miprimita.com

Follada sin descanso

en No Consentido

Corría asustada por el parque. Quienquiera que la siguiese parecía que ya había dejado de hacerlo, aunque ella seguía en alerta. Huir al parque no había sido buena idea, a esas horas no se veía apenas y aquel maldito pervertido podría estas acechando en cualquier esquina. Sacó el móvil y marcó el 112, se colocó el móvil en la oreja izquierda y se giró. Frente a ella se encontraba un tipo bastante grande, inclinó la cabeza para verle la cara y justo entonces sintió un fuerte impacto en la parte izquierda de su cabeza, después todo era oscuridad.

El ruido del motor la despertó. Abrió los ojos e intentó recordar que diantre había pasado. La noche anterior había salido bastante tarde de la facultad de física, donde ella estudiaba. Cuando salió advirtió que en las escaleras había alguien sentado, "Será un pobre" pensó, y aunque se asustó un poco, salió de la calle andando deprisa. Cuando cruzó notó que alguien caminaba detrás de ella, y aunque no se dio la vuelta sus pasos se hicieron cada vez más rápidos. Parecía que aquella persona la estaba siguiendo. Atravesó la siguiente calle y observó la parada que tenía que tomar, no había nadie en ella, "Mierda", pensó. Aquel que la seguía aceleró sus pasos, ella instintivamente lo hizo hacia delante, hacia el parque. Sus pasos ya se estaban convirtiendo en zancadas…

-¡Eh!

El grito la sacó de su ensimismamiento. Un hombre estaba justo delante de ella, sentado en unas cajas. Estaban en una furgoneta bastante amplía, ella se encontraba en la parte de carga, junto con ese hombre. Ella solo alcanzaba a ver al copiloto, era un hombre bastante grande, seguramente el que le propinó el golpe.

-La setola ha si è svegliata. -Dijo el mismo hombre

-Legame. Difetti di per non arrivare molto. –Contestó el copiloto.

-¿Donde estoy?¿Que ha pasado?¿Quienes son ustedes?

-Estas en la furgoneta de Bertinni, y vamos camino de Madrid para venderte. –Contestó con una macabra sonrisa-. Además si intentas algo… -. Y señaló la escopeta recortada, que en frente de una caja había al lado de él.

La chica estaba bastante buena. Se llamaba Marina, era rubia, con los ojos verdes claros, 19 años, ya os podéis imaginar…

Ella empezó a llorar y a gritar, el hombre que tenía en frente, la agarró y empezó a despojarla de sus ropas. Ella asustada no sabía que hacer, se echaba hacia detrás para poder evitarle, entonces él la propinó un buen golpe, ella para no recibir más se estuvo quieta. Por fin consiguió desvestirla. Un chochete depilado salió a la luz, "Bien, esto le gustará a Berninni" pensó. Sus tetas eran enormes, en Italia, él había visto mujeres con tetas bastante hermosas, pero estas que tenía delante eran una de las mejores que él nunca había visto. Empezó a manosearlas, las cogía y las apretaba suavemente, sintiendo su peso, posando sus pulgares en la punta de sus pezones, se echó hacia delante y empezó a besarlas, después siguió dándole el masaje mientras lamía y besaba su cuello. Marina estaba aterrada, pero ella misma empezó a advertir que le estaba gustando, aquel hombre sabía lo que se hacía, y con los exámenes, hacía mucho tiempo que no sentía el calor de un hombre.

Se quito la ropa, una buena polla salió como accionada por un resorte. La tomó de la cintura de manera que sus cuerpos estuvieran en contacto, la tumbó en el suelo y empezó a penetrarla. Le dolía bastante, pero prefirió no decir nada. Sus embestidas eran muy profundas y ya se estaba acostumbrando al dolor. Entonces cogió sus piernas y las levantó hacia delante de mana manera, y empezó a penetrarla después de apoyar la espalda de ella contra una pila de cajas. Nunca la habían follado de esa manera, se sentía como un objeto de placer y eso le encantaba, tanto que empezó a correrse. Al poco rato de estar así, él se la metió en la boca, tan dentro que le rozaba con la garganta. Ella no pensaba que podía entrar hasta tan al fondo, y guiada por el tío, avanzaba su cabeza hacia delante y hacia atrás hasta que descargó toda su leche dentro de la boca de ella, a quien no le quedó más remedio que tragarla enterita.

- Già ho rifinito. –Dijo el hombre al copiloto, mientras Marina intentaba escupir disimuladamente el semen de su boca.

El coche paró, el hombre musculoso bajó y también lo hizo el pavo que la había violado. Mientras la puerta estuvo abierta, observó que se encontraban en el arcén de una autopista, pero no alcanzaba a ver cual. Entonces la puerta se cerró, el copiloto y el de antes habían intercambiado sus posiciones. Marina observó con horror que se desabrochaba la bragueta. Solo se despojó lo justo para poder sacar su miembro, que por otra parte era enorme. Entonces sin mediar palabra la cogió de sus caderas, y la empezó a encular salvajemente. Aunque previamente había escupido sobre su ano, no era suficiente para evitar el dolor que la ocasionaba ser enculada, y más por esa poya. María no podía aguantar más el dolor, y empezaba a chillar y a gritar; el placer que había sentido con el otro individuo ya se le había olvidado, estuvieron así un buen rato que a ella se le hizo interminable, hasta que por fin se corrió. Cuando le sacó la "bicha" sintió en su ano una sensación extraña. El camino duró una hora más, más o menos, el mancebo se tiró manoseándola, pellizcándola y chupándola, todo lo que quedaba de viaje, así como hablando con los otros dos, palabras en italiano completamente indescifrables.

Cuando llegaron dentro, no pudo ver nada ya que cubrieron su cabeza con una manta, una vez dentro vio que se trataba de un puticlub, era eso, iba a ser vendida para hacer de puta hasta que perdiera su atractivo o hasta que la mataran o muriera. Le dolía bastante la cabeza por el golpe y no era capaz de asumir lo que estaba pasando.

Durante los siguientes cinco meses, los pasó chupando poyas y dejándose follar por hombres. Nunca llegó a salir al exterior, y una vez transcurrido este periodo, logró escapar. Cuando una vez a salvo reportó todo lo ocurrido a los policías, estos se dirigieron hacia el prostíbulo donde ella les había dicho que estaba, pero en su lugar solo encontraron una gran casa, donde dentro había un enorme puticlub, que estaba vacío salvo por una docena de prostitutas, que yacían asesinadas, apiladas en una cama. La libertad es algo caro