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en Voyerismo

CONTACTOS SEMINALES

Primera parte:

La jeringuilla del placer.

 

Todos tenemos una debilidad en lo referente al sexo. Una debilidad, o mejor dicho, una preferencia, algo que nos excita mas que otra cosa en el mundo, algo que provoca en nuestro cuerpo una especie de ebullición, que revoluciona cada una de nuestras células hasta hacernos estallar en de deseo.

Algunas de estas debilidades han sido estudiadas por la psicología y han estructurado distintas perversiones, como se las suele llamar. Aquellos que se regocijan de gozo al mirar, al ser espectadores, se los llama voyeuristas, otros que se excitan con diversos objetos puntuales se los conoce como fetichistas.

En realidad, estas como tantas otras, son variantes que nos ofrece nuestra sexualidad. ¿Quién no se ha excitado alguna vez viendo una película (sin siquiera ser pornográfica), o viendo una mujer hermosa sin sujetador o con una minifalda que casi deja ver sus bragas?; Que arroje la primera piedra quién no ha sentido aunque mas no sea ciertos cosquilleos al ver algún objeto que rápidamente identificamos con una persona a quien deseamos fervientemente, todos tenemos una ropa interior preferida que nos vuela la cabeza en el momento de la batalla, ya sea de algodón, de encaje, negra, blanca, el portaligas... –No, amor... déjate las bragas puestas... ¿Quién no?

Lo cierto es que el sexo, el deseo sexual, el placer sexual, toma distintas formas... es mas, yo diría que hay tantas variantes con tantos matices como sujetos existen...

El punto es que en mayor o menor grado, a medida que crecemos, vamos orientando nuestras preferencias. Y quizá, sin darnos cuenta, encontramos algo que está en la punta de la pirámide de aquello que nos causa placer, el lugar donde nuestra fantasía se desborda.

De pronto sucede... y nuestra mente se disgrega completamente, se pierde todo lo racional que hay en ella y nos aborda un excesivo placer que no nos deja lugar para nada mas, nos desborda. Sentimos que nuestro cuerpo se agita, vibra y se enciende... primero como una brasa en el estómago, luego, antes que podamos advertirlo, todo se ha vuelto en llamas.

De eso se trata esta historia. Mi intención es contar y describir, dentro de lo posible, aquel suceso que determinó el rumbo mas extremo de mis fantasías.

Yo estaba entrando en plena pubertad, contaba con 15 años de edad y, como todo adolescente, empezaba a tener mis primeras experiencias sexuales, sólo y en compañía.

Mi hermano mayor, Pablo, contaba con 20 años y en aquel momento cursaba su primer año de la carrera de Medicina, hoy ya es un médico respetado en al ambiente. En aquel entonces él salía con una compañera de la Universidad, Lorena, que fue una de mis predilectas musas a la hora de la autosatisfacción.

A los quince años veía a mi hermano mayor como una especie de héroe de historietas y lo seguía y observaba mucho mas de lo que él se imaginaba. En más de una oportunidad me acercaba a la puerta de su cuarto, cuando Lorena se quedaba en casa estudiando hasta altas horas de la madrugada, para oir sus oportunos recreos... Cerraba los ojos y escuchaba, del otro lado de la puerta, los profundos gemidos que Lorena intentaba contener por todos los medios... Casi podía verla montada, cabalgando desnuda sobre mi hermano, con su piel siempre bronceada y su pelo largo y castaño balanceándose sobre las tetas firmes, mientras se mordía los labios intentando ahogar sus gritos de placer.

Lo cierto es que nunca me atreví a abrir un solo centímetro la puerta del cuarto, que siempre se encargaban de mantener bien cerrada.

Aquella tarde Pablo llegó a casa con su novia y otra amiga, muy linda ella, pero que no me despertaba ni un uno por ciento de la lujuria que sentía por Lorena. Ver a Lorena era sinónimo de tener una pre-erección que en la mayoría de los casos terminaba en una erección absolutamente completa.

Mas tarde me enteré que la amiga de mi hermano se llamaba Julia. Los tres entraron a casa visiblemente preocupados y se pusieron a discutir a cerca de su problema en la cocina, de pie junto al refrigerador. Yo me encontraba solo, sentado a la mesa, tomando mi merienda.

En principio mi atención se centró en la pollera corta que llevaba Lorena, que dejaba adivinar como terminaba la conjunción de aquellas adorables piernas. Acto seguido mi pene comenzó a tomar vida propia. Traté de desviar mi atención hacia Julia, una chica rubia de pelo corto, delgada que vestía un jean y una remera, parecía una chica bonita pero recatada, lo cual la distanciaba de la provocadora belleza de Lorena.

Tratando de no volver mi vista hacia las piernas sin medias de la novia de mi hermano, que me estaban perturbando, intenté concentré en lo que estaban diciendo. Por lo que pude sacar en limpio, el problema consistía en un trabajo práctico que debían entregar a primera hora de la mañana del día siguiente. Se trataba de lo que ahora puedo describir como un análisis histológico de fluidos orgánicos. Habían venido a casa porque mi hermano era el único que tenía un microscopio. El problema radicaba en el corto plazo para la entrega.

Una vez que se relajaron un poco, pusieron manos a la obra. El objetivo era hacer el registro completo de toda la observación, desde el preparado de la muestra hasta su análisis y comparación histológica al microscopio. Debían analizar tres clases de fluidos: saliva, sangre y semen.

Julia empezó a tomar nota de los pasos a seguir y de su descripción exhaustiva, y yo desde el otro extremo de la mesa los miraba hacer y me fascinaba.

Primer paso: Confección de la muestra.

Los tres se pusieron los guantes de látex. Pablo, sacó de su mochila una jeringa y aguja estériles, abrió el envoltorio, dejó a un lado la jeringa y tomo la aguja.

Desde mi punto de vista se trataba de tres eximios cirujanos a punto de operar.

Mi hermano se quitó uno de sus guantes. Con la otra mano tomó la aguja y la apoyó sutilmente contra el dedo índice de su mano desnuda. Casi inmediatamente brotó una gota de color rojo bermellón de la punta del dedo. Automáticamente miré a Lorena que observaba el hecho con mucha atención mordiéndose el labio inferior, signo que denotaba algo de impresión y concentración, aunque mi asociación fue mucho mas directa. Verla morderse el labio trajo a mi cabeza como un torbellino de gemidos que arremetieron contra mi bragueta en forma de una espontánea erección, que tanto había intentado evitar.

Acto seguido Lorena tomó un fragmento rectangular de vidrio muy delgado e hizo que la sangre de Pablo se derramara por el portaobjetos. Aprovechando la concentración que requería lo delicado del asunto, me paré disimuladamente y me fui a mi cuarto.

Allí le dediqué a Lorena una buena paja y caí dormido como un ángel, pensando en esa piel morena siempre brillante y en esos húmedos labios

Me desperté mucho mas tarde, ya eran pasadas las 4 de la madrugada. Como sentía hambre me levanté para buscar algo del refrigerador. Me acerqué despacio a la cocina y antes de entrar advertí que todavía estaban allí, me asaltó la curiosidad y me quedé mirando sin ser visto.

Lorena estaba de pie frente al microscopio, Julia tomaba notas y mi hermano estaba sentado en una silla semi-dormido. Lorena me daba la espalda y su breve inclinación hacia delante, sobre el microscopio, me brindaba un hermoso panorama de sus piernas donde su pollera se mantenía al limite de sus muslos, nuevamente algo comenzó a crecer en mis pantalones. En ese momento Lorena se incorporó y dijo:

-Listo, sólo falta la última muestra...

Al escucharla mi hermano pareció despertarse y se refregó los ojos con las manos, como intentando despabilarse.

-Bueno, un esfuerzo más y las dejo por esta noche chicas, estoy muerto.- Dijo mi hermano.

Acto seguido se levantó de la silla, tomó la jeringuilla con la mano que todavía conservaba el guante y se dispuso a salir de la cocina. Yo volví sobre mis pasos para no ser visto y advertí que Pablo se dirigía al baño, jeringa en mano.

Me asaltó la curiosidad y decidí quedarme a observar.

Comencé a escuchar cuchicheos y risitas contenidas desde la cocina. Algo en el ambiente había comenzado a excitarme pero no podía advertir todavía de que se trataba. Me ubiqué desde un lugar donde no podría ser visto ni desde el baño, ni desde la cocina, pero que me permitiría fisgonear si tenía el suficiente recaudo.

Lorena y Julia continuaron con las risas contenidas y los comentarios en voz baja (inaudibles para mi) durante los, aproximadamente 5 minutos que se demoró mi hermano en el toilette.

Durante ese período de tiempo creí entender de que venía la cosa: Faltaba la muestra de semen que Pablo, con fines puramente académicos, había ido a producir al cuarto de baño. Ese mismo era el motivo de las risas y los comentarios contenidos de las chicas.

Al escuchar los pasos de regreso, Lorena y Julia se acomodaron en sus sillas y volvieron a tomar una actitud fríamente científica. Mi hermano, con el mismo semblante pero notablemente cansado, entró a la cocina y dejó sobre la mesa una jeringa (sin la aguja) casi llena de un liquido blancuzco amarillento que me remitió a la ultima paja que le había dedicado a Lorena antes de caer dormido.

-Bueno... espero que terminen pronto. Me pongo el despertador a las 7 y las despierto... hasta mañana... las dejo con mi cremita.- Julia se sonrió pero pareció un poco avergonzada y Lorena tuvo que morderse el labio inferior para no largar la carcajada. Otro vez algo en mi comenzaba a despertarse rápidamente.

Acto seguido mi hermano se quitó el guante que aun tenía puesto, saludó a Julia y a Lorena y se fue a su cuarto.

A los pocos minutos todo parecía haber perdido atractivo. Las chicas se concentraron fuertemente en la tarea y el frió rigor científico ablandó mis partes.

Julia había tomado la jeringa con sus dos manos enguantadas y colocado una pequeña gota de la muestra sobre el portaobjetos. Luego le había pasado el preparado a Lorena, quien ajustó el microscopio y se inclinó sobre él. Lamentablemente mi nueva ubicación era muy estratégica en términos de discreción, pero ya no me permitía ver el culo de Lore en primer plano. Ahora había quedado ella de perfil y Julia de espaldas, sentada, tomando nota.

Había pasado un buen rato, yo estaba a punto de seguir los pasos de mi hermano cuando veo que Lorena levanta la vista del microscopio y, tomándose la cintura con ambas manos, agotada por la mala postura y las altas horas, le dice a Julia si no le apetecía preparar un poco de café.

Decidí esperar cinco minutos mas. Y aquella ínfima decisión fue la que sin lugar a dudas, guió los rumbos de mis fantasías y mis deseos mas profundos.

Al poco rato Julia y Lorena se encontraban sentadas lado a lado charlando de bueyes perdidos y bebiendo su tasa de café reparador.

-Está un poco fuerte- Dijo Julia refiriéndose al café, y agregó inocentemente: -Consigue un poco de leche...

Lorena la miró y largó una carcajada que casi le hace escupir el sorbo de café que tenía en la boca. Al entender el motivo de la risa, Julia de sonrojó y esbozó una sonrisa avergonzada al tiempo que le daba una palmada en el hombro a su amiga por mal pensada.

Lorena tomó la jeringa llena de esperma, de la cual solo habían extraído una gota, y apuntó hacia la taza de su amiga:

-¡Venga, sírvete un poco que todavía está tibia...!- Julia retiró la taza y le dijo a su amiga que se dejara de guarradas.

-No seas mojigata, mujer, no es una guarrada... – Se quejó Lorena entre risas y agregó: -¿No me digas que tu eres de las que escupen?-

Julia, que tenía la piel muy blanca, había tomado un color rojo fuerte en sus mejillas...

-Yo... me da asco... de hecho nunca la he probado...- Dijo Julia entre sonrisas intentando ocultar su pudor.

-¿Cómo sabes que te da asco entonces?

-¿Tu... le dejas que se corra en tu boca?- Preguntó Julia, sintiéndose un poco aniñada. A Lorena se le encendió una luz en el rostro, su cara de cansancio estaba dejando lugar al brillo de la excitación, del deseo de lo prohibido.

-No, no le dejo... Le pido que se corra en ella...- Respondió Lorena mirándola a los ojos y mordiéndose un poco el labio.- Me excita mucho... su sabor, su calor... su consistencia... cuanto mas espesa mejor...

-No puedo cree lo que estoy escuchando... no se si me atrevería a probarla...

-Si mantienes el secreto, no me importa que pruebes de ésta...-Dijo Lorena con una sonrisa provocadora mientras le mostraba la jeringa llena de esperma. –No me importa que la pruebes, mientras no sea de su fuente natural...- Ambas se empezaron a reír con ganas.

-No se... no estoy segura... prueba tu primero.

Lorena se quitó los guantes que aun llevaba puestos y presionó el émbolo de la jeringuilla vertiendo parte del líquido tibio sobre su dedo índice, luego lo tocó con el pulgar para demostrarle a su amiga la gelatinosa consistencia.

No voy entrar en detalles de lo duro que estaba mi rabo para aquel entonces, tanto fue así que decidí abrirme la cremallera para liberar un poco la presión que ya me estaba provocando dolor. La situación me estaba devorando la cabeza.

Lorena abrió levemente la boca sacando un poco la lengua y se llevó hacia ella los dos dedos con esperma. Pude escuchar como sorbía el líquido que había entre ellos y luego se relamía para finalmente tragar. Parecía la presentadora del canal Gourmet. Le estaba dando a Julia una lujuriosa clase práctica.

-Ahora tu...-

Julia ya estaba lo suficientemente excitada como para echarse atrás, y extendió su mano insegura a Lorena, quién vertió mas liquido de la jeringa sobre la palma de su amiga. Está la miró a los ojos y luego miró el fluido viscoso que yacía en su mano. Al verla indecisa, Lorena se la cogió suavemente y se la alcanzó hasta la boca... Julia chupó lentamente su mano hasta dejarla limpia. Se hizo un breve silencio.

-¿Y...? ¿Qué te pareció...?- Preguntó finalmente Lorena

-No se... es raro... no es feo...

Lorena cogió la mano de julia entre las suyas y se la llevó a la boca sin dejar de mirarla a los ojos. Termino el trabajo pasando la punta de su cálida lengua por donde sólo quedaban restos de la leche de su novio mezclada con la saliva de su amiga y luego succionó su dedo mayor. Julia dejó escapar un sutil resoplido y entrecerró los ojos entregándose a un placer que la tomaba por sorpresa.

Yo por mi parte, casi sin darme cuenta, había comenzado a menearme la polla extraviado por la lascivia inesperada de la que era testigo...

Lorena metió en su boca uno a uno los dedos de su amiga...

-me encanta el olor... me vuelve loca...- dijo en un susurro.

Julia se dejaba hacer, estaba turbada, le temblaba el cuerpo. Sus cuatro dedos, menos el pulgar, entraban y salían rítmicamente de entre los labios de su amiga. Por un momento no pudo contener el deseó de volver a saborear la leche espesa de su compañero de clases.

Lorena, que pareció leerle el pensamiento, extrajo la mano su boca y tanteó sobre la mesa en busca de la jeringuilla. Julia la miraba extasiada... por un momento parecían dos adictas a punto de darse el chutaso de sus vidas. La novia de mi hermano, en un movimiento rápido pero sensual, se apoderó del néctar y se inoculó todo el liquido dentro de su boca, hasta el final, sus labios quedaron cubiertos de semen y su boca llena. Julia dejó escapar una mueca de deseo y odio ante la inesperada gula de su amiga. Lorena, en una actitud de regocijo exagerado, suspiró profundamente. Pero antes de que Julia pudiese reaccionar, su amiga se acercó hasta quedar cara a cara frente a ella. Lorena, con la boca cerrada para evitar que se derramara su miel, rozó los labios entreabiertos de su amiga con los suyos. Unos hilillos de esperma unieron sus ansiosas bocas antes de fundirse en un profundo beso húmedo y caliente.

En ese momento creí que el mundo se derrumbaba directamente sobre mi cabeza, mi polla estaba a punto de estallar en litros de leche recién ordeñada. La visión directa de aquel beso mezclado con el sonido de los líquidos que fluían entre sus bocas verborrágicamente tornó la situación incontenible... Tenía deseos de salir de mi escondite, abalanzarme hacia ellas y eyacular directamente sobre sus bocas, pero seguía inmóvil, sin poder apartar la vista de semejante espectáculo.

Fue entonces cuando algo inesperado sucedió: En el fragor del intercambio de fluidos, mientras la muestra abundante de esperma recorría alternativamente sus cavidades bucales y sus lenguas, Lorena cogió la mano de Julia y se la llevó a la entrepierna, por debajo de la minifalda, intentando aprisionarla entre sus muslos. Eso pareció despertar violentamente a Julia de su fascinación. La chica de tez blanca, arrebolada por lo calores, rompió ferozmente la comunión de aquel mágico beso y escupió una abundante cantidad de líquido espeso sobre la mesa. Su expresión era de profunda vergüenza y desconcierto, y ante la sorpresa de Lorena, Julia recogió rápidamente sus pertenencias y salió corriendo de la cocina hacia la puerta de calle, mientras se limpiaba frenéticamente los labios con su mano.

Mi corazón daba vuelcos en el pecho. Estaba a punto de correrme cuando me abordó el súbito pánico de ser descubierto. Me quedé quieto apretándome la polla como si esta pudiera llegar a delatarme. Lorena salió de la cocina intentando detener a Julia, pero ya era tarde. Si ésta, en lugar de volver a la cocina, decidía sentarse en el sofá de la sala, no tendría escapatoria. Gracias al cielo volvió a dirigirse lentamente a la cocina. Yo empecé a relajarme y mi polla, que estaba a punto de ser estrangulada, me lo agradeció.

Todo había terminado. Era hora de marcharme silenciosamente a mi cuarto y dedicarle al asunto la cantidad de pajas suficientes como para detener el terremoto mental que me estaba desmoronando. Sin embargo algo en el rubor colérico de Lorena me mantuvo en posición.

¿Qué mas podía pasar?

Todavía de pie, frente a la mesa, Lorena recogió la jeringuilla ya vacía y se la quedó mirando pensativa por unos segundos. Luego, sin titubear, deslizando hábilmente el émbolo hacia atrás, recargó la cavidad del instrumento con el esperma licuado por la mezcla de saliva, que Julia había escupido sobre la mesa

En ese momento, con una mínima parte de mi cerebro funcionando racionalmente, tejí la hipótesis de la limpieza: Lore intenta no dejar rastros. Pero la inocencia de mi pensamiento se puso en evidencia con lo que tuvo lugar a continuación.

Ella abandonó por un instante la jeringuilla que contenía la solución lechosa sobre la mesa. Luego deslizó sus manos por debajo de la falda y las fue subiendo por sus muslos hasta enganchar sus dedos pulgares en los costados elásticos de sus bragas. Tiró de ella hacia abajo. Inclinándose hacia adelante, y sin flexionar las rodillas, fue descendiendo a lo largo de sus muslos y piernas mientras la suave tela blanca se enrollaba sobre si misma a cada centímetro. Las bragas fueron deslizándose por su piel con una cadencia enloquecedoramente lenta, para terminar su recorrido en sus delgados tobillos, aprisionándolos como suaves esposas de algodón. Cuando terminó de bajarse las bragas se incorporó y levantó su falda hasta la cintura para sentarse con su precioso culo desnudo sobre la silla.

En ese momento pude ver los bellos que adornaban sutilmente su monte de venus. Mi mano cobró vida propia y se dirigió a mi entrepierna para encontrarse con un mástil.

Lorena levantó las piernas y apoyó los pies descalzos, apresados por sus bragas, en la misma silla que un momento atrás ocupaba Julia. Se acomodó adelantando las caderas y separó las rodillas. Llevó su mano hasta el vientre y comenzó a deslizarla hacia abajo... yo casi podía sentir la textura de sus pelos ensortijados en mis dedos.

Comenzó a masturbarse con los tres dedos medianos de su mano. Practicaba un movimiento circular sobre su clítoris, presionando levemente, mientras sus labios mayores se hinchaban y ardían. Traté de imitar su cadencia sobre mi polla y en seguida entré en un túnel de éxtasis a una velocidad ascendente, vertiginosa, podía sentirlo en el estómago.

Lorena continuó con la faena a medida que su respiración se hacía cada vez más sonora y profunda. Su pecho se hinchaba rítmicamente... ella también estaba en el túnel. Su mano libre acarició uno de sus pechos sobre la remera que ya dejaba advertir el relieve de sus pezones endurecidos. De vez en cuando miraba su mano húmeda y arqueaba la espalda para prolongar el placer de sus caricias. El ritmo de sus movimientos aumentaba junto con su respiración. Sus dedos comenzaron a hacer fricción sobre su clítoris.

La sensación de velocidad que se acumulaba en mi estomago me hizo saber que había entrado en caída libre junto con ella.

Lorena se frotaba literalmente la vulva con la palma de su mano a una velocidad increíble. Los espasmos de placer estaban por llegar en cuestión de segundos. Cuando parecía que todo iba a explotar, la mano que apretujaba su pecho se soltó violentamente y tanteó desesperadamente sobre la mesa hasta encontrar lo que buscaba. Lorena tomó la jeringa cargada y sin aguja, apoyando el pulgar sobre el émbolo, parecía una enfermera psicópata persiguiendo a un niño aterrorizado.

Todo sucedió en un segundo. Lorena arqueó su cuerpo hacia adelante en un movimiento rápido y apoyó la punta de la jeringuilla entre sus labios vaginales. Abrió al máximo sus muslos, sin poder separar los tobillos, y el tubo de la jeringa fue literalmente absorbido por su vagina. Yo no daba crédito de lo que veía, mi verga estaba a punto de estallar en litros de leche mientras no dejaba de masturbarme intentando seguir su ritmo.

Y el final llegó. En un movimiento simultáneo, Lorena presionó con fuerza el émbolo con su pulgar, que penetró por el tubo y descargó todo su contenido en el fondo de su cuerpo. El chorro de esperma y saliva salió con furia del dispositivo y estalló contra las paredes interiores de su caverna húmeda, bañándola por dentro. Un espasmo se placer se apoderó de ella arqueando todo su cuerpo hacia atrás. Por cinco segundos quedó rígida en esa posición, mordiéndose el labio inferior para contener el grito. Poco a poco se fue relajando hasta caer abatida sobre la silla... Todavía la jeringa descansaba en su interior.

Yo también había llegado al final del túnel ... todo a mi alrededor parecía haber sido alcanzado por los copiosos chorros de leche que habían brotado de mi verga justo en el momento que Lorena contuvo su grito mordiéndose el labio.

Esa noche me fui a dormir con un pensamiento que al despertar ya se había transformado en la más obstinada de las obsesiones: Quería derramar mi semilla por la piel de Lorena, quería ver mi esperma blanco en su cuerpo, en sus piernas y muslos, en su espalda... en su boca. Deseaba que mi semen la alcanzara y la empapara.

A partir de ese día esto se transformó en el lugar común de mis fantasías. Pensaba en miles de formas de lograr mi objetivo, y sabía que no pararía hasta alcanzarlo. Hasta que finalmente aquel día llegó.

Prometo contaros esta experiencia maravillosa en mi próximo relato, que aún guardo con lujos de detalle en mi cabeza.

Hasta la próxima.