Danielita: De Niña a Mujer
Después de haber tenido entre mis brazos a Midori (mi veinteañera ex alumna), y a la guapísima Norma (mi vecinita de tan sólo 19 añitos), quedó en mi la deseo de probar a chicas mas jóvenes que ellas, pues, a pesar de tener 41 años empecé a añorar mi pasado juvenil.
Corría entonces el mes de noviembre y decidí salir de "cacería", pues, era el único modo de cristalizar mi libidinosa idea. Al poco tiempo mi esfuerzo dio su fruto cuando me hice amigo de Danielita, mi vecinita de 18 años, a quién había visto crecer desde muy cría a fuerza de oírla correr a diario cada vez que me dirigía a casa.
Daniela es una nenita muy dulce de labios carnosos, ojos rasgados, piel trigueña, cabellos negros que llegan hasta sus hombros y un cuerpecito en formación bastante atractivo; que ya capta la mirada y el deseo de los chicos de su edad quienes la silban y piropean al verla pasar.
Fueron precisamente los piropos de esos vagos quienes me permitieron conocerla, pues, una tarde cuando regresaba a casa escuche a un tal Benjamín, gritarle "Danielita estas para cacharte" (entiéndase "follarte"), mientras le hacía una mueca obscena. Al instante bajé del auto y la retuve entre mis brazos al tiempo que corría al verse amenazada por la cuadrilla de amigotes de ese infeliz. Al comienzo se resistió a mi protección; pero, al ver que me enfrentaba a golpes con esos inadaptados su actitud hacia mí cambio radicalmente y me convirtió en su héroe cuando vio correr ante mí a aquellos indeseables.
Aquella tarde, Daniela y yo, conversamos sólo unos minutos; pero, debí caerle simpático desde entonces , pues, nuestros encuentros se fueron volviendo más seguidos y nuestras conversaciones más largas. Sus padres me conocen y como saben que soy Profesor vieron con buenos ojos mi amistad con su hija. Inclusive una tarde, Marciano, su padre, me agradeció el que pudiese orientar a su hija y el que la mantuviese alejada de los mozalbetes de su edad.
Yo sabía lo que buscaba y como no estaba para perder el tiempo aproveche que, el miércoles 30 de noviembre de 2005, le dieron permiso para ir a una fiesta y me la llevé a una discoteca clase A-1 en donde (previo arreglo con el mozo), hice que la atendiera como a una Reina y eso tocó su ego adolescente hasta deslumbrarla. Aquella noche la hice sentirse como en un cuento de hadas y la cuidé y protegí evitándole que tomase licor y le hablé de cómo su fresca belleza me había deslumbrado. Desde esa noche, Daniela, confió ciegamente en mí y la tuve rendida a mis pies y comiendo de mi mano.
Fue así que antes de terminar nuestra cita me acerqué a ella mientras bailábamos, "Fuiste Mía" de Julio Iglesias, cogí su pequeño rostro entre mis manos y besé sus temblorosos labios consiguiendo que se derritiera literalmente entre mis brazos, pues, días después me confesó que al besarla se sintió tan húmeda que creyó haberse orinado en su calzoncito.
Danielita desde aquél beso se hizo mi enamorada y buscaba cualquier ocasión para verse conmigo a solas esperando que me comiera a besos sus carnosos labios de tan sólo 18 añitos.
La sensación que la humedad de su boquita inexperta me causaba era increíble. Besar sus labios era tremendamente excitante; tanto así que mi pasión por ella se convirtió en irrefrenable acabando por hacerme presa suya; sin embargo, ella no escapó al deseo y su curiosidad por descubrir nuevos placeres a mi lado acabó por convencerla de que perder su valiosa virginidad en mis brazos era una necesidad que su cuerpo no estaba dispuesto a retardar por mucho tiempo.
Daniela estaba en ese momento en el que la mayoría de adolescentes confunden el deseo con el amor y aunque mi experiencia y mis años me permitían advertirlo no era cosa mía el fungir de Psicólogo y hacérselo nota; así que mas bien alimenté su deseo poniendo más interés en excitarla cada vez que conversábamos, tratando con ella temas morbosos; y, cada vez que nos besábamos y acariciábamos, dejando que mi boca y mis manos recorrieran partes de su cuerpo que jamás habían sido exploradas por manos ajenas a las de su madre y a las suyas. Fue de este modo en que un día me sorprendió diciéndome que quería que la hiciera mía el día en que se celebraría su fiesta de promoción de la primaría.
Yo ya se lo había propuesto muchas veces; pero, su negativa y sus razones siempre habían estado presentes o bien por el temor de todas las chicas (que duele, que sale sangre y esas cosas), o sino el que sus padres o alguien la descubriesen. Eso me había llevado a alejarme de ella algunos días y al parecer el temor a perderme la hizo encontrar una salida.
En un primer momento me supuse que esto ocurriría pronto; pero, esto no fue así. Primero me preparé para el viernes 23 de diciembre de 2005; sin embargo, hubieron problemas y se postergó para el martes 27 y tampoco se dio. Finalmente se fijó como fecha para la dichosa fiesta el viernes 06 de enero de 2006 y entonces ocurrió.
Danielita y sus amigas (especialmente Jenny), habían urdido un plan perfecto para ayudarla a que "debutase" en la cama y la verdad me dejaron sorprendido. El plan concebido consistía en que Daniela diría a sus padres que terminada la fiesta iría a pasar la noche en casa de Jenny ya que toda la familia había salido de viaje y no quería dormir sola; mientras tanto, yo, disfrazado del viejo chofer de la familia de su amiga, las recogería de la puerta del local de fiesta y primero dejaría a la niña en su casa y luego me llevaría a Danielita a la mía para iniciarla como mujer.
Demás está decir que todo el día la pasé sumamente ansioso y tenso; no sólo porque sería la realización de uno de mis más caros sueños, el desflorar a una chica de 18 añitos; sino porque se trataba de desvirgar a una mujer considerada niña por la ley y eso es un delito en mi país. Sin embargo, la experiencia valía cualquier riesgo y los asumí con decisión.
Llegada la hora me disfracé con las ropas que me dieron y conduje el auto hasta estacionarme en el lugar previsto. Pasados diez minutos, Daniela y Jenny abandonaban el local escoltadas por los padres de mi amada, ambos muy alegres y sin sospechar lo que esa noche su hija haría entre mis brazos, las despidieron. Aparentando una fría tranquilidad me bajé para abrir la portezuela y dejar que las niñas subiesen en asiento trasero; claro que ocultando mi rostro tras las gafas y la gorra característica del chofer, ya que ambos me conocían; por ello, cuando me saludaron respondí con una venia y un murmullo en lugar de saludo. Luego de la despedida de los señores encendí el motor y nos alejamos del lugar. Yo no decía nada, pues, las oía cuchichear y reirse entre cómplices y nerviosas.
Llegamos por fin a casa de Jenny y fue entonces que Daniela pasó a compartir conmigo el asiento delantero. Sin embargo, apenas se hubo despedido de su amiga, su rostro y actitudes cambiaron y empezó a mostrarse nerviosa e intranquila al punto que poco antes de llegar a mi casa irrumpió el silencio con un argumento infantil; pero, previsible, dicho en tono tembloroso: "Mi amor, mejor regresemos! yo no respondí- "Sí, mira mejor otro día,¿Sí?" seguí mudo y hundí el pié en el acelerador- "Anda, Martín, llévame a donde Jenny; porfis, no te molestes, llévame ¿Sí?" Esto último lo dijo entre sollozos y aunque me provocó darle una bofetada me contuve para no alterarla más y sin mediar palabra abrí la cochera de mi casa y, cuando estuvimos dentro, le increpé enérgicamente:
-¿Qué te ocurre?
Pero, ella, sólo lloraba.
- Acaso ambos no queríamos esto.
Su llanto se hizo más fuerte y decidí mostrarme comprensivo y sacándola en brazos la acurruqué en mi pecho y con tono paternal la interrogué:
-¿Qué te ocurre, mi niña? después de un largo silencio respondió_
-Tengo miedo. -Yo le bese la frente y le dije-
-Yo te amo y nunca haría algo que te lastimara; pero, entiéndeme soy un hombre y necesito
sentirte totalmente mía. Me entiendes ¿Verdad?
- Sí; pero, ....
-¿Qué?
- Me da miedo, mejor otro día
- No, hoy.
- Pero, dicen que duele y a mí me da miedo
- Ay, por favor, todas las chicas lo hacen ¿o no?
- Si; pero, Jenny dice que a su prima le dolió tanto que se desmayó-
- Por favor mi vida, eso no es cierto. Mira hagamos algo. Te prometo que si te duele no lo
hacemos y ya. Yo me detendré en el momento en que me lo pidas.
Danielita dejo caer sus párpados en señal de asentimiento y sin bajarla de mis brazos la conduje a mi recámara para que ninguno de los sirvientes notase su presencia. Mientras subía las escaleras sentía que la sangre me hervía al tener entre mis brazos a aquella niña a punto de convertirse en mujer.
Al llegar a mi habitación reparé en lo lindo que lucía con aquel vestido celeste y u peinado a medio deshacer producto de su nerviosismo durante el viaje. Se le veía cándida y modosita; y, me enamoré mas de ella. "Estas preciosa le dije enternecido por su belleza- nunca me habías gustado tanto como hoy Ella bajo la mirada y continué- deberías vestirte así más a menudo". Y ella me replicó "Ay no, ni loca estas medias me están matando. Me pican que parece que tuviera pulgas en mis piernitas" dijo esto último mientras se rascaba.
- Si quieres te las quito?
- Bueno respondió mientras descalzaba sus piecitos sentada sobre la cama-
- Será un placer dije al tiempo que me acercaba decidido; pero, ella hizo una maroma y
terminó al otro extremo; mientras me retaba-
- Eso si me atrapas. y comenzó a correr por el cuarto obligándome a perseguirla.
Definitivamente era una niña y así como a los peces se les pesca con gusanos a las niñas se les conquista con los juegos. Yo la correteaba por toda la habitación; pero, era imposible competir con la agilidad de una mujer 23 años menor que yo y con menos de la mitad de mi peso; así que opté por llevarla a mi terreno y a medida que iba corriendo me iba despojando de cada una de mis prendas. Yo sentía que aquello la iba excitando y eso me puso a mí muy cachondo, al punto que -cuando me quedé en calzoncillos- mi verga estaba tan erecta que su amoratada cabeza se asomaba por el elástico. Ella advirtió la escena y clavó sus achinados ojos sobre mi miembro erecto y luego de mirarme a los ojos volvió a clavarlos sobre mi paquete con las manos atrás sin atreverse a dar un paso.
De un salto estuve frente a ella y la besé con toda la arrechura contenida en mí y en ese beso sentí que su resistencia estaba vencida. La senté sobre mis faldas y mientras mi verga latía sobre su pierna izquierda cubierta aún por la falda de su vestido ella me regalaba su mejor beso; húmedo y caliente; mientras mis manos recorrían su anatomía por encima de la tela de su vestido.
Para entonces su respiración era agitada y su cuerpo emitía un inusual calor y su piel estaba húmeda y temblorosa como nunca antes lo estuvo. Sus labios no cesaban de darme cariña y mis manos no se detenían en un solo lugar. O bien estaban enredadas en su cabello, o rozando sus mejillas enrojecidas por la excitación; o subiendo y bajando por sus delgados brazos o su suave espalda. Me la fui comiendo de a pocos, pues, quería saborear bien esa carne de 18 añitos. Metí mis manos bajo su falda y palpe sus piernas aún cubiertas por las medias de lycra color canela y ella no reclamó. Fui recostándola sobre la cama y cuando la vi tendida me acosté a su lado y empecé a besarla de nuevo, a lamerla, a chuparla y a darle pequeños mordiscos con mis quemantes labios y aquello la descontroló. Para entonces ella gemía sin temer a que la escucharan y buscó mis labios mientras mis manos amasaban sus pechitos en formación. Aquello elevó más su calentura y la sentí cuando experimento su primer orgasmo pre-coital.
Quedó exhausta sobre el lecho y sin pedir permiso mis dedos se cercioraron de la abundante humedad de su entrepierna y sin más ni mas la despoje de prisa de sus medias y calzones de una sola vez. Al hacerlo se le levantó el vestido y por primera vez vi lo bello que es un coño de 18 años sin el más diminuto vello, sin saber lo que es ser rasurado. Ella permanecía inerte con los ojos cerrados, quizás saboreando su primer orgasmo y yo sucumbí a la tentación y me lancé sobre su coñito y se lo devoré con labios, dientes y lengua; hasta encontrar su diminuto clítoris al que le di un tratamiento especial que la hicieron volar de placer y se corrió en mi boca. ¡Qué sabor! ¡Qué aroma!. Nunca otro coñito me supo igual, el de Daniela me resultó diferente y es que quizás aún sabía a bebé.
Ante esta segunda oleada de jugos vaginales la niña estaba lista; pero, quería seguir gozando de la antesala de su desfloración; así que, me incorporé y la desvestí por completo y tuve ante mi a Danielita completamente calata, igual que como su madre la parió un 09 de mayo de 1988. Quedé extasiado ante esta visión y me arrojé sobre su piel canela y besé como un poseso sus achatados senos y con mi boca fui dando forma a sus pezones haciéndola delirar con aquella maniobra. Mis dedos abrían y cerraban sus virginales labios vaginales y así volvió a sentir otro orgasmo. Aquellos jugos me habían fascinado y regresé a su conchita y se la lamí levantando con mis dos manos sujetando cada una de sus nalguitas hasta ponerlas a la altura de mi boca. No puedes imaginarte la suavidad de esa piel.
Para entonces habría pasado casi una hora desde que llegamos a la habitación y el temblor de sus piernas era evidente al igual que la humedad de su conchita que para entonces manchaba hasta sus muslos. Danielita estaba rendida al placer y era el momento de estrenar su coñito y dejar que mi verga demostrase toda su virilidad a aquel diminuto agujerito que sin tener la experiencia latía y emanaba un vapor libidinoso reclamando dentro suyo un buen trozo de carne venosa, dura y caliente que lo inaugurase y le enseñase lo que era ser perforado por un macho.
Así me coloqué entre sus frágiles y delgadas piernitas y separado con mis pulgares los labios que cubrían su huequito virgen, ubiqué mi erecto miembro y sentí sobre mi glande el cautivante vapor que su coñito despedía y el dulce beso de ese coño de niña que empezaba a sentirse mujer. Al sentirme invadir su intimidad abrió sus ojos y con una mirada expectante y temerosa trato de indagar mis planes sin decir una palabra. Yo cogí sin mas sus labios con una mano y con la otra restregué mi pene sobre su entrada y ella empezó a repetir nerviosa "¡Ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay!". Esto me excitó mucho y empecé a penetrarla; pero, sus quejidos se agudizaron y con todas sus fuerzas trataba de evitar su desfloración ayudada por sus mantos.
Yo no quería forzarla, quería que gozara; así que hábilmente la acomodé de costado y me ubiqué frente a ella sin dejar que mi verga se separase de la entrada de su rica chuchita y le pregunté:
- ¿Qué pasa mi amorcito, ya no me amas? -
- Ay mi vidita... es que... es muy grandote... mejor otro día ...¿Sí?.
Y yo traidoramente le respondí "Como tu quieras, preciosa"- Al tiempo que la besaba y abrazaba y dejaba que la fuerza, rigidez y virilidad de mi falo se incrustasen en aquel coñito de 18 añitos causando una contundente ruptura del himen que debió dolerle muy poco, pues, mordió mis labios, arañó mi espalda y transpiro frío al tiempo que sus ojitos se llenaron de lagrimas. Por el contrario yo sentí su coñito suave, moldeable, húmedo y caliente en el momento en que albergo mi verga por primera vez. Con respecto a su himen apenas si mi verga notó la resistencia; mas bien me pareció como cuando uno mete la cuchara a un vasito de gelatina; pero, respetando el dolor de su desfloración me quedé quieto y la seguí besando mientras sentía como su coñito se iba distendiendo en torno a mi aparato a medida que se acostumbraba a tenerme adentro. Pasados unos segundos, Danielita, empezó a responder a mis besos y supe que era el momento de empezar a follarla. Primero me deslizaba de adentro hacía afuera con mucho cuidado y pareció gustarle y paulatinamente empecé a acelerar; pero, sin apresurarme. Su coñito era muy estrecho; pero, a la vez muy complaciente así que no tardó en acomodarse a las dimensiones de mi polla y antes de lo esperado ya estaba saliendo y entrando de aquel agujerito recién estrenado. Que deliciosa fue aquella noche, pues, le hice el amor a Danielita y ella gozó tanto que acabó adicta a mí.
Aquella primera vez lo hicimos de costado frente a frente, yo detrás suyo atendiendo a sus nalguitas, yo sobre ella y ella sobre mí. La oí gemir de placer y jalarse los cabellos como loca; hasta que finalmente pasados casi una hora en la que mantuve mi verga dentro suyo descargué todo mi semen en su interior, pues, esa mañana recién había dejado de menstruar.
Ella se durmió de inmediato y yo quedé despierto a su lado saboreando la desfloración de esta niña que ya se sentía mujer. Por un momento alguna culpa me invadió por haberle robado la inocencia a esa niña; pero, pensé que de no hacerlo conmigo lo habría hecho con otro, yo no la obligué, ella se entregó a mí para descubrir el placer de hacer el amor por primera vez y no la defraudé.
Semanas después le desvirgaría el culito; pero, eso se los cuento después.
Soy el Caballero Azul y pueden encontrarme en suertudo77@hotmail.com