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Desde Oriente con amor

en Interracial

Suniko era la hija de unos amigos de mis padres. Por el nombre adivinaréis que es al menos oriental. Pues en verdad nació aquí en España y vivió hasta los 12 años pero sus padres tuvieron que volverse a Japón y no la veía desde hacía 8 años. Tiene mi misma edad pero al verla parecía como si no hubieran pasado tantos años. Su cuerpo no había cambiado para nada, ni su cara y lo único que aprecié es que había crecido hasta 1,65 más o menos.

Era verano y se quedaba a pasar unas semanas con nosotros. La verdad es que sabía hablar bastante bien el castellano, no se le había olvidado, aunque evidentemente se le notaba el acento. Se la veía una chica muy espabilada y alegre. Se instaló en la habitación de mi hermana que se encontraba fuera unos días y charlamos con ella en el salón sobre la vida de allí y como había cambiado aquí la ciudad. Le dije que si se bajaba a tomar una cerveza que había quedado en el bar de abajo y allí seguimos hablando. Me decía que tenía ganas de disfrutar a tope estas semanas por que allí todo es más severo y salir salía poco y no lo disfrutaba, además de que sus padres eran bastante estrictos. Cuando llegaron mis colegas ella dijo que estaba cansada así que subió a casa y yo salí de juerga hasta altas horas de la madrugada. Me levanté tarde por que necesitaba descansar después de la resaca que tenía. Me iba desperezando camino de la cocina cuando a la altura del baño alguien me llama.

-Pablo, dijo Suniko, puedes venir un momento.

Empuje la puerta del baño y la encontré recién salida de ducharse con una toalla rodeando su cuerpo e intentaba secarse el pelo. No me había dado cuenta ayer pero era extremadamente delgada aunque con ropa aparentaba tener más cuerpo.

-Es que se me cansan los brazos, ¿podrías aguantarme el secador que acabo en unos minutos?

Asentí con la cabeza y cogí el secador. Lo fui pasando por donde ella me decía. Empezamos a charlar sobre la movida que había en la ciudad porque notaba que yo había trasnochado mucho. De vez en cuando, se movía y su culo acababa tropezando con mi miembro pero como estaba medio dormido no me daba casi ni cuenta. Al tener los brazos levantados y ante el movimiento la toalla fue cediendo y cayó completamente al suelo. Por el reflejo del espejo pude verla entera. Ante mi aparecieron lo que podíamos decir 2 minúsculas tetas o mas bien 2 pezones rosados y enormes adornando 2 pequeños montículos además de que prácticamente no tenía culo, eso si, su vagina, bien rasurada con solo unos pocos pelos encima justo de los labios. Al principio siguió pero al ver que yo me quedé quieto ella también paró.

-Vaya cara que se te quedó, ¿supongo que no es el primer cuerpo de chica que ves en tu vida, no?

-Que va, ya he visto unos cuantos, dije acercándome más y clavando la vista en el espejo.

-¿Te gusta el mío?, preguntó mientras se apoyaba en mí y levantaba los brazos.

-Si, pero, ¿no estas un poco delgada?, pregunté mientras mis manos, aunque con miedo, empezaban a posarse en sus caderas.

-En mi país casi todas somos así, dijo mientras bruscamente se daba la vuelta y quedaba enfrente de mí, pero es cosa de mi constitución, por mucho que coma no engordo.

-Tapate que si nos pillan van a pensar mal, dije sin haberme dado cuenta hasta ahora de mis padres y hermanos, aunque lo que veía me estaba gustando.

 

-Tranquilo. Tus padres salieron a tomar unos vinos y tu hermano al gimnasio.

Además, ¿no te daría morbo que nos pillaran en el baño yo completamente desnuda y tu con ese empalmazo?

-Morbo la verdad es que no, contesté tapando un poco el empalme.

-Pues a mi me excita mucho, dijo apartando mi mano y metiendo la suya dentro del pantalón del pijama, y esta cosa que tienes aquí también lo piensa.

Sin dejar de agarrar mi polla, acercó sus delgados y rosados labios a mi boca y me beso varias veces suavemente mientras seguía pajeándome.

-¿Quieres que te haga una mamada?

-Mire hacia fuera del baño como queriendo escuchar el silencio de la casa y le dije, si Suniko, házmela.

Se agacha y violentamente baja mi pantalón a los tobillos. Coge el miembro con su mano derecha y lo escupe para acto seguido manosearlo. Desde arriba pude apreciar la longitud de sus pezones y su gordura. Suniko se agarra a mis caderas y comienza lentamente a chupar mi pene. Mis manos se posan en su cabeza y la ayudó. La saca y la vuelve a escupir para volverla a meter y más rápido que antes, sacarla y meterla con mucha maestría. Cambia sus manos y las coloca en mis nalgas y sigue comiéndomela pero ahora intentando que le llegue hasta el fondo con lo que reduce el ritmo hasta casi pararse cuando esta entera en su boca. La saca y repite la operación 3 veces.

-¿Te gusta?, pregunto mientras me pajeaba.

-No lo sabes bien Suniko, dije pero estoy a punto de correrme.

-Avísame entonces.

Siguió descapullándomela y pasando la lengua desde la punta hasta los huevos alternándolo con lametones al glande cuando le avise que me iba a correr. Acercó el miembro a la cara, abrió la boca y siguió masturbando hasta que el primer chorro entró. Entonces se cogió a mis caderas y metió la polla hasta el final. Los demás chorros fueron cayéndole directamente por la garganta. Apoyé las manos en el lavabo por que me temblaban las piernas mientras ella iba sacando muy lentamente mi polla de su boca. Cuando estuvo fuera la capullo y con sus labios recogió las ultimas gotas de semen.

-¿Dónde aprendiste a mamar así?

-Aprendí con una amiga. En mi país estamos muy controlados y encima mis padres son muy estrictos así que mi amiga Yosio venía a mi casa o yo iba a la de ella y nos leíamos libros o bajábamos videos de Internet y con un consolador que teníamos practicábamos. Somos algo viciosillas.

-¿Entonces eres virgen?

-Ja!! La teoría esta muy bien pero sin práctica, ¿crees que te la hubiera mamado como lo hice hoy? Allí lo que pasa es que tenemos un problema y es que ellos la tienen demasiado pequeña por norma general y no es que tú la tengas muy grande pero mayor que la mayoría si. Cogió la toalla del suelo, se la enroscó en su minúsculo cuerpo, me dió un beso en los labios y se salió del baño dándome una cachetada en el culo y riéndose.

La verdad es que nunca me había fijado en las chicas orientales pero Suniko empezaba a llamarme la atención. Su cuerpo era frágil, delgadísimo y no tenía casi formas, aunque con la ropa disimulaba un poco, pero desnuda como la pude ver no dejaba lugar a la duda. A pesar de eso empezó a crecer un morbo en mí sobre ella increíble y no solo por nuestro pletórico encuentro en el baño. Al día siguiente nos sentamos en la mesa para comer y casualidades de la vida me toco junto a ella. Estábamos comentando algo sobre política cuando noto una mano sobre mi bañador. Me extraña que nadie en la mesa se enterara porque debí poner una cara de poema. A Suniko debió aburrirle la conversación y empezaba a subir la mano por mi pierna. Al principio aparte la mano pero ella insistió. Baje la mano por debajo del mantel y la aparte pero ella quería guerra. Mire a todos y vi que des estos movimientos no se habían dado cuenta así que la deje hacer. Frotaba sus dedos despacito sobre mi paquete. Yo disimuladamente me acerque un poco más a ella. Siguió tocándome hasta que mi polla alcanzó una buena talla. Yo ya no sabía como disimular delante de mis padres. Estuvo un buen rato así y cuando estaba a punto de correrme retira la mano. La miro y ella me mira y me sonríe. Joder, supongo que no lo ha hecho adrede pero no voy a quedarme yo así con este empalmazo y tampoco voy a acabarla yo. La toco en la pierna con un dedo y me mira, baja una mano y mueve el dedo de izquierda a derecha diciendo que no y después en círculos supongo que diciendo que más tarde. Esto era increíble. Tardé un rato en levantarme con lo que tuve que repetir de postre y tomar café que nunca tomo hasta que eso volviera a su sitio. Ciertamente después me compensó. Por la noche estaba yo al ordenador con todos casi acostados y alguien entra en la habitación y se apoya sus brazos en mis hombros. Me pregunta que hago y sin tiempo a responderla baja lentamente la mano y la introduce por dentro del pijama. Estaba flácida pero empezaba a crecer.

-¿Qué haces?, dijo apoyando la mano izquierda en mi hombro y el brazo derecho en el reposabrazos de la butaca para hacer la paja más cómoda.

-Responder el correo, dije como torciendo levemente la cabeza hacía ella mientras olía su pelo y la crema con sabor a fruta que se debía aplicar.

-¿Te excita lo que te hago?, dijo acelerando el ritmo.

-Me excitas entera, dije intentando agarrarla con la intención de sentarla encima.

-Para quieto, que hay gente levantada y nos pueden pillar y en mi casa no saben que soy tan caliente. Para lo otro ya habrá tiempo si quieres.

-Joder si quiero.

-Pues ya encontraremos ocasión dijo metiendome la lengua en la oreja derecha y acelerando más el ritmo.

-Si Suniko, sigue. Eres una maestra. Sigue que ya llega, dije corriéndome y manchando el pijama.

-No te quejes, dijo dándome un pico. Que duermas bien.

Empezaba a convertirse en una obsesión. Era pleno verano y Suniko se paseaba por casa con camisetas de tirantes blancas que se le separaban del cuerpo gracias a los pezones que incluso hacía parecer que tenía más pecho. Pero esas camisetas eran tan pequeñas y enseñaba tanto que casi mejor era que no llevara nada, cosa que seguro no le importaría como descubrí después.

-¿Me hablaron de una playa nudista cerca de aquí?, ¿Me podrías llevar?

-Se donde esta pero quizás me sienta algo incomodo.

Callé y pensé que sería mejor aprovechad la ocasión y antes de que ella dijera nada acepté. Llegamos a la playa y ella rápidamente se quita toda la ropa y se tumba en la toalla. Yo me lo tomo con paciencia pero acabo desnudo y me tumbo bocabajo. Suniko comienza a darse crema por sus delgadas piernas llegando hasta la ingle para seguir por su estomago pasando por sus pechitos para acabar dándose la vuelta y diciéndome que la ayudara. Cogí el frasco, me senté pero después de verla magrearse el cuerpo tuve que cerrar fuerte las piernas si no quería empalmarme. Froté toda la espalda de forma rápida hasta llegara su culín el cual note tremendamente duro. Por decir que tenía culo porque estaba bastante rasa tanto por detrás como por delante. Después de un rato prudencial decidimos ir a bañarnos pero ella decide antes dar un paseo por la orilla. Mientras charlamos compruebo que hay de todo, chicas que no tendrían cuerpo para enseñarlo sin ningún complejo así como auténticos bombones y tíos con pollas incluso menores que la mía. Ante la visión de tantos pechos y culos mi mente comienza a volar y el empalme sería inmediato, así que la cojo de la mano y con la excusa del calor la meto en el agua. Empezamos a mojarnos. Los juegos siguen entre aguadillas y demás hasta que se me cuelga del cuello y me clava algo en la espalda. Siento 2 punzadas simétricas. Me zafo y compruebo que los pezones que antes eran grandes ahora se salen de enormes. Me quedo embobado mirándolos.

-Tienes obsesión por mis pezones, ¿eh?, me dijo acercándose a mi.

-Es que son enormes.

-¿Quieres probarlos?, mientras se abraza a mi y me pone los pechos a la altura de la cara.

-Suniko, aquí no.

-Joder, eres un reprimido, que lo sea yo de donde venga vale, pero tú.

No me lo pensé 2 veces y posé mis labios en su pezón izquierdo. Parecía un bebe mamando de ese enorme pezón. Con la lengua fui rodeándolo y con los dientes mordiéndolo un poco y así lo mismo con el derecho.

-Venga, que ya has tenido suficiente, dijo apartándome la cara, ya seguiremos más tarde si te portas bien, riéndose mientras se separaba.

Definitivamente Suniko me manejaba pero con lo salido que estaba y lo caliente que era ella no me importaba. Me tenía como hipnotizado a pesar de que no era especialmente guapa y no destacaba por sus curvas. Sin darme cuenta con estos pequeños encuentros con ella habían pasado casi las 2 semanas de su estancia aquí y al día siguiente se marchaba. Se pasó todo el día de compras. Después de cenar y cuando ella entraba en la habitación me dirigí a hablar con ella pero mi madre se puso a hablar conmigo. Ella desde la puerta movió el dedo en círculos a lo que entendí que pasara por su habitación más tarde. Espere a que todo estuviera en silencio, salí al pasillo, giré el pomo de su puerta y abrí. No percibí movimiento en la oscuridad así que levanté la colcha y me introduje dentro.

-Creí que no ibas a venir, ya estaba medio dormida, dijo dándose la vuelta.

-Es que esperé a que todo estuviera en silencio, dije posando mis manos en sus caderas y comprobando que dormía completamente desnuda.

-¿Quieres que te haga algo en especial?, dijo acercándose a mi cuerpo y dándome besitos por el cuello.

-Como eres Suniko, dije amarrándole fuertemente el culo buscando sus orificios, no pensé que las orientales fueran tan calientes.

-Somos tan calientes como cualquiera pero hay muchas que con lo reprimidas que nos tienen nos volvemos algo viciosillas, dijo metiendo la mano en el pijama agarrando los huevos y comenzando a pajearme, además te dije que venía a disfrutar al máximo sin contar que la mayoría de los occidentales tenéis mejores pollas y la tuya supera la media de las de allí.

-Ya no queda nada de esa niñita de hace 8 años.

-Mi cuerpo no ha cambiado tanto como debería haberlo hecho pero a muchos les encanta eso. Escucha vas a hacer lo que te mande.

A sus órdenes me metí debajo de la sabana y comencé a comerle el coño prácticamente depiladito. Sus labios no excesivamente grandes y rosaditos se abrieron al paso de mi lengua la cual se metía de vez en cuando dentro de la cueva. Ella posó sus manos en mi cabeza como para impedir que me escapara. Me decía que no fuera tan rápido, que lo hiciera más lentamente y obedecí.

-Penétrame, dijo cogiéndome de los pelos y apartándome de su vagina.

Se abrió más si puede de piernas. Me puse encima de ella y con la mano izquierda cogí mi ya erecto pene para dirigirlo a su coño. Lo situé a la entrada y empezó a abrirse paso entre sus labios. Cuando metí media cabeza la saque otra vez. Vuelta a empezar hasta que metí la cabeza entera. La volví a sacar. Esta vez la volví a meter pero empujé hasta el fondo. Un gemido no muy fuerte salió de sus labios. Empecé a bombear mientras ella se agarraba a mi culo y lo empujaba para abajo. Después de un rato no lo agarraba con los dedos sino con las uñas. Al cabo de un rato me ordenó ponerme detrás de ella los 2 de perfil.

-Métemela, dijo poniendo el trasero hacía atrás.

-¿Por el culo?

-No, todavía no.

Obedecí. La polla entraba todavía peor al estar con las piernas juntas con lo que la sensación fue mayor. Cuando por fin conseguí meterla entera me agarré a su hombro izquierdo y empecé a moverme. Ella también movía el culo para que entrara mejor. Mis manos fueron buscando sus pezones. Ya estaban grandes pero empecé a jugar con ellos y todavía crecieron más. De repente se dio la vuelta y me tumbó boca arriba. Me mandó juntar las piernas y se subió encima. Con su mano derecha puso mi polla cerca de su vagina y cuando metió un poco quieto la mano. Entonces se puso a botar como una loca sin parar de repetir guarradas. Paraba, movía el culo adelante y atrás y volvía otra vez a botar. Sus gemidos elevaban el volumen por momentos y ante la posibilidad de que nos oyeran la mande parar. Entonces descabalgo se dio media vuelta y se puso a 4 patas. Me puse detrás, afine la puntería y hasta abajo. No hizo falta ni moverme porque fue ella la que empezó a culear. Primero despacio. Mis manos se agarraron a su melena. Volvió otra vez a acelerar con lo que sus gemidos volvieron a subir el tono. Como no había forma de que se callara, la baje la cabeza contra la almohada y fue de repente cuando se corrió. Sus paredes se estrecharon y sentí mojarse mi polla más de lo que ya estaba. Sus grandes gemidos se amortiguaban con la almohada pero seguían siendo bastante altos. Pasado un minuto en el que yo seguí bombeando elevó la cabeza.

-Bufff!! Como necesitaba un polvo así.

-¿Te gustó?

-Acostumbrado a pollas pequeñas esto me sabe a gloria, ¿te vas a correr?

-Si estoy a punto.

-Entonces usa mi culo o mi espalda.

Al instante saque mi polla y la dirigí hacia su ano. Nunca había culeado a ninguna chica. Suniko bajo otra vez su cabeza y alargó las manos para apartar un poco las nalgas. Situé mi polla en su ano y empuje pero aquello no entraba. Me dijo que mojara un poco la entrada del ano con saliva o que directamente lo lamiera. Escupí 2 veces en su ano y con un dedo lo esparcí incluso por dentro. Al volverlo a intentar costaba que entrara pero al final lo conseguí. Empecé a bombear lentamente y fui acelerando el ritmo. No tardó mucho en llegar la leche ante la estrechez del agujero. La saqué y nos unimos en un abrazo en el que jugué con sus pezones que seguían enormes mientras nos besábamos. Al día siguiente marchó con la promesa de que yo le devolvería la visita.