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Angelita (2)

en Jovencit@s

ANGELITA

(II)

La vida secreta de Angelita, una niña de 12 años, y su nuevo amor

Mis amigas y compañeras en la escuela me preguntaban por mi novio, pero nunca sacaron de mí una sola palabra sobre este asunto; yo sabía que nadie debería enterarse de mi nueva y secreta vida de felicidad con aquel hombre maravilloso que, además de darme todo el amor del que hasta hace poco estaba hambrienta, me proporcionaba todo lo que podía desear.

Para no descubrir que era él quien todo me compraba, pedí a mamá que el dinero para mis útiles, ropa y demás gastos personales me los diera en efectivo, y así vería la forma de hacerlo rendir más.

Ella estuvo de acuerdo pues de esa manera se libró de comprar las cosas para mí y, además, como ella misma opinó, era buena técnica para que aprendiera a administrarme y a ser más independiente, más de lo que ya era pues poco se ocupan ella y mis hermanos de mí.

En cambio, él me consiente y me da todo lo que necesito, y aun más, pero si en casa me preguntan por qué tengo tal o cual cosa digo que es con el dinero que me da mi mami, así que no hay sospechas, excepto por la alegría que dicen que ahora expreso siempre en mi rostro.

La adolescencia empieza a anunciarse en mi cuerpo, que gracias a las prolongadas sesiones de amor con mi hombre ya está tomando formas de mujer. Una suave vellosidad empieza a anidar en mi vulva, y eso a él lo hace feliz, según me ha dicho mientras la recorre cariñosamente con sus dedos prodigiosos, sus labios atrevidos y su lengua encantadora.

Cada vez que puede avisa en su oficina que saldrá por un par de horas; lo espero a la salida del estacionamiento y vamos a mi casa; después de asegurarme de que no hay otras personas en ella entramos directamente a mi recámara, a donde por costumbre nadie entra sin mi consentimiento, de modo que ahí podemos estar con toda tranquilidad, y además tiene salida a uno de los pasillos laterales que da a la calle.

Estoy loca por él. Todo se inicia, continúa y termina con palabras amorosas; me da títulos de Reina, Muñeca, Chiquita, Mamita, Dueña Mía, Adoración, Bebé, Muchachita, Preciosa y cientos más. Ya perdí la cuenta, pero cada vez que me dice uno de ellos se acrecienta mi adoración por él y me entrego deliciosamente mientras me penetra y hace de mí lo que quiere, que todo me gusta y hace feliz.

Ya aprendí a masturbarlo con manos y boca. Cuando hizo suyo mi ano sufrí un poco pero al final me acostumbré y ahora lo disfruto mientras me acaricia el clítoris y me introduce dos o tres dedos en la vagina.

- Te amo, Chiquita, eres lo más lindo que ha sucedido en la vida, y me moriría si llegara a perderte-, me dice en el oído al tiempo que su pene se aloja con dulzura en mi túnel de amor, que parece haber sido hecho para tan querido visitante.

- Yo también a ti, Amor; no me perderás porque eso no lo permitiré nunca; mi vida es tuya para siempre, mi cuerpo nunca se llena de ti, te quiero, te quiero...-, exclamo entre los jadeos que me producen sus caricias, la cercanía de su cuerpo al mío y los repetidos orgasmos que me producen.

- ¿Te gusta así, mi Tesoro?

- Sí, Amor, así, ¡ahhh!, ¡ahhh!, ¡ahhh!, ya voy a terminar otra vez...

- ¡Termina, mi Reina!, ¡termina abrazando con tu vaginita el miembro de tu Papi!, ¡termina, Muñequita...!-, me urge.

Y termino en un prolongado gemido a la vez que mi vagina sujeta firmemente al prisionero para que prodigue toda su potencia, que yo siento en mi joven matriz y me provoca oleadas de placer interminable.

- ¡Qué rico, Papito lindo!, ¡qué hermoso, mi Rey!

- ¡Gracias, Muñequita!, cada vez es más hermoso y placentero hacer el amor los dos, entregados sin reservas a pesar de la diferencia de nuestras edades.

- Recuerda que en nuestra cama no somos una niña y un adulto sino una mujer con su hombre, al que ama perdidamente-, le manifiesto plenamente convencida de mis sentimientos por él, mientras doy masaje a su gran verga que es toda mía, y que al instante reacciona siempre hasta alcanzar el tamaño que hace mis delicias, y termina invariablemente alojado de nuevo en el guante de seda donde me encanta dar hospedaje a tan apetitoso e insaciable caballero.

Afuera de mi recámara la vida sigue igual. No obstante, me ha dicho que dentro de cuatro años más, cuando cumpla yo los dieciséis de edad, hablaremos con mamá y nos casaremos para dar rienda suelta a nuestra relación, sin ocultarnos. Mis hermanos terminarán pronto sus carreras, se casarán, quedaremos solitas mamá y yo, y entonces será el momento de convencerla de que apruebe la relación de mi Papi y yo.

A decir verdad, me emociona más la idea de mantener en secreto nuestras sesiones de placer y felicidad. No me falta nada porque él todo me lo da, así que tengo poco interés de que las cosas cambien.

Sigo yendo a la escuela, continúo obteniendo buenas calificaciones y el próximo año ingresaré a la secundaria.

Tengo algunos pretendientes pero ninguno me interesa porque ninguno ocuparía el lugar de mi amado; les falta inteligencia, madurez, y con seguridad carecen todavía de la experiencia y un instrumento de placer tan estupendo como el de mi Rey.

Por las noches y el fin de semana, cuando dejamos de vernos, me resigno a masturbarme pensando en él; como ha abierto todos mis sentidos conozco todas las partes de mi cuerpo donde me toca y electriza.

Para soportar la espera acabo con mis manos en los senos, que ya empiezan a desarrollarse, y en mi vagina doceañera inaugurada hace algunos meses por él, entre quejidos que ahogo para que nadie en casa los escuche, mientras recuerdo nuestras palabras:

- ¡Qué delicia de vagina tienes, Mamita, déjame penetrarla y hacerla feliz...! ¡Apriétame, así, Bebé, así, Adoración!, ¡ya termino, Muñeca!, ¡ahhh!

- ¡Termina, Papacito!, ¡dame tu jugo para bañar mis entrañas infantiles!, ¡dámelo, Amor, mientras acabo con ese idolatrado conquistador dentro de mi cuevita!, ¡ayyy, Amor...!, ¡ayyy!, ¡ahhh...!

Y en mis ensueños terminamos deliciosamente juntos...