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Tres pequeñas maduras y un marido superado (2)

en Trios

Segunda parte. Aconsejo leer antes la primera y el relato anterior, "Préstame a tu marido".

El polvo con Ton en el que en pleno orgasmo le pedí que me buscara otra polla fue el paso definitivo para nuestro primer trío con otro hombre. Él había tenido el suyo conmigo y mi hermana y ahora me tocaba a mí. Así llegó el encuentro en el hotel con Fran.

Estaba nerviosa, muy nerviosa. Aunque la temperatura en aquella habitación de hotel era acogedora, tenía la piel de gallina. Completamente desnuda, a cuatro patas encima de la cama, con la cabeza apoyada en mis brazos, la única tela en contacto con mi cuerpo era la del pañuelo que cubría mis ojos. Estaba excitada. Mi coño estaba mojado después de que Ton me lo hubiera comido y me hubiera masturbado sin permitir que me corriera.

A unos minutos de probar la primera polla diferente a la de mi marido, aún me preguntaba cómo me había dejado convencer. Sentía una mezcla de vergüenza, excitación y curiosidad. Recordé la foto que Fran había enviado de su polla y pensé cómo sería sentirla dentro. Más larga que la de Ton, destacaba por su gran grosor. Era el pollón que mi marido había buscado para mí.

El acuerdo era claro. Fran me follaría a cuatro patas tanto rato cómo aguantara. Lo haría a pelo. Ton se había encargado de pedirle los correspondientes exámenes médicos. Podría elegir entre correrse dentro o fuera, pero una vez hubiera acabado debería marcharse. Yo estaría con los ojos tapados, más por vergüenza que por otra cosa. Y Ton era libre de mirar solamente o intervenir.

Mi marido acabó de preparar la cámara de video. Me había pedido grabarlo y acepté. Cundo termino llamó al móvil de Fran. Al cabo de unos minutos entró en la habitación. Mientras se desnudaba imaginé su cuerpo desnudo tal y como lo había visto en las fotos. Con veinticinco años, era guapo de cara y sin ser un “cachas”, tenía un buen físico.

Noté como subía a la cama y sus manos acariciaban mis nalgas. Estaban calientes y eran agradables al tacto. Se recreó en ellas un rato hasta que inclinándose pasó su lengua a lo largo de mi coño varias veces. Un escalofrío me recorrió y aquel chocho ya mojado empezó a palpitar y a soltar flujo. El lo notó y siguió cada vez más rápido hasta que solté mi primer gemido. Aquello fue la señal para Fran. Poniéndose detrás de mí, acercó su polla a mi coño. Jugueteó un rato con ella y poco a poco, sin parar, la fue metiendo. Sentí un placer inmenso. Aquel pedazo de carne me llenó por completo. En cuanto notó que estaba dentro, empezó a follarme, primero despacio para después incrementar el ritmo. Agarré con fuerza la sabana y abriendo la boca comencé a jadear.

Cuando unos días después pude ver el video, me excité contemplando aquel semental agarrando fuertemente mis caderas mientras me follaba cada vez más rápido y fuerte. Su gran polla entraba y salía de mi coño haciéndome gozar de manera inmensa. El bombeó se intensificó y mi orgasmo se acercaba.

Me acordé entonces de mi marido. Me saqué el pañuelo de los ojos y lo vi sentado en el sofá que había junto a la cama. Contemplaba la escena extasiado mientras se acariciaba la polla. Por fin había cumplido su fantasía de verme follada por otro. Susurré entre jadeos:

-  Me voy a correr, Ton.

-  Hazlo cariño, córrete a gusto.

-  Ven aquí, a mi lado.

-  No, después. Ahora quiero ver cómo te follan.

Me deje ir. Fran entendiendo y me folló aún más fuerte. Un latigazo me recorrió el cuerpo y estallé:

-  Sí, sí, me corro, me corro, que gusto. ¡Sí, sí!

El orgasmo duró más que otras veces. Mi coño se estremecía. Cuando terminé, esperaba que Fran parase como hacía Ton. El sabía que no me gustaba volver a correrme sin parar un rato. Pero Fran no lo hizo. Siguió follándome.

-  Espera, espera un poco.

Ni caso. Como si no me hubiera oído siguió taladrándome. Empezaba a mosquearme cundo sentí de repente que me venía otro orgasmo. Como aquel día con Ton. Definitivamente me estaba convirtiendo en una multiorgásmica. En pocos segundos volví a correrme entre gritos de placer.

Fran siguió a lo suyo. Llevaba veinte minutos follando y no había abierto la boca. Solo de vez en cuando soltaba algo parecido a un gemido. Ton se acercó a la cama.

-  ¿Te gusta la follada que te están dando?

-  Me encanta.

-  ¿Quieres otra polla?

-  Si. Dámela. Quiero sentirme follada por dos pollones.

Ton se puso de pie en la cama y metió su polla en mi boca. Empecé a chupársela con ganas. La que me estaba follando por detrás incrementó su ritmo excitada por la visión. Mi marido, viendo a su mujercita como tanto tiempo la había imaginado, se puso como una moto. Agarrándome por el pelo metió más su polla.

-  Chupa, chupa. Cómetela toda. Quiero ver cómo te corres con ella dentro. ¡Fóllatela Fran! ¡Haz que se corra!

Mi semental obedeció y su polla me folló a fondo. Yo chupaba y chupaba muerta de placer. Mis gemidos quedaban ahogados por la polla de Ton. Cuando llegó el tercer orgasmo Ton saco su polla y grito:

-  Me corro, toma mi leche. Abre la boca y trágatela toda.

Lo hice y mientras volvía a correrme, su semen llenó mi boca. Cuando dejo de correrse volvió a meterla obligándome a tragar parte de la lefa. Cayó extenuado mientras Fran seguía follándome sin darme tregua. Empezaba a estar agotada. Mi boca soltaba semen mientras Fran, lejos de parar, seguía bombeando. Aquel tipo era increíble. Hacía ya más de cuarenta minutos que me follaba, yo había tenido tres orgasmos y el seguía sin correrse. Yo no aguantaba más. La posición me agotaba y casi no notaba el coño de lo mojado que estaba. Le hablé por primera vez.

-  Fran, córrete ya, ni puedo más.

-  ¿Estás segura? ¿No quieres seguir? Creo que tienes más marcha de la que crees-

-  Será cabrón, pensé. ¿Aún más?

-  No. Acaba ya. Quiero que te corras.

-  Está bien. ¿Dentro o fuera?

-  Donde tú quieras. Lléname de leche.

La orden fue obedecida al instante. Fran se agarró fuertemente a mis caderas y me folló como un desesperado. Aquella polla grande entraba y salía a ritmo frenético y mi cuerpo se balanceaba adelante y atrás. Hasta que su dueño emitió un gruñido y empezó a soltar leche, mucha leche. Seis o siete veces lechadas inundaron mi coño. Notaba como el semen caliente me llenaba toda.

Fran terminó y se retiró. Su semen resbalo por mis piernas. Me eché en la cama y suspiré. Estaba cansada pero muy satisfecha. Al cabo unos minutos decidí ir al baño. Me duché y mientras me limpiaba sentí que volvía a excitarme. Era increíble. Después de la sesión que acaba de darme, volvía a estar caliente. Me estaba convirtiendo en una ninfómana. Me sequé y me dispuse a salir. Fran ya se habría marchado. Pondría a Ton a tono y haría que me follara.

Denuda, abrí la puerta mientras decía.

-  Ven aquí cariño, que te voy a hacer una buena mamada.

Plantada en el centro de la habitación, comprobé sorprendida que Fran seguía a allí. El y mi marido compartían el sofá con toda naturalidad. Desnudos los dos, charlaban amigablemente.

De repente sentí vergüenza. Era ridículo. Aquel desconocido acababa de follarme, pero yo sentí vergüenza al verme desnuda ante él. Solo se me ocurrió preguntar:

-  . ¿Qué hacéis?

-  Hola bonita, ya sé que habíamos quedado que Fran se iba al acabar, pero hemos estado hablando. Me ha hecho una propuesta.

-  ¿Qué propuesta? – pregunté mosqueada.

-  Fran dice que ha gozado mucho contigo. Piensa que eres una folladora nata y que necesitas aún más de lo que te hemos dado.

-  ¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que necesito? ¿Cuál es la propuesta?

Entonces habló el. Su voz sonó diferente. Más decidida que cuando me pregunto si quería correrme.

-  Antes te he dado tres orgasmos sin mucho esfuerzo. De hecho ha sido como si utilizaras mi polla de consolador. Pero he comprobado que necesitas más caña. Os propongo que hagamos un trío de verdad. Follando a saco.

-  ¿Qué quieres decir?

-  Que aceptes obedecerme en todo lo que diga. Los dos. Serás mi sumisa y enseñaremos a Ton como te ha de follar.

Estaba sorprendida. No esperaba aquel giro. Pero mientras pensaba que decir, la humedad de mi coño me indico cual iba a ser la respuesta. Aquello estaba yendo muy lejos, pero algo extraño me pasaba. La posibilidad de ser usada y follada coma una guarra me excitaba. Miré a Tom y este asintió. Aquello era definitivo. Estaba a un segundo de entregarme.

-  Está bien. Acepto. ¿Qué tengo que hacer?

Fran sonrió. Con sus dedos jugaba con el coletero que yo había dejado en la mesita al llegar a la habitación. Me lo lanzó y me ordeno que me recogiera el pelo.

-  Me gustas mucho. Me encantan esos pies pequeños con las uñas pintadas. Es muy morboso.

Yo seguía de pie, desnuda. A la expectativa. Fran se acercó y empezó a besarme. Sabía bien. Su lengua penetraba mi boca mientras sus manos agarraban mi culo. Me estremecí. De repente me soltó y se separó dos pasos de mí.

-  ¿Estás preparada?

-  Si.

-  ¿Quieres follar duro?

-  Si

Cogiéndome por el brazo me llevó a los pies de la cama e hizo que apoyará las manos en ella, de manera que inclinada hacia delante mi culo quedaba a su disposición. Sin dejar pasar dos segundos, pegó un par de azotes con su mano, uno en cada nalga.

-  Separa las piernas.

Obedecí. Inmediatamente metió su mano entre ellas y buscó mi coño. A la vez que lo penetraba con los dedos, soltó otra nalgada.

-  Joder, estás chorreando.

Siguió masturbándome mientras yo gemía de placer. Lo combinaba con más azotes que me ponían aún más caliente. Cuando estaba a punto de correrme paró en seco.

-  No cariño, no. Tú te correrás cuando yo diga. Ahora toca comer polla. Tom, ven aquí. Verás cómo tu mujercita aprende a hacer una buena mamada.

Mi marido se acercó con la polla bien erecta. Estaba disfrutando. Fran ordenó:

-  Maysé, de rodillas.

Me incorporé y me puse ante él. Su polla quedó a la altura de mi cara. Debía medir unos 18 o 19 centímetros y era muy gruesa.

-  Las manos detrás. Saca la lengua y lámela. Por todos lados.

Obedecí. A mis cincuenta iba a comerme la primera polla diferente a la de mi marido. Mi lengua empezó a recorrer aquel enorme falo mientras su dueño lo dirigía para que no quedara ningún rincón abandonado. Lo notaba duro. Muy duro.

-  Muy bien. Así me gusta. Ahora a comer. Abre la boca y traga.

Su polla me llenó de golpe. Era tres centímetros más larga que la de Tom, pero lo que me impresionó fue su extraordinario grosor. Fran agarró mi cabeza con ambas manos y me obligó a chupar. Aquel pedazo de carne entraba y salía a buen ritmo mientras yo me esforzaba por acogerlo.

-  ¡Así, así, chupa cabrona! Que bien lo haces.

Intensificó la penetración y su polla entró entera. Casi no podía respirar. Intente pedirle que aflojara.

-  Espera, espe… agh. No pue… agh.

Aquello le calentó más y subió el nivel.

-  Ahora hasta al fondo y la aguantas ahí un rato.

Agarrándome por el pelo la metió entera y apretó. Mis labios tocaban su pubis. Aquel pollón llenó mi pequeña boca, aun no entiendo cómo. Me ahogaba. Solté les manos de detrás e intenté empujar, pero él me aguantó así unos segundos más. Finalmente la sacó y yo tosí mientras una mezcla se saliva y líquido seminal salía de mi boca. Ton nos miraba extasiado mientras se acariciaba la polla.

Fran no me dio mucho respiro. Me cogió por el brazo y llevándome a la cama me echó en ella boca arriba. Estaba siendo usada como una zorra y aquello, lejos de hacerme sentir mal, me tenía caliente. Mi coño continuaba mojado. Mi amante levantó mis piernas, las puso tocando sus hombros y echando su cuerpo encima de mí, me la metió. De golpe, hasta el fondo. Y sin pausa, empezó a taladrar. Mis pies estaban a la altura de mi cabeza, me tenía totalmente doblada, de manera que la penetración era total. Aunque la posición no era cómoda, sentí mucho placer. El estaba disfrutando muchísimo.

- Así, así, toma mi polla, abre bien el coño.

Chorreaba. La habitación se llenó con mis gemidos y el chapoteo de su polla entrando en mi sexo. Giré la cabeza y mis ojos se encontraron con los de mi marido. Se había sentado en el sofá y me sonrió. Estaba pasándolo bien.

Fran decidió cambiar de postura. Salió de mí y arrancándome de la cama me puso en cuatro en el suelo. Sin preámbulos me la metió y empezó a follarme muy fuerte. A cada embestida se incrementaba mi placer.

-  ¿Te gusta zorra?

-  Me encanta.

-  ¿Te gusta que te follen delante de tu marido? ¿Te pone cachonda?

-  Si. Mucho. Me gusta.

-  ¿Quieres más polla?

-  Sí, sí. Métemela toda. Más adentro. Me voy a correr.

-  No, no. Tú te correrás cuando yo diga.

-  No aguantaré mucho. Estoy muy caliente.

Su follada se intensificó. Ton se acercó a mí. Su polla estaba increíblemente erecta. La acerco a mi boca para que se la chupara. La agarré con una mano y le masturbé, pero estaba tan caliente que solo pensaba en que Fran me acabara.

-  Después te la como.

-  Solo un poco. Necesito correrme.

-  Después, ahora déjame disfrutar.

Fran rió.

-  Tu mujercita tiene bastante con la mía. Es lo que tiene una buena polla.

Mi orgasmo se acercaba. Fran lo notó. Me sacudió un par de nalgadas y cuando pensaba que iba hacerme acabar, paró en seco y salió de mí.

-  No. No pares. Ahora no.

-  Tranquila. Ya te correrás. Pero aún te queda trabajo por hacer. Si quieres más polla, antes ven aquí y cómeme el culo.

Se echó en la cama y levantando les piernas dejó su ojete a la vista. Aquello era demasiado. Con Tom había practicado de todo. Pero aunque el me pedía aquello mismo muchas veces, jamás había aceptado. Estaba muy caliente. La situación me superaba. Miré a Tom y él, sorprendido, vio en mis ojos que estaba dispuesta a hacerlo.

Mis dudas se acabaron. Estaba ardiendo y necesitaba aquel pollón. Gateando me acerqué a mi objetivo. Mi lengua buscó y empezó a lamer. Sabía salado. No era desagradable.

Fran me agarró por el pelo y apretó mi cabeza contra su culo.

-  Así me gusta. Mueve esa lengua.

En aquel momento miró a Tom y viendo su cara de sorpresa entiendo.

-  Joder. No te lo ha hecho nunca. Tu mujercita se ha estrenado comiendo culos conmigo. ¡Será putón!

Yo oía aquellas palabras y en lugar de enfadarme me excitaba más. Era una sensación extraña. Mi lengua ya no solo lamia. Poniéndola dura follé el culo de mi amante.

-  Ostia si, Fóllame, fóllame. Me han comido el culo muchas, pero tú las superas a todas. Hazme una paja, ostia. ¡Pajéame! Tú, cabrón, ¿te gusta ver a tu mujer como una guarra? ¿No te jode que me coma el culo?

Ton estaba sentado en el sofá de nuevo. Su polla se había quedado pequeña.

La de Fran, en cambio, cada vez parecía más grande. Mi pequeña mano casi no podía con ella. Mi lengua seguía lamiendo. Aquello duro unos cuantos minutos más, hasta que él decidió premiar mi esfuerzo.

-  Venga cariño, te has ganado tu orgasmo. A cuatro patas otra vez.

Obedecí enseguida. Estaba ardiendo. Volvió a follarme pero aunque su polla estaba enorme, casi no la sentía. Mi coño estaba demasiado mojado.

-  Métemela en el culo.

-  Así me gusta. Esta es mi chica.

Untó sus manos con mi flujo y mojó bien mi ano. Noté su polla en la entrada. Después de dos pequeñas embestidas de tanteo, la metió de golpe. Mi culo acogió aquel pedazo de carne con algo de dolor, pero al poco pinchazos de placer inundaron mi cuerpo. No podía más.

-  Fóllame, fóllame. Reviéntame el culo, joder. ¡Quiero correrme!

Y folló, vaya si follo. Sus dieciocho centímetros de polla entraban y salían de mi culo con toda facilidad.

-  Toma polla, tómala toda.

Estallé.

-  Sí, sí, sí. Dios, me corro, que placer, no pares. Me corro.

Fran no paró hasta que mis gritos cesaron. Entonces, sin darme tregua, la sacó y se puso de pie ante mí.

-  Abre la boca. Voy a correrme. Saca la lengua.

Chorros de semen salieron de aquella magnifica polla. Mi boca de llenó,

-  Trágatelo todo. Sin que se pierda una gota.

Tragué. Aquel tipo me había usado a su antojo delante de mi marido. Me sentía extraña, pero extraordinariamente satisfecha.