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Gozando con un hombre mayor

en Sexo con maduros

 
 
Suelo ligar con hombres algo mayores que yo; de entre 30 y 40 años, que sepan apreciar mi feminidad y la belleza de mi juventud (tengo 20 años); pero nunca me había a estar sexualmente con hombres mucho mayores, aunque siempre tuve la fantasía. Le conocí por internet; él buscaba a un chico joven para experimentar; porque era bisexual, más tirando a gay; y siempre había ligado con hombres. Aunque se había casado con una mujer y había formado una familia; siempre había tenido amantes y follamigos. Su mujer lo sabía y estaba contenta con ello. Cuando ella salía de viaje; él buscaba otros hombres para disfrutar. Pero, según energía, le resultaba más difícil ligar. Los hombres ya no se interesaban en él. Y ofrecía dinero por estar con un chico joven. Era su mayor fantasía volver a disfrutar de un muchacho desnudo, de su cuerpo, de sus labios carnosos, de su piel suave...
Yo me dispuse a cumplir su fantasía; pero le dije que no quería el dinero. Que lo hacía porque quería experimentar y por hacer el bien; no por lucrarme. Se alegró mucho de que yo quisiera estar con él; hablamos durante varios días sobre la vida y sobre el sexo. Finalmente; me citó un viernes a la tarde; su esposa saldría de viaje y le dejaría la casa libre hasta el anochecer. Acordamos encontrarnos en un bar, conocernos en persona y , sólo si yo quería, tener una relación. Como nunca nos habíamos visto; le indiqué unos rasgos para conocerme. Le dije que llevaría un pañuelo rosa, dos coletas y un collar de sumisión. Que estaría sentado en la barra, con un libro y una rosa en las manos
-¿Tú eres Naki?
-Yo soy Naki, señor.
-Mucho más hermoso y femenino de lo que yo pensaba- me alagó.
Para tener 70, se veía muy bien. Llevaba traje y corbata, y zapatos negros. El pelo corto y gafas de pasta. 
Yo también me había arreglado para la cita; me pinté las uñas de rojo, me maquillé y me puse una camiseta rosa sin mangas y un vaquero muy pequeño. Y unas zapatillas verdes, con calcetines de corazoncitos.
-Y éste es Javier, mi amo. Si no te importa; nos aconpañará en la cita, así te enseñará como dominarme.
-No me importa, será más divertido que estemos los tres juntos-
Nos invitó a tomar una cerveza en el bar y estuvimos hablando. Luego fuimos a dar un paseo por la ciudad. Manuel me cogió de la mano con cariño. Nos llevó hasta su piso; pero antes de entrar, me preguntó si de verdad quería hacerlo. Me dijo que no me sintiera obligado; que se lo había pasado muy bien con nosotros y si yo no quería seguir, se daba por satisfecho. Pero yo quise culminar y le dije que deseaba tener una relación con él. Entonces nos invitó a pasar. Era un piso pequeño y estaba todo muy recogido y limpio. Me llevó de la mano hasta el dormitorio. Era una habitación grande, con cama de matrimonio y mucho espacio libre. Un armario interno y poca decoración.
Amo nos siguió sonriente. Manuel me indicó que subiera a la cama y me arrodillara, para estar a su altura. Yo me descalcé y obedecí.
Entonces Manuel me abrazó y me acarició la espalda y la cabeza con suavidad.

-¡Qué chico más lindo!- susurró a mi oído y me dió un mordisquito en la oreja.

Yo estaba muy nervioso y a la vez excitado. Mi pene empezó a crecer rápidamente. Estaba deseando que ese señor tan simpático mimara mi cuerpo. Pero él iba despacio, primero me quitó los pendientes, luego me deshizo el nudo del pañuelo, dejándolo caer al suelo. Me quitó el collar e introdujo sus manos bajo mi holgada camiseta, subiéndomela. Yo levanté los brazos, para ayudarle a quitármela. Y se dirigió a mi amo:

-Chico; deshazle las coletas a tu novio; que pueda yo ver su pelo al natural-

Amo obedeció. Se quitó los zapatos y subió a la cama. Se colocó detrás de mí y me acarició la cara; luego me besó la cocorota, me deshizo las trenzas y me alisó el pelo con sus manos. Luego se alejó a observarnos desde lejos.

Mientras tanto, Manuel acariciaba con lujuria y cariño mi pecho y mi barriga y me pellizcaba los pezones. Yo me estaba excitando cada vez más. Mi pene estaba totalmente tieso; hasta se notaba un pequeño bulto en mi pantalón. No mucho; porque la tengo muy pequeña.

Me ordenó que me pusiera, para acariciarme las piernas. Entonces puso sus manos sobre mi pantalón y me preguntó:

-Pequeño; ¿me enseñas lo que escondes dentro de este jean tan feo?-

Yo asentí. Él me desabrochó el cinturón, luego desabrochó el botón del pantalón y bajó la bragueta, dejándolo caer al suelo. Me hizo levantar los pies y me quitó los calcetines. Yo estaba excitadísimo, pero me faltaba algo para llegar al clímax. Aunque algo nervioso, me sentí muy agusto. Yo llevaba un calzoncillo slip de color azul, con dibujos de ositos de peluche. Ahora mi erección era muy visible.

-Vamos a liberar ese pene travieso, chico- dijo el anciano bajandome el slip con sus manos. Yo levanté los pies, para ayudarle a quitármelo. Ahora me sentí muy agusto. Manuel había dejado de tocarme y me miraba con atención, fijándose en cada parte de mi cuerpo. Amo me observaba desde un lateral, sentado en una silla. Estar allí desnudo y erecto, frente a dos hombres vestidos que me miraban con lujuria fue muy excitante para mí. Amo ya había desnudo cientos de veces. Pero Manuel me miraba de una forma sensual, con mucha atención, llevando su vista a todos los rincones de mi cuerpo. Se le notaba en la mirada que estaba disfrutando del espectáculo. Hasta comenzó a masturbarle frotándose los genitales con la mano, por encima del pantalón, sin dejar de mirarme atentamente. Me indicó con un gesto que me diera la vuelta, para observar también mi parte trasera. Luego me volvió y comenzó a acariciar mis piernas con suavidad, sin dejar de masturbarse. 

Me ordenó que me tumbara en la cama. Entonces se sentó en el borde y colocó mis piernas sobre las suyas. En mis piernas pude notar el bulto de su pene, él también estaba muy excitado.

Me acarició suavemente las piernas y los pies, muy despacio, disfrutándome lentamente.

-¡Qué piel más suave tienes chico!¡Eres toda una golosina!- me dijo con dulzura.

Me subió un poco, acomodándose sobre sus piernas, para acceder a mí zona íntima.

Me cogió el pene con dos dedos de su mano derecha, me lo meneó un poco, llevándome al borde del clímax y me soltó. Luego acarició mis testículo entre sus dedos y pasó su mano por mi pubis rasurado. 

-¡Qué bien que te hayas afeitado el pubis, chico!¡Eres muy presumido!-

Yo sonreí, mientras estaba gimiendo.

Luego volvió a coger mi pequeño pene y bajó el prepucio, descubriendo mi glande; momento en que yo llegué al orgasmo y me corrí. Grité y moví los brazos; mientras expulsé un chorro de semen, que mojó todo mi cuerpo, llegando hasta mi cara. Luego expulsé otro chorro, que llegó hasta mi cuello y un tercero más bajo que cayó sobre mi ombligo. Cuando recuperé la respiración ví que Ma u el me estaba mirando. Pero mi Amo estaba al lado mío y también me miraba. Recogió el semen de mi cara con sus dedos y los metió en mi boca, dándome mi semen; que tragué con gusto.

El
 
anciano me seguía acariciando las piernas. Mi amo quiso excitarme más y se ofreció a limpiarme.

-Señor; permítame limpiar al chico; para que usted pueda seguir tocándole, sin mancharse de semen-

Manuel se levantó, dejándonos solos. Amo chupó mi pene, bebiendo todo mi esperma. Después lamió mi ombligo, mi barriga, mi pecho y mi cuello, recogiendo mi semen en su boca, sin tragarlo. Acercó su boca a la mía ( yo estaba tumbado bocarriba y él sobre mí) y depositó todo el semen en mi boca, con su lengua; que yo tragué y me relamí. Mientras tanto, nuestro compañero se había sacado la polla y se estaba más turbado delante de nosotros con ganas, mirando la escena. Cuando Amo le vió; decidió dejarnos solos para culminar el acto. Se despidió de mí, dándome dos besos (uno en cada pie); se levantó, le dió la mano a Manuel (éste le dió la izquierda; porque con la derecha se estaba masturbando) y le deseó suerte:

-¡Disfrútele! ¡Y hágale disfrutar, que no se queje!-

Se puso los zapatos y marchó, dejándonos solos. Pero Manuel no quería culminar aún. Se bajó los pantalones y los calzoncillos, se quitó la corbata y la chaqueta; y yo me levanté para desabrochar le los botones de la camisa, que tiró al suelo, dejándome ver su cuerpo viejo, pero fuerte y su polla erecta; que yo tuve la iniciativa de agacharme a chupar, aunque él me paró.

-Aún no, pqueño; quiero tocarte más; vuelve a tumbarte sobre mis piernas-

Se volvió a sentar en la cama y yo me coloqué en posición. Siguió acariciando mis piernas, y masturbándose tranquilamente. Al poco me indicó que me diera la vuelta, para acariciar el lado trasero de mis piernas. Tras un lujurioso magreo, que ambos disfrutamos como nunca; tiró de mis caderas, para colocar mi pubis sobre sus rodillas, mostrándole mi culo, que acarició con placer:

-¡Qué culo más gordo tienes, nene!¿te gusta que te azoten?- me preguntó

-¡Me encanta!- respondí entusiasmado.

Manuel me pegó un par de azotes que yo agradecí, pero decidió pasar a algo más divertido.

-Me dijiste que te gustaban los pies, Naki.

-Sí.

-¿Quieres que te los mime

-¡Claro!-

Mi amigo se subió a la cama y se sentó sobre ella; me colocó bocarriba, cogió mi pie izquierdo y le dió una buena lamida durante tres minutos; besándo y chupando cada parte de mi pie. Yo reía y me movía. Estaba disfrutando mucho. Luego cogió mi derecho y repitió el cariño. Yo no dejaba de reír; pero nuestros penes se habían hecho pequeños otra vez; y mi compañero se dió cuenta y propuso una solución.

-Naki, ¿alguna vez has masturbado a alguien con tus pies?

-No.

-¿Y te gustaría hacerlo conmigo?

-Sí, quiero intentarlo- respondí ilusionado.

Manuel tiró de mis piernas para acercarme a él; cogió mis pies con sus manos y los juntó; los utilizó para masturbarse, acariciando su pene con mis pies, y metiendo su pene entre mis dos pies, para maturbarlo con ellos. Yo dejé los pies quietos, ni los moví; era él el que movía mis pies con sus manos, para masturbar su pene, aunque no le sirvió de mucho. Ésto fue divertídismo; yo me reía mucho, y me estaba divirtiendo a lo grande. Él también se rió, pero no consiguió excitarse, así que desistió, posó mis pies y avanzó a gatas hacía mí; para y lamer mi entrepierna. Con su lengua lamió mi pene, subiendo por mi pubis, mi barriga y mi pecho. Yo había dejado de reír, ahora estaba gimiendo, porque me excitaba mucho. Más cuando comenzó a lamerme los pezones. Mi pene comenzó a crecer otra vez y rozó con su barriga. Él siguió subiendo con su lengua, por mi cuello, hasta llegar a mi boca; que besó con frenesí. Se dió la vuelta, conmigo abrazado, colocándome encima de él, sin dejar de besarme. Cuando separamos nuestras bocas; acerqué mis labios a su oreja y le susurré:

-¿ahora quieres que te la chupe, amigo?-

Manuel asintió. Yo bajé hasta su entrepierna y metí su pene erecto en mi boca, con cariño. Comencé a chupar lentamente, mientras le miraba de forma provocativa. Él me apartó, empujándome con el pie y se levantó, sentándose en el borde de la cama. Me dió un cojín y me indicó que me arrodillara en el suelo, a sus pies a chipársela. Me puso el collar y me ató con la correa. Yo obedecí, y me acomodé abajo, para darle placer. Metí su pene en mi boca y empecé a masturbarle con ganas:

-Así puedo ver cómo lo haces, cariño- me dijo con ternura, mientras me acariciaba el pelo.

Yo fui mamando con profesionalidad, aumentando el ritmo, para hacerle disfrutar. A los pocos minutos, me empujó, sacando su pene de mi boca, para correrse en mi cara y pecho. Recibí el primer lefazo en mi frente, que descendió por mi nariz. El segundo chorro impactó de lleno en la punta de mi nariz, dispersándose por toda mi cara, y el tercero fue a parar a mi pecho.

Mi cara debía de ser muy graciosa, llena de semen; porque él anciano no paraba de reírse, sin dejar de jadear. Yo le miraba sonriente. Cuando se hubo recuperado, me mandó esperar, mientras fue a por una cámara de fotos, para inmortalizar mi cuerpo bañado en semen:

-¡Estás muy lindo, Perrito!- me dijo con ternura.

Yo sonreí.

-Tenemos poco tiempo, antes de que llegue mi esposa; ¿quieres hacer algo más, nene?

-Quiero que me folles- respondí alegremente. 

-¿Estás seguro, chico?

-Estoy seguro- respondí, mientras me subía a la cama y me ponía con el pompa delante suyo, enseñándole mi pompis.

-Bueno... como decirle que no a ese culito- dijo encantado- no te muevas, ricura, voy por lubricante y un condón-

Me colocó a cuatro patas, con el culo en pompa, sobre la cama, mirando a la puerta. Primero me observó un rato con lujuria, mientras se masturbaba. Luego se colocó detrás mío y magreó mis nalgas, piernas y barriga; para excitarse. Finalmente, me dió un fuerte tirón de la correa y me indicó que estaba listo:

-Voy a entrar, pequeño. ¡Prepárate a recibir toda mi hombría!-

Oí cómo se ponía el preservativo y sentí sus dedos, lubricando mi ano. Cuando estuve bien lubricados, cerré los ojos y me preparé a recibir. Ésta vez no me dolió mucho. Entró con facilidad; y se movió bastante bien, haciéndome gozar. Tardó un poco en correrse; y cuando salió de mí, yo también me corrí, y caí sobre la cama, suspirando de placer. Cuando recuperé el aliento; limpié mi semen de las sábanas, con mi lengua, porque soy un chico limpio.

Luego, mi compañero, me colocó bocarriba y lamió todo mi torso y mi cara, limpiando su semen, que tragó.

Luego se tumbó bocarriba sobre la cama; y yo le abracé. Hablamos un poco. El señor quería saber cómo había sido la experiencia para mí; yo le conté que me había encantado; que me había hecho gozar como una perra; y que lo repetiría, cuando él quisiera. Él se sintió halagado de oírlo y me acarició con cariño. Luego me dijo que ya era la hora de irme, que esperaba a su mujer. Yo le besé la mejilla y me levanté a vestirme. Él me miraba atentamente, con cariño, mientras yo me vestía. Me acerqué a sus pies, le quité los calcetines y le dí dos besos (uno en cada pie)  a modo de despedida. Él sonrió, mientras me vió marchar por la puerta y recordaba todo lo que acaba de sentir conmigo.

 

Dedicado al usuario "Jadoy"; agradeciendo sus comentarios, que me ayudan a mejorar