Era mediodía en el reino de Victoria, la cuarta planta de unos grandes almacenes, sección de lencería
Al atardecer al caer el sol en un día nublado de verano, Eva se alejaba corriendo de su pueblo siguiendo el serpenteante camino del bosque paralelo al arroyo, lleno de vida tras las lluvias de los últimas días. La suave temperatura del ambiente empañada por un frió manto de niebla húmeda excitaba aun más el ardiente cuerpo de Eva.
Patricia conducía hacía su destino consumida por los nervios y la excitación. A sus 22 años estaba a punto de cumplir su sueño, ser dominada por un hombre tan perverso, como aquel desconocido sin rostro que había entrado en su vida dos meses antes.
Tropece con este relato en la red y me parecio necesario compartirlo con vosotros.
Hablamos de sexo y de amor, hablamos de fantasías y spank, hablamos de amistad y desamor, de esto, de lo otro, de amantes, de amados, de parejas, de encuentros y desencuentros...
Anoche mientras te quedabas dormida...
Apuntes de un antiguo relato de BDSM.
Sus ojos, negros como conjuros, se humedecían con las pupilas dilatadas a causa de la penumbra reinante en la habitación...
Mire su sexo, lleno de vello y con las tijeras comencé a recortarlo...
Mónica llevaba en la misma postura tres horas desde que Marta la dejó atada, ya desde el principio estaba incómoda...
Me has sentido entrar aunque él no se ha dado cuenta. No estoy seguro de si querías que se diera cuenta. A lo mejor sí te has oído y también le ha dado morbo. De lo que sí estoy seguro es que yo sí quería. Porque he hecho ruido. Luego no he tenido huevos, pero al entrar sí que he hecho ruido.
Sensaciones de una avida lectora de mis relatos...Gracias pequeña perrita toy...
Despues de atarte esa lindas manos, siempre supe que querias moverte como una putita.
Cuando entró en la habitación de la pensión, él estaba sentado en la cama...
Su rostro reflejaba el espíritu rebelde que el erotismo dejaba salir cada fin de semana, cuando estaba con él. Sus labios sedosos, separados todo el tiempo como él se lo había ordenado, permitían una amplia fuga de palabras y sonidos lujuriosos. Las aletas de su pequeña nariz revoloteaban intensamente y las gotitas de sudor crecían poco a poco hasta que el peso era tanto que se deslizaban sin destino por cada rincón de su cuerpo albino.
Colocada a cuatro patas, las rodillas dobladas recibiendo el peso de su cuerpo, la espalda curvada, el tiempo y el cansancio le han echo inclinarse hacia delante, y tiene su cara, de medio lado apoyada también en el suelo.
Obedeces, y de pronto, tienes mi mano acariciandote
¿No sientes a veces que todo es inútil?