A los catorce años tenia una sola obsesión, ver los pechos denudos de alguna chica. Cada vez que podia espiaba en el cuarto de ellas, cuando se bañaban, pero ellas siempre se encerraban con llave. La oportunidad se me presento de la manera más insolita.
Un dia domingo en que mi papa invito a los vecinos a pasear, salimos en nuestro auto, yo quede sentado atras, junto a la señora. Lo primero que me llamo la atención fue que durante el viaje, ella me puso la mano en la entrepierna como tres o cuatro veces, y al regreso repitio los mismos toqueteos.
La agarramos entre todos y comenzamos a manosearla, primero como jugueteando, pero debido a sus intentos de defensa, poco apoco nos fuimos acelerando. La lolita se retorcía defendiéndose del ataque, pero no podía gritar ya que era sordomuda y solo hacia gestos desesperados.
Junto con la nueva empleada llego su hija, una lolita de 11 años, que estaba para comérsela viva, tenia un cuerpecito encantador, rubiecita, un potito sensacional, y sus tetitas eran pequeñitas pero muy duras y paraditas.
Cuando pololeaba con Gabriela, me tire tambien a su harmana y a su tía, solo me falto gozarme a mi suegra.
Nunca imaginamos mientras hacíamos dedo en la carretera, la aventura que viviríamos con los amables dueños del vehículo que se había detenido para llevarnos. Era un matrimonio, ella tendría unos 40 años y él un poco mayor.
Ana Maria, Edgardo y yo, eramos tres amigos inseparables. En nuestra epoca de universidad. Todo lo haciamos juntos, estudiar, pasear, divertirnos etc.
Gracias a mi habilidad en los videojuegos, pude gozarme a mi prima de 12 años.
Mi tia me inicio a los 14 años.
Me culeé a dos lolitas al mismo tiempo.
Me culeé a la mujer de mi amigo, mientras dormian su borrachera.
Mi mujer me conto como se la culearon a los 12 años.