Buenas noches, buenas noches.
Yo venía a hablarles de unos pequeños objetos a los que no se les trata con el
cariño que se merecen: las pilas. Que son como el papel higiénico, o como la
paciencia de las madres; solamente nos acordamos de ellas cuando se acaban. Tú
estás escuchando tu walkman lleno de felicidad y de repente la Niña Pastori se
convierte en la Niña del Exorcista: échame una mano prima, que viene mi novio a
verme.
Y se acaban las pilas. ¿Y qué hacemos entonces? ¿Bajamos a comprar más?. De eso
nada, es que no hay tiempo, las necesitas ahora. Es como cuando se te acaba el
papel higiénico; las necesitas en ese momento. No vas a bajar a la tienda con el
pantalón por los tobillos, ¿Oiga, por favor, tienen papel higiénico?. Sí, es al
fondo.
Nooo; recorremos toda la casa buscando cosas que funcionen con pilas; o sea,
estás tan desesperado que te encuentras a tu abuelo durmiendo y te preguntas:
¿Pasará algo si le quito las pilas del marcapasos? Total, ahora está durmiendo.
¡No va a marcar ningún paso! No, sigues buscando, y la primera pila que cae
siempre es la del despertador; que yo me pregunto: ¿Para qué le ponen pilas al
despertador, si le quitas la que tiene, le pones la gastada y sigue funcionando
perfectamente?
Bueno, pues tienes que encontrar otra cosa que siempre funcione con pilas...
Mmm, ¡ya está! El mando de la tele. Pues no, porque el mando de la tele nunca
tiene pilas, siempre están gastadas; lo que pasa es que no lo queremos
reconocer. Tu aprietas el botón y no cambia de canal; y dices, eso es que no he
apretado lo suficiente con el dedo. Clavas el dedo y no cambia y dices: eso va a
ser el ángulo O sea, te estiras, te retuerces, te vas acercando y al final
aprietas el botón de la tele con el mando. ¿Y cambias las pilas?.
¡No!, ¡para qué!, si funcionan perfectamente; lo que pasa es que hay que
encontrarle el ángulo.
Sigues buscando y consigues reclutar tres pilas. La del despertador, la de la
calculadora y la del reloj de la cocina. Que esa es fantástica, porque no sabías
ni que existía. Pero necesitas cuatro.
Pero tu no pierdes la esperanza. Si tres funcionan, una está gastada,... joé son
mayoría ¿no?. Malo será.... Pues no, porque cuando no se puede, no se puede, y
el walkman no funciona.
Y a esa pobre pila gastada le tiene que entrar un bajón... Yo imagino a las
otras tres; venga, va, que no pasa nada, tranquila, va, que no pasa nada,... Y
ella: es que no lo entiendo, os juro que es la primera vez que me pasa. Y lo
malo es que ahora las cuatro pilas están gastadas. Sí, porque para estas cosas
las pilas son muy suyas, son como las manzanas; aunque tengas tres que funcionen
como las pongas con una que está podrida,...
Y el problema es: ¿qué haces ahora con todas esas pilas gastadas?. Porque antes
no pasaba nada. Yo de pequeño las chupaba, las comía las mordía, las tiraba al
fuego y nunca me pasó nada; pero ahora como no las tratamos con cariño las pilas
han decidido hacerse venenosas.
Hoy día tirar una pila gastada a la basura es más peligroso que colar a Herodes
en Disneylandia. Incluso se han vuelto crueles. Tienen hasta su propio día de la
venganza de las pilas; el día de Reyes. Todos los niños del mundo abriendo los
regalos a la vez, y todos a la vez: papá ¡no tiene pilas!, ¿dónde están las
pilas?, ¿y las pilas?, ¿dónde están las pilas? Las pilas, ¿qué donde están las
pilas? En el despertador, en la calculadora, en el reloj de la cocina,... ...Y
en el marcapasos del abuelo.
¡Buenas noches!