Junto a Georgina, mi ayudante del despacho, y hasta altas horas de la tarde, preparaba el informe que acusaría a ese fulano, un dominicano de 28 años, como autor del delito de abusos sexuales hacia su hijastra, Adelina, de tan solo 9 años de edad, a denuncia de la hermana mayor de esta. Es cierto, que la experiencia me dotaba cada vez de la ventaja de separar mis sensaciones profesionales de las personales, gran ayuda para ejercer con mayor eficacia mi trabajo, pero no hasta el punto que lo habían conseguido otros/as colegas, pese a todos los años que llevaba ya en esto.
Me llamo K., puertorriqueña de 32 años, abogada y responsable del area jurídica del Centro Asistencial al Menor, de uno de los dos centros existentes en el distrito, pertenecientes al Departamento Municipal de Asuntos Sociales del Bronx, N.Y. Casi 300.000 familias humildes en nuestra jurisdicción, la mayoría emigrantes que buscan en USA, una vida mejor. Un barrio, afectado por la marginalidad, la droga, la pobreza e indigencia, el delito, En nuestra Área Jurídica, trabajamos en equipo 6 personas, que con una dedicación extrema, intentamos tramitar todos los expedientes que nos llegan, aunque por más que nos empleemos no damos a basto. Los casos son largos y los trámites laboriosos donde intervienen equipos de psicólogos, médicos forenses, psiquiatras y otros, la policía y el juzgado, el Departamento de Inmigración, de Asuntos Sociales y otros, etc. Aún así en los últimos años, en ninguno ha bajado de 100 expedientes tramitados en mi área. Como comprenderán, el interés está sobretodo en atender y llevar a juicio con la mayor celeridad posible, cada denuncia.
En estas condiciones, lo que más duele es la insensibilidad del sistema, a la hora de mantener un departamento asistencial y gratuito para esas familias sin recursos, sí, pero un sistema que sacrifica la calidad de la asistencia, en aras de la cantidad de tramitaciones, mientras al electorado se le vende justo lo contrario, la exigencia que se hace al departamento de conferir a las víctimas la mejor asistencia jurídica y el trato más comprensivo y humano hacia ellas. Es por ello, por lo que destinan empleados latinos o negros a ocupar estos puestos. Entendemos mejor los problemas de nuestros asistidos. Nos volcamos más. Trabajamos más para aliviar o erradicar, en mi caso, la necesidad o el delito de nuestra propia gente. Pero esto es imposible, cada vez hay más. Llevo 7 años trabajando aquí, como responsable solo uno, y parece que estamos más desbordados que nunca. Cada dolor ajeno, cada menor violentado o víctima de la marginalidad, es una espina en mi corazón que me impide comer o dormir bien.
Quizás sea demasiado blanda para este trabajo. Yo también soy madre, divorciada, de una adorable niñita de 5 años, a la que no veo casi excepto a la noche para acostarla y los fines de semana. Cada tarde, al regresar a casa, mientras conduzco rememoro los detalles de uno o algunos casos. Me enfado, toco el claxon a otros conductores, los insulto, y llego a casa tan avinagrada que apenas como, si no es después de un tiempo de relajación. En esos momentos, solo deseo hacer pagar al culpable con lo máximo que permita la Ley. Repaso mentalmente el juicio, las acusaciones que hará el fiscal, la posible defensa que le hará su defensor, el testimonio de los testigos, de la víctima, del acusado, mi informe .
Esa es mi función: elaborar un informe técnico en base a las pruebas, y resultados periciales, recogidos durante la investigación que servirá de soporte de la acusación, sin entrar en los aspectos criminalisticos del caso, aquellos que concurren en el acusado, sino desde el punto de vista de la víctima, del menor. El informe en el caso de Adelina, lo habíamos concluido en la oficina esa misma tarde, y al día siguiente sería la vista ante el Juez. Como todos, era espeluznante.
Inmigrante dominicana que llega a USA con 19 años, para prostituirse. Su vida es un cúmulo de desgracias y degradación, en la que pronto se hace adicta a diversas sustancias estupefacientes. Da a luz cinco veces de cuatro hombres distintos. Del último, padre también de su otra hija, Isabel de solo año y medio de edad, está a punto de parir de nuevo otra niña, cuando un estado enfermizo por la adicción al crack, la lleva al hospital, donde nacerá Adelina a los 8 meses de gestación. La niña es tratada en el hospital los primeros meses hasta que se le da de alta, pero a la madre no. El Dep. de Asuntos Sociales promueve el internamiento en un hospital para su tratamiento psiquiatrico y desintoxicación, en el que permanecerá 4 años largos. Mientras, su marido y sus dos hijas mayores que contaban entonces con 8 y 10 años respectivamente cuidarán de la familia y de la pequeña en su ausencia. Asuntos Sociales prefirió ante la insistencia del padre, un salvadoreño obrero de la construcción, dar una oportunidad a la familia, antes de disgregarla en orfanatos estatales. La madre, regresó, pero la convivencia con ella fue insoportable para ese hombre y un buen día, dos años después, se largó sin decir adiós. La mujer, esterilizada tras este quinto parto por fin, intentó dedicarse a la prostitución de nuevo, pero sin mucho éxito. La hija mayor, de 16 años, tuvo que ponerse a trabajar para alimentar a su familia. Vivían muy míseramente, y esta se abandonó a los caprichos de un dominicano diez años mayor que ella, que pese a ser un depravado, era taxista, y podría ayudar un poco a su familia, y sacarla a ella de ese agujero. El taxista, pronto se fue a vivir con la familia, y cayó seducido por las artes de prostituta de la madre. En la casa sustituyó el papel de yerno y novio de la hija mayor, por el de amante de la mujer, y padrastro de todos. Dos años después, al poco de cumplir los 18 años, la hija denunció al "padrastro" por violencia física sobre los tres hermanos menores, y por abusos sexuales sobre su hermana pequeña, su linda hermanita de 9 años, con connivencia de la madre.
Al principio, pudiera parecer que la joven, quisiera vengarse de su madre y de ese hombre. Pero no. Era cierto. La madre había quedado con sus facultades mentales mermadas, consecuencia de su continuada drogodependencia, y con una falta de valores y vacio interior total. Al conocer con 36 años a Hector, su yerno, se había aferrado a él, como la única tabla de salvación para su supervivencia. Quizás la última, y no le importó hacerlo de la manera que ella creía mas férrea. Como amante, y no como suegra. Parecían haber hecho un pacto. Él aportaría algún dinero, y aguantaría a la loca de la mujer, a cambio de ser éste el rey indiscutido de la casa. Él elevó el miedo que ya tenian los niños a la madre, hasta que la hija mayor, se enfrentó a él, e intentaba con esfuerzos liberar de su yugo a la que le seguía, dos años menor que ella. Las hermanas mayores con más o menos éxito en su afán, no pudieron impedir sin embargo, que Hector y la retrasada de la madre hicieran continuar en el infierno a los tres hermanos menores, el chico de 13, y las dos chicas del salvadoreño de 10 y 9. Excepto tal vez al chico, la madre no les tenía ningún cariño a las hijas del bastardo que la abandonó, las menores, siendo Adelina, arrancada desde su nacimiento de sus brazos, aquella a la que culpaba de su internamiento en el hospital, y de su esterilización que le impedia darle un hijo a Héctor.
El expediente contaba con las fotos forenses donde se mostraban las marcas de los malos tratos, y la vagina de la cria dilatada y enrojecida, sin himen. También varias declaraciones de la propia Adelina. En ellas, hacia referencia en su escaso lenguaje, a la lechecita blanca que salía del pipi de su padrastro, que le caía en su mano, vientre o piernas. O las veces.. que la había tumbado en la cama para meterle los dedos ahí, y que ella aguantaba el dolor como podía para no llorar, y no recibir golpes. O cuando la acostaba con él, y este la besaba en la boca, en los pezones, pero sobretodo en su cosita. Declaró como una vez, fue a quejarse a su mamá del daño que le había hecho Hector ahí abajo y ella le pegó, le dijo que no contara nada, y solo se limitó a bañarla y echarle vaselina en la entrada de su vagina para aliviarsela.
Se tomo declaraciones a todos los hermanos. La hermanita de 10 años, sufría también de abusos de Hector de corte similar, aunque parece que era menos maltratada. El hermanito no aportó nada claro. Y quién sí declaró fueron las dos chicas mayores, aunque la menor de estas, con menos saña o más miedo. Esta dijo que Hector la habia sobado muchas veces aunque ella se resistía. También que no podían contarle nada a la madre, porque esta las trataba de putas. Una vez su madre le dijo, que si con sus puterías osaba quitarle al "marido" la mataría. La que sí contó todo lo que sabía fue la chica mayor.
Héctor no la desvirgó, pues fue desvirgada por el anterior marido de su madre, el salvadoreño, más o menos al año y medio de que su mamá ingresara en el hospital. Tenía 12 años recién cumplidos, y el padrastro hizo vida marital con ella, el resto de tiempo que su madre estaba en el hospital. No obstante la chica manifestó que se comportaba bien con ella, que incluso esa primera vez no la forzó violentamente y reconoció con pudor, que la mayoria de los encuentros sexuales con él, fueron consentidos. Incluso cuando su madre llegó, continuaron teniendo sexo. A los pocos meses de llegar su madre, la chica quedó embarazada de él, lo que degradó la convivencia. Por suerte, una pelea con su madre, le provocó el aborto. Ya no tuvo más relaciones con hombres hasta dos años después, cuando conocería al taxista. Éste de carácter gentil en un principio, fue sucesivamente mostrandole la depravación de su lado íntimo. Aún así, lo metió en su casa para que ayudara a su familia.
No sabía a ciencia cierta, cuanto tiempo mantuvo relaciones con ella y con la madre a la vez. Solo que cuando las tenía en su dormitorio, la madre entraba sin pudor en él, y que en cierta ocasión, cuando se quejó de la poca intimidad, al entrar la madre en pleno acto, él le dijo que no importaba. Que la casa era demasiado pequeña para hacerle el amor solo cuando estuvieran seguros de que no iba a verlos nadie. En poco tiempo, a Hector dejó de importarle, insinuarse, tocarla o incluso forzarla delante de otros miembros de su casa. Ella consintió no sin disgusto. Hector y su madre bromeaban de manos delante de todos también, pero incluso eso, fue tolerado por ella. Lo que le pareció fortisimo, fue un dia que soprendió en la cama de su madre a Hector. Ambos totalmente desnudos, la miraron y rieron. Le dijo "asqueroso" y salio llorando del cuarto. Él, al rato salió a consolarla. Le dijo que su madre se había insinuado. Que aun era joven y necesitaba polla, y que él se la había dado, pero que era a ella, a quien amaba. Que tenían una buena relación y que no merecía la pena deteriorarla. Que no debía sentir celos de su madre. Al día siguiente, sábado, le compró un vestido elegante y la invitó a cenar. Hacía meses que no salían. "Pobre estúpida", se dijo.
Como la novia pareció perdonarle, Héctor no solo continuó con sus acciones, sino que las incrementó para regocijo de la madre. Ésta ya se sentaba junto a la pareja cuando hacían el amor. O lo acariciaba cuando descansaba junto a la hija. Una vez, en algo que parecía premeditado, cuando Hector y ella estaban en la cama descansando tras hacer sexo, la mujer se desnudó y se metió en la cama junto a él. La chica protestó, pero Hector la besaba y abrazaba fuerte para callarla. La madre le tocaba el pene mientras tanto, y aún abrazada a ella, se volvió y le hizo el amor a su mamá. Ella, lloró en silencio pero no rompió con él hasta que éste le hizo saber que prefería a la madre antes que a ella. En unos meses, la chica había pasado a un segundo lugar, mientras que la madre, se lo hacía saber de las formas más sutiles unas y explicitas posibles, otras. Fue demasiado y ella rompió con él, marchandose de casa. Tras pasar una fria noche en la calle, y todo el dia siguiente, recapacitó y volvió al "hogar", aunque ya ni como novia ni como amante de Héctor. Nadie, excepto su hermana de 15 años por entonces, se había preocupado por su ausencia.
Declaró que la locura de su madre, y de su amante, habian ido en aumento, para pasar de los malos tratos a todos en general, al abuso sexual de sus hermanos. También del chico, con el que Hector gustaba frotarse el sexo con sus nalgas cuando lo sentaba encima. Contó como una mañana de fin de semana de hace unos meses, en la que la creian fuera, Héctor tumbado sobre la cama, obligó entre golpes a que Adelina lo masturbara, con las manos y boca. Ella miraba por la puerta entreabierta para ver como él la sujetó a su hermana pequeña de la cabeza, cuando tenia su orgasmo, vaciendose sobre la boca y el rostro de Adelina. Tras ello él la arrojó de la cama de una patada, dando la niña un fuerte golpe en el suelo. La pequeña salió del cuarto, y al abrir más la puerta, vio como su madre con gesto serio, fumaba apoyada en el armario de la habitación. Lo había presenciado todo.
Otra vez, la chica se extrañó de los gestos de dolor que hacía Adelina en su costado. Le quitó el jersey, y vio una quemadura de cigarrillo en la piel. En pocos días, tenía más en glúteos, hombros y espalda. Habló con su madre para denunciarselo. La pelea fue bronca. Ella le dijo que si ella contaba algo, todas serían matadas por Hector. El miedo le hizo renunciar a denunciarlo a la policía aunque amenazó a la madre con hacerlo si las cosas no cambiaban. Lo que le colmó el vaso fue otro dia, que al llegar del trabajo ya se oían los llantos de Adelina desde la escalera. Subió deprisa y al abrir, vio a Héctor golpear a la chica, tirandola al suelo, estrellandola contra la pared, mientras él estaba desnudo desde la cintura para abajo y totalmente erecto. Adelina tenía un hilo de sangre que le bajaba por los muslos para abajo. La había violado, y le golpeaba porque su pequeña vagina no le habia permitido acoger a todo su miembro para darle el máximo placer. La chica, sin más fue a la cocina, cogió un cuchillo de amplias dimensiones y amenazandolo lo expulsó de casa, cerrando la puerta con llave. Gracias a Dios, él no se resistió demasiado pues lo hubiera matado.
No dejó entrar a la madre y estuvieron dos dias todos los hermanos encerrados. En un momento dado, la hermana de 17 salió en busca de ayuda, y vino con la policía. Inmediatamente todos los niños fueron puestos bajo custodia en un centro de acogida y la pareja detenida, tomada declaración y puesta en arresto domiciliario hasta el día de la vista judicial, promovida de oficio por la fiscalía. Así llego el caso a nuestro Centro.
Recordaba el caso, mientras a semioscuras y en soledad, extendida en mi sofá, miraba el televisor. Ni recuerdo lo que estaba viendo, dado que estaba imbuida en mis pensamientos. No sé, que resorte de mi cuerpo me provocaba ante un caso así, mi excitación, pero la sentía. Y no era la primera vez. El nerviosismo previo ante la vista, o dichas historias de sexo y depravación o sencillamente, mi necesidad fisiológica sexual, hacía, que pese a mi rabia por hechos de tal clase, en momentos de tranquilidad e intimidad, los casos, pasaran ante mi como una secuencia de situaciones lúbricas. Por supuesto que me avergüenzo de ello, pero no lo puedo evitar. Desde hace años, en esos momentos me tranquilizo, masturbandome y obteniendo los más voluptuosos orgasmos imaginando los genitales de esos hombres violentos degenerados. Los sexos algunos castigados y otros gozosos de los y las menores. Las mentes enfermas, y sexuales de aquellos que consienten los delitos, los encubren o inducen. Lo promiscuos y libertinos en que se convierten esos menores abusados en su infancia . Veo mentalmente las fotos que guarda mi memoria. Sus tiernos cuerpos, receptores de una sexualidad que a mi me falta. Sus sexos, disfrutados sin escrupulos Mmmmmm y llego a un orgasmo bestial, mientras me froto mi sexo con violencia con una mano a la vez que me abro con la otra todo lo que puedo, vulva y nalgas. También me pellizco los senos, o muerdo mis labios, en un climax explosivo, que me hace relajarme al poco. Que me hace olvidar y dormir en un sueño que renovará mi rabia hacia el delincuente detestable que abusa de ese/a menor.
Al día siguiente, descargué todo mi énfasis inculpador sobre el dominicano, que ya está entre rejas. De vez en cuando me paso por casa de Adelina donde es cuidada por la hermana que ha recibido la patria potestad sobre todos sus hermanos. Me gusta esta chica, es divertida. Algún dia que tenga menos trabajo, me gustará salir con ella y hablar un poco de todo. Darle a entender que no está sola. Que su familia le importa a alguien. De momento, tengo que concentrarme en un par de casos, de auténtica degradación.
Saludos a todos, K.