Mafer y Su Potito Virgen
En una de mis anteriores entregas les narré cómo fue que conocí a María Fernanda a través del chat y la manera en que me entregó su virginidad el pasado jueves 24 de febrero de 2005 (ver relato: Mafer, Es Una Nenita). Como recordarán en aquella ocasión mi linda enamorada de tan sólo 15 años me prometió que en nuestro próximo encuentro me entregaría su segunda virginidad; es decir, la virginidad de su culito o "potito" como ella y la mayoría de peruanitas suelen llamar a su culo. El de Mafer es algo muy especial, pues, es carnoso y bien formado y apenas tiene 15 añitos, cumplidos el pasado martes 28 de junio. Por aquellos días me fue difícil ir a felicitarla por su cumpleaños; ya que vivimos en ciudades bastante alejadas (ella en Lima y yo en Chiclayo); así que, fue recién en los primeros días de agosto que fui a encontrarme con ella. No sólo por olvidarme un poco de los problemas que tuve en casa; sino, porque necesitaba sentir sus besos y sus caricias que revitalizan mi alma y mi cuerpo.
Fue así que el pasado jueves 11 de agosto de 2005 arribé a la capital y me hospedé en la casa de playa que un amigo me facilitó para que pudiese descansar unos días en Lima; y que se encuentra ubicada a unos 95 kilómetros al sur de la ciudad en la paradisíaca Playa Asia, lejos del bullicio y de la contaminación propios de las grandes metrópolis.
Una vez instalado me comunique con mi amada Mafer creyendo que podría verla ese día; sin embargo, me confesó que era imposible porque la habían castigado todo el fin de semana y que dudaba poder revertir esa situación. Eso me contrarió mucho y le dije que eso me pasaba por creer en el amor de una chiquilla inmadura y que si las cosas iban a andar así mejor sería que terminásemos y no volvernos a ver jamás. Esto último se lo dije antes de colgarle el teléfono. Casi de inmediato me arrepentí de mi intransigencia y falta de comprensión; pero, temí llamarla y que me respondiese enojada, pues, como toda chica adolescente es bastante temperamental. Asi que decidí nio hacerlo o por lo menos esperar unos días.
El resto del jueves y el medio día del viernes me dediqué a dormir, a escuchar música y comer, pues, no tenía ánimo ni para pasear. Cuando creí que mi suerte estaba echada el motor de un auto y el bullicio de unas chicas me despertaron; y, el tintinear del timbre me dio la señal que la visita era para mí. Al abrir la puerta comprobé que la suerte no me había abandonado, pues, se trataba de María Fernanda y de su amiga Ariana; quienes con argucias habían salido de sus casa aduciendo que debían asistir a un retiro espiritual.
Mi posición desde entonces me resultó inmejorable, pues, me encontraba sólo con un par de quinceañeras desinhibidas, en una cómoda casa y en medio de la paradisíaca playa Asia.
Aquella noche preparé pizza para los tres y acompañados de una rica piña colada la pasamos bailando y bromeando hasta que llegó la hora de dormir. Mafer y Ariana se instalaron en uno de los dormitorios y yo en el principal seguro de que Mafer no tardaría en llegar; pero, cansado y molesto de oírlas reír me quedé dormido hasta que al amanecer un beso suyo en mis labios me despertó y sin decir nada comenzamos a acariciarnos y a besarnos en medio de una pasión desbordante. Esta vez, Mafer, se mostró mas resulta en sus caricias y mientras besaba mi cuerpo acostada sobre mí busco con su diestra mi falo ya erecto para entonces y lo empezó a apretujar sobre mis bóxer.
Sus manos esta vez fueron las que recorrieron mi cuerpo y pronto se quitó la batita que la cubría para regalarle a mis ojos su esbelta figura desnuda por segunda vez para mí.
Depositó sobre mi dorso su rizada cabellera castaña y sentí su aliento acercarse a mi miembro hasta acogerlo entre sus manos e iniciar una deliciosa mamada que me llevó al séptimo cielo provocándome una copiosa descarga seminal que deposité sin reparos en su boquita y que ella disfrutó y tragó a discreción. Me incorporé entonces e hice lo propio en su depilada chuchita a la que lamí , besé y mordisqueé con mis labios hasta conseguir que una cascada de jugos vaginales brotaran de su juvenil coñito inundando mi cara de ese néctar de mujer; como si se tratase del rocío de la mañana humedeciendo mi rostro. Me separé de ella y disfruté viéndola yacer temblorosa y semiinconsciente disfrutando del reconfortante orgasmo que la invadía.
Su conchita lucía brillosa y palpitante; mientras mi miembro empalado reclamaba sentir el cálido masaje que sólo aquella juvenil chuchita le podía ofrecer y sin mediar palabra la penetré de una sola estocada y reviví aquella deliciosa anterior experiencia y empecé a follármela en medio de sus delirios orgásmicos en los que la escuché gemir y gritar y retorcerse de placer con mi herramienta enterrada hasta el fondo de su intimidad. El gozo fue de ambos yo disfrutaba con la calidez y humedad de su conchita y ella con la candente rigidez de mi aparato que cada vez aumentaba la frecuencia de las entradas y salidas de su cuerpo quinceañero hasta que sin poder evitarlo ambos explotamos al unísono en torrente de flujos que inundaron la habitación con el olor de nuestros sexos.
Mafer buscó mis labios y confundidos en un dulce beso caímos rendidos en un profundo sueño del que sólo la voz de Ariana nos despertó para desayunar. Durante la mañana caminamos por la playa y a la hora del almuerzo; mientras comíamos un afrodisíaco Chupe de Mariscos, Ariana se encontró con un amigo que la invitó a ir al cine y de ese modo nos la quitamos de encima.
El potaje y nuestra pasión reprimida hicieron su trabajo y fue Mafer quien sugirió volver a casa -"Para que me hagas sentir tu herramienta en mi potito virgen"- según su propia expresión; sin embargo, cuando estuvimos en casa su actitud cambió, pues, cuando la abracé para besarle y para masajear los ricos cachetitos de su potito se soltó de inmediato y disculpándose corrió a encerrarse en el baño de la recámara principal para ponerse mas guapa según dijo. Claro que aquella actitud infantil en vez de enfadarme me excitó mucho más.
Pasaron los minutos y finalmente la ví aparecer muy sexy aunque con gesto de enojada. Iba vestida con una faldita rosada de algodón y un polito blanco, con el cabello atado en dos coletas y descalza. Entonces, me pareció perfecta; pero, aquel gesto de enojo me desconcertó. Sin embargo, a medida que fuimos conversando intuí que aquella actitud de enfado es propia de todas las chicas cuando se sienten nerviosas y temerosas, algo así como un mecanismo de defensa, propio de las mujeres, que utilizan como escudo de protección. Finalmente, cuando la cogí de sus manos y se las sentí gélidas, no dudó en confesarme que tenía "miedito" y que le prometiese -"que no me harás doler mi potito y que me lo harás suavecito y que si me duele feito me lo sacarás"-. Y yo como buen caballero asentí a todo y con un tierno beso inicié lo que sería la desvirgación del potito más tierno y joven que he tenido en mis manos y a mi entera disposición.
La acosté en el amplio sofá crema de la pequeña sala y la besé con pasión, aspirando en cada beso y caricia el fresco perfume de su adolescente piel que temblorosa a mi tacto se empezaba a calentar. Casi de inmediato me deshice de su faldita y de su polo y me la encontré en un sexy bikini celeste que la hacía lucir más infantil y mi miembro se erectó de modo casi descomunal y sentí que mi sed por poseerla me empezaba a resultar insoportable; pero, no quería espantarla y actué sin prisa al despojarla de las últimas prendas que cubrían a aquel delicioso cuerpo de majar.
Sin mayor espera la acomodé en el sofá y saboreé su "conejito", jugoso y saladito como es usual. El néctar de su sexo no se hizo de rogar y pronto estuve saboreando su torrente de jugos en mi cara y sin poderlo evitar me situé entre sus delgaditas piernas y sepulte implacable mi enhiesto aparato en su estrecha cavidad femenina que de inmediato empezó a contraerse sobre mi falo tieso y caliente dándome placer a rabiar. Mafer comenzó a gozar y los rítmicos movimientos de su conchita me empezaron a masajear el miembro cada vez con más ímpetu y la embestí con locura y ella gimió y gritó de puro placer en mis brazos y la sentí venirse en un descontrolado orgasmo con mi trozo de carne enterrada hasta el final de su chuchita.
Pasamos mas de 20 minutos follando sin parar y antes de venirme decidí retirarme y preparar el terreno de lo que sería la embestida principal. Los varones que me lean me podrán entender y las chicas que lo hagan lo deberán imagina; pero, no hay mayor placer que estrenarle el culo a una joven mujer, y este placer se eleva a la enésima potencia cuando se trata de la chica que te gusta y esto es mayor cuando ella tiene 15 años y uno 36.
La arrodillé sobre los cojines del asiento del sofá y doblándola sobre el respaldar, situé mi cara a la altura de sus nalguitas y separádselas con cuidado descubrí ante mis ojos el hoyuelo más hermoso que jamás había visto en culo alguno y no pude evitar el exclamar -"wow ¡Qué cosita más rica!"- y ella meneando las caderas me respondió "¿Te gusta?"- y sin mediar palabra empecé a lamérselo cada vez con más pasión y lujuria, pues, sabía que estaba cerca el momento de penetrar a aquel culito virgen.
Ayudado con mi legua y con mis dedos fui recogiendo los jugos de su chuchita y lubrique adecuadamente su esfínter virginal antes de empezar a dedeárselo. Mi índice fue el primero en conocer su hoyito posterior. Al principio se incomodó un poquito; pero, mis besos y caricias la ayudaron así que procedí a meterle mi dedo cordial y así hasta que toleró bien mis tres dedos. Claro está que su juventud ayudó mucho, pues, a esa edad los músculos son mas adaptables y elásticos.
Descendí entonces hasta su culito y separándole sus redondos y carnosos cachetitos pude ver que aquel anito estaba listo y entre palabras de amor y tiernas nalgaditas le ubiqué mi aparato a la entrada de su culito y la oí decirme, como un ruego: -"Despacito, mi amor, que no me duela mucho, mi potito"- y sin responderle nada inicié el lento avance dentro de su cavidad "culeana". La penetración fue lenta; pero, progresiva, sin la mas mínima brusquedad. Primero sentí como su esfínter estrangulaba la cabeza de mi verga y empezó a latir; entonces, esperé a que se acostumbrara antes de continuar. Así, poco a poco, se lo fui metiendo hasta que tuvo mis 20 cm. de carne venosa sepultados entre sus dos carnosas nalgas. Esperé un instante e inicié un lento; pero, progresivo mete y saca que pronto le arrancó sus primeros jadeos y gemidos de placer que acabaron por convertirse en gritos al momento que yo descargaba toda mi leche en su culo. Ambos alcanzamos el orgasmo pleno y ella me confesaba que -"No me dolió nadita y por fin mi potito tomo la leche que tanto le recomendó el doctor"-, y ambos reímos de su ocurrencia infantl.
Esa noche y durante la madrugada lo volvimos a hacer sin importarnos que su amiga nos pudiese escuchar. A la mañana siguiente se marcho y yo regresé a mi trabajo en Chiclayo, La Capital de la Amistad. Aún nos escribimos y quizás me la vuelva a culear; pero, estoy seguro que ninguno olvidaremos la tarde del sábado 13 de Agosto de 2005, en que estrené su culito de apenas 15 añitos.
Muchas gracias por esos primeros 100000 lectores. A ustedes mi respeto y mi compromiso de narrarles sólo historias reales. Ah, y por favor no olviden dar valoración a mis relatos y de escribirme a