin sentir pudor alguno, como ella era siempre cuando disfrutaba de un buen polvo.

La corrida de Carlos estaba ya a punto y la de ella también. Ella solo tuvo que esperarlo un poco para correrse con él. Esperaría a sentir el primer chorro de leche para correrse juntos como hacía con su marido.

Con el calor de la leche, se dejó ir estallando en un orgasmo bestial. Se desplomó sobre el pecho de Carlos con el coño y la boca destrozados. El coño roto por el cabrón de Tomás y la boca por la larga mamada de Carlos. Pero había valido la pena. Nunca había tenido el coño tan hasta arriba de leche y estaba encantada con aquella sensación. Los dos hombres buscaron la boca de ella y la besaron mientras aprovechaban para acariciarla el culo y las tetas.

El marido se acercó con la polla a punto de correrse y ella le dijo:

-¡Córrete en la cara de tu puta! ¡Me lo merezco por puta!

Él no pudo aguantar más y le soltó toda la leche en la cara y la boca pringándola bien.

-¡Has follado como una buena puta mi vida! ¡Me ha gustado mucho verte! ¡Eres muy guarra!

 

Era temprano y aún quedaba mucha noche por delante.

Sabía que aquellos dos cabrones se la iban a querer volver a follar. Solo necesitaban descansar un poco. Los dos la habían follado muy bien y la habían dejado más que satisfecha. Volvería a repetir sin duda.