-Lo sé, joder, lo sé Hemos pasado algo por alto Germán, tenemos que haber pasado algo por alto. Tenemos demasiados datos, tenemos que pensar como él.
»Llegó un momento en el que el amor que sentía por ella, se transformó en algo más. No pude resistirme a su belleza, a su tristeza, a su cariño, a su fragilidad, a su feminidad. No me mire con esa cara. ¡No se atreva a juzgarme!
-A partir de ahora comienza tu verdadera educación. Te voy a convertir en un objeto sexual, en una muñeca de placer, aprenderás que es lo que los hombres quieren de ti, y se lo darás.
-¡No quiero su dinero! exclamó Hugo, molesto-. Quiero a su marido. Coja esas dos sillas. Tú ni te muevas volvió a repetirle al joven, apuntándole con el arma.
-Por favor, cariño intervino Xavier- déjame que cuente mi historia Esto ha llegado demasiado lejos. No puedo seguir cargando con todas estas muertes
-Por favor, Hugo dijo ella, atreviéndose a llamarle por su nombre-, te lo suplico. Vayámonos lejos, los dos, tú y yo; desaparezcamos, olvidémonos de todo Te quiero, no quiero que te pase nada, no quiero que te cojan, no quiero perderte
Pero ahora ya estaba segura de que había algo más, algo que el juez le había ocultado, y algo que el fiscal había intentado comunicarles pese a lo avanzado del estado de su enfermedad mental.
-Ah, padre, le he estado siguiendo durante unos cuantos meses. Es usted un pecador de cuidado. Y su mayor pecado es esa muchacha, si hasta se podría decir que le he hecho un favor.
Necesitaba encontrar una relación entre el juez Alonso y Pablo Perea, y se temía que los archivos que le quedaban por revisar serían al menos tan inútiles como los que ya había estudiado.
-¡No volverás a hacerle daño! gritó Hugo entrando a la carrera en el salón-. ¡Maldito hijo de puta, no te atrevas a tocarla!
-Estoy buscando a la muchacha de ojos aceituna y melena escarlata. Donde puedo encontrarla.
Hay algo que quiero contarte, y hasta ahora no he encontrado el momento. Pero creo que debes saberlo, por eso te he escrito esta confesión, porque quiero contarte un secreto.
Él nunca hubiera sospechado lo dulce, tierno y cariñoso que era con su madre a sus espaldas, jamás habría imaginado la traición que su hijo y su esposa cometían contra su persona.
De repente, su vista se oscureció. No era fácil sorprender a la detective Lupo, había que ser muy sigiloso, o muy estúpido, o tal vez los dos requisitos fueran necesarios.
Bueno, esta noche todo cambiaría, seguro, hoy salía de caza, y no habría quien se le resistiese.
O asesina, pensó, estaba dando por hecho que dado que la chica fue violada, el crimen fue perpetrado por hombres, pero tal vez
Ella engañaba, mentía y tramaba para poder acabar entre sus brazos, él engañaba, mentía y tramaba para hacerla caer en su lecho.
-Nos conocimos siendo muy jóvenes y muy distintos, éramos demasiado jóvenes para ser tan jóvenes -Laura empezó su historia mientras dejaba que su mente recorriera un camino mucho más profundo.
-Ningún dios va a ayudarte dijo el hombre malvado-. Créeme, yo ya lo he intentado, y nadie escucha las súplicas.
Después de todo, aquello sólo era un día normal, un día como otro cualquiera.
-¿Qué? ¿Qué hiciste que? ¿Con quién? El semblante de Guillermo cambió diametralmente y apartó ligeramente a su esposa mientras demandaba respuestas.
Guillermo se acercó al bar que aquel amplio coche les ofrecía e inmediatamente reconoció la botella que estaba buscando. La extrajo de su estante y leyó la etiqueta. -La Grande Dame Rosé.