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Jopeo (3: Las esposas)

en Grandes Series

Capitulo 3: Las esposas.

(Esposas: Manillas de hierro con que se sujeta a los presos por las muñecas.)

En cierta ocasión acompañé a Emilio a comprarse un pantalón. Fuimos a unos grandes almacenes que él llamaba "El Cortijo", y estuvimos mirando varios hasta que se decidió por un modelo en concreto. Emilio es visceral, así que en ese mismo momento se los quedó puestos, exhortando al vendedor a que le quitase todas las etiquetas y tirase los que había traído. (Pantalón: Prenda de vestir, antes propia del hombre y ahora también usada por las mujeres, que se ciñe al cuerpo en la cintura y baja cubriendo cada pierna hasta los tobillos.)

Habíamos tenido alguna que otra "gracia" de Emilio, pero hasta el momento, todo era mas o menos normal, mas o menos soportable. Por ejemplo, lo primero que visitamos fue la sección de señoras. Él miraba las capas, no me dijo el motivo.

Nos íbamos ya. Estabamos bajando por unas escaleras mecánicas cuando me dijo "En ese probador había arenilla, tengo una piedra en el zapato", y se sentó en la escalera mecánica, se quitó un zapato, y golpeó con él el pasamanos, llamando la atención del resto de clientes que bajaban detrás de nosotros, de los que subían por la escalera contigua y de las cámaras de seguridad.

Mientras se sacudía el zapato, sentado en la escalera, me hablaba distraído de cualquier otra cosa, como lo más normal del mundo. Todos estabamos pendientes de él, pero él estaba disertando sobre Dios sabe qué.

Cuando llegó al final la escalera todos esperábamos que se levantase y se acabase él numero, pero no, Emilio no podía hacer las cosas normales, así que se quedo sentado en la escalera. Quería que la escalera lo dejase sobre el suelo. Yo ya me estaba poniendo en prevención.

Ya estaba a punto de ser arrastrado a la parte fija de la escalera, y entonces pegó un alarido, dio un salto y cayó sobre un puesto de libros de ocasión, tirando todos cuantos libros estaban en el puesto. Y todo esto sin dejar de gritar como un descosido.

Pensé en irme por otro sitio, alejarme, pero sabia que estaba destinado a vivir un "numero" de Emilio, así que me acerque y le dije, "Pero que coños haces?", la gente empezaba a arremolinarse y yo esperaba que en cualquier momento los de seguridad nos pusieran de patitas en la calle, como mal menor.

Él me grito, y no dejó de repetirlo, "Mi culo!, Mi culo!". Efectivamente en su culo se podía ver un roto del recién estrenado pantalón y una mancha creciente de sangre.

Sigo? Os explico que no hubo manera de hacerle callar? Que acabamos siendo conducidos por dos chaquetas rojas a las oficinas, él en volandas sin parar de gritar, creo recordar que incluso, el muy cabrón, llego a pedir un cura, tal era el numero que estabamos montando, y si, era cierto que la mancha de sangre era cada vez mas grande, realmente se había herido en el culo, pero la escandalera era como si le hubieran abierto en canal sin anestesia. Yo iba unos pasos detrás. Veía como se extendía la sangre por su nuevo y destrozado pantalón, incluso dejando surco en el suelo, porque llevaba los pies arrastrándolos por el suelo dejándose llevar por los de seguridad.

Nos metieron en una habitación que debía ser un centro medico a juzgar por el equipamiento, y le tumbaron sobre una camilla. Con los gritos apareció una mujer en bata, que fue informada por los hombres de seguridad e inmediatamente se dispuso a examinarle. Nos dejaron solos a los tres.

Pero que le pasa? Por que grita tanto?

Mi culo! Mi culo! Mi culo!

Pero como se le ocurre sentarse en las escaleras? – y empezó a cortarle el pantalón y calzoncillo para dejar al descubierto la herida – como un crío. – Note que había visto algo que le había llamado la atención: eran los calzoncillos, unos calzoncillos de dibujitos de rinocerontes haciendo el amor, en tono azul, muy bonitos si no fuera por los motivos dibujados.

Prócer galena, una minúscula porción de feldespato me incordiaba un pie y me senté a librarme del incordio

Qué? – ella se quedo parada al oír aquello, empece a temblar, ya empezaba

No se pierda en disquisiciones accesorias y labore con esmero en mi glúteo malherido

Esta loco? Siempre habla así? – dijo, mirándome a mí

No, es así, no le haga caso, le gusta montar el numero – contesté

Hombre!, eso esta bien, Cain! Espero que al menos la traición sirva para que esta simpática facultativa te dé un ósculo

Que gracioso! – la cagamos!, la doctora había dicho la palabra mágica. Si alguien le reía las gracias esto podría acabar peor de lo que me pudiera imaginar

Gracias al cielo hemos topado con alguien que en sus tiempos de ilustración universitaria y doctoral, no usó el Vademécum para escribir frasecitas de amor a un gañan lleno de granos y con gafas.

Es así siempre? – volvió a preguntarme

Si. – dije resignado

Que divertido, no?. Nada, esto no es nada, pero le tengo que poner una inyección de tétanos.

Oh Rueda de la Fortuna que me desciendes al fondo de los infiernos, espero que me recompenses de tan mala desdicha.

Has leído a Boecio? – le tuteo, yo acojonadito

No cabe duda que el popular aserto de que no hay mal que por bien no venga, se ha hecho carne en ti, querida facultativa. Por fin, por fin dioses! Por fin alguien inteligente con quien conspirar sobre Boecio. – y con ojos de alegría le tiro un beso a la doctora

Estas loco! Anda bájate los pantalones que te tengo que poner la inyección en el otro lado.

José, conoces mejor comienzo de una relación intelectual? Boecio, yo desnudo, ella a punto de penetrarme, y tu, fiel amigo, de testigo para los siglos.

Ja ja ja ja ja – ella río con ganas, tanto, que se le cayó la jeringuilla con la vacuna clavándose en mi pie, sí, en mi puto pie. Atravesó el zapato y noté un dolor inmenso al que correspondí con un grito con todas mis ganas.

(Prócer: Persona de la primera distinción o constituida en alta dignidad.) (Feldespato: Nombre común de diversas especies minerales, de color blanco, amarillento o rojizo, brillo resinoso o nacarado y gran dureza, que forman parte de rocas ígneas, como el granito. Químicamente son silicatos complejos de aluminio con sodio, potasio o calcio, y cantidades pequeñas de óxidos de magnesio y hierro. Entre los feldespatos más importantes están la ortosa, la albita y la labradorita.) (Vademécum: Libro de poco volumen y de fácil manejo para consulta inmediata de nociones o informaciones fundamentales.)

La verdad es que si en ese momento hubiese entrado alguien se hubiera quedado afectado de por vida: Ella partiéndose de risa señalándome, Emilio en pelotas partiéndose también pero con una mano en el culo, y yo dando saltos a la pata coja, cogiéndome un pie con una aguja clavada. Os entiendo, no lo creéis, lo sabia, pero así ocurrió.

Tras curarnos a ambos, lo mío al parecer fue que me pincho en un nervio, porque no tenía nada, apenas se veía la herida, y ya mas sosegada, se presentó y casi como sintiéndose culpable, nos trató de maravilla, por lo menos a mi, pero cuando intentó conseguir otro pantalón igual para Emilio, este se negó en redondo, decía que ese modelo estaba maldito por Boecio o por la Rueda de la Fortuna y ahora solo podría traer desgracias. Pero el muy maricón tampoco quería que ella trajese otro modelo, cualquier modelo, o lo elegía él o no lo quería, y claro ir en pelotas por El Corte Ingles para elegir otro pantalón, no era un plan aceptable. Así que nos dijo que solo aceptaría una …. manta! Si, una manta.

Begoña, así se llamaba la doctora, sin mucha convicción le trajo la manta, él le pidió un bisturí, y ambos nos quedamos mirándole con expectación. Hizo un corte en medio de la manta, metió la cabeza por el corte, y tras pedirle aguja e hilo, hilo de cirujano, se cosió los lados con puntadas largas. Cuándo finalizó con su "poncho" artesanal, Begoña y yo estuvimos un buen rato mirándole, boquiabiertos, asombrados, y él se movía cual modelo en pasarela, cojeando. Era increíble! Tras dos o tres paseos mostrándonos su "modelito", Begoña estalló en carcajadas y no era para menos. Se tiró por el suelo, pateaba al aire, daba puñetazos al suelo, y yo pensaba que le había dado un pasmo y tendría que llamar a alguien. La locura, pena de cámara. (Poncho: Prenda de abrigo, que consiste en una manta, cuadrada o rectangular, de lana de oveja, alpaca, vicuña, o de otro tejido, que tiene en el centro una abertura para pasar la cabeza, y cuelga de los hombros generalmente hasta más abajo de la cintura.)

Yo estaba acojonado por varios motivos: uno, por lo loco que está Emilio; dos, por el ataque y las risotadas de Begoña, vendrían miles de personas a ver que pasaba; tres, por mi postura, al ser, teóricamente, el mas cuerdo y tendria que dar explicaciones a cuantos viniesen; cuatro, por como coños saldríamos de allí, como salir con el Emilio con esa manta, no ya a la calle, sino al centro comercial, y además, él iba medio cojo, pero yo también, y cada uno de la pierna contraria, con lo cual salir los dos juntos, seria un caramelo para cualquier policía profesional y otra vez mil y una explicaciones.

Asombrosamente no vino nadie, y Begoña, con la cara llena de lagrimas, se fue normalizando, aunque cada vez que veía a Emilio con su poncho escupía en un espasmo. A partir de la segunda vez me aparté de frente a ella.

No sé si realmente se había vuelto loca, o si le dábamos pena, o si la labia de Emilio, que no había callado de decir chorradas, la había engatusado, o si tenía prisa por irse para que no la vieran con nosotros, pero el caso es que se ofreció en llevarnos en coche a casa, pues estaba a punto de cambiar de turno y venir la compañera de tarde.

La hice una observación sobre que no podríamos ir muy lejos, cojeando y con poncho, y ella optó por no quitarse la bata, dejar una nota a su compañera y con su bolso, se puso en medio de los dos, así pasábamos por un grupo de extraños enfermos acompañados por una enfermera. Eso si, le hicimos jurar a Emilio que no abriría la boca si nos cruzábamos con alguien.

Nos llevó por pasillos internos del edificio hasta un ascensor, hasta ese momento nadie. Pero el ascensor traía a gente, empleados del nuevo turno, y claro, ocurrió. La puerta se abrió y los empleados iban a salir, pero al vernos se quedaron inmovilizados, con los ojos abiertos, y la puerta del ascensor se cerró sin que llegaran a salir. Los tres nos descojonamos, lo siento, no pude resistirme, llevaba mucho tiempo de nervios, y ahora fui yo quien se tiró por el suelo. La puerta del ascensor se volvió a abrir, y los empleados salieron de uno en uno, esquivándonos, pegados a la pared. Como pudimos entramos nosotros y nos fuimos hacia casa de Emilio en el coche de Begoña, yo no paraba de llorar, recuerdo que me dolía el estomago de la risa.

Me iba calmando en el coche cuando me llegó un flás: la casa de Emilio!!! Que pasaría cuando viera Begoña la casa?? Y empecé a reírme anticipadamente.

Dice Emilio que ha estado en La Habana, yo no lo aseguraría, y que allí vio en un bar de moda una moda: escribir en las paredes, y esa moda la aplicó en su casa. Ventajas de ser soltero y vivir solo, nadie conviviría con él en esa casa.

Al abrir la puerta y dar la luz, Begoña se encontró con un "Dubidubidu (Frank Sinatra) 14/7/78 Ani" en la pared del recibidor, y se quedó parada leyendo, no ese grafiti, sino el resto que le acompañaban de menor tamaño, todos escritos a mano, todos por manos diferentes, estilos diferentes, en ángulos diferentes, en colores diferentes, todos fechados y firmados.

Te aconsejo que leas solo los grandes, al menos en una primera visita, hay cientos, tienes en todas las paredes, pasa, ven. – la dije, y me reí internamente pensando cuando viera el salón.

En el pasillo le llamó la atención el que decía "Esta pared pronto será editada. 21/5/86 Berta", y cuando dejamos a Emilio en su cama, no quitó la vista sobre el que estaba encima de la cama que decía "Conciencia: ese período desesperante entre dos siestas. 31/12/75 Emilio".

Estaba alucinada, podríamos ponernos Emilio y yo a hacer el amor, podríamos gritar "Fuego!" y ni nos miraría, solo leía y leía las paredes llenas de grafitis.

Emilio le contó lo de La Habana, y le pidió que dejase su frase con las mismas condiciones que exigía a todo el mundo: nada personal.

Efectivamente, no lo oyó, siguió leyendo: "Llo hapollo la educazion puvlicka", "Los infantes nunca se divierten tanto con la infancia como los adultos con el adulterio.", "Dios creó al hombre y descansó; después creo a la mujer y nadie ha podido descansar desde entonces.", "Cuando el amor es ciego la oscuridad ayuda.", "Si no hay sexo después de la muerte, ¿qué importa si hay vida después de la muerte?.", "Si Dios no hubiera creado la mujer. ¿a quien le echarían la culpa de todo?." … … …

Emilio, me hizo un gesto para que me fuera, pero yo no quería perderme la cara de ella cuando viera el salón, así que forcé la situación, invitándola a ponerse algo de beber y así me acompañase al salón que allí tenía un grafiti espectacular.

Cuando lo vio, no me defraudó.

Su cara y un "Ohhh" me compensaron. Empezó a tartamudear "Es..es…es..to que..que es?".

Sobre la pared principal del salón, alguien con gran detalle y realismo, había pintado un enorme pene con sus testículos y vello, sus venas, su glande, en posición horizontal, y firmado "Manolo 79". (Testículos: Cada una de las dos gónadas masculinas, generadoras de la secreción interna específica del sexo y de los espermatozoos.)

Alrededor del pene mil y un grafiti alegatorios, de los cuales uno especialmente me gustaba a mí "No hay que atribuir a malicia lo que es simplemente explicado por estupidez. (Richeliu)". La encontraba muy explicativa del conjunto de la casa, es el que pondría en el recibidor para avisar del conjunto.

(Alegar: Citar, traer uno a favor de su propósito, como prueba, disculpa o defensa, algún hecho, dicho, ejemplo, etc.)

"El falo de la vida", "908 238762, llámame! (El modelo)", "Tiene cojones la cosa!", "Si todas fueran así las mujeres aparcaríamos mejor", etc.…

Cuando Begoña volvió de su asombro y se podía medio hablar con ella, me despedí muy cortésmente y los deje solos. Realmente ella estaba allí por Emilio. Se me olvido decir que Emilio no esta mal dotado, aunque no me quejo de lo mío, y ella le había visto desnudo.

Aquí tengo que hablar de mí, pero solo un poco. Convivo con Marta, mi mujer para entendernos, aunque no estamos casados, y eso nos da mucha libertad a ambos, no tenemos secretos, ni ataduras, así que comiendo, le conté todo lo que había pasado en "El Cortijo".

Desde luego ese Emilio, es la leche, un día te traerá un problema, bueno no, más gordos que los que ya llevas imposible. Esa casa la tengo que ver yo

No te lo aconsejo, hace gracia al principio, pero luego cansa

Así que los has dejado solos?

Si, estaba claro que se querían quedar solos, se liaran

Pero de verdad, ha montado todo ese numero?

Ufff, tenías que haberle visto, tumbado sobre el puesto de libros, todos los libros por el suelo, la gente parada, un silencio total, y él gritando

Nada, en cuanto puedas, le dices que nos invite a comer en su casa, le conozco muy poco y si parece que esta algo loco, pero ya son muchas movidas las que me has contado. Quiero verlo, quiero ver esa casa, y quien sabe? A lo mejor monta algún numero estando yo.

Marta se divertía, reía con cada historia que me ha pasado con o sobre Emilio, y además yo no le contaba todos los detalles a la primera, los dejaba para ir contándoselos poco a poco, no por nada, solo para alargar sus risas.

Ese día, hicimos nuestras cosas, que no recuerdo y al final pues nos acostamos, debía de ser sábado o víspera de fiesta, recuerdo que al día siguiente no trabajaba.

No entraré a contar intimidades entre Marta y yo, el caso es que en pleno estado onírico, sonó el teléfono, eran las tres de la madrugada. (Onírico: Perteneciente o relativo a los sueños.)

Si, has acertado, era Emilio.

Me pedía que fuese a su casa con una caja de herramientas, que pidiera las llaves a la vecina de abajo, que entrase y que luego ya entendería. Por supuesto me negué, pero Marta que estaba oyendo, no perdió la oportunidad, y tomando ella el teléfono, acordó con él la cita. A mis quejas, Marta solo me dijo "Esto no me lo pierdo!!", y se puso a vestir.

Así que aquí nos tenéis a los dos caminando por la calle, vivíamos relativamente cerca, con una caja de herramientas a las tres de madrugada. Me empezaron a temblar las piernas.

La vecina ya había sido avisada telefónicamente por Emilio y nos dio las llaves fácilmente, pero lo difícil fue convencerla para que no subiera con nosotros tal y como nos había advertido Emilio. No hacia mas que mirar la caja de herramientas, y nos contó todo, sobre Emilio, sobre el tiempo, sobre ladrones, sobre todo. Una de las pocas cosas que me molestan de Marta es que se enrolla, y allí estuvimos, dándole a la húmeda y yo tirando de Marta que ahora disertaba sobre el barrio. Creo que dije "Vale, gracias, buenas noches" como unas diez veces. (Enrollar: Extenderse demasiado en una conversación.)

Ya en la puerta del piso de Emilio, pensaba en la reacción de Marta al darse con el primer grafitti, pero al abrir todo estaba en penumbra, solo una luz provenía del dormitorio, con lo cual Marta, no vio el onomatopéyico grafiti del recibidor. (Onomatopeya: El mismo vocablo que imita el sonido de la cosa nombrada con él.)

Sin encender las luces, fuimos hacia el dormitorio, una voz nos guiaba "Aquí José, aquí!", "Ven, corre!".

Al entrar en el dormitorio, iluminado, nos quedamos parados, y dejé caer la caja de herramientas, pero el estrépito ensordecedor no hizo que Marta dejase de mirar.

En la cama, Begoña y Emilio desnudos, ella con cara de enfado, con la mano derecha levantada y la izquierda tapándose sus pechos, él, con su sonrisa de siempre "Hola tu debes ser Marta!", con su brazo izquierdo levantado, y de muñeca a muñeca unas esposas a través de los barrotes de la cama. Estaban esposados.

José, ya ves, nos hemos puesto a jugar, y me olvide la llave en el despacho, mira a ver si la ves en la mesa. Espero que la encuentres, que esté allí, sino tendrás que romperlas. – Hice un movimiento con la cabeza de asombro, y me fui a buscar la llave de las esposas, pero podía oírles – Que tal Marta?

…

Ah, que olvido imperdonable, te presento a Begoña, mi salvadora. Supongo que ya te habrá contado José lo de mi mutilación ..

Mutilación? - era Begoña, en tono alto – Mutilación la que te voy a hacer yo, cabronazo ….

Begoña, cielo, la vida nos pone estas traviesas en el camino …

Cállate ya!! Gilipollas!! Me tienes mareada!!

Marta, que la ira temporal de Begoña no te impida ver sus grandes cualidades como persona y …

Que te calles!! Joder!! – Marta, seguía inmóvil, muda, mirándoles a los dos, mirando el grafiti sobre la cama, mirando el escenario, la manta rajada en el suelo, las prendas interiores de Begoña, sobre la televisión al otro extremo de la habitación.

Oye tío, allí no hay ninguna llave. Yo no la veo – volví

Intenta quitarnos esto, ya la buscaré yo, pero mira a ver si puedes cortar la cadena. Empiezo a tener calambres en el brazo – Begoña le miró con cara de ataque

Me cago en tu puta madre!!

Begoña por Dios, no seas soez!! – justo en ese momento me interpuse entre ambos, sino, seguro que Begoña le habría atizado, en su cara se veía la intención, la mía no era interceder, sino observar los eslabones de las esposas.

Con maña, conseguí abrir un eslabón y liberarlos. Begoña, rápidamente se puso su ropa interior, y Emilio, viéndola que echaba humo, fue a buscar la llave. Yo me había quedado tumbado en la cama, vestido, y Marta continuaba en la misma posición, inmóvil, con la boca abierta y mirándolo todo. Al sentirse observada por mi, empezó a reír, pero con una risa continua, contagiosa, una risa interminable. Emilio libró a Begoña de las esposas con la llave y las suyas propias, Marta se reía de los gestos de Emilio, de la cara de Begoña, de todo, y no paraba.

Llamaron a la puerta, era la vecina alertada por el ruido de las herramientas al caer, Emilio la recibió en pelotas. Era así. Cuando Marta le vio de espaldas con un esparadrapo en el culo, su ataque de risa se redobló, se descojonaba, Begoña, se sentó en la cama y empezó a reír también mientras meneaba la cabeza.

Sin querer, me contagiaron y los tres nos partíamos de risa.

Muchas gracias, no se preocupe, todo esta bien, mañana la compensare por las molestias … – intentaba despedir Emilio a la vecina

Si vieras la que me ha montado Marta! De donde habéis sacado a este tío? – intimaba Begoña con Marta

Uy esto no es nada, yo me he perdido muchas, pero a partir de ahora, no me pienso perder ni una. Ja Ja Ja Ja Ja

De verdad Conchita que todo esta bien, gracias por todo y no se preocupe mas, acuéstese que es muy tarde … – No conseguía despedir a la vecina Emilio – … No, no es una fiesta, son unos amigos que han venido y están contando chistes, ahora les diré que bajen la voz ...

Dila que pase!! – grito Begoña, provocando mas risas en Marta

Parece que habéis congeniado muy bien, no Begoña? – dije

Y quien no? Tiene algún enemigo? Es imposible con él

Me refiero a …

Ya, si, cuando esta callado es adorable, y dormido ronca, así que….

Ja ja ja ja – intervino Marta

Marta, cariño, cálmate, te dará algo. Preparo algo de beber?

Ha visto el salón? – señalando a Marta me preguntó Begoña

Nooooo, hasta que no se le pase, seria mortal, ja ja ja ja

Ja ja ja ja

Quiero verlo! Vamos! – y se levantó Marta tirando de mi

Espera que se vaya la vecina

... Si, Conchita, ya sé que el otro día el cartero se confundió de buzón y le puso en el suyo mis revistas "guarras", lo siento, como tenemos los mimos apellidos …

Ja ja ja ja ja, la madre que lo parió!

Ja ja ja ja ja

Nos hicimos muy amigos con Begoña, vino a nuestra casa, fuimos a la suya, y lo pasábamos bien los cuatro. Emilio y Begoña intimaron y se lo tomaron como nosotros, sin egoísmos y sin presiones, con libertad, así que estaban muy bien, cada uno a lo suyo, pero juntos. De todas formas ya iréis conociendo mas a ambas, hay muchas historias y ellas participan en algunas.

No contaré lo que pasó cuando Marta vio el falo en el salón, solo diré que un día, al volver del trabajo, me encontré en casa una nota de Marta: "Estoy en casa de Emilio, con Begoña, Je!", no pude resistirme y fui para allí. Había gato encerrado en la nota, Emilio estaba de viaje, algo tramaban ambas.

Me las encontré pintando una pared del salón, justo la que estaba enfrente del falo, justo la mas visible. Tenían una foto porno de un primer plano de una vagina, sacada de una revista porno de las muchas que tenía Emilio, pegada en un lado de la pared, mientras ellas se afanaban en dibujarla a escala gigante en la pared. Ese día fue cuando me compré la cámara y esperamos a Emilio a oscuras, yo con la cámara preparada. Le dieron de su medicina. No viene al caso, pero me haré publicidad: el dibujo de la vagina quedó muy bien gracias a mis directrices: dividimos las fotos en cuadrados, y fuimos dibujando cada cuadrado, así fue mas fácil imitar las proporciones. Eso me dio el honor de ser el primero en poner un gratifi ad hoc "El gran coñon de Colorado 27/10/99 José". Ya sé que no soy muy original, pero allí quedó para la eternidad.