Buenas noches. Yo venía a hablarles de una de las cosas que
más le gusta atesorar a los seres humanos y que, sin embargo, no da la
felicidad: las bolsas de plástico.
Yo creo que ya, eh, ya, podríamos dejar de fabricar bolsas de plástico. Hay
bolsas de plástico suficientes atesoradas en las casas como para ir tirando
hasta que se extinga la humanidad.
El problema es que son gratis: Un día bajas al súper y subes: atún, leche,
Maizena y dieciséis bolsas de plástico. Y claro, esas bolsas ya se quedan a
vivir en tu casa. No las tiras. Las guardas por la misma razón que el teléfono
de una ex novia, se supone que ya han cumplido su labor pero aún te pueden hacer
un apaño.
Y claro la población de bolsas ha ido creciendo tanto que han tenido que
organizarse en clases sociales.
Por ejemplo, la aristocracia de todas las bolsas son la bolsa del Corte
Inglés... fina, elegante, plástico del bueno... Es como magia, todo lo que metas
en esa bolsa se dignifica. Puedes entrar con un gato muerto en el hotel Palace
que si va en una bolsa del Corte Inglés nadie te dice nada.
Luego está la clase media, las bolsas de supermercado. Las pobres a lo máximo
que pueden aspirar es a suplente de bolsa de basura. Pero como son más pequeñas
se llenan antes y nunca queremos reconocer que la bolsa de basura ya está llena.
Vas echando basura hasta que de repente en lugar de echarla, la posas en
equilibrio. Y se va formando una pirámide y de repente, cuando ya no cabe más,
tienes que meter una botella de Coca-cola de dos litros. No pasa nada, haces la
técnica del banderillero: Sí, Con decisión, abres, clavas la botella, cierras la
puerta y sales corriendo Y según te alejas se oye "clonc". Aaah... pero tú ya no
estás ahí. Porque existe una norma, no está escrita pero todo el mundo la
conoce: "al que se le derrumba la pirámide cambia la bolsa."
¿Se han fijado como se cambia la bolsa? Las chicas a la velocidad del rayo ¡zas!
una lazada perfecta, dos orejas que ni el conejito Playboy. En cambio los chicos
somos todo un espectáculo.
Necesitamos meternos dentro de la bolsa. Sí, porque a los hombres no nos basta
con hacer solo un nudo. Hacemos uno, y si queda sitio otro, y otro. Que al final
parece un chorizo de nudos. Es curioso, las chicas un conejito y los chicos un
chorizo. No se me ocurre nada para hacer el chiste...
Después de las del corte inglés y las del súper están las bolsas de clase
humilde. Las verdes estas que no tienen marca. Que sirven para meter fruta,
calcetines y abuelas. ¿No se han fijado que siempre que empieza a llover las
abuelas sacan un bolsa verde y se la ponen en la cabeza?
Otras bolsas de clase humilde son las que nos dan en los aviones para vomitar.
Que tiene narices, ¿eh? Que para una bolsa que nos da asco tocar nos la den sin
asas. Es como si los guantes para tacto rectal, los hicieran sin dedos.
Pero sólo viviremos felices cuando exista un día en el que miraremos a una bolsa
de plástico a los ojos. En el día en el que no cuente su clase ni su condición
social. Pero sobre todo, seremos felices cuando en el DIA no haya que pagar
cinco pesetas por una bolsa.