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Sin reparos

en Confesiones

Ha pasado más de un mes desde que mis amigas y yo fuimos al cine e hicimos la coña de entrar en el lavabo de los chicos para encontrar a alguno, y vaya que si lo encontramos, todavía recuerdo aquel momento.

Por mi carácter y mi forma de ser, siempre he sido la más lanzada del grupo así que decidí entrar yo primera, nunca se me olvidará, pense que seguramente me encontraría a un viejete, pero no fue así, me encontré con un peazo de tío impresionante, con unos ojos negros, preciosos, por no decir que lo siguiente que vi, me dejo hipnotizada, menuda tranca que me gastaba el colega, por unos segundo que se me hicieron eternos no atine a decir nada, hasta que sin más reaccione y salí, mis amigas me miraban con unos ojos como platos y no paraban de preguntarme que, que tal, les conté lo sucedido y todas quisieron verlo por sus propios ojos, así que sin más entraron. Yo me quede fuera reponiéndome de las imágenes que se sucedían una y otra vez en mi mente.

Realmente me había encantado vérsela, pero lo mejor estaba por llegar, unos segundos después salió Bea, diciéndome que entrara rápido que aquel chico se estaba corriendo, alucine por un tubo, no me lo podía creer, pero era verdad, todas nos quedamos allí atónitas mirando como su semen casi nos baña los zapatos, no pude evitar excitarme, era la primera vez que veía a un tío hacer una paja delante de mí, me sorprendía su morro y su poca vergüenza.

Salimos rápidamente mientras un hombre mayor nos regañaba por la travesura.

Durante la peli no puede hacer otra cosa que recordar y recordar la situación, y por lo que observe a mí alrededor no fui la única, había sido toda una experiencia, y para colmo muy grata, creo que fue la mejor peli de mi vida.

Al salir, lo buscamos y allí estaba con sus amigos, como si no hubiera pasado nada, como si lo pasado momentos antes hubiera sido lo más normal del mundo, sin vergüenza, sin tabúes y me fui de allí deseando volver a encontrármelo.

Y así ha sido, un mes y pico más tarde, es decir, ayer sin ir más lejos, volví a ir al mismo cine, pero estaba vez con mi hermana mayor y su marido.

Nada más entrar mire hacía donde se sentaron la última vez pero para mi decepción no estaban allí, así que le dije a mi hermana que iba a comprar palomitas y al lavabo, mi cuñado me acompaño, así que por un momento se me jodio el plan de entrar en el baño de los chicos.

Salimos y cada uno fue hacía su correspondiente aseo, yo salí antes que él, realmente no tenía ganas de mear, así que lo espere en el puesto de palomitas, mientras hacía cola, mire hacía los lavabos con añoranza, pero la voz de mi cuñado me saco de mi recuerdo, compramos las palomitas y al girarme para ir a mi sitio, me encontré con aquellos ojos, me puse roja como un tomate, no sabía si mantener la mirada o bajarla, me pillo en un momento desprevenido, así que con el temblor que llevaba me aleje hacía mi sitio.

Nada más sentarme mi cara cambio por completo, una enorme sonrisa de oreja a oreja alumbraba mi cara, mi hermana me pregunto que pasaba y le conteste que nada, una tontería.

Lo vi entrar, iba con unos amigos, se sentaron en la misma fila que nosotros, pero empezando por la otra esquina, ambos quedábamos en el interior de esta y nadie en medio que pudiera romper la visión de cada uno.

Cuando se apagaron las luces lo mire detenidamente, sus labios, sus manos, sus gestos, su postura al sentarse.

Como me hubiera gustado leerle el pensamiento en aquel momento, aunque parece ser que fue él quien me lo leyó a mí.

Otro cruces de miradas, pero esta vez sin desviarle la mirada, me sentí intimidada, pero no quería retirarla, por un momento me dio rabia su seguridad.

Se levanto me miro y lo capte, iba al lavabo, y yo iría tras él, espere un rato para que no se notará tanto, y me excuse de mi hermana diciéndole que creía que me había bajado la regla.

Esta eufórica y muy nerviosa, pero me encantaba la idea de poder vérsela otra vez, entre dudosa al baño, pero para mi sorpresa, estaba vacío, él no estaba allí, mire en cada una de las puertas que había, pero nada, me disponía salir, cuando vi entrar a mi cuñado, así que me encerré en uno de los lavabos.

Me estaba maldiciendo a mi misma cuando por fin oí como salía, abrí la puerta e iba a salir cuando tope de frente con mi exhibicionista.

Sin saber como reaccionar le dije:

Perdona, me he equivocado.

Se interpuso entre la puerta evitando que yo pudiera salir y me contesto:

Por lo que veo te equivocas muy a menudo, no será que buscas otra cosa?

Y diciendo eso se quito uno de los botones del pantalón.

Me retire de él con miedo, no sabía que pretendía y ahora si que estaba metida en una buena. Él fue avanzando hacía mi hasta tenerme arrinconada en uno de los lavabos y cerró la puerta.

Me cogió de la mano y temblando con la tenía hizo que le desabrochara los pantalones, saco su verga ante mis ojos y me quede casi sin respiración, no sabía que hacer, como reaccionar, por un lado lo deseaba, pero por el otro me estaba dando miedo su forma de actuar.

Sentí de nuevo el tacto de su mano en mi mano y el calor de esta, mientras lo miraba a los ojos, y me acercaba está hacía su sexo, cuando sentí su dureza, un escalofrío recorrió mi cuerpo, mi excitación se hizo evidente en mi respiración, a la vez que él me guiaba los gestos para acariciar de mejor forma su verga.

Estaba haciéndole una paja, hizo que me sentara y delante de mí y con mi ayuda se pajeo. El calor de su verga, su textura, su olor, me estaban descolocando, mis ojos no paraban de mirar aquel glande amoratado, con unas enormes ganas de lamerlo.

Él mantenía los ojos abiertos, mirándome, aunque algunas veces tiraba su cabeza hacía atrás y los cerraba acompañándolos con un gemido, para volver a mirarme, sin dejar de mover su mano en mi mano y mi mano en su polla.

No pude evitarlo y con la otra acaricie sus huevos, estaban duros, calientes, suaves, le mire como buscando su aprobación por mi descaro y una leve sonrisa apareció en su rostro.

Me moría de ganas por masturbarme con él, pero me daba cosa hacerlo, así que abandone aquella idea y seguí acariciando su falo, en una de las veces que cerro los ojos, aproveche para lamer su glande con la punta de mi lengua, su sabor era exquisito, su líquido preseminal era el mejor néctar que había probado.

Lamí un par de veces más y retire mis labios de su verga, para mirarlo, estaba extasiado, su cara mostraba completamente su excitación y placer, y su mirada se hizo más profunda y penetrante que antes.

Retiro su mano de mi mano y yo sola seguí los movimientos que me había enseñado, mientras que su mano pasaba por detrás de mi nuca y su voz susurraba que se la volviera a lamer.

Y así lo hice, acerque mis labios a su polla, y con un suave roce de la punta de mi lengua lamí aquel precioso glande, para más tarde introducírmelo en la boca, chupándolo y succionándolo hacía mi paladar, hasta sentir las primeras gotas de semen en mi lengua.

Retire mi rostro, todavía no estaba preparada para beber de él, y deje que los chorros salpicaran parte de mi falda blanca a cuadros escoceses y mis botas negras.

Su cuerpo se apoyo en una de las paredes y pude abrir la puerta, así que salí del lavabo, pero antes de ello, le di un beso a aquellos carnosos labios, como a modo de despedida y gracias, por la experiencia.

Me lave las manos y volví a mi sitio, mientras mi hermana me preguntaba que porque había tardado tanto y si me encontraba bien.

Le conteste que no era nada, y mirando hacía la otra dirección, vi como se sentaba mi exhibicionista y me guiñaban un ojo a modo de complicidad.

 

 

Dedicado a ti: un exhibicionista de cinturón negro en el mejor de los artes.