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Segunda vez

en Amor filial

Hola de nuevo.

Como les decía en mi primer relato (Mi primera vez, de cómo me lo hizo mi tío), perdí la virginidad anal a la tierna e inocente edad de 7 añitos. Les comentaba también, que aunque me dolió muchísimo la penetración, no fue nada que me dejara traumatizado o que me dejara el culito asustado; tan es así, que mi tío Pedro sólo me dejó descansar dos noches (aunque esas dos noches estuvo ahí atrás de mí, abrazándome y diciéndome que me quería mucho y que no debía olvidar que ese era nuestro secreto).

Después de pasadas esas dos noches, empezó a hacer exactamente lo mismo que la primera vez, es decir, a frotarme su verga contra mis nalguitas, pero los dos con la ropa interior puesta; a los pocos minutos, me bajó mi calzoncito y sentí su barra dura y caliente pasearse por toda la superficie de mis nalguitas. Después de un rato sentía que las tenía mojadas de tanto líquido que le salía de la verga, aunque en ese momento yo no sabía que era un lubricante ni que le salía por lo caliente que estaba.

Yo ya sabía lo que seguía, por mi experiencia de la primera vez, así es que esperaba que me ensartara –creo que realmente ya lo esperaba, en el sentido de desearlo-, pero como mi tío Pablo -que dormía en la otra cama en el mismo cuarto- no estaba esa noche, mi tío Pedro se sintió con más tiempo y más ganas de alargar la sesión. Hasta ese momento, aún en ausencia del tío Pablo, siempre habíamos estado tapados con la sábana y la delgada cobija, pero fue entonces que empezó a recorrer ambas cosas, provocándome un escalofrío, ya que se sentía algo de fresco sin las cobijas y más luego de estar calientito abrazado por mi tío. Él me preguntaba que si me gustaba lo que me estaba haciendo, pero yo era incapaz de decir nada, simplemente me quedaba muy quieto, dejándolo hacerme lo que él quisiera.

Luego de dejarme las nalgas bastante humedecidas con aquella cosa que le salía por la verga, me tomó de mi mano y la llevó hasta su barra de carne. Era la primera vez que me hacía que se la tocara y al hacerlo, la sentí más grande que tres noches atrás, ya que la primera vez sólo la sentí en mis nalguitas y en mi culito, pero no se la toqué con las manos. Puso mi manita alrededor de su macana y sin soltármela, empezó a moverla de arriba abajo; ¡yo sentía que era inmensa!!! Cuando menos, era tres veces más larga que la palma de mi mano. De repente me empezó a dar miedo, ¡pensaba que esa cosota no podría entrar en mi culito y que me dolería muchísimo! Luego, me dijo que me iba a soltar la mano, pero que yo siguiera moviéndola como el lo estaba haciendo; mientras se la meneaba con mi manita, el me acariciaba todo el cuerpo, especialmente las nalgas. También acariciaba mi pititoy mis huevitos, aunque yo sentía más rico sus manos en mis nalgas. Un rato después, sus caricias se concentraron en mis nalgas y más aún en mi culito; lo acariciaba circularmente y me ponía algo resbaloso que se quitaba de la verga, cada vez más abundante y cada vez más metía su dedo en mi ano; luego, fueron dos dedos que metía con mucho cuidado al principio y que movía dentro de mí. Eso me gustaba, pero seguía sin emitir absolutamente ningún sonido. En ese momento, ya estábamos totalmente destapados, conmigo sobre mi lado derecho pero cada vez más boca abajo, con mi pierna izquierda doblada hacia mi pecho, dándole a mi tío Pedro total libertad sobre mi culo.

Como no estaba el tío Pablo, y después de estar metiendo y sacando sus dedos de mi ano y de estar yo meneándole la verga por un buen rato, me jaló hacia la orilla de la cama mientras el se paraba y me puso hincado, de espaldas a él. Se paró detrás mio y me abrazó, rozándome, frotándome con su verga y acariciando mi espalda con su pecho, que por cierto es muy velludo. Se agachó sobre mi y yo tuve que agacharme también; entonces, me empujó por la nuca y yo me quise acostar en la cama, pero él me lo impidió, dejando que mi pecho y cabeza se apoyaran en la cama, pero con mis nalgas al aire. En esa posición y seguramente por la relajada que le había dado a mi ano con sus dedos y su jugo, me puso la cabezota de su verga en la entrada de mi agujero y empujó… esta vez no hubo dolor, sino mucho placer. ¡Apenas tenía 7 años y era mi segunda penetración, una violación en realidad, y yo ya lo estaba disfrutando!!! Ese día supe que quería ser su putito por el tiempo que él quisiera. Era suyo.

Me clavó muy lentamente, pero sin detenerse ni un instante… con decisión, hasta que sus pelos me rozaban las nalgas; luego sacó su vergota de mi culito con la misma lentitud, aprovechando para ponerle más saliva y otra vez me la ensartó. Repitió la operación muchas más veces que la primera vez, clavándome muy lentamente, haciendo que mi ano se abriera a su antojo. Después de varios minutos así, puso más saliva en su fierro y empezó a acelerar el paso, dándome cada vez más fuerte. Me agarraba de las caderas y me jalaba hacia él, metiéndomela hasta los pelos… una y otra vez sus huevos chocaban contra mis nalguitas hasta que me dijo que se iba a "ir", que qué rico sentía y que si me estaba gustando. Yo aún no decía nada, y empecé a sentir como su leche caliente me llenaba por dentro. Apoyado en mis codos, con el pecho y la cabeza pegados al colchón, les juro que sentía cómo me iba inundando esa cosa caliente en mi culo. Lo sentía estremecerse y lo oía jadear a mis espaldas, me decía que qué cosa tan rica se había encontrado y que él me enseñaría a disfrutar de "nuestro secreto"… me acariciaba la espalda y las nalgas mientras me la metía hasta el fondo con mucha fuerza. Luego, me agarró por los hombros y me jaló hacia él, poniéndome hincado, todavía con su verga clavada en mi culo, volviendo a acariciar mi espalda con su pecho peludo y mi propio pecho y mi verguita con sus dos manos.

Poco a poco se fue calmando, hasta que su fierro resbaló fuera de mi cuevita. Sentí algo caliente corriendo por mis muslos y me asusté, pero él me dijo que no me preocupara, que era su leche que estaba escurriéndose por mi culito y que se veía muy bonito.

Esa vez no tuve que ir al baño. Mi tío Pedro me limpió muy bien y me dijo que como había sido un niño bueno, el siguiente sábado me compraría una mochila para mis útiles escolares. Por cierto que sí me la compró, al igual que muchas otras cosas en el transcurso de los cuatro años que seguimos con el "secreto", el cual compartimos después con mi tío Pablo y de cuyas páginas les escribiré, si siguen interesados y me lo hacen saber.

Espero que les haya gustado.

Sugerencias y/o comentarios, estoy a sus órdenes.