Girnalda para todos los hombre, mujeres y niños, que por la falta de atención de los gobiernos de los Estados Unidos de América y de México, tienen que convertirse en "ilegales", arrostrando además de su necesidad de trabajo, la total falta de interés en proporcionarles un nivel de vida justo y acorde con su legal interés por un trabajo que les permita llevar a sus familias tortillas de maíz ganadas con honrradéz.
Y, de manera extensiva a todos los hombres, mujeres y niños que por circunstancias similares se ven obligados a interferir con "las leyes" de paises que, al igual que los Estados Unidos de América los reciben con benplácito por lo bien que trabajan y lo rendidores que son, pero que los colocan al margen de "sus leyes", obligándolos a vivir sin sosiego.
Más que un muro, parece un puente
de esperanza, por cierto,
para aquellos, que enfrente
de su vida y anhelo
solo encuentran vacios y tedios
cuyo fin de horizonte
no se divisa . . . hallá lejos.
Pero el muro está enfrente.
Se encomiendan a Dios, allá en lo alto,
y con su puro cuerpo, casi desnudo,
vigilante y atento, apoyando uno a otro,
como fiel compañero, brincan el muro
de oprobioso silencio
pues igual que otro muro
en otro lugar de este infierno
separa a hermano de hermano;
trasmutándolo en puente, solo con su esfuerzo,
pero es sólo el principio de un combate cruento
día a día . . ., aferrados al oponerse a los vientos
que en su contra se ciernen, de ese gobierno y del nuestro,
que incapaces, perecen entre estulticia y denuesto.