SIGUEN MIS TÍOS DOBLE FUNCIÓN
Como recordarán (ver mis historias buscándome en la lista de autores como Ramiro Cacho), solía dormir en la cama de mi tío Pedro; sin embargo, un poco por pensar que él estaría sin ganas por la cogida que por la tarde le había dado a Chava y otro poco por un oculto deseo de venganza, decidí esa noche esperar a mi tío Pablo en su cama. Antes, había ido al baño y había forzado (como todas las noches), mi evacuación, ya que había notado que si lo hacía de esa manera, no me dolía el estomago después de ser cogido, ni tenía tantas ganas de ir al baño, con lo que me quedaba el culito lleno de la tibia leche que tanto me gustaba sentir dentro de mí.
Como si lo hubiera presentido, Pablo llegó a casa más temprano que Pedro y, al verme en su cama, me preguntó que qué pasaba, bromeando me preguntó que si me picaban los resortes de la otra cama o qué sucedía. Le dije que nada, que me había equivocado de cama nada más, de tanto sueño que tenía, a lo que me dijo que qué bueno que me había equivocado porque su novia lo había dejado muy caliente por la agasajada que se habían dado y que tenía ganas de coger. Sin más preámbulos, me dijo que me quitara los calzones y que me acomodara; obedecí, colocándome en cuatro patas, a la orilla de la cama, con el pecho en la cama y las nalgas al aire.
He comentado también que la cabeza de la verga de Pablo es más gruesa que la de mi tío Pedro y que Pablo siempre fue más brusco que Pedro, así que Pablo ensalivó mi culito con sus dedos, se ensalivó su verga y me ensartó un dedo sin ninguna delicadeza. Lo empezó a mover en cruz y luego en círculos (o al menos eso sentía yo) y luego de otro salivazo, metió un segundo dedo que por cierto son bastante gruesos, y sin más apoyó la cabeza de su tolete en mi entrada, empujando lenta pero firmemente, hasta que sentí que sus pelos acariciaban mis nalgas. Con la misma lentitud sacó todo el cañón de carne de mi ano y lo volvió a meter realmente es delicioso cuando sientes una barra de carne caliente resbalar milímetro a milímetro por tu trasero una y otra vez, y luego otra vez y otra, sintiendo como esa vergota empieza a tomar velocidad hasta que casi te quema el hoyo, con un calor delicioso que no quieres que termine aunque a la vez lo ansías, porque sabes que cuando termine, sentirás el culo rebosante de tibia y lubricante leche.
Pero Pablo no tenía todavía intenciones de darme su venida, ya que bombeaba y bombeaba, deteniéndose ocasionalmente para ensalivarse el pito y volver a empezar lento, muy lento, adentro y afuera seis o siete veces y luego una tanda de arremetidas muy fuertes, tomándome por la cintura y empujando al mismo tiempo, haciendo que sus huevos y su pelvis chocaran con mis nalgas, sonando en cada choque, provocando escalofríos en mi espalda y un enorme placer al tener aquella gorda verga clavada hasta lo más profundo de mi recto, cogiéndome con mucha fuerza, bufando y haciendo que yo gimiera.
De pronto, sentí cómo su hermoso palo abandonaba mi culo a la vez que me decía que me sentara en su camote mientras se acostaba boca arriba en la cama. Puse un píe a cada lado de sus caderas, me incliné un poco, bajando hasta sentir la cabeza de su verga y me fui sentando, clavándome yo sólo su resbalosa estaca, hasta quedar completamente sentado contra su pelvis. Esta posición le encantaba a Pedro y supongo que algunas noches Pablo nos vio y se le antojó, por lo que ahora me pedía que lo hiciera así con él. Con Pedro, me sentaba hasta tragarme todo su tubo y luego él me empujaba levemente hacia arriba, indicándome que me elevara y luego me dejaba caer, ensartándome de nuevo; Pablo en cambio, cuando sintió mis nalguitas en su pubis, todavía empujó un poco más, tratando de llegar más allá de lo posible, para luego tomarme de las caderas y moverme en círculos sobre su verga mmmmhhhh realmente delicioso!!!! No le era tan difícil, considerando que yo tenía por ese entonces unos 11 años y era bastante delgado y él tenía unos 21 y era (sigue siendo, en realidad), bastante fornido.
Yo estaba totalmente sentado en él, ensartado hasta la garganta, con mis rodillas apuntando hacia él y mis pies apoyados en la cama; estando así, Pablo me tomó por la parte de atrás de mis rodillas, moviéndome atrás y adelante. Con este movimiento, yo sentía que mi culito se abría más y, la verdad, esa sensación me encantaba, de hecho, me sigue encantando, aunque en ese momento sentía que se me estiraba mucho; agradecía para mis adentros el haber sido tan previsor como para tener el recto y buena parte del intestino vacíos, ya que había momentos en los que sentía que mi culo se abría demasiado, lo cuál es muy posible después de más de cuatro años de recibir verga y, de haber estado lleno, seguramente habría tenido muy sucias consecuencias.
Siguió así un buen rato, moviéndome por tandas de atrás hacia adelante y luego en círculos, hasta que me sostuvo prácticamente en el aire y empezó a bombearme con mucha fuerza, esta vez sosteniéndome con sus manos mientras el movía sus caderas, bufando y cerrando los ojos, apretándolos mucho. Empujó una vez más hasta el fondo y luego me jaló junto con él, mientras me hacía sentir los espasmos de su lindísima verga mientras me llenaba de leche el recto.
Debo mencionar que la experiencia me había enseñado que todas las noches debía de ir al baño antes de acostarme, por lo que pudiera ofrecerse ¡¡¡y se ofrecía casi a diario!!! También debo comentar que después de más de cuatro años de recibir las cogidas y las venidas de mis dos tíos, mi ano estaba bastante flexible y yo lo relajaba con mucha facilidad, aflojándolo y apretándolo a voluntad, habilidad que hasta la fecha no he perdido. Más tarde aprendí a tener el recto limpio, lavándolo con duchas vaginales primero y con otros artefactos con los que experimenté por años, pero ese es motivo de otra historia.
Volviendo a la noche de la doble función, todavía entre los temblores de su venida, Pablo me dijo que me girara sin sacarme su verga del culo, lo que hice con alguna dificultad, quedando de espaldas a él. Luego, me empujó un poco hacia adelante, quedando mi cabeza entre sus rodillas, más o menos, y luego sentí uno de sus gruesos dedos tratando de entrar en mi hoyito; me dijo que "aflojara el culo", cosa que hice y que provocó que su dedo entrara en mi recto, supongo que por la combinación de lo lubricado que tenía el ano, que su verga se había aflojado un poquito y que por esos tiempos ya tenía yo una buena experiencia manejando mi esfínter. El caso es que logró meter su dedote a la vez que todavía me tenía clavado con su macana, moviéndolo unas cuantas veces adentro y afuera, creo que jalando un poquito, estirando, como tratando de saber hasta dónde podría estirarse mi ano, provocando con ello que algo de la lechita con la que me había llenado, escurriera fuera de mi hoyito.
Su verga finalmente perdió grosor, abandonando la tibieza de mi cuevita y arrastrando con ella un poco más de la rica leche que recién me había bañado por dentro.
El final de este episodio, en mi próximo relato. Comentarios a ramiro_gutierrez71@hotmail.com
Ramiro