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Obsesión por Bea

en Lésbicos

Me llamo Paula, tengo18 años, a esa edad no era lesbiana, ahora con 25 ya puedo afirmar que si, pero en esas fechas no estaba del todo claro, me fijaba mas que de costumbre en amigas o chicas en el gimnasio pero muchas veces por comparar medidas conmigo o por que realmente veía unos bonitos pechos, unos labios jugosos, o un culo bien puesto, pero básicamente me enrollaba con tíos y de hecho perdí la virginidad con uno un año antes pero la verdad que no guardaba un buen recuerdo de aquella noche.

Suelo mantenerme en forma yendo mucho al gimnasio. Cada vez que tengo un par de horas me acerco por allí. Cierta tarde-noche vería algo que cambiaría mi vida. A ella, Rebeca se llamaba. Pero vamos por partes. Según entro en el gimnasio y voy a coger llaves para la taquilla me fijo que justo delante de mi para coger llave también se encuentra una larga melena con top negro culote negro y blanco que le marcaba un estupendo culo. Hacía tiempo que no me quedaba embelesada mirando una mujer.

-Paula despierta por favor, decía en un tono algo fuerte el chico de la recepción.

-Dime Jaime.

-¿Estás en este mundo o todavía no aterrizaste?

-Si estoy, es que hoy ando un poco despistada.

-Ya se ve. Oye, ya que tu también haces step te importaría enseñarle a esta chica donde esta la sala, es que se acaba de apuntar al gimnasio.

-Si claro, sin ningún problema.

Por supuesto que sin ningún problema. Me apresuré a darle 2 besos y presentarme. Al rozar las mejillas pude comprobar lo suave de su piel. Unos grandes y calientes labios color rojo se posaron en mí y todo el olor de su piel y de su pelo me embriagaron.

-Hola, me llamo Paula.

-Yo Bea, encantada.

-Lo mismo. Ósea, ¿qué eres nueva en el gimnasio?, dije sin saber como romper el hielo.

-Pues si, pero más bien diría que en la ciudad también soy nueva. He venido a estudiar psicología.

-Ah, estas en la uni. A mi todavía me faltan 2 años.

Seguimos hablando hasta la sala pero no dijo mucho más, supongo que por timidez y porque en verdad nos acabábamos de conocer y no iba a contarme su vida, aunque me hubiera encantado. Entramos en la sala y la dije que si quería se pusiera junto a mi. Cogió la melena y se la recogió. Tenía una cabellera negra y largísima que al recoger me dejó admirar mejor su cuerpo. No era ni muy alta ni muy baja. Más o menos delgada y quizás por eso destacaban sus pechos bien formados y redondos. Aunque lo que más me gusto fue su espectacular culo, ni muy grande ni muy pequeño, alzado y en su sitio. Tuve que reprimirme de mirarla descaradamente y menos mal que entró la monitora. La clase transcurrió tranquila aunque de vez en cuando Bea se perdía en algún giro lo que aprovechaba yo para dar un repaso a su cuerpo. Ella me sonreía y seguía intentándolo. Al finalizar la clase me dijo que se marchaba que estaba algo cansada y tenía algo de prisa. Se despidió con otros 2 besos y me dijo que ya coincidiríamos otro día. Con su piel ahora sudada y sus labios húmedos todavía me excito más. Estuve por no hacer más deporte y cambiarme y ducharme con ella pero a lo mejor la agobiaba un poco.

Los siguientes días fueron un suplicio, solo iba al gimnasio con la idea de poder volver a verla, pero no coincidía con ella. Adelanté lo que pude mi hora de entrada al gimnasio. Al cuarto día ya estaba desesperada. Me iba a duchar, estaba cansadísima y para colmo todas las duchas ocupadas, incluso las individuales. De repente una voz me llama. Me doy la vuelta y en una individual allí estaba Bea duchándose. Me dijo que si quiero entrar que a ella le falta poco. Me quito la toalla sin pensarlo y me meto en el cubículo con ella. Quería que también admirara mi cuerpo, aunque al lado del suyo parezco una niña. Soy de estatura mediana, pelo rizado rubio, poco pecho, boca pequeña y labios muy rojos y un culo pequeño pero bien durito. Supongo que todo se seguirá desarrollando con el tiempo.

El caso, que pierdo el hilo de la historia, es que el espacio era bastante reducido así que después de mojarse un poco me dejo espacio a mi y salió a enjabonarse. No paraba de pasear sus manos por sus piernas arriba y abajo, que me parecieron muy largas y eso si, bien formadas, subiendo por su cintura, lisa como una tabla sin una gota de grasa para llegar a sus pechos. Según pasaba las manos por ellos comprobé que no se movían lo más mínimo. Además, cuando volvió a meterse bajo la ducha y yo salí para enjabonarme, nos cruzamos y estire un poco el brazo de forma algo descarada para tropezar con su pecho derecho corroborando lo que pensaba, duros como una roca además de bien puestos, nada caídos. Deslizaba ahora sus manos por su larga cabellera quitándose el jabón y toda la espuma recorría su extenso cuerpo, por su canalillo hacía su depilado aunque no del todo coño, había dejado un poco de pelo justo encima, hasta acabar abandonando el cuerpo por sus pies e irse por el sumidero de la ducha. Yo llevaba un rato enjabonándome pero mi mano casi no se había movido de la entrepierna donde seguía frotando sin darme cuenta de que me pudieran ver así que retiré la mano al instante y seguí enjabonándome.

Ella acabó y yo me apuré lo máximo para coincidir con ella. Nos pusimos a hablar y la dije que si no tenía prisa que tomáramos un café, ella aceptó y al tomarlo me enteré de muchas cosas. Era hija única, había venido a estudiar a la ciudad y no tenía novio, dato muy importante. A raíz de ese café, intercambiamos el móvil y en unas semanas ya salíamos por ahí de tiendas. Con esa confianza ya incluso se cambiaba delante de mí sin ningún pudor, se paseaba con esos tangas de hilillo que se perdían por la ranura de su trasero que daban ganas de ir a buscárselo. Vivía en un piso de estudiantes con otra compañera. Después de clase me pasaba por allí y charlábamos, fumábamos, en casa lo tengo terminantemente prohibido, y siempre caía algún porrito de maría que cultivaba Rosa, su compañera que por fortuna no aparecía mucho por allí porque siempre estaba con el novio,, con la que Bea se desinhibía, me contaba cosas, me abrazaba, pero no me atrevía a atacar, soy bastante tímida, y no quería joder las cosas entre ella y yo.

Se acercaba el verano así que decidimos ir a comprarnos bikinis, mejor dicho lo decidí yo. Pasamos por varias tiendas hasta que en una nos gusto lo que vimos así que decidimos probarnos unos cuantos. A ella le convenció uno de color rojo, que le quedaba de fábula, y no siguió probando pero a mi no me gustaba ninguno hasta que ella me dijo.

-Mira, ese te queda bien.

-Bien mirado no esta mal, le contesté.

-Además realza tus pechos, te hace un canalillo estupendo a pesar de que no tengas mucho pecho.

-Tú crees.

-Si, pero espera.

Se acercó a mí por detrás, y me lo desató. Cogió la parte delantera del bikini y la aposentó por debajo de mis pechitos desde el canalillo hacía el exterior de mi cuerpo siguiendo el hilo que bordeo todo mi cuerpo para acabar atándolo en la espalda. Mientras realizaba esta operación su pecho caía por mi hombro y su cabeza estaba cerca de la mía con lo que pude oler su piel y su pelo, una mezcla muy suave a fruta y flores. Sus pechos tropezaban en mi espalda y sus pequeños pero duros pezones se clavaban.

Ya no podía más así que iba a empezar el movimiento de acercamiento a su boca para besarla a ver que pasaba pero en esos momentos se separó.

-¿Qué te parece? Es que antes lo tenía mal colocado.

-Si, la verdad es que me gusta como me queda, respondí resignada, aunque en honor a la verdad me quedaba muy bien.

-Incluso yo creo que el color te favorece y pega muy bien con tu pelo rubio, yo no me lo pensaría más por el precio que tiene.

Asentí, me lo quité y fuimos a pagar. Ya en casa analicé lo que había pasado. ¿Fueron imaginaciones mías o no me sobo los pechos por debajo cuando me colocaba el bikini? ¿No se acercó demasiado clavándome sus duros pechos en mi espalda pudiendo dejar un poco de espacio entre las 2? ¿Si lo tenía mal colocado, no me lo podía haber dicho y yo lo hubiera colocado sola? Eran muchas preguntas que debido a la obsesión que tenía en esos momentos por Bea solo me llevaban a una conclusión: le gusto o al menos eso parece. Si esto mismo lo hubiera analizado otra persona seguro que no opinaría lo mismo. El caso es que me decidí a atacar y si salía bien pues fantástico y sino esperaba que aceptara mis disculpas y tan amigas. La ocasión no tardó en presentarse y partió de ella cuando me dijo que si bajábamos a la sauna. No parece un lugar muy propicio pero al menos para aclarar unas cuantas cosas si, además de que a esas horas casi nadie bajaba a asarse en la sauna sobre todo bien entrada la primavera con el calor que hacía fuera. Nos quitamos las toallas y nos disponemos a asarnos. La sauna sube escalonadamente y ella se puso en el de abajo tumbada cual larga es boca abajo primero, y yo me puse en el de arriba. En esa posición podía observarla sin problema y no tardo el sudor en hacer su aparición. Unas grandes gotas se deslizaban de la parte alta de su trasero perdiéndose por los lados o yendo a parar dentro. De vez en cuando ponía las manos hacía atrás y se limpiaba un poco el culo lo cual me excitaba aún más.

-¿Crees que tengo muy anchas las caderas y el culo?, pregunto despertándome de mi observación, a lo mejor son paranoias mías.

-Pues si te soy sincera para mi tienes un culo muy bien puesto en su sitio y las caderas normales, dije diplomáticamente por que si es verdad que sus caderas son un poco grandes.

-¿Estas segura?, dijo levantándose y quedando de pie delante de mí, es que a veces tengo verdaderos problemas con los pantalones.

-En serio, estas muy bien.

-En cambio tú estas estupenda, dijo sentándose alado mío ya que yo me había incorporado y también estaba sentada, culito pequeño y caderas pequeñas.

La conversación siguió unos minutos pero era ella la única que hablaba, gesticulaba con sus brazos y movía de vez en cuando sus piernas con lo que a veces tropezaba con mi cuerpo que cada vez se acercaba más al suyo. En un momento dado me decidí, la cogí por el mentón y la hable.

-No te martirices más, tienes un cuerpo que ya lo quisieran para ellas algunas chicas, incluida yo.

Justo en el instante que acabé de hablar y me disponía a besarla, la manilla de la puerta comienza a hacer ruido, con lo que de inmediato aparto la mano y me despego un poco de ella. Entran 3 mujeres y se ponen a hablar. Maldita sea, es que no voy a encontrar el momento adecuado o es que el destino se esta riendo de mi. Después de la sauna ella tenía que ir a clases así que me fui para casa y me dije que cuando viniera de clase iba a su casa y se lo decía directamente, que esta angustia me estaba matando. Dicho y hecho, a eso de las 10 me dirigí a su casa y coincidí con Rosa en la puerta justo cuando iba a llamar al timbre, ella marchaba a buscar al novio, ocasión perfecta.

Caminé el pasillo hasta su habitación, la puerta estaba un poco entreabierta y al ir a empujarla empecé a oír unos gemidos. Acerqué un poco la cara a la ranura de la puerta y en su cama estaba Bea tumbada boca arriba con la falda subida y masturbándose con un cepillo. Me quede parada observando como entraba el mango del cepillo y como con la otra mano se frotaba el clítoris. No aguante más y sin hacer excesivo ruido me abalancé sobre ella y la comencé a tocar las piernas a la altura de la entrepierna. Se sorprendió y se detuvo.

-Pero, ¿Qué haces aquí? Creí que estaba sola, como Rosa ya se había despedido.

-Es que coincidí con ella en la puerta, conteste mientras mis manos se deslizaban por sus piernas.

-¿Te gusto?

-No lo sabes tú bien, desde que nos presentaron.

-La verdad es que tu a mí también y es algo que nunca me había pasado, siempre me habían atraído los hombres, y en cambio hoy me estaba masturbando pensando en ti.

Nada más acabar esas palabras, mis labios se dirigieron a besar los suyos. Mi lengua entro en su boca con unas ganas increíbles y su lengua, que he de decir es muy larga, respondió de igual manera. Mis manos fueron a buscar sus pechos igual que las suyas. No tardando mucho nos despojábamos de las camisetas con lo que nuestros pechos quedaban cara a cara dejando señas evidentes de que me quedaban todavía unos años para que tuvieran su mismo volumen. La cogí por la cara y la acerqué para besarla otra vez y al separarnos ella bajo a mis pechos. Desenfundó su lengua y aun hoy me dan respingos de lo rápido que se movía en mis pezones. Cogía mis pechos con las manos y los apretaba un poco viajando con su lengua entre ellos, mientras se paraba en los pezones grandes y blandos que tengo, los metía en la boca y los estiraba. No aguante más, y la empuje sobre la cama boca arriba y comencé a comerle el coño. Como ya os dije casi no tenía pelo así que era una delicia lamérselo. Sus labios eran grandes y oscuros que yo no paraba de meter en mi boca alternándolo con lamidas de arriba abajo. Ella se había medio incorporado y apoyado en un codo y con la otra mano la apoyaba en mi cabeza ayudándome en mi comida.

 

Después de un rato paré y empecé a quitarme el pantalón a lo que me ayudo ella. Como me los quitaba de rodilla me quede en posición de a 4 patas, y ella me empezó a lamer mi mas velludo coño. Dios mío!!! A esa lengua deberían ponerle un monumento. La forma de moverse unido a su rapidez hizo que me estremeciera y gimiera como nunca lo había hecho con ningún chico. Tuve que apoyar la cabeza en la cama porque mis brazos no aguantaban del temblor. Le dije que parara por que todavía no quería correrme, quería disfrutarlo un rato más. Nos pusimos las dos boca arriba y juntamos nuestros coños y empezamos a frotarlos. Nuestros cuerpos ya empezaban a sudar por el calor que hacía y notaba el coño muy mojado. En esa posición seguimos un rato mientras el ritmo de nuestros gemidos iba subiendo. Paramos, nos sentamos entrelazadas todavía y nos abrazamos mientras nos besábamos por el cuello y la cara. La empuje y cogí el cepillo, me lo metí en la boca y después lo apunte a su cueva. Lo fui metiendo poco a poco hasta que toque fondo. En ese instante lo moví en círculos para después empezar el mete saca de una forma muy lenta. Fui constantemente acelerando el ritmo.

-Más rápido que voy a correrme, me dijo.

No me lo pensé 2 veces y aceleré un poco más y al poco un largo gemido y respiración entrecortada me aviso de que había alcanzado el orgasmo. Después de un rato, me miró, recogió la cara por la barbilla con una mano y me dijo:

-Ahora te toca a ti.

Me volví a colocar a 4 patas y ella se puso detrás con el cepillo, el cual introdujo fácilmente de lo mojado que estaba y lo encharcada que estaba yo. El cepillo entraba y salía pero no me acababa de convencer y prefería volver a ver el cielo con su lengua. Se lo dije y ella se puso manos a la obra. Primero la metió un par de veces para después empezar a lamer moviendo la cabeza arriba y abajo por mis rosados labios. Aceleró un poco el ritmo y yo ya no pude más, volví a recostar mi cara y pecho en la cama dejando solo el culo en pompa y me corrí como nunca antes lo había sentido y durante un tiempo que me pareció una eternidad. Cuando acabé, caí rendida en la cama y Bea se puso encima de mí. Me di la vuelta y busque sus labios, lengua y boca. Todos sabían a mis flujos vaginales que le habían inundado y que gustosamente saboree. Definitivamente había sido el mejor polvo de nuestras hasta ese momento cortas vidas.