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Kenia: la chica de intercambio (2)

en Hetero: General

Después de lo sucedió me quedé satisfecho y consternado. Quien no podía estar satisfecho con ese cuerpo frágil y firme de ángel, con la piel suave y lozana de la juventud fresca. Dios. Sentir palpitar su vagina con los temblores de su orgasmo y esa pasión de quien quiere más, su sudor cálido que le infringía mayor sensualidad al momento y el rubor que enrojecía todo su cuerpo.

Quise hablar con mi padre pero el me evitó y se retiró al trabajo apenas se cambió y ahí estaba yo sin respuestas a mis curiosidades y porque negarlo con ganas de más de esa flor extranjera.

Me acerqué a la puerta del cuarto y la observé, dormida en lo profundo de su placer, todavía estaba desnuda y con la sábana que a las justas tapaba un poco de piel, los cabellos castaños revueltos por el rostro y la espalda; estaba de lado y su culito me apuntaba como esperando mi visita, jalé una silla y sentado contemplé toda la belleza de su cuerpo joven y firme, los músculos marcaban bien su cuerpo, las piernas, contorneadas, las caderas precisas y su cintura plana y firme de los ejercicios, los hombros y el cuello eran un conjunto artístico, sus pechos no estaban caídos, incluso de lado mantenían su dureza y el pezón lo coronaba rosado y alerta, de la entrepierna chorreaba semen y abriendo delicadamente pude ver esos labios rosados que momentos antes había explorado como un intruso placenteramente recibido.

Metí un dedo y sentí todavía la tibieza y la humedad de los momentos anteriores, jugué unos instantes hasta con dos dedos y era cierto, su estrechez era cándida e incitante. La erección no se hizo esperar así que me recosté a su lado en la cama y con la mayor suavidad fue buscando el pene su caverna, como entrenado entró lubricado por lo jugos anteriores, ella emitió un suspiro hondo y volteo el rostro con los ojos cerrados y acarició mi rostro, en su mal español pronunció "gracias, te estaba esperando" y volvió a recostarse sobre la almohada iniciando un leve movimiento de caderas; me aferre con una mano a ellas y la otra la metía por debajo de su cintura y tome posesión de un pecho mientras besaba su cuello y hombro; descendía a veces la mano por su muslo , le abría las piernas y jugaba con su clítoris dándole círculos con los dedos que humedecía en mis labios o en los suyos, llevaba su mano para que ella misma se masturbe mientras la penetraba y mi boca absorbía casi por completo un seno.

No tardó en llegarle un orgasmo que apretó mi miembro obligándome a hacer un enorme trabajo por no correrme, quería sentirla más, y cuando dejo de temblar suavemente respirando fuerte como una buena hembra no como la niña de 15 años que era, le saque el pene y aprovechando el relajamiento que procede del orgasmo, de un solo empuje se la clavé en el culito hasta la mitad, ella intento zafarse diciendo algo entre un español y otra lengua que no entendía, como la tenía bien sujeta sus intentos no dieron resultado, al contrario, más me excitaban; apenas se calmo un poco terminé mi labor. 20 cm de carne habían entrado en su virginal trasero y ella los sentía cada uno de ellos, las paredes de su recto apretaban de una forma por demás salvaje, le acariciaba el pelo dándole delicados besos y cuando ya se estaba acostumbrado empecé un lento movimiento; la sacaba de a poco y se la ponía nuevamente, le sacaba la mitad y de nuevo a dentro, después de unos minutos de mucha paciencia la saqué toda y se clave otra vez hasta los huevos, ella apretaba la almohada con los dientes y las uñas, sudaba y cuando le vi el rostro unas lágrimas habían saltado de los ojos celestes.

Sentí un poco de pena y saqué mi amigo de su interior, me dediqué por un momento a acariciar su espalda y nalgas, hasta que ella misma con su manito agarro mis gordos 20 cm y los colocó a la entrada de su cueva, Dios creo que me volví loco, me demoré un poco y ella hizo un ademán de moverse para penetrarse sola, ya no aguanté más, la eche sobre la cama, coloqué las almohadas a su cintura y la cabalgué como una yegua, como si estuviéramos en una carrera, yo encima de ella, mi hermosa potranquilla.

Para que les cuento el resto, después de más de media hora donde cambiamos de posición a perrito, luego ella encima mío y al final de perrito otra vez, el culito no fue el mismo, ya entraba mis 20 como pancho en su casa y como era de esperarse el huequito de antes era ahora un enorme ojo que me dejaba ver su interior rosado.

Acabé dentro de ella repitiendo en coro los gritos de ella y esperé a que me baje para sacarla, luego la limpié y noté hilillos de sangre, no cabía duda que la había roto en regla, ella con la cola en pompa se dejaba hacer mientras la respiración le normalizaba el cuerpo y palpitante el orto regresaba a un tamaño que nunca más sería el de antes, armónicamente se fe quedando dormida, regresé a mi silla y la contemplé desnuda y plácida por un par de horas, hasta que escuché ruidos en la puerta de la casa.