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Danielita me entregó su culito

en Hetero: Primera vez

Danielita Me Entregó su Culito

Como algunos de ustedes recordarán Danielita es mi vecinita y le quite el virgo la madrugada del 07 de enero de 2006 (ver relato Danielita: De Niña a Mujer), después que celebrase su fiesta de Promoción de Primaria.

Después de aquella ocasión nos vimos algunas veces; sin embargo, resultaba difícil debido a su corta edad. La llegada de Julissa (ver relato La Colita de Julissa), facilitó nuestros encuentros, pues, su presencia ayudó a que los padres de Danielita no desconfiasen de mí; pero, también despertó los celos de la niña, pues, supuso –y no se equivocó- que entre July y yo existía algo más que amistad.

Fue por ello que al amanecer del viernes 17 de febrero, Danielita, me llamó por teléfono para decirme que necesitaba que hablásemos lo antes posible y que como tenía permiso de sus padres para ir a la Playa de Pimentel, debíamos vernos allí. Yo me hice el que no me interesaba verla, para no demostrarle mi ansiedad y para desesperarla un poco; pero, finalmente accedí.

Para no despertar sospechas fui acompañado de July; pero, ella se mantuvo a una distancia prudencial mientras nos dejaba conversar. Aquella era una mañana soleada y el ambiente en la playa era exquisito, poca gente y suficiente espacio como para sentirse a gusto. Tal lo acordado esperamos a Danielita cerca del Malecón y en cuanto nos saludamos July nos dejó solos.

Mi noviecita adolescente estaba vestida con un coqueto corpiño de seda que hacía juego con su diminuta tanga que por delante era un pequeño triangulito que apenas si cubría su coñito; mientras que por detrás sólo había un cordoncito que se perdía entre sus nalguitas. Desde que la vi aparecer las hormonas se me alborotaron y bajo mi bermuda mi verga se erectó; y es que era imposible evitarlo ante un cuerpo tan exquisito. Y es que a esa edad la "leche" que les damos a las niñas parece que las nutre muy bien y les pone las carnes duritas; y, sus tetas y culito se mantienen erguidas. Yo; sin embargo, no le demostré mayos interés, pues, sabía que ella andaba temerosa de que July nos separase y era el momento de sacarle provecho a esa situación.

A Danielita se la veía nerviosa mientras hablaba, pues, daba vueltas a todo hasta que finalmente "cogió al toro por las astas" y se decidió a reclamarme el que siempre me veía con Julissa y que cada vez la telefoneaba menos o que si ya no la quería. Danielita estaba justo en donde yo la quería y entonces me aproveché. Primero, le recordé que ella estuvo de acuerdo en que July viviese conmigo para evitar sospechas con sus padres y luego le hice ver que July me amaba más que ella; premisa que ella refuto izo facto con un sonoro

¡Queeeeeee!

Sí, ella me ama como toda una mujer y me da lo que como hombre necesito –eso le dolió; pero, su amor propio no estaba dispuesto a dejarme ir, además, la presión de sus amiguitas me favorecía, pues, le abría resultado embarazoso explicarles que finalmente la había dejado por la joven y guapa Doctora Julissa. Así que tomó aire y continuó:

¿Ah sí?, pues, déjame recordarte que yo te lo he dado todo y dudo mucho que ella pueda darte algo mejor, pues, está vieja.

Allí te equivocas, pues, ella me ha entregado algo que tú no quieres darme. –dije esto y callé. Ella pareció calmarse, reflexionar y continuó:

Yo también te lo daré y esta misma noche. –sus palabras me sonaron a canto celestial, los ojos se me iluminaron y bajó mis ropas mi verga se endureció aún más. Por lo tanto, mi trato hacia ella dio un giro de 180º.

¿De verdad?

¡Ah, no me crees!

La verdad que no.

Espera mi llamada para confirmártelo… adiós.

Se incorporó dejándome recostado y atónito en el malecón y arreglando su melena se alejó dejándome la visión de un par de preciosas pompas que lucían para entonces bronceaditas, duras, firmes, aterciopeladas, desafiantes, provocativas; y, que en ese momento su dueña las había "condenado" a sucumbir bajo el rigor de mi verga.

Al instante, Julissa, vino a mi encuentro y al enterarse una chispa de morbosa complicidad llenó sus ojos y con una sonrisa me confirmó que estaba dispuesta a acompáñame en esta nueva aventura.

Las horas transcurrían y la ansiedad me mataba, pues, no tenía noticias de Daniela ni de su tentador ofrecimiento. Fue recién al terminar la tarde que una llamada suya me hizo despejar dudas y quedamos en que nuestro encuentro sería al día siguiente.

Aquella noche July y yo acabamos follando muy excitados producto de urdir el plan que llevaríamos adelante con Danielita.

Al día siguiente todo transcurrió sin mayor novedad aunque he de confesar que sufrí una regresión a mi infancia y me sentí como un niño deseoso que llegue la navidad para abrir su juguete nuevo, pues, no veía la hora de tener frente a mí al tierno culito de Danielita ensartado por mi verga.

Finalmente llegó la hora señalada y a las siete de la noche del sábado 18 de febrero de 2006, recogimos a Danielita en el lugar pactado, durante el trayecto a casa, July le explicó nuestra fantasía y la niña aceptó. Supe entonces que nos aprovechábamos de la inocencia de una niña que jugaba a ser mujer.

Llegamos a casa y cada uno asumió el rol que debíamos representar; para ello, Julissa se puso una bata de casa, Danielita empezó a lamer un chupetín y yo me puse una ropa casera. De inmediato iniciamos el "juego". Supuestamente yo llegaba a casa muy caliente en busca de mi mujercita (July), quien me esperaba en la sala cubierta únicamente con su bata, la misma que entreabría para regalarme su desnudez; mientras nuestra hija (Danielita), nos espiaba tras la cortina

Ni bien comenzamos el "juego", abracé y besé a July. Su lengüita buscó a la mía al tiempo que mis manos desprendían la bata de sus hombros hasta desnudarla de una vez. Así mis manos se adueñaron de sus formas hasta hacerla recostar sobre el sofá de la sala. July, muy experta en estos menesteres, supo ubicarme entre sus piernas y empujando con sus pies mis caderas logró enterrar mi herramienta en su huequito que para entonces ya estaba –como de costumbre- sumamente lubricado por sus fluidos vaginales. Debo recordar que ésta escena ocurría mientras Danielita (nuestra supuesta hija adolescente), nos espiaba tras la cortina. Claro está que en aquellas circunstancias mi mente y cuerpo estaban concentrados en el placer que July me estaba dando, en las consecutivas contracciones que su coñito daba a mi verga y que me estaban poniendo al borde de una suculenta corrida.

Julissa, que conoce mi cuerpo a la perfección, intuyó que me vaciaría en su coñito en cualquier momento; así que con un rápido movimiento me sacó de dentro de sí y se ubicó en cuatro para meterse mi aparato en su huequito posterior. Fue así que separándose ese par de nalguitas que tiene me ofreció a su arrugado anito para que lo enculase una vez más en aquella su semana de estreno. "Ni corto ni perezoso", aproveché el jugo de su conejito y le lubriqué adecuadamente el culo de modo tal que mi verga (también humedecida), empezó a invadir a Julissa por detrás y recibió con placer las embestidas de mi aparato en medio de gritos de dolor y de placer.

Junto a nuestros jadeos el ruido de un cuerpo cayendo sobre el suelo nos interrumpió y entonces ambos volvimos a la realidad al ver a Danielita con afán tratar de levantarse del suelo; ya que al parecer, se había enredado en la cortina hasta caer de bruces, probablemente en un inútil intento por ver mas de cerca lo que hacíamos Julissa y yo.

Afortunadamente, Julissa, reaccionó a tiempo y encaminó el hecho al juego erótico en el que estábamos involucrados:

¡Daniela! –gritó iracunda, Julissa; mientras la pobre niña yacía asombrada, aún sobre el suelo, balbuceando incoherencias

Hijita, ¿Qué haces allí, deberías estar en casa de tu amiga Jenny? -añadí mientras me ponía los pantalones-.

Es que…. –dijo Danielita tratando de explicar algo-.

Definitivamente la niña estaba aturdida; pero, poco a poco todo se estabilizó y finalmente recordando el guión que le habíamos establecido acusó a su "mamá Julissa" de haberla visto coqueteando con el chofer y a su vez July la denunció de andar en toqueteos con un amiguito y acabó sentenciando:

¡Muéstrale a tu padre lo que hacían!

Sí, haber Danielita, muéstrame –ratifiqué-.

De inmediato, Daniela, olvidó cualquier prejuicio y empezó a besarme al tiempo que con una de sus manos acariciaba con timidez mi polla que aún mantenía la humedad del cuerpo de Julissa.

La situación me tenía enloquecido y sin ningún deseo de interrumpirla; pero, July, sabía que el juego debía seguir así que interviniendo oportunamente sentenció:

¡Castígala!, ¡Vamos, mi amor, castígala!

La separé de mi lado y sobreactuando añadí:

Por lo visto el muchachito ese es más que tu amigo. Y al parecer, tú sabes más de lo que deberías saber…….

Ahora debes recibir una buena azotaina de manos de tu padre –sentenció July-

Creo que me lo tengo merecido, papito –aceptó Danielita; mientras que lentamente se deshizo de sus ropas hasta quedarse con una diminuta tanga que se perdía por detrás entre sus carnosas nalgas dejándolas a merced de mis manos.

Para entonces –como dije- ya me había puesto el pantalón y desde aquél momento olvidamos un poco el juego y empezamos a disfrutar de los excitantes momentos de aquella realidad.

Danielita se tendió sobre mis rodillas y mi diestra comenzó a dar de palmazos a sus blancas y tiernas nalguitas que no tardaron en tornarse rosadas. El ruido que mi mano hacía sobre el culito de Daniela nos excitó a July y a mí. Yo sentía a mi verga desesperada por salir del pantalón; mientras que July, jugaba con si dedito en su entrepierna; por ello, me alcanzó una correa y después de propinar un par de correazos a su culito, interrumpí el acto para señalar -"Es hora de ir a la alcoba"-.

July se nos adelantó mientras yo subía las escaleras llevando en mis brazos el frágil cuerpo de Danielita, quien no cesaba de acurrucarse en mí como si fuese un tierno bebé.

Llegamos a la recámara y de inmediato retomamos nuestras caricias. Mis besos se adueñaron de sus labios y mis manos se pasearon por toda su piel, que aquella noche estaba más tibia que nunca.

Sin pensar en que Julissa estaba allí, dimos rienda suelta a nuestra pasión como lo habíamos hecho en otras ocasiones. Mis labios descendieron a sus pezones y con ansiedad se los empecé a devorar. Que tersos estaban en ese momento. Se hincharon de inmediato como si fuesen un par de nueces. ¿Y sus tetas?, ¡Qué duritas estaban!. Claro que aún lucían pequeñas e infantiles; pero, era precisamente eso lo que las hacía más excitantes. Yo no desperdicié el tiempo y se las amasé a mi antojo, las besé, las lamí y procuré impregnar mis sentidos con los senos que aquella muchachita me ofrecía. Pero, toda mi atención no sólo la dirigí a sus ricas tetas sino también a sus piernas, a las que desfruté desde los dedos de sus pies hasta sus preciosas nalgas.

Si debía elegir uno de entre todos los atributos de esa niña, sin lugar a dudas debía inclinarme por su colita, que era el corolario de sus formidables piernas. Primero descendí a ellas saltándome su pubis y su coñito sin prestarles mucha atención, deteniéndome a penas un instante en sus muslitos y saltándome el resto hasta llegar a sus pies. Desde allí la giré sobre la cama y entonces la tuve ante mí de espaldas y aprecié nuevamente su colita, a la que aquella noche le cambiaría la vida para siempre cuando la taladrase con mi polla por primera vez.

Entonces me apoderé de sus dos piecesitos y se los besé alternadamente uno al otro, combinando mis besos con leves mordisquillos en las curvaturas de cada uno de sus pies, haciéndola dar saltitos en la cama, lo que me permitía ver como su culito se elevaba cada vez que se sentía estremecer. Así continué ascendiendo y pasé por sus tobillos, por sus pantorrillas; repitiendo la misma rutina, al igual que por la parte inversa de sus muslos, hasta llegar a su culito. Cuando llegué hasta allí, Danielita, estaba desenfrenada y me pedía que se la metiera de una vez. Entonces me acosté sobre ella dejando que mi verga encontrara cobija en la calida rajita con la que se separan las nalgas de su culito.

Mi verga para entonces latía muy fuerte y aquello desespero a Danielita aún más; así que elevando sus caderas a penas un poquito del colchón, mi verga, encontró el espació y la ensarte de una sola embestida en esa posición.

Su reacción ante mis arremetidas no se hizo esperar y mi Danielita experimentó una tremenda oleada de espasmos que hacían estremecer todo el lecho en claro síntoma de estar gozando a más no poder. Así estuvimos un buen rato. Yo sobre su espalda restregándole mi verga dentro de su coñito, sintiendo sus nalguitas en mi pelvis y ella gritando de placer cada vez que mi verga se enterraba hasta lo mas profundo de su ser.

Luego la volteé y seguí dándole duro por su coñito mientras le estrujaba las tetas llevándola a niveles orgásmicos a los que nunca antes la había visto llegar.

Producto de aquella sesión, Danielita, estaba exhausta y de su coñito había brotado tanto jugo que la rajita de su culo estaba completamente empapada al igual que mi verga.

Me separé de ella después de sentirla venirse sobre mis pelotas y observé su cuerpo casi infantil entregado al placer. July registraba cada detalle con su cámara y me hizo señas que era el momento de ensartarla por el culo.

Mi experiencia con culitos vírgenes me hizo suponer que aquello sería una experiencia sencilla y placentera gracias a su tierna edad y no me equivoqué. La ubiqué a mi gusto, como si se tratase de una hermosa muñequita y me dispuse a saborear el placer de iniciar el culito de una nena de tan tierna edad.

Al verla quieta y entregada a mi voluntad disfruté de aquel hermoso espectáculo. Su colita levantada se asemejaba a un delicioso pastel y la rajita que separaba sus nalgas parecía hacerme una invitación secreta a invadirla de una vez. Mis manos se posaron sobre sus nalgas y se las separé. Allí estaba su anito desprevenido de lo que le esperaba. Con mi izquierda mantuve abierta la rajita de su culo y con mi derecha guié a mi aparato hasta la misma entrada de su ano. Daniela abrió los ojos y me miró un tanto asustada; pero, no dijo nada. Apretó sus dientes, estrujó sus cabellos y cerró sus ojitos. Yo presioné un poco, moví mi verga hacía una de las paredes de su ano y la dejé resbalar lentamente.

La única molestia que experimentó Danielita fue el susto inicial, pues, mas allá de un "ayayauuuu……", no dijo más. El avance de mi verga hasta el interior de su culito pronto se completó y pude ver por fin a todo mi aparato enterrado en el culo más tiernito que jamás había tenido. Pero, me quedé quieto un momento para que Danielita se acostumbrara a tener mi verga ensartando su culo y para que yo pudiese gozar de las contracciones iniciales de aquél culito de Daniela que empezaba a saber lo que se siente tener a un hombre follándola por detrás.

Poco a poco sus músculos se fueron relajando y mi verga se sintió más cómoda en aquella estrecha y caliente cavidad. Pasado el momento inicial empecé a bombear poco a poco aquel culito hasta adquirir un buen ritmo; entonces, la bolsa de mis huevos empezó a balancearse cada vez con más rapidez y no tardó en ir golpeteando el clítoris de Daniela lo que la hizo estallar en unas corridas extraordinarias que sólo aumentaron mi placer.

Después de casi hora y media bombeando su culo en diferentes poses y cuando nos encontrábamos en la cumbre del placer, descargué toda mi leche en el culo de Daniela y ella recibió una buena lavativa de semen por primera vez en su vida.

Ambos quedamos tendidos en la cama mientras Julissa se dedeaba con desesperación. Al notarlo me incorporé y adueñándome de su coño, se lo sopeé. Ya para entonces me sentía recuperado y follé a mi buena July para que no se quedase así.

Los tres quedamos dormidos hasta el amanecer. Al despertar aún el anito de Danielita estaba inflamado y parte de mi semen, ya secó se veía sobre sus nalgas; como prueba de su iniciación anal. Pero, no todo fue color de rosa, a los pocas semanas, Jenny, la amiga de Daniela, enteró a la medre de la verdadera relación que me unía a su hijita y acabé en la cárcel acusado de seducción. La cosa no fue sencilla pasé casi un mes encerrado en una carceleta hasta que las amistades y don dinero hicieron lo suyo y pude salir en libertad. Claro está que la orden de la jueza fue no volverme acercar a Danielita; pero, aún ahora nos comunicamos a escondidas de la madre.

Bueno mis lectores, gracias por escribirme y les prometo continuar contándoles la vida agitada de este su amigo y servidor.

El Caballero Azul

Recuerden que los espero y las espero en: suertudo77@hotmail.com