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Jopeo (1: La boda)

en Grandes Series

Capitulo 1.

La boda.

(Boda: Casamiento y fiesta con que se solemniza)

Un momento!!

Todas las cabezas se volvieron hacia el extraño que acababa de entrar en la Iglesia. Un murmullo creciente inundó el sacro lugar.

Señor! Ocurre algo? – se atrevió a interpelarle el párroco oficiante

Pues sí. Señoras y caballeros, amados amigos. Esta boda no puede celebrarse. – y empezó a caminar hacia el altar por el pasillo central, mientras desde los bancos a ambos lados los murmullos eran más grandes que las desencajadas caras de las primeras filas de los bancos, ocupados por los familiares de los novios

Tiene usted algo que alegar?

No pueden casarse porque … - Un súbito silencio se hizo y todo el mundo quedó expectante - … son hermanos!!!. – Esta vez se oyeron desde tacos hasta gritos: "Hostias!", "Joder!", "Coño!", "Eh?", "Ah!". Estas dos ultimas exclamaciones venían de los bancos de los familiares. Cuatro padres, dos matrimonios, se convirtieron en sosias, los cuatro tenían los ojos desorbitados y la boca abierta. Los novios, se miraban, miraban al párroco e iban perdiendo el color de sus rostros. (Sosia: Persona que tiene parecido con otra hasta el punto de poder ser confundida con ella.)

Pero que dice usted buen hombre?

Lo que oye, amado hermano sacerdote – e hizo una pausa en medio del pasillo para persignarse ostensiblemente. Todas las miradas estaban pendientes de él. Con gran amaneramiento cruzó sus dedos por frente, pecho y hombros.

Pero explíquese!! – le urgió el sacerdote

Yo soy su padre!. – "Qué?", "Cómo?", "Hostias!", "Joder!", "Coño!" - Son hijos míos, de sus madres, pero yo soy el padre de ambos. A pesar de mis ruegos, ellas, las madres, - y señaló con ambos brazos a las dos primera filas de los bancos - no han querido parar la boda, pero yo no puedo consentir que sangre de mi sangre, se una en pecado y en grave peligro medico, que todo hay que mirarlo.

El escándalo fue mayúsculo, nadie se cohibió de expresar a viva voz su sorpresa repitiendo los mismos tacos y exclamaciones, mas algún añadido de los maridos ofendidos. "Hosssssssstias!", "Joooooder!", "Cooooooño!", "Eeeeeeeeh?", "Aaaaaaaaaah!". "Pero que dice este señor Mari Pili?", "Pero … pero … pero … Marisa!! Que es esto?". La novia ya había alcanzado en su rostro la misma blancura que el elegante vestido nupcial que portaba y se desmayó, y mientras caía, se agarró a lo primero que pudo: la casulla del sacerdote, rompiéndola y dejándole a la vista una camiseta sobre la que unos tirantes sujetaban un pantalón remangado hasta las rodillas. Antes de desmayarse del todo, se vio a la novia durante un instante abrir mucho los ojos mirando al semidesnudo cura, esa visión debió de ser definitiva para la lipotimia.(Casulla: Vestidura que se pone el sacerdote sobre las demás para celebrar la misa, consistente en una pieza alargada, con una abertura en el centro para pasar la cabeza.) (Lipotimia. Pérdida súbita y pasajera del sentido y del movimiento.)

A las sorpresas de lo anunciado y de la desnudez del párroco, siguió el caos. Un caos absoluto. Mientras, el extraño, inamovible en medio del pasillo a mitad de camino del altar, contemplaba cuanto iba sucediendo. A cada exabrupto oído de una de las familias, le correspondía con una mueca del rostro, si era de la familia de la derecha, giraba la cabeza a la izquierda expresando incomodo por las palabras oídas y cuando era la familia de la izquierda, movía la cabeza al revés.

También se oía de fondo una risa histérica, proveniente de los últimos bancos. Era una señora que no paraba de reír, y a ella, Emilio, el extraño, le dedicó una sonrisa y una reverencia con la cabeza. Ella al verle hacer el gesto, estalló en carcajadas con mas fuerza a pesar de los esfuerzos recriminatorios de un hombre que la acompañaba. "Luisa por Dios! Compórtate!", pero ella señalaba al cura con los pantalones arremangados, a las familias insultándose, y a Emilio en medio del pasillo, y repetía las carcajadas. Si uno atendía sobre el griterío reinante, podía oír que esa señora no era la única que veía el lado cómico de la situación, había mas invitados riendo, pero más comedidos que la simpática señora. (Histeria: Estado pasajero de excitación nerviosa producido a consecuencia de una situación anómala.)

El novio y el párroco, que se iba poniendo una nueva casulla traída por su acólito monaguillo, atendían a la desmayada novia. El griterío en el banco de familiares de la derecha era seguido por los invitados que estaban tras ellos, todos de pie, apoyados en los pasamanos, subidos en el reclinatorio, alzando la cabeza para tener mejor visión. Y lo mismo sucedía al otro lado de la Iglesia.

"Mari Pili! Mari Pili! Yo te mato!", "Andrés te juro que con ese señor en particular, no he estado en toda mi vida!", "Cómo que ‘en particular’?", "Mira que te lo dije, que era una pelandusca!", "Tú calla mama, no metas mas cizaña a la leña", "Se dice mas leña al fuego, Andrés, que siempre serás un ignorante. Y usted señora, si no estuviéramos en la Iglesia le diría cuatro palabritas que tengo ganas de decirla", "Pues dilas, anda, atrévete, que siempre me has tratado como a una extraña!", "Andrés no le consiento a tu madre …", "Mari Pili! Mari Pili! Yo te mato!! Te mato y me mato!!", se oía por la derecha, con gran goce de los invitados que había detrás, "Marisa como has podido?", "Pero Juanjo, que este tío esta loco!, que no le conozco de nada, con este no me he acostado nunca!", "Con ‘este’? Con otros si?", "Juanjo, no es momento de sacar trapos sucios!", "Puta!!", "Impotente!!", "Guarra!", "Marisa hija cálmate!", "Déjame mama, déjame que una ya esta muy harta de tan poco hombre", "Yo poco hombre?, Yo?", "Si tu, desgraciado!". En este lado los invitados se habían acercado y habían hecho un corrillo a los familiares, por su mayor energía en los gritos y el peligro que llegasen a las manos. Al poco les imitaron los invitados de la derecha con los otros familiares, pues las acusaciones también iban subiendo de tono.

El sacerdote, una vez recuperada su compostura en el vestir y la novia, sentada en un escalón, atendida por el novio, tomó la palabra:

Calma hermanos! Calma! Estamos en la Casa del Señor!, Calma! Vamos a aclarar esto. Calma!. Usted! Explíquese! – la perspectiva de que el extraño diese mas detalles escabrosos, hizo que los invitados callasen, imitándoles al poco los familiares, todos de pie, rodeando cada grupo a cada familia, expectantes al sujeto plantado en el pasillo, que con un gesto de inclinación de la cabeza dirigido al párroco, comenzó a acercarse al Altar. (Escabroso: Peligroso, que está al borde de lo inconveniente o de lo inmoral.)

Es fácil de explicar, caro diocesano, lances de juventud. Tanto Camila como Genara sucumbieron a mis encantos. Eramos jóvenes y la vida …

Quiénes son Camila y Genara? – le interrumpió el párroco

Pues las amantísimas madres de los nupcios

Las señoras madres de los esponsales son Doña María del Pilar y Doña María Luisa …

No es este el enlace de Gutiérrez y Solana? – y Emilio se quedó parado y mirando fijamente a los novios, al párroco y a las familias

No señor, esa boda fue el domingo pasado.

Hubo un instante de inmovilización total, nadie respiraba, hasta que la simpática señora, soltó tal carcajada que cayó al suelo patas arriba derribando un banco y llenando la iglesia de ruido. Algunos invitados la imitaron. Emilio aprovechó la nueva confusión provocada por el estrépito, dio media vuelta y salió corriendo.

Los familiares tardaron unos segundos en salir de su perplejidad, asimilando el significado de lo que acababa de suceder, hasta que sin mediar palabras entre ellos, salieron corriendo tras él, especialmente los padres y hermanos, desoyendo las voces del sacerdote

Hermanos!! Calma!! Todo es un lamentable error!! Calma!! Solo Dios puede impartir Justicia!! Hermanos!! – mientras decía esto un nuevo estrépito inundó la Iglesia, todos los invitados salían de estampida tras los familiares perseguidores – Hermanos! … Hermanos, ….. Hermanos? – y el párroco comprobó que estaba solo, con su acólito monaguillo, la novia, otra vez desmayada en el suelo a sus pies, la señora con el ataque de risa, pataleando y con toda la cara congestionada, a la que daba aire su acompañante y, todos los bancos esparcidos y algunos volcados – Dios mío!! Dios mío!! – y lanzó una bofetada al monaguillo que había soltado una largamente contenida carcajada

Como cualquier domingo la gente paseaba por la calle, y al ver la marabunta que perseguía a un individuo, todos elegantes, todos de traje, todas de vestido largo, iba abriendo pasillo a tan agitada comitiva, sobretodo por los gritos de Emilio que como punta de lanza atravesaba el paseo. (Marabunta: Conjunto de gente alborotada y tumultuosa.)

Paso! Paso! Por Dios! Hagan paso!

Emilio, se metió por la parte vieja de la ciudad, y tras doblar varias esquinas para dificultar la persecución, entró en un bar del barrio chino, un bar sucio, viejo, maloliente, y con un gesto de su mano en la bragueta, indicó al presumible dueño, única persona a la vista, su urgencia urinaria y entró violentamente en el servicio. Al dueño no le dio tiempo de advertirle, de pararle, y una vez que entró en el servicio, el dueño dijo en voz alta

Que le den por culo! Ya se apañarán. Ya te digo.

El asqueroso aseo no estaba vacío. Una mujer entrada en años y en carnes, grotescamente vestida de prostituta, le estaba haciendo una felación a un joven de mala pinta, a un navajero de la zona. (Felación: Estimulación bucal de los órganos genitales del varón para proporcionar goce sexual.)

Por un instante los tres se quedaron mirándose, pero mientras que Emilio tenia cara de sorpresa y espanto, los otros dos ponían cara de pocos amigos. El joven sacó una navaja de su pantalón a medio bajar.

Tienes prisa por que te la coman o por morir?

Es solo un momento, me sigue la pasma – reaccionó rápidamente Emilio

Date la vuelta – le ordenó el joven y obedeció. Estuvo cara a la puerta mientras la pareja seguía con su negocio sexual.

Un griterío proveniente del bar, hizo que el joven dejase a la puta y subiéndose los pantalones saliera a ver que ocurría. Emilio al apartarse para que el joven saliese, se quedó enfrente de la mujer, con su abultado pecho a punto de estallar, contra él.

Quieres que te saque el calostro? – Emilio con cara muy seria le dijo

Señorita! Que cosas dice usted, por Dios!

Puajj – un escupitajo al sucio inodoro fue la respuesta de la mujer

(Calostro: Primera leche que da la hembra después de parida.)

Afuera, el joven, ante la total pasividad del dueño, echó a los perseguidores indicándoles que allí no había entrado nadie, y que se fueran a gritar a otro sitio.

Una vez vacío el bar, llamó a gritos a Emilio

Tu!, Venga sal!

Uff, gracias, le he oído, ha sido usted muy amable, joven.

Así que te seguía la pasma, eh? Que pasa? Has dejado a una novia en el altar?

Pero que se ha creído! Jamas dejaría a una mujer en el altar, porque jamas lo pisaría

Tranquilito, tío, y afloja la pasta

Que pasta?

Crees que te he cubierto por tu cara bonita? Saca la pasta! Todo lo que tengas!

Pero … pero … esto es un atraco!

Premio, se nota que fuiste a la escuela, capullo. Has visto Tuerto como es bueno tener estudios?

Ya te digo. – contestó el sujeto tras la barra

Oiga! – se dirigía al Tuerto, que impasible jugando con un palillo en sus dientes miraba aburrido la escena – No va a hacer nada?

Espere – y apretando los dientes, soltó un sonoro pedo

Juas! – río la mujer que divertida contemplaba el atraco apoyada sobre un extremo de la sucia barra

(Pedo: Ventosidad que se expele del vientre por el ano.)

Emilio, presa de pánico y miedo, se dio la vuelta y echo a correr, pero el joven le agarró por el bajo de la chaqueta que se descosió en dos. Al ver la violencia del acto, Emilio se derrumbó e histérico comenzó a gritar

No me pegue!! No me pegue!! – los presentes le miraban perplejos. Empezó a gatear en dirección a la puerta y nadie se lo impidió. Una vez solos, el joven comentó

No sé que coños le pasa al personal, pero cada día están mas pirados

Ya te digo – dijo el Tuerto y escupió el palillo

Debe ser algo que le ponen en la comida. Ponme un orujo anda – y se dedicó a examinar la cartera de Emilio que hábilmente le había sustraído

Emilio, en cuanto se vio libre en la acera, se incorporó para salir corriendo, pero sin mirar, pendiente de la puerta del bar para cerciorarse que no le seguían y, nada mas levantarse se dio de bruces con una señal de trafico. No se sabe si fue el golpe o la tensión acumulada de la tarde, el caso es que no se levantó, quedo desvanecido sobre la acera, frente a la puerta del bar. Un grupo de curiosos le rodearon y alguien llamó a los servicios de urgencia. El joven navajero alertado por el dueño del bar, con igual destreza que usó para quitarle la cartera, se la volvió a poner, aligerada convenientemente del parné, en su destrozada chaqueta. (Parné: Del caló parné, dinero, moneda.)

Cuando Emilio recobró el conocimiento estaba dentro de una ambulancia camino del hospital. Debido a la edad y al fuerte golpe, tenia una marca que le cubría toda la cara de arriba abajo, quedó en observación esa noche.

Nosotros, sus amigos del barrio, no le extrañamos, sabíamos que tenia una boda ese día, y nos pareció lógico que no apareciese por la tasca donde nos reuníamos todos los domingos un grupo de amigos y en el hospital, al no declarar familiares cercanos, y no presentar un grave estado, no hicieron nada para dar aviso a nadie.

Le quitaron sus destrozadas y sucias ropas y le dieron el clásico pijama del hospital, incorporándolo a una habitación vacía con tres camas. Llevaba un vendaje que le cubría la zona central de la frente y la nariz.

A medianoche completaron la habitación con dos enfermos mas, los dos recién ingresados. Uno de los nuevos compañeros de habitación, tenia la cara totalmente vendada, el otro un brazo en cabestrillo, ambos venían en silla de ruedas conducidos por celadores que les ayudaron a colocarse en sus respectivas camas.

Al quedar solos, Emilio se hizo el camarada.

Que les ha pasado? Un accidente de coche?

No, una pelea familiar – contestó el del brazo escayolado

Pero hombre, la violencia nunca soluciona las cosas. Es necesaria la comunicación para ….

Oiga, nos conocemos? Me han roto las gafas y no le veo bien, pero su voz me suena

Tal vez nos conozcamos, soy un hombre de mundo que frecuenta muchos lugares y es posible que hayamos compartido experiencias en este valle de dolor que nos engulle y ….

No sé, tengo la cabeza como un bombo, ha sido un día horrible

Pero que les ha pasado?

Pues nada, esta tarde se casaba un primo mío, hijo de este señor, mi tío Juanjo, cuando ha llegado un cabrón …

Um hijonputan – murmuró el tío Juanjo, imposibilitado de hablar bien por el vendaje de toda la cara

Qué?

Dice que un hijoputa, es que el pobre no puede hablar con la cara así. Tenia usted que verle, le han dejado la cara guapa. Bueno, pues como le decía, estabamos en plena boda cuando ha llegado un cabronazo y en medio de la Iglesia ha dicho que los novios no se podían casar porque eran hermanos, que él era el padre y que las madres se habían acostado con él. Imagínese!. Pero ahí no acabó la cosa, no señor!. Después de montar el escándalo padre, el muy cabronazo dice que se ha equivocado de boda. Que le parece? – Emilio sentía una descomposición interna

Perdone, tengo que ir al aseo – dijo falseando el habla

No, no se preocupe, ríase, si es de risa, si, si en comisaria se han descojonado todos y, si hubiera visto luego la que se ha liado!

Lon maton

Dice que lo matará. Ya le vera mañana por la mañana cuando le quiten la venda como le ha dejado mi tía. Menuda fiera! Y mi abuela, no vea que patadas le daba al pobre en sus partes!

Emilio estaba acogotado, de momento estaba a salvo con los vendajes que tenían los tres, pero vendrían familiares, y corría peligro. Tenia que salir de allí, como fuera.

Disimulando ir al aseo, localizó una bolsa con sus cosas y la acercó a su cama. Esperaría a que durmieran los otros.

A los ronquidos del joven, el tío Juanjo correspondía con un "Lon maton!", "Hijonputan!", "Pusta!", y cada maldición del tío Juanjo, erizaba los pelos de Emilio.

Sobre las tres de la madrugada, en pleno silencio, Emilio se vistió con su destrozada ropa y salió al pasillo a medio iluminar. Caminaba en silencio, pausadamente, solo se oían sus huesos crujir por la forzada posición para caminar en absoluto silencio.

Se fue acercando a la sala de guardia, cuya luz iluminaba el pasillo, no tenia puerta, y tenia que pasar ante ella, le verían. Miro al otro extremo de pasillo y, se distinguía por la misma luz, al final del pasillo otra sala de guardia. Estaba bloqueado, pero entonces oyó una voz proveniente de la sala de guardia cercana, una voz que le llamaba en voz muy baja, muy suspirada, muy silenciosa.

Emilio, ay, Emilio, si, Emilio, si

Se acercó al máximo al umbral de la sala de guardia y muy lentamente asomó la cabeza lo justo para ver quien había y quien le llamaba.

Ay, ay, Emilio, ay

Sobre la mesa, un celador se ayuntaba con la enfermera de guardia, que, irónicamente, debía llamarse Emilio, el celador, no la enfermera. La posición de ambos, él de espaldas al pasillo y ella sobre la mesa, le permitía salvar el obstáculo. (Ayuntar: Realizar el coito.)

Llegó a la planta baja, tenia dos salidas, por urgencias era imposible, solo le quedaba salir por la recepción. Se compuso la chaqueta como mejor pudo, y con un cigarrillo en la mano, hizo un gesto explícito al portero, y salió a la calle. En cuanto pisó la libertad, se puso a correr hasta su casa.

Camino de su casa, sin darse cuenta, atajó por la calle del bar sucio donde le habían atracado, y al pasar a todo correr no vio al joven y al Tuerto que estaban cerrando el bar y, siguiendole con la vista comentaron.

Pero todavía le están siguiendo al tío este? Para mi que esta zumbado.

Ya te digo.

Una vez en casa, ya a salvo, como se encontraba muy fatigado se acostó, pero al cabo de media hora, un fuerte dolor en el pecho le alarmó y no tuvo mas remedio que llamar a urgencias, que acudieron prestos en previsión que fuese un infarto.

Le trasladaron al hospital, donde se dieron cuenta que ya figuraba ingresado, y tras un examen, le volvieron a colocar en su cama, en la habitación con el tío y el sobrino. Desde ese momento y hasta su alta definitiva, no abrió la boca, y cuando los familiares de los otros les visitaron, se limitó a comunicarse con gestos comedidos y precisos. Fue testigo mudo de las tramas que urdían los familiares para localizarle y partirle en dos, y apenas habló, debió de ser una de las pocas veces que se callaba tanto tiempo. (Urdir: fig. Maquinar y disponer cautelosamente una cosa contra alguno, o para la consecución de algún designio)

Tardamos tres días en enterarnos de su agitado día de bodas, y cuatro en dejar de reír. En realidad he tardado mucho en saber todo lo que paso, pero eso ya lo iremos viendo, la boda dio muchas más historias absurdas.