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Eva

en Dominación

Al atardecer al caer el sol en un día nublado de verano, Eva se alejaba corriendo de su pueblo siguiendo el serpenteante camino del bosque paralelo al arroyo, lleno de vida tras las lluvias de los últimas días. La suave temperatura del ambiente empañada por un frió manto de niebla húmeda excitaba aun más el ardiente cuerpo de Eva.

Corría a gran velocidad fruto del entrenamiento de años que había forjado su cuerpo. Era una chica de estatura media delgada de curvas peligrosas, de piel blanca como la leche, y una cara de niña inocente que mentía acerca de su edad real, y de las experiencias que delataban el brillo de sus ojos.

En las salidas vestía acorde a las indicaciones de su amo, con un pantalón deportivo rojo ceñido que apenas le cubría las nalgas, dejando al descubierto sus largas piernas blancas torneadas. Sus delicados pies menudos permanecían ocultos en unos calcetines blancos cortos en el interior del calzado deportivo blanco gastado por el uso. Portaba un camiseta de tirantes de marcha ceñida blanca a juego con su piel y calzado terminada en un cuello, descubriendo los hombros con los brazos libres. A pesar de la prenda y del sujetador era consciente de lo visibles que eran las anillas de sus pezones sin que le importara lo más mínimo. Había perdido los complejos semanas atrás en un proceso gradual que comenzó por tornar su larga cabellera en pelirroja.

Se interno en el camino haciendo caso omiso a las miradas de algunos hombres, absorta recordando las palabras de su amo unas horas atrás cuando en plena tormenta la llamo poniéndola a prueba. Impaciente apretó los dientes aumentando el ritmo maldiciendo y amando al mismo tiempo la regla del placer. Su amo la había prohibido tener orgasmos sin él presente salvo antes corriera 7km sin parar.

El movimiento constante de la carrera, el sudor, la temperatura del ambiente, sus pensamientos, y el ardor que sentía en su interior la estaban volviendo loca por el esfuerzo de contener tal sensibilidad, haciendo acopio de fuerzas para concentrarse tan solo en correr más. Estaba tan excitada que corría muy por encima de sus posibilidades jadeante sin bajar el ritmo ni sentir cansancio, ansiaba demasiado el orgasmo.

Tal era su deseo que cortaba la niebla a su paso sin percatarse de lo oscuro del bosque esa tarde, ni de la falta de su visibilidad alrededor, haciendo más el camino de memoria que de verdadera vista, perdida en pensamientos de impaciencia.

Llegado el 5km de camino abandono el tramo principal ascendiendo la montaña de al lado, por uno secundario poco frecuentado, cuyo techo de árboles apenas dejaba pasar la luz del agonizante sol con la esperanza de no ser vista.

Al cabo de unos minutos agotada habiendo cumplido la regla impaciente en el mismo camino apoyada contra un árbol dio rienda suelta a su placer. Se bajo el pantalón corto descubriendo su sexo, al que acaricio lentamente con los dedos húmedos, primero alrededor en un lento camino al botón y su interior. Mientras con la otra mano levanto la camiseta liberando un pecho, que acaricio con la mano jugando con el anillo atrayéndolo hacía su boca para besarlo, sintiendo como el orgasmo contenido desde hacía horas ya llegaba de una forma estremecedora. Gimió sin censuras sin dejar de darse placer al tiempo que restregaba su espalda contra un árbol notando como un hilo húmedo calaba sus piernas, disfrutando un profundo orgasmo tan grande que su mezcla con el cansancio de la carrera le hacía temblar sin poder contenerlo.

El placer la inundo sin advertirla del peligro hasta que fue demasiado tarde. Al apartarse del árbol por detrás antes de que pudiera reaccionar una bolsa de tela la cubrió desde la cabeza hasta los muslos, notando como las correas de la abertura se cerraban sin darle siquiera un instante para reaccionar. Grito desesperada recibiendo un empujón que la arrojo al suelo como si fuera un juguete.

Derrotada demasiado conmocionada aun por el torrente de sensaciones decidió no hacer nada que pudiera empeorar las cosas, estaba en una posición muy humillante agotada sin fuerzas para luchar atada contra alguien más fuerte que ella.

Sus pensamientos se interrumpieron al ser arrastrada por la cuerda de la bolsa por el camino, sin importarle lo más mínimo a su captor las heridas en las piernas que le producían las rozaduras del suelo, tratando de aferrarse con las manos a la bolsa para no descubrir sus nalgas por detrás del cordón sabiendo que serían despellejadas.

Al cabo de unos eternos minutos la arrastro por un lugar desconocido cubierto de hierba mojada, refrescando las decenas de arañazos sangrantes abiertos en sus piernas hasta detenerse, momento que aprovecho para recuperar el aliento tratando de normalizar su alterada respiración.

De pronto el captor la cogió por el tobillo derecho librándola rápidamente con manos hábiles del calzado y el calcetín, tratando con suma delicadeza sus pies, hasta el punto que no se resistió a pesar de sentir como la ataba. Repitió la operación con la otra pierna dejándola completamente abierta en una posición de humillante sumisión. Cuando aflojaba la correa de la bolsa tuvo la peor sensación de si misma de toda la vida, al sentir su sexo húmedo excitado de nuevo ante lo que ocurría, iba a ser violada por un hombre que la había contemplado masturbarse como una perra. Como se lo explicaría a su amo, no podía ni sabía como hacerlo, y cuanto más pensaba en ello más se excitaba.

Al abrir parcialmente la bolsa el captor introdujo los brazos en su interior, si observo la humedad de su sexo no hizo el menor caso, con delicadeza guió sus brazos contra los costados pegándolos al cuerpo, sintiendo a pesar de su tacto la evidente fuerza que poseía. No tenía la menor duda que era un hombre, se mostraba delicado y eso era lo que más miedo le daba, sin atreverse a tratar de golpearlo a pesar de tener una mínima oportunidad de hacerlo. Tanta seguridad en si mismo la hería más que una paliza o la peor de las amenazas. Ella como buena perra que era había aprendido a quién debía someterse, y este hombre por menos que lo consintiera y más que lo deseara era uno de ellos.

Introdujo una cuerda en el interior de la bolsa que empleo pacientemente para atar sus brazos al cuerpo, con un nudo firme e inflexible. Abrió la bolsa hasta casi los hombros, se hizo un silencio en el que sintió como la mirada de él se clavaba en su húmedo sexo, sin poder evitar sentir un nuevo orgasmo cuando él la acaricio muy cerca con unos dedos suaves. Acto seguido introdujo un pañuelo con el que le cubrió los ojos y la nariz, obligándola a mantener la boca abierta para respirar. Entonces retiro la bolsa por completo.

Se arrodillo para sentarse sobre sus abdominales sin cargarle peso, se hizo un silencio roto por el frió aterrador de un cuchillo, con el que avanzo por encima de la piel abriendo la camiseta y el sujetador quedando completamente desnuda para él. Este se levanto escuchando como se desnudaba arrojando sus ropas sin el menor cuidado al lado o sobre ella.

Volvió a arrodillarse entre sus piernas, a las que acaricio con las yemas de los dedos durante unos interminables minutos con una delicadeza y cariño que la estremeció, sin importarle los mordiscos que la iba proporcionando que aun la excitaban más, cuando la sintió sobre ella continuando sus caricias entre acciones salvajes no pudo evitar sentir un enorme placer al sentir como le chupaba los pezones anillados, notando como el sexo de él se hinchaba sobre el suyo deseando recibirlo en su interior.

Cuando tuvo la cabeza de él cerca del cuello le susurro que le desatara las piernas, el corto las cuerdas y acaricio su sexo entrando en él por primera vez. Ella cruzo las piernas acompasando los movimientos de él llorando de placer y emoción al fin, tras ya no tener la menor duda por sus movimientos de quién era. Alzo la cabeza buscando la suya y dio un largo beso a su amo lleno de amor y gratitud por la toda la experiencia que la estaba haciendo sentir, el correspondió con igual intensidad liberándola por completo.

Eva ansiosa aprovecho la pausa para incorporarse y sentarse de rodillas sobre su amo llevando el pene a su calido interior, el cual únicamente le pertenecía a él igual que toda ella, amándolo con una fuerza inusual en deseosa por complacerlo tanto como merecía, sin cesar de golpear las nalgas contra sus muslos en cada embestida, mientras ambos permanecían fundidos en un intenso abrazo, dándole largos besos en la boca que interrumpía para ofrecerle sus pechos.

La lluvia hizo acto de presencia sin que a ambos les importara, el la ordeno levantarse y sin mediar una palabra más se perdieron desnudos descalzos por el bosque, atravesando unas decenas de metros hasta coronar la cima de la pequeña montaña, desde la que era visible a lo lejos el valle del pueblo de Eva.

Él estrecho su mano guiándola a la inmensa piedra lisa donde terminaba la montaña, con un gesto Eva se puso de rodillas a unos palmos del vació, él se arrodillo ante ella que contorneaba su culo como una perra en celo, comenzó a golpearlo con las palmas de las manos ignorando la lluvia durante largos minutos dejándolo a carne viva sin que ella dejara de gemir. Entonces la penetro de nuevo esta vez por detrás guiando las embestidas por las anillas de los pechos que mantenía entre sus manos, en un acto salvaje cuyos sonidos eran eclipsados a lo lejos por el retumbar de la lluvia que los bañaba. Eva se giro varias veces para besarlo recibiendo una ternura opuesta a la brutalidad con la que golpeaba su culo, sin que le impidiera sentir un tremendo placer que le produjo un nuevo orgasmo, acompañado por él al retirar el pene del culo para introducirlo en la vagina con suavidad alargando su placer.

Excitadísima ella se movió ansiosa sintiendo como él se iba, con un rápido gesto se giro para sentarse de rodillas a él recién incorporado, se llevo el pene a la boca y lo chupo con verdadera satisfacción de puta llenando su boca de semilla, saboreándola, tragándola lentamente sin dejar de mirarle a los ojos muy feliz por el placer que le daba.

Al terminar ambos permanecieron una eternidad abrazados en la hierba ajenos a la lluvia entre caricias, sin que a Eva se le borrara la sonrisa de haberlo encontrado, apoyada contra su pecho sintiéndose protegida entre sus brazos del mundo alrededor hasta más allá del horizonte.