Al fondo descubro el visillo entreabierto de una cortina. Afilo la mirada sobre la imperceptible abertura del velo que cubre la ventana y sonrío al entender que se trata del gabinete de Sor Mariam, que me espera impaciente.
Homo sum, humani nihil a me alienum puto: Soy humano, nada de lo humano me es ajeno.
Mi esencia de mujer quedó enriquecida y en mi corazón grabe con el fuego de mi deseo la lujuria de su piel.
Entonces noté como apoyaba su cliente miembro entre mis trémulas nalgas, mientras, mi corazón latía con fuerza en mis sienes, en mi sexo, en mi ano.