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Hermana dejalo ya: eramos niños!

en Confesiones

Ya estoy harto de cómo me tratas. Estoy harto de que me hagas responsable de todo. ¿Por qué te crees que he callado tanto tiempo, si no es por ti? Yo lo di por agua pasada, pero tú no. Sigues con los reproches, tus chantajes y tu cara de odio. Pues lo voy a contar todo. Tú lo has querido.

Habrá una parte de la historia en la que coincidirás. La otra, jamás querrías que viera la luz. Pero no me callaré nada. Ahí va. A todo el que lo lea:

Soy de Málaga, me llamo Miguel, y tengo 28 años, casualmente la misma edad que tenía Maite cuando se desencadenaron los hechos que voy a relatar. Hechos que ocurrieron ya hace 14 largos años. Ni vivo en el mismo barrio ya, ni mi relación contigo era tan nefasta como es hoy. Eso sí, mi madre ya era cocinera de un restaurante de barrio, eso no ha cambiado, aunque el restaurante no es el mismo.

"Cuando llegueis del cole, esperad en la puerta de Maite a que ella aparezca. No protesteis por la comida y portaros bien." Todos los dias nos decía prácticamente lo mismo, recuerdas Leti?

Maite en realidad era el apelativo de Marie Therese, profesora nativa de francés de un centro de secundaria. Conviviendo años atrás con un español de baja calaña, decidió dar un giro a su vida cuando nació la hijita de ambos, Martina, y lo echó de casa. A partir de ahí la relación cordial con mamá se estrechó bastante. Siempre se vió reflejada en Maite. Ambas se equivocaron a la hora de elegir pareja. Ahora se ayudaban en lo que podían. Mamá siempre hacía comida para todos, y Maite nos cobijaba en su casa mientras llegaba mamá de trabajar.

"Por favor Maite, no quiero que te den ningún problema. Eres libre de regañarles como si fueras yo misma. De castigarlos si hiciera falta. Y cualquier cosa que creas que deba saber, dimelo inmediatamente."

"No te preocupes Isabel. En realidad los niños son un cielo, y me ayudan mucho con Martina. Se manejarme con niños. Jajaja. De verdad, tranquila." La oímos decir muchas veces con ese característico acento francés. Era de gran ayuda para mamá, tener una vecina-amiga tan paciente como Maite, y dispuesta a tenernos en su casa, hasta su regreso del trabajo.

Eramos muy niños cuando empezamos a quedarnos en casa de Maite. Recuerdo que la pequeña Martina tenía pocos meses. Y es verdad, en cierta manera, ayudamos mucho a Maite jugando con su hija, dandole biberones, o balanceando su cuna para que no llorara a la hora de dormir. Los dos, aunque yo por edad, algo más que tú, Leti. Mientras Maite preparaba las clases, corregía exámenes, limpiaba la casa o simplemente descansaba frente al televisor. Martina crecía en realidad, con dos hermanos más, y nosotros, con un juguetito de carne y hueso de piel morena, pelo rubito y lindos ojos azules. Era tan preciosa, tan graciosa… La adorábamos realmente.

Llegó la primavera-verano de ese año en que Martina aún no había cumplido los tres años, y Maite ese día llegó con la cria de la guardería y con un paquete grande.

"Adivinais qué es esto? Bien, pues es para Martina pero también para vosotros. Nos vendrá muy bien refrescarse". Se refería a una de esas piscinas de plástico, para un patio o jardín que tan de moda se estaban poniendo. Casi no había día que no nos bañaramos. Te encantaba la piscinita, recuerdas Leti?

Reconozco que cuando nos dijo lo de la piscina, pensé que quizás yo ya era grande para una piscinita infantil. Había cumplido los 14 años en abril, y me ví fuera de la piscina mientras tú de 11 y Martina de casi 3, la disfrutaban. Que rabia me dio. Pero no. Aunque la piscina no medía mucho, 2 metros de diámetro a lo sumo, Maite nos animaba a bañarnos. Recuerdo el primer día que se llenó, un caluroso día de primeros de junio:

"Claro que cabemos todos. Yo también me meteré, cuando me apetezca. Solo no debeis ser salvajes para que no se rompa. Y por supuesto juegos, no peligrosos, pues Martina aún es muy pequeña."

"Pero Maite, es que no tenemos bañador…" Mientras ya Martina chapoteaba en el agua, asida a ella.

"Pero y quééé? -gesticulando exageradamente y divertida- En ropa interior hombre! Solamente no podreis el día que la tengais sucia. Jajaja". Como fuera que teniamos muchas ganas y que Martina nos imploraba bañarnos, eso hicimos. Tu en braguitas y yo en calzoncillos nos metimos en la piscina.

Posteriormente, y a pesar de que mamá, nos comprara incluso un bañador nuevo a cada uno, nos bañariamos en la piscina indistintamente en ropa interior o ropa de baño, en función de la disponibilidad del momento. Mamá lo sabía y no se oponía. Al revés se reía con Maite del hecho de bañarnos en slip o braguitas. Nunca supe si mamá llegó a enterarse que Maite también se bañaba en ropa interior cuando no tenía bikini disponible. Al menos yo nunca se lo dije, mas bien por…pudor y discreción. Me encantaba verla en bikini, mojada… Y en ropa interior, más. Por supuesto, que con anterioridad había reparado en su cuerpo; en sus pantaloncitos cortos comodos de andar por casa; en sus camisetas sin sujetador; en su figura bajo el albornoz siempre predispuesto a abrirse sobre y bajo el cinto cuando salía de la ducha…; pero estar pegado a ella en la piscina, o pasando semiflotando sobre ella, o tocarla sin reparos en el juego, o mirarla mientras se secaba el agua en el patio, o todo lo que la piscina aportó de nuevo era algo distinto. Notaba cosas nuevas. Mi primera masturbación con emisión de semen ocurrió en una calurosa noche de esos dias, en mi habitación, y teniendo como visión su cuerpo mojado y mi fantasía.

Hasta que no acabó sus clases, Maite no se bañaba a diario. Pero a partir de entonces, gustaba de remojarse con nosotros. Lo pasabamos de escándalo. No es de extrañar que le dijeramos a mamá que queríamos irnos a casa de Maite, cuando ella salía para el trabajo. Nos levantábamos tarde, desayunabamos los tres, y cuando ella se disponía a marchar al Restaurante, cogíamos la toalla y para casa de Maite. Mamá, le daba la comida preparada, hablaban 5 minutos sobres sus cosas, nos daba el aviso de buen comportamiento de rigor, y se iba. A veces Maite nos recibía envuelta en el albornoz, salida de la piscina para abrirnos, pues decía que a las 12 de la mañana, el calor del sur de España era ya insoportable. Sí, julio es terrible, antes y ahora, pero entonces nos daba igual. Esos días más pronto nos metíamos en la piscina. Un día de finales de julio, ocurrió, aunque tú tardaras unos pocos días mas en darte cuenta, Leti.

Serían las 13,30hs, ya llevando un buen rato en la piscina los cuatro, cuando Martina dijo que quería ver en el video una peli de dibujos nueva. Maite, con su bikini amarillo salió del agua. Le quitó a su hija las braguitas mojadas que llevaba, le puso unas nuevas tras secarla bien (Maite insistía en que era fundamental secarse bien, sobre todo en las zonas íntimas) y se dispuso a ayudar a secarte, Leti. No es que no estuviera acostumbrado a verte, pero no sé que pensé, cuando frente a mi te obligó a quitarte la braguita del bikini y te secó ella tus genitales para mostrarte como había de hacerse bien. Tu protestaste algo, porque yo estaba mirando todo, pero ella ni caso te hizo y siguió con lo que hacía. No me excité al verte Leti, sino al verla a ella abriendote de piernas y pasandote la toallita a conciencia por cada pliegue de tu sexo. Te alargó las braguitas, te las pusistes y os acompaño al comedor a poneros la película. A los pocos minutos volvió con un botellín de coca-cola del cual salía una pajita, y se metió en la piscina frente a mi. Yo sentado con las piernas estiradas y juntas, se sentó con las piernas separadas, dejando las mias en el centro. Era la unica manera de compartir el espacio sin chocar. Me ofreció coca-cola y al aceptar, alargó su brazo echandose algo para adelante y ofrecermela. Mis pies rozaron su entrepierna, que me pareció muy carnosa. Al devolversela, misma operación e idéntico roce. Todavía más cuando los ofrecimientos y devolución, se repitieron dos veces más al menos hasta que nos acabamos la coca-cola. Su indiferencia, opuesta a mi excitación, me excitaba aún más.

Maite fumaba poco, y ese día fue el primero que lo hizo en la piscina. Se puso a cuatro patas, se acercó a mi y alargó su brazo al pollete de la ventana que estaba justo detrás de mi, donde se encontraba el paquete de cigarrillos y el encendedor. Con su rodilla apoyada en el suelo entre las mias, al retirarse me puso la mano en el sexo con firmeza, pero descuidadamente. La retiró enseguida:

"Ey, chico ¿Qué es eso duro que tienes ahí? – me pregunto directa y burlonamente, mientras retrocedía hasta su sitio de la piscina- Vaya con Miguel! Eso tan grande no es cosa ya de niños". Miraba con sus ojos azulverdosos entornados, posando la vista en mi sexo y en mis ojos alternativamente.

"Que quieres que te diga Maite". Mierda!! Enrojecí. Últimamente me pajeaba hasta dos y tres veces diarias. La primera del día en mi cuarto antes de levantarme. También en el baño de la casa de Maite, justamente para evitar eso que no podía controlar cuando me rozaba con la francesa. Se incorporó levemente rozandome con todo para ponerse a mi lado. Me echó el brazo por el hombro, poniendome su seno sobre mi pecho y el hombro. Me habló mirandome:

"¿Necesitas hablar de algo con una amiga? –No- Ey Miguel, son cosas normales a tu edad! –Sí puede… no se- A ver, cuentame, ¿por qué estás así?" Y me dio un toque en el pene, que me dolió un poco. -Ay!!-

"Bueno… -no sabía que decir- me puse así al verte secar a la Leti –verdad a medias-. Pero no sé porqué, porque he visto a mi hermana muchas veces."

"Es chica todavia, pero pronto será una mujer. –Me hablaba en tono docente casi-. Tiene botoncito en los pezones ya, y el primer vello en el pubis, aunque aún su chochito es más parecido al de una niña que al de una mujer" Y tanto!! Menuda diferencia de cuerpos entre el de Leti y el de Maite.

"Sí… ya."

"¿Ya qué? ¿Tu ya has visto el sexo de una mujer?"

"Más o menos –mentí-. Las mujeres tienen más pelos ahí"

"Jajaja. No siempre. –Claro que sí, afirmandome en mis ´conocimientos`- No, pero ahora no te lo puedo demostrar". No sabía bien a qué se refería. Hubo unos segundos de silencio. Espachurró el resto de cigarro en el suelo del patio tras la piscina, me miró y me acarició el pecho y el vientre… "Bueno, tú verás como lo haces, pero esto – en el instante que me asió el pene sobre el slip y meneó dos o tres veces arriba y abajo a modo de paja-, lo tienes que bajar. No es bueno estar mucho tiempo así". Terminó diciendo mientras se apartaba de mi y salía de la piscina.

Me llevé la mano instintivamente a mi miembro, erecto como un marmolillo, y no paré de tocarme por encima del slip, mientras ella frente a mi, se secaba con la toalla. Lentamente, deleitandose, mirandome. Tras de un rato, dijo:

"Me voy a preparar la comida. Terminaré de secarme en el cuarto, y hoy, las chicas comeremos todas en braguitas. Jajaja", y se perdió por la puerta de acceso a la cocina desde el patio. Me dejó para que bajara mi estado, y eso hice. Desparramé no mucho, pero por entero sobre el agua de la piscina. Creo que hasta jadeé. Todo me pareció increíble!

Cumplió lo que dijo. Comieron en braguitas, pero no como creí, pues Maite además llevaba sujetador, eso sí, ambas prendas de un conjunto que se transparentaba bastante. Pese a que evitaba mirarla, misión imposible, me fijé bien en su pubis oscuro bajo las braguitas. Su rajita intergluteal. Sus pezones de aureola normal y botoncito visible. Almorcé excitado. Al día siguiente, en la piscina antes del almuerzo, ella se bañó en bragas y sujetador, y… la sombra oscura de su pubis no estaba!

"He traido una peli nueva. Luego la vereis juntas, vale Leticia?" –Vale-

A la misma hora del día anterior, Maite saco a su hija, la desnudo y la secó completamente como de costumbre, mientras Leti se secaba, creo que de forma concienzuda. Maite tras secar a Martina, se dirigió a ti.

- "No no no, Leti, braguita fuera y a secarse bien el bollete." Tú te desnudaste y tras unas pasadas de toalla por la entrepierna, se acerco a ti, te colocó nuevamente ante mi, y esta vez te inclino hacia el lateral subiendote una pierna de forma que tu sexo quedaba casi horizontal frente a mi vista, y ahí estuvo secandote mucho rato. Cada pliegue. Moviendote toda tu carne de los labios, tanto externos como internos. "Hala, ahora sí. Hoy sin braguitas, que estareis mas fresquitas. Venga vamos a poner la peli". Y entraron las tres en casa. Yo… otra vez estaba como el dia anterior. Erecto a más no poder.

- "Ya las dejé viendo la peli, -me dijo cuando volvió, mientras se introducia en la piscina. Te has fijado en el chochete de tu hermana? –Sí- Bien, tal vez mas tarde te deje comparar quién tiene mas pelos ahí, si ella, que apenas tiene, o yo. -¿Sí?- Sí, así comprobaras que ser mujer y tener pelos, no siempre se cumple."

Ese día Leti, te bromeó mucho sobre tu sexo durante la tarde, y te metió en el baño para enseñarte el suyo y comparar. Ambas os reiais, y os sentiais mujeres, mientras yo jugando con la niña, os miraba de reojo. Precisamente estando con la pequeña en el cuarto de Maite, durmiendola, y cuando ella entró sin hacer ruido para echar un vistazo, no sé si te acuerdas que cerró la puerta.

"Callandito Miguel, que no se despierte Martina. Recuerdas cuanto vello tiene Leti ahí? – Sí-. Pues mirame y compara." Se desnudo de la parte de abajo, como no veía bien en la semioscuridad, se arrodilló en la cama a una cuarta de mi con las piernas semiabiertas, su pubis frente a mi y claramente lo ví perfectamente depilado. "Mira bien" y se toco, abriendose los labios y mostrandome su clítoris y su vulva. Más tarde supe que algunos movimientos que hizo eran masturbatorios. Me tocó abajo, comprobó mi erección, me metio la mano bajo el short que tenía y me masturbó. Una adorable paja acompañada de besos y chupadas en mi glande. Si no hubiera sido porque me pajeé en el baño antes de comer, me hubiera corrido inmediatamente, pero no. Aún así, algo despues mi fluido viscoso salió delante de su cara. Se tumbó a mi lado, se abrio hacia un lado sus braguitas por las ingles, y con sus dedos mojados de mi fluido… se toco el clítoris en redondo. "Ahora me toca a mi Miguel, no tardaré mucho… mmm, aghh". Emitía callados quejidos, mientras no paraba de recoger con la yema de sus dedos mi lechada viscosa depositada en mi vientre, y llevarsela a su clítoris. Así hasta que cerró sus piernas, se revolvió algo, y apretaba los parpados cerrados, y respiraba con la boca abierta muy rapidamente. "Yo también tuve mi orgasmo, chico". Yo tumbado a su lado, la miraba y me deje besar en la boca. Luego ella se incorporó, se puso de nuevo su sujetador y salió diciendome: "Limpiate con la sabana. No importa".

A partir de ahí, Maite y yo, comenzamos nuestra relación secreta. Fue la pasión de los siguientes dias, lo que te puso en guardia. Los juegos, mis erecciones, que también tú notabas, y las causi pilladas en que nos sorprendías, las que te hicieron saber, que allí estaba ocurriendo algo distinto. Nuevo. Sexual. Sospechaste de algo, cuando cada día, para dormir a la niña en la siesta, ya no ibamos tú o yo solos, sino Maite y yo siempre. Tuviste que entrar, para vernos desnudos en la postura del misionero, follándome a Maite.

"Qué haceis?! Sois unos guarros!" – Leti calla!!- A la vez casi Maite y yo. "No, se lo voy a decir a mamá" – Leti veeen. Joderrrr se lo va a decir a mi madre-. Le dije a Maite.

Esperabas muy enfadada en el sofá del comedor, a que llegaramos. Lógicamente llegamos enseguida. Yo no sabía muy bien que hacer y solo te miré. Estaba asustadisimo por la amenaza de que se lo dijeras a mamá. Pero no. Maite demostró que sabía manejar a los niños y te ofreció a cambio de tu silencio, participar con nosotros en nuestro juego. ¿Por qué aceptaste? ¿Acaso me odias por eso?

A partir de entonces Maite no solo me acariciaba en presencia tuya, sino que pedía caricias mias delante de ti. Tu querías también de todo eso, pero al principio, no que te las hiciera yo. Creo que eran celos. Así que los besos, y las pajas de esos dias te las hizo Maite por tu testarudez. De todas formas, ella lo hacia sin reproches y concienzudamente. Con toda concentración posible. Sí, disfrutaba besandote, lamiendote el coñito y el ano, pajeando tu clítoris, pellizcandote los pezones, pero a la hora de sentir, prefería que el placer se lo diera yo. Su pollita de oro, como decía. Ahí, aun había posibilidad de echar marcha atrás, pero no. A ti, ya te encantaba el juego y querías más. Por eso no te oponías a que yo te tocara, a las indicaciones de Maite. De la forma que ella me decía. Tampoco tengo yo la culpa que un día dijeras:

"Yo también quiero sentir lo que es capaz de hacer una pollita de oro".

"¿Quieres? - te dijo Maite, y asentiste-. "Bueno, la polla de oro de Miguel puede servir para las dos, ahora bien, hay que preparar bien el camino." Yo debería de haberme negado en ese instante, pero esa mujer me tenía absorvido. Por otro lado, también me alegraba lo bien en que los últimos dias lo estabas pasando. La de veces que te corrías.

"Preparar el camino? ¿Cómo?" Y es así como empezaste a seguir las indicaciones de nuestra maestra para darme placer, durante los dos dias siguientes. Imagino que hacías con gusto el aprender a menearmela, a comermela, a sentir el roce de mi glande en tu vulva, a apreciar el sabor de mi semen, cada día mas hecho, más de adulto. En dos dias, Maite, ya trajo un aceite lubrificante especifico para las relaciones sexuales.

Que ella y yo nunca habiamos necesitado, pero para ti sí. ¿Aquí es donde quieres que me calle? ¿Qué no lo cuente? ¿Qué desaparezca? Con Martina en el dormitorio durmiendo, en esa tarde de finales de agosto, hicimos todo lo que nos indicó Maite. Tu sentada en el filillo del sofá con las piernas muy abiertas y echada hacia atrás. Yo arrodillado sobre unos cojines en el suelo. Maite nos lamió el sexo a ambos. Primero a ti, luego a mi, mientras me decía que te tocara el coño. Eso hice. Creo que no hacía falta que nos echara el lubricante, pero lo hizo. Primero a ti, extendiendolo por toda tu vulva. Luego a mi, pajeandome así y logrando que mi pene resbalara en toda su extensión. Para después ordenarnos:

"Ahora Miguel, dirige tu polla a su entrada…. Ves que abierta está? Así, … suave." Tú no mirabas ni aún cuando sentiste mi capullo abrir paso por la entrada. "Leti te va a doler un poco, pero es normal. Después de eso, sentirás el placer que esta polla de oro, me hace sentir a mi. Es lo que querías no? – Tú asentias mirandola solo a ella- Chupa mis dedos Leti y muerde si te ayuda. Ahora Miguel… sigue metiendola." No hacia falta ayuda, pero Maite me empujó el culo, de forma que mi polla se terminó abriendose paso definitivamente por tu vagina. La metí hasta el final. Me alegré de que solo hicieras gestos y apenas te quejaras. Sentía mi polla muy aprisionada en tu coño, pero era agradable. "Muy bien chicos, ahora vosotros solos" Mientras se echó a un lado y empezó a pellizcarse sus duros pezones y a masturbarse, mirandonos.

"Mmmm, te gusta Miguel?" –Siiiií- Afirmaba lleno de placer. "Te gusta Leti?" -Sí, ahora sí … aghhh – y jadeabas. "Eso es pequeños… Miguel, no te corras dentro, porque tu hermana aunque aun no ha tenido la regla, debes de ir acostumbrandote a no hacerlo. Te acostumbrarás a correrte en su boca, de momento." Y eso hice esa vez, y todas las que te follaba en los siguientes 4 años.

Te volviste tan puta como nosotros, Leti. Si me apuras, peor aún. Acuerdate la vez que te descubrí pajeando a Martina. Cuantos años tenía ella? Cinco? Sí cinco, y tú trece. Yo con el tiempo, mis corridas las fui espaciando, pero tú, no perdías el tiempo y ya conmigo, o con Maite te corrías durante todo el día. Acuerdate la vez que le pediste unas bolas chinas a Maite, y como las usabas incluso en casa. Mamá nunca se enteró de que la cara de gusto que ponías desayunando, era por causa de ese juguete que ya llevabas dentro desde por la mañana.

Yo no tengo la culpa de que mamá encontrara aquel chollo y nos mudáramos más cerca de su trabajo poco tiempo después. Aquella historia con Maite, no terminó por mi culpa. Mamá consideró la mudanza y tampoco me pidió opinión. Pero reconozco que me alivió en parte. Digo en parte, porque aunque mi historia con Maite terminó, contigo no. Me chantajeabas. Me buscabas cuando yo no quería. Hacias cualquier cosa para excitarme, o no te acuerdas ya, las mañanas que venías a mi dormitorio, yo aun dormido, y me la comías? Decias que te encantaba hacerla crecer en tu boca.

La vida tenía que seguir su curso, y no pudiste espantarme a Rosana. Con las otras sí pudiste porque no me terminaron de gustar mucho. Pero a Rosana la amaba, y no lo consentí. Si no lo aceptaste es tu problema. Estoy harto. Y más cuando, de nuevo celosa, pides lo mismo que le dí a Rosana: mi simiente. No Leti no. Maite nos enseñó bien. Me corrí sobre ti, en todos lados. En tu ano. En tu boca, hasta que te salía semen por la nariz, pero nunca en tu vagina. Y jamás lo haré. Eso, lo tenía reservado para mi mujer. Para Rosana, la mujer más maravillosa del mundo. No acepto que me amenaces como hiciste el otro día cuando te enteraste que la había dejado embarazada. Haz lo que quieras! Yo ya lo he contado aquí, y como sigas con tu sinrazón, se contará en donde tu quieras. No temo ya. Ya no.

Te quiero mucho Leti. Pero quiero recuperarte como esa hermana que una vez tuve. Rosana es ahora mi amante. Tu has tenido muchos en los últimos años, chicos y chicas. Encuentra el amor, y déjanos en paz.