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Tu silencio, mi música. Parte II

en Lésbicos

Tu silencio. Parte II

Mientras la veía cocinar mis ojos la recorrían toda, ¡era bella! Y sigue siéndolo. Sus manos veloces, su cuerpo esbelto con fina cintura, un cuello de marfil precioso, su rostro hermoso, así, viéndola, supe que me había enamorado.

No había marcha atrás, me había enamorado irremediablemente, me di cuenta de que desde el primer instante en que ella me prestó atención fui cautivada, que me había hechizado con su silencio. Ya no quería estar separada de ella. A veces hay cosas que no se pueden explicar, cosas que ocurren porque así lo quiso Dios y no tienen razón de ser pero aún existen, algo así sentía yo por Silvia. Es decir, mi amor si tenía fundamentos, ella era hermosa, inteligente y su alma era la cosa más preciosa, pero era algo que yo no había previsto, algo tan repentino como maravilloso.

Durante la cena me contó la historia que me hacía falta para entenderla. En toda su vida solo había tenido un novio y este le jugó una muy mala pasada, lo había encontrado en pleno acto sexual con su "amiga" de aquél entonces, a partir de allí en adelante desconfiaba de todos y no quería involucrarse con nadie. Pensó que era culpa de ella, tal vez no debió de abstenerlo tanto, pero ella quería que fuera especial y planeado, no así porque sí. Pensaba que el sexo es la cúspide que corona toda relación, la fundición de dos cuerpos, la conexión irrevocable de dos almas, que nos es un hecho meramente reproductivo y solaz, algo tiene que distinguirnos de los animales.

Ella conocía perfectamente toda mi vida amorosa, que casi era nula y que por supuesto era virgen al igual que ella, me dijo que no importaba el sexo de las personas, que las relaciones son la base de la civilización, ¿cómo se puede jugar con algo tan importante?

*Oye, sabes... Me extraña que aún seas virgen* dijo cuando ya habíamos terminado de comer.

*Y por qué si se puede saber* le dije con una sonrisa en mis labios.

*Es solo que eres muy bonita* se sonrojó al decirlo.

*Bobadas* le dije. Evidentemente su comentario me había emocionado mucho, pero tenía que cortar la tensión que se había producido.

*No, es verdad. Eres muy linda, lo que más me gusta son tus ojos grises, pero toda tu combinas perfectamente.*

*Por favor, que cosas dice* - le dije a modo de chiste, sentía que el corazón traspasaría mi pecho.

Después de unos minutos charlando animadamente, le comenté que me tenía que irme, que ya se iba haciendo tarde.

*¿Te vas? Yo pensé que te quedarías* sus ojos mostraron la tristeza que su rostro disimulaba.

*Si... Ya es un poco tarde* recuerdo que deseé que me pidiera quedarme “Pídemelo, por favor, pídemelo que me quedo para siempre”.

*Bueno, te acompaño a la puerta*, me entristecieron sus señas, pero yo no era una abusadora confianzuda. Si las cosas tenían que ir así, así tenían que ir.

Cuando estaba a punto de girar la llave para abrir la puerta se detuvo.

*¿De verdad te tienes que ir? ¿No puedes quedarte?*

"Claro que sí mi amor, tan solo eso esperaba" pensé con energía renovada.

*Bueno, me quedaré porque quieres que me quede*

Sonrió y me abrazó, gracias, me dijo. Que dulce era (y es). De nuevo estaba en su sala y veíamos una película, estábamos muy juntas y esa cercanía me encantaba, mi brazo derecho rodeaba sus hombros, aunque éramos casi exactamente de la misma estatura ella recostaba su cabeza en mi hombro. Deseaba una esfera atemporal de esas de película para poder abrazarla así por siempre.

Cuando terminó nos dispusimos a dormir, yo elegí el sofá y ella se fue a su cuarto, me preparé para acostarme. Recuerdo que esa noche no pude dormir casi nada, todo el tiempo pensando en ella, en cómo sería amanecer viendo su rostro, sintiendo su cabello, su aliento, perdiéndome en esos embriagantes ojos. Juraría ante quien sea fidelidad extrema, sin ningún miedo o aprehensión.

Era aproximadamente las tres de la mañana, por fin había conciliado el sueño, cuando de repente sentí que sacudían mis brazos. Abrí los ojos asustada y me fijé, en la leve claridad de la sala, que era Silvia. Me incorporé rápidamente, pensé que le había pasado algo, ella se sentó junto a mí.

*¿Que tienes? ¿Llegó tu hermano?*

*No, no, no... Tengo que decirte algo*

*Ah, me asustaste… Háblame*

Ella tomó aire y esperó unos segundos, yo la miraba expectante. La poca luz que se filtraba era la de la luna y esta le daba cierto misterio a la situación.

*Nunca le había dicho esto a nadie... Y créeme... No sé cómo decirlo* movía sus manos con lentitud, como si no quisiera seguir o algo la detuviera.

*Tranquila dime, solo no me preocupes mucho*.

*Estoy (seña)... Estoy (seña)... - se detiene un segundo - estoy enamorada de ti*

Lo soltó como si fuera un peso enorme, porque al instante de decirlo dejó caer sus manos como muertas. La verdad no esperaba eso, ¿no se supone que ella era heterosexual?, no supe cómo actuar, me quedé tiesa y sin decir nada, que equivalía lo mismo. ¡Wow!, eso si no me lo esperaba, pensé que mi enamoramiento era unilateral.

*Lo siento - dijo y se levantó - perdóname* salió corriendo a su habitación y se encerró.

Después de unos segundos en los que mi cerebro procesó todo lo que había pasado me levanté hacia su puerta, toqué unas pocas veces de las cuales me sentí tonta, ella no podía escuchar nada. Me desesperé, ¿cómo la sacaría de ese cuarto?, estaba pensando en introducir algo debajo de su puerta cuando se abrió la misma. Ella apareció en el umbral y se me quedó viendo. Yo también la vi, la luz de su habitación estaba encendida y pude apreciarla con claridad.

Nuestros ojos hablaron en la intimidad de su habitación, no sé cómo la veía pero sentía que estaba volcando todo lo tenía dentro de mí. Me acerqué lentamente a ella y la abrace. La abracé con ternura, con cariño, con amor, amor de verdad.

Se separó y me tomó de la mano, me condujo hasta su cama y se sentó junto conmigo.

*Esto no lo planeé* dijo, suavemente *Ni siquiera me gustaban las mujeres… Pero es algo que no puedo detener*. Sus ojos estaban vidriosos, y si hubiese podido hablar, juraría que se le quebraba la voz.

*Oye, yo no podría estar más feliz.* - la que iba a llorar era yo.

Tomó mi mano y me guió, la seña que hacíamos era la de *me gustas*, no eran dos manos, era una sola. Hay una manera en la que hablan sordo-mudos ciegos, ellos se toman de las manos y la otra persona sienta las formas que hace y las entiende. Cuando no hay sentidos, cuando todo es oscuridad y silencio, las manos son el lenguaje del alma y el cuerpo. Yo cerré mis ojos, creo que ella también lo hizo.

Repetíamos la seña en total claustro, yo solo sentía su mano en la mía. Hasta que sentí sus labios sobre los míos, sus tiernos labios fríos y suaves posarse sobre los míos. Fue un roce, solo eran nuestros labios.

Se separó y abrí mis ojos, ella me veía intensamente. Le tomé el rostro entre mis manos y volví a besarla con un beso corto pero intenso. La quería, muchísimo. Esa noche dormimos abrazadas en su cama. No hicimos nada más que tomarnos de la mano, hablando a través de ese lenguaje a oscuras. Así nos dormimos.

A la mañana siguiente un rayo de sol se filtraba a través de la cortina de su ventena, traspasaba la habitación y llegaba hasta su rostro, la vi dormida, quieta, hermosa. Mi brazo izquierdo le funcionaba de almohada. Suspiré, que lindo era todo, ella, el momento, incluso su respiración y la mía iban aconpasadas tocando una armonía rítmica.

Pasaron unos minutos y ella seguía dormida cuando escuché que la puerta de la casa se abría, y seguido se escuchó un golpe seco. Me incorporé tratando al máximo de no despiertar a Silvia y dejarla como estaba. Al salir de la habitación me encontré con Santiago, estaba tirado sobre el sofá, literalmente. Cuando me vio trató de incorporarse y pude notar lo borracho que estaba, el olor me llegaba de donde me hallaba y apenas si se mantenía en pie.

-¿Qué haces tú aquí? - me espetó.

-Estaba acompañando a tu hermana... ¿Por qué estas así?

-No me digas que te preocupa, si en algo yo preocupo es porque tengo que mantener a la inservible de mi hermana.

-No digas eso - le dije muy seria.

-Esta es mi casa y digo lo que me de la maldita gana... A ver, ¿Dónde está?

-Está durmiendo - se fue hacia el cuarto de Silvia como pudo y entró en su habitación - ¡¿Qué vas hacer!?

Ella ya estaba despierta y pude ver su cara de terror cuando vio a su hermano en tal estado. Él se había acercado lo bastante como para asirla del brazo y jalarla hacia él. Yo estaba quieta en la puerta, cuando vi como Silvia alzaba su mano y le estampaba tremenda cachetada a Santiago, me moví para separarlos pero él ya estaba alzando su mano para darle un golpe, el pequeño espacio entre ellos y yo se hizo abismal cuando vi como Silvia caía al piso, corrí a levantarla y cuando lo hice un hilo grueso de sangre recorría su barbilla y se perdía en su cuello.

-¡¿Estás loco?! Mira lo que le has hecho.

-Se lo merece, es una bastarda. Me encargué de ella por lástima y ahora es una sanguijuela que no se despega.

-¡¡¡Cállate!!! No hables así de ella - le dije ardiendo en ira. Quería ir y partirle la cara, pero tenía a Silvia entre mis brazos semi inconciente - Tu eres la verdadera porquería aquí - le dije recordando lo ocurrido el día anterior.

-Ja, mira quién habla "Lesbiana" - lo dijo con un asco que me heló la sangre - Ella ni siquiera es mi hermana, mis papas la adoptaron por que les dio lástima.

¿Qué? Se movió para quedar frente a Silvia y que esta pudiera verlo.

*No escuchas y por eso hay que hablarte así. No eres mi hermana, no eres hija de nuestros padres, eres un abortivo*

Sentí el cuerpo de Silvia volverse piedra, la miré, sus ojos estaban rojos y su mejillas igual, temblaba un poco.

*No digas eso* - le dijo ella a punto de llorar.

Me puse sobre mies pies con ella tomada por los brazos, él se apartó como si no quisera tocarnos.

-¿A dónde te la llevas?

-A un hospital, ¡no ves lo que hiciste! - le grité.

-Pues si te la vas a llevar, no la vuelvas a traer nunca más.

-Mejor, así se queda conmigo. Yo si la quiero.

-Algún día te cansarás de ella, ¡bollera!

Le cambié la ropa a Silvia que no paraba de llorar, estaba machanda de sangre y tuve que lavarle el rostro.

*No le hagas caso, cariño*.

Recogí mis cosas y me fui con ella al hospital, tomamos un taxi.

En el trayecto iba abrazándola, ella ya había parado de llorar pero seguía sin decir nada.

Cuando llegamos al hospital la curaron y le mandaron unos analgésicos y calmantes. Preguntaron que que le había pasado, les dije que había tenido un accidente, se había caído. No preguntaron más pero me vieron feo.

Me la llevé a mi casa, ella ya había ido pero pocas veces, así que la ayudé a acostarse en la cama. Con todo lo que pasaba en esos momentos no me percaté de ya casi eran las 11 de la mañana y ninguna de las dos había desayunado.

Corrí a la cocina, hice unos emparedados y café, le llevé la comida a la habitación.

Su mirada estaba perdida y no probaba la comida. Aún yo estaba en Shock, la verdad es que Silvia y Santiago no se parecían mucho, los ragos que compartían era lo blanco de la piel y el cabello rizado pero más nada. La fisonomía de Santiago era gruesa y dura, sus cejas espesas y mentón cuadrado, mientras que Silvia era delicada y fina, de rostro perfilado y simétrico. Pero aun así, yo conocía hermanos que eran totalmente distintos pero eran completamente hermanos de sangre. Y en todo caso por qué no le había dicho antes que no eran hermanos, que esparaba, una situación como la de esa mañana.

*Come un poco, aunque sea la mitad*

Ella me veía y trataba de hacerlo pero no podía.

*Está bien, pero al almuerzo si comes. No te me vas a enfermar*

*Si, está bien*

*Cariño, no te preocupes, aquí estarás bien* - le decía tratando de darle ánimos.

*Lo sé, pero no quiero ser una carga. Y no pienso quedarme mucho, tengo que volver*

No, ella no volvería a que la hicieran sufrir.

*No te quiero secuestrar, pero usted no se va. Por lo menos en un tiempo*

Ella me miró como queriendo decirme "no hagas esto" Pero ya era tarde para dar marcha atrás, yo sabía que si se quedaba era para no irse.

En fin se quedó viviendo conmigo. Al otro día fui a buscar sus cosas en el departamento de Santiago, que eran pocas, y las llevé a mi casa. Ella siguió con su vida, aunque una cosa como la que había dicho Santiago era imborrable de la memoria y en ciertas ocasiones la encontraba cabizbaja y melancolica, yo trataba de hacerla feliz, de darle paz y seguridad, la amaba demasiado.

Pasaron los meses y le pedí que fuera mi novia, ¡Oh!, todavía lo que recuerdo claramente. La llevé al teatro donde la orquesta tocaba, ella estaba hermosa y me agradaba verla maravillada por la cantidad de instrumentos que habían. Tenía una idea para que ella pudiera por lo menos sentir o ver la música, o ambas cosas.

Abrí el Piano que yo tocaba por la parte de al frente, donde se podían ver las cuerdas y se sentían más sus vibraciones. En la zona donde van las partituras coloqué una pantalla donde diversos colores subían y bajaban de intensidad y cromatismo siguiendo una melodía, era cómo un semáforo con muchos más colores.

Senté a Silvia junto a mí, dejé rodar la melodía unos pocos segundos en el "Semáforo" yo la seguí, incluso sentadas en la butaca del Piano se podían sentir la vibraciones de las cuerdas cuando las golpeaba el martillo. Silvia tan solo se tenía que estirar un poco hacia adelante y las tocaba con la mano. El semáforo colocaba colores más cálidos cuando las notas subían en la escala armónica y colores más fríos en las notas más bajas. Así ella veía la intensidad de las vibraciones que sentía. Su cara fue un poema por todo lo que sucedía, estaba emocionada y yo lo percibía. Canté para ella aunque no pudiera oírme.

"Wise men say only fools rush in

But I can't help falling in love with you"

No dejaba de tocar el piano mientras le cantaba, no es que tuviera una gran voz pero tantos años haciendo solfeo de algo habían servido, ella me vio moviendo los labios y alejó las manos de Piano, me miró con ojos de amor, lo sabía, sabía que me veía así. Colocó su mano en mi garganta, fue tan dulce y delicado su tacto que mi corazón casi estalla de regocijo, debo confesar que dudé si detenerme o continuar pero ella se decepcionaría, así que seguí cantando. Cuando terminó la canción, esperó unos segundos y la mano que estaba en mi garganta pasó a mi mejilla y me besó tiernamente, yo también la besé. Me detuve un instante y le señalé la pantalla que estaba sobre el piano, allí decía "Quieres ser mi novia".

Su sonrisa fue hermosísima.

*Si, claro que si*

La abracé fuertemente y le di un beso corto.

*Por qué te tardaste tanto* me dijo.

*No quería asustarte ni apresurarte, me moría de ganas... Pero... *

No me dejó terminar, atrapó mis manos entre las suyas y las retuvo.

Tomó mi mano derecha y me guió como cuando me dijo me gustas, juntas hicimos la seña de te amo, nuestro lenguaje a oscuras era lo mejor de nosotras. Parecíamos niñas jugando alguna especie de juego. Con los ojos cerrados, ella recostó su cabeza en mi hombro, nuestras manos aún hablando entre ellas, fue mágico.

Esa noche fue nuestra primera vez, nos amamos como solo dos seres de puro tacto saben amarse.

Ella estaba nerviosa, lo podía percibir en sus señas. Estábamos acostadas en la cama, muy cerca, frente a frente.

*No sientes que tu corazón late muy fuerte* me preguntó con las mejillas encendidas.

*Si* mis manos temblaban.

*Ahora que hacemos…*

La callé con un beso, es sorprendete, aunque no uses tu aparato fonador para comunicarte un beso funciona en todos los casos. Ese primer contacto fue tierno y suave, después vino otro, dos más y fueron evolucionando hasta convertirse en otro lenguaje de nuestros cuerpos. Su aliento me embargo, me inundó, me llenó de ella. La abracé por la cintura y la atraje a mí, sin dejar de besarla metí mis manos por debajo su camiseta y le acaricié la espalda.

Ella se separó y me miró a los ojos, así, sin dejar de verla me coloqué encima y le quité la camiseta, sus senos quedaron a mi vista cubiertos tan solo por el brassier, prenda la cual le quité inmediantamente. Sus pechos eran medianos, perfectos, redondos y suaves. Su piel estaba erizada y la sentía arder.  Me acerqué lentamente, su respiración se aceleró, besé y lamí su canalillo. Sus pezones estaban muy erectos y duros, besé uno, lo lamí, lo metí ansiosa en mi boca. Ella se aferraba a mi corto cabello, podía escuchar su aliento agitado entrar y salir de su pecho.

Me separé y besé sus labios con pasión, me encataba, me fascinaba, me volvía loca. Ella buscó desnudarme y yo terminé por quitarle su pantalón y sus bragas, por primera vez estábamos completamente desnudas juntas en una misma habitación. La recosté y besé cada parte de su cuerpo desde sus labios hasta sus pies, luego regresé y me quedé entre sus piernas, tomó mis manos.

*Te amo*

Pasé mi lengua por toda la extensión de su sexo, besé profundamente sus labios, me deshice en darle placer, su clítoris me llamaba empapado e hinchado, le di la atención que merecía. Ella apretaba mis manos.

*Mas*

Seguí, cada vez más fuerte, quería que se corriera en mi boca, quería hacerle sentir lo mucho que la deseaba, lo feliz que me hacía.

Apretó mis manos fuertemente.

Oí su respiración, sentí su cuerpo temblar y su espalda arquearse. Un líquido caliente invadió mi boca, lo saboreé, me encantó. Se había corrido y yo fui la que se lo provocó.

Después de unos segundos me jaló hacia arriba para darme un beso, estoy segura que su sabor pasó a su boca. Su lengua y la mía parecían nuestras manos hablando.

*Quiero hacerte mía* le dije

*Yo también quiero que seas mía, hagámoslo juntas... Por favor*

Asentí. Recordé mis conversaciones con ella, sabía lo importante que debía de ser lo que estábamos haciendo, lo trascendental de ese acto para ella, entonces tenía que ser especial, debía ser especial. Acaricié su cuerpo, sus senos, su abdomen, sus piernas mientras ella hacia lo propio con mi cuerpo. Por último llegamos a nuestras intimidades, ella me acariciaba, yo a ella. Nos miramos a los ojos, cordinabamos todo sin decirnos nada, sabíamos todo la una de la otra. Poco a poco ella entró en mí y yo en ella. Abrimos más nuestras piernas, estábamos de lado, así tendría más acceso a su cuerpo. Mientras nos penetrabamos mutuamente, nuestras bocas se juntaron, la besé con locura y deseo. Ella me recibía estrecha y húmeda, mis dedos eran ágiles y los suyos también, por algo nuestro negocio eran las manos. Era un ritmo perfecto, un compás hermoso. No tardé mucho en correrme y ella me siguió casi al instante, fui el cielo y volví a bajar en enésimas de segundo, fui genial mi primer orgasmo con ella pero yo quería más.

Estaba tan excitada, tan caliente, que no me detuve a tomar aire, agarré su pierna y la pasé por arriba de la mía y me pegué más ella juntando nuestros sexos. Que bien se sintió, era delicioso tenerla entre mis piernas, ambas estábamos tan húmedas que nuestros fluidos se mezclaban y caían a la cama. Yo me movía y ella sincronizaba conmigo, eramos un solo ser, tomó mis manos.

*No pares, no pares*

*Te amo* le decía yo.

Estuvimos así unos pocos minutos cuando luego, al sentirnos cerca del orgasmo nos abrázamos y movimos mas fuerte, no resistí y dejé escapar un grito, convulsionaron todos mis sentidos mientras Silvia rasguñaba mi espalda, nunca había tenido un orgasmo como aquel, era sublime, me sentía en el Valhalla.

No nos separamos hasta que nuestra respiración se normalizó, cuando la vi, estaba roja y sudada mi querida reina de hielo, acaricié su frente apartando sus cabellos húmedos, pasó un rato y la notaba exhausta. Nos cubrimos con mi edredón y nos miramos fijamente

*No quiero que te alejes de mí, nunca*

*Jamás lo haré* le respondí.

*Confío en ti, nunca me lastimarás ¿verdad?*

*Te lo juro*

*Te amo*

*Te amo*

Fue la primera vez de muchas otras, nos amábamos como ninguna pareja humana se ha amado, con defectos y virtudes (aunque ella casi no tiene defectos), con compromiso y devoción. Después de 2 años nos casamos. Nos juramos amor eterno, ante Dios, El Universo, El destino quien sea que estuviera viendo. Mi familia me apoyó, pero Santiago nunca más apareció en nuestras vidas, me enteré meses después de nuestra boda que se había ido del país.

Nos prometimos sernos fiel en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobresa, en la alegría y el dolor, en la felicidad y en la tristeza, en el sonido y el silencio, en la vida y en la muerte. Sin temor, sin dudas, porque si es posible un amor así, cada mañana lo compruebo al verla dormir a mi lado. Hasta que la muerte nos separe y aún hasta el fin de la eternidad la seguiré amando.

Despues de 4 años tuvimos nuestro primer hijo mediante inseminación, luego de ese vinieron dos más, dos los tuvo ella y uno lo tuve yo. Somos dos y a la vez una, mujer y mujer, ninguna es un hombre, las dos somos femeninas a nuestro estilo. Somos esposas y amantes, han habido peleas y discusiones fuertes, pero más fuerte es nuestro lazo, irrompible, inquebrantable. Separarnos nunca.

My fall will be for you

My love will be in you

If you be the one to cut me

I will bleed forever

                                                                                                                      

Cada día tu silencio se convierte en mi música

Nunca has dicho mi nombre, pero no me ha hecho falta escucharlo

Tú tomas mi mano y cubres mis temores

Congelas los instantes y los haces eternos

Me haces tuya con cada roce, con cada mirada

Hay muchos amores en este mundo pero como el tuyo ninguno

Hay muchas mujeres en este mundo pero como tu ninguna

Prefiero morir de hambre a tu lado

Que agasajarme en los banquetes de las muchedumbres

Prefiero morir bajo tu mano que ser amada por otras

Envenéname con tu amor, que la muerte será dulce si estoy contigo