miprimita.com

La Grabación

en Trios

Desde la partida de cartas Natalia insistía en que teníamos que volver a invitar a David a cenar, algo que a mí sinceramente no me apetecía demasiado. Es verdad que en nuestros juegos sexuales hemos llegado a un extremo en el que no existen los celos, pero pese a eso no me gusta repetir mucho con una misma persona, nunca se sabe lo que la rutina puede hacer y en realidad no quería que nada peligroso estropease nuestra relación. Le insistí a mi mujer que aquello era un riesgo, y que si lo que quería era ser follada por un hombre de color, ya nos ocuparíamos de buscar otro que no fuera David. Parece que por un tiempo eso fue suficiente, pero al final volvió sobre el mismo tema, no sé si por que no habíamos encontrado a otro negro que alegrase su vida o por que recordaba a David con más ganas de las recomendables. Así que al final accedí, aunque no de buena gana.

Llamé a David para decirle que le invitábamos a cenar este sábado, pero él me dijo que tenía todo el fin de semana ocupado, pero que el viernes no tenía planes. Yo tenía una reunión el viernes pero supuse que terminaría a tiempo de cenar, así que le dije a David que perfecto, que el viernes nos veríamos en casa. Antes de colgar me preguntó si podía llevar compañía y yo, que me imaginé una belleza mulata de esculturales caderas le dije que sí.

Ese jueves, cuando la dije a Natalia que David iba a traer a alguien, mi mujer me dijo que si estaba loco. La miré sin saber a qué se refería.

- Pero Fernando, ¿tú eres tonto?

- No entiendo.

- Si David trae compañía es posible que la noche no acabe como yo deseo…

La miré y sonreí.

- Y es posible que no sea así. David ha venido dos veces a casa y en ambas ocasiones has acabado follándotelo, ¿no crees que es posible que sepa a qué le invitamos de verdad?

- Supongo.

- Y además, si viene con compañía, ¡mejor para mí! Hace tiempo que no incorporamos a una mujer en nuestras fantasías. Y si no recuerdo mal a ti también te gustaban.

Natalia me acarició la mejilla y me besó sensualmente.

- Ya te tocará, confía en mí.

Aquella noche, sorprendentemente, no hicimos el amor. Y eso que yo iba como una moto con solo pensar en la cena del día siguiente. Dormí relajado y me desperté inhiesto. Supongo que tuve una noche dura, por que nada más levantarme tenía la cabeza repleta de posturas y posiciones que quería probar esa noche. No sabía en ese momento lo lejos que estaba eso de ocurrir.

En el trabajo el día empezó normalmente, o sea aburrido, y yo no dejaba de mirar el reloj de la pantalla de mi ordenador deseando que pasase más y más deprisa. Después de comer mi jefe me dijo que la reunión de las cinco se aplazaba a las siete. Fue como un chorro de agua fría que ablandó mi ánimo. Llamé a Natalia para decirle que la reunión se había pospuesto y que era posible que llegara más tarde de lo que en un principio había pensado. Ella se rió y me dijo que no me preocupara, que la cena no se iba a enfriar, aquello volvió a levantarme el ánimo.

La reunión era un coñazo, uno de los más grandes, y para colmo no se llegaba a ningún lado. Yo no cesaba de mirar el reloj cada cinco minutos, deseoso de que aquello acabase de una vez, pero no parecía que eso se fuera a dar. A eso de las nueve le mandé un mensaje a Natalia diciéndole que tomaran la cena (aclaré que sólo la cena, no el postre) sin mi y que ya llegaría en cuanto pudiese. La verdad es que me sentía fatal por Natalia, bueno y por mí que tenía ganas de conocer a la amiga de David, sabía que era más que probable que el postre se cancelase para otra ocasión y lamentaba haber dejado a Natalia sin darse el gusto. Pero no podía hacer nada.

A eso de las diez el jefe dijo que era el momento de hacer una llamada y de que llamásemos a nuestras casas para decir que íbamos a llegar tarde, ¡como si no lo supiéramos! Llamé a Natalia, que me dijo que les había pillado con el segundo, y le dije cómo estaba el asunto. Le pedí que me disculpara ante David y que le rogara que fuera otro día. Natalia me dijo que no me preocupara que ella se encargaba de disculparse ante los invitados. Se lo agradecí, le dije que me perdonara y colgué.

Finalmente a eso de la una y media, con todo a medio resolver, salí de la reunión. Pensé en llamar a Natalia, pero como temí despertarla le mandé un mensaje al móvil diciéndola que salía para casa. Conduje todo el camino cabreado, pensando en la madre de mi jefe y en el resto de su familia. Suspiré resignado y me consolé pensando que habría otra oportunidad para desquitarme.

Cuando entré en casa todo estaba a oscuras y desde el dormitorio provenía el suave respirar de mi mujer. Me quedé sorprendido al ver que Natalia estaba en la cama, pero pensé que después de la desilusión no tenía ganas de esperarme despierta. Me quité el traje en el comedor y fui al baño a lavarme los dientes. Cual fue mi sorpresa al ver que junto al espejo había una cinta de cámara de video con una nota. La abrí.

- "Ponme"

Miré la tarjeta sorprendido, todo aquello era demasiado raro para ser casi las dos de la mañana. Por un momento pensé en dejarla allí, como si no la hubiera visto, y meterme en la cama. Pero algo en mi interior me decía que debía obedecer aquella orden, sobre todo sabiendo que Natalia no era muy dada a manejar la cámara de video. Caminé hasta el salón y encontré que la cámara estaba enchufada a la tele y que únicamente tenía meter la tarjeta y presionar play. Aquello me desconcertó todavía más, pero lo hice. Encendí la tele, bajé el volumen, metí la cinta y me senté en el sillón a ver de qué demonios iba aquello. La voz me llegó antes que la imagen.

- "Fernando dice que la reunión va para largo y que me despida de vosotros. Vamos que no va a poder venir"

La imagen me mostraba el mismo sillón el que me encontraba sentado y a Natalia saliendo de escena. Supuse que estaban sentados en el comedor, al lado, y que aquello era la cena de hoy a la que no había llegado a tiempo. La voz de David me lo confirmó.

- "Pues es una auténtica lástima. Se está perdiendo una cena maravillosa, no sabía lo buena que eras en la cocina, Natalia

- No, pero sabes lo buena que soy en otras cosas."

Hubo un silencio incómodo que también me incomodó a mí. Levanté la mano del asiento del sillón y cogí el mando de la cámara con intención de pararla. Pero no lo hice. La conversación seguía.

- "No te hagas el tonto David, sabes perfectamente a lo qué habías venido, o no te habrías traído esta compañía.

- Cierto, pero sin Fernando…

- No te preocupes, estaba planeado así, de hecho esto es idea suya."

Miré la televisión sin entender a qué se refería Natalia. Yo no recordaba haber hablado nada de aquello.

- "Además Fernando siempre está presente en estas ocasiones. Confía en mí.

- Si tú lo dices. He de reconocer que os traéis un juego muy raro entre manos.

- No es tan complicado, ninguno de los dos hace nada que sepa que le va a molestar al otro. Por lo demás nos limitamos a satisfacer todas nuestras fantasías, sean cuales sean. Si te paras fríamente a pensarlo solo es sexo, nada más que eso y cada uno lo hace tan importante como quiere. Para nosotros es una fuente más de diversión.

- Mirado así.

- Pero basta de tonterías."

Sonreí a la tele, aquella verdad que Natalia había soltado tan de corrido, me había costado mi tiempo hacérsela comprender, hacerla vencer ese estúpido sentimiento católico de culpabilidad que arrastraba desde la infancia. Me alegró vérselo decir a otro, aunque fuera en circunstancias tan extrañas.

En la pantalla Natalia hizo su aparición, con un ajustado corpiño rojo acabado en uve que dejaba al aire más de la mitad de sus pechos, y con una cortísima falda negra que no sabía que tuviera. Como si tal cosa dejó caer la falda y mostró un liguero negro de encaje que tampoco sabía que existiera. Mi cerebro inferior se izó al comprobar que no llevaba bragas.

- "¿Os vais a quedar en ese lado del comedor?"

Al poco tiempo apareció David, sin camisa, acompañado de otro negrazo de impresión, también descamisado. Me quedé de piedra. Allí no había ninguna mulata que le fuera a comer el coño a mi mujer, si no dos tíos con las mismas intenciones. Miré la cara de viciosa de Natalia y algo me dijo que ella ya sabía que David no iba a venir acompañado de una mujer.

En la pantalla Natalia se desabrochaba el corpiño y lo dejaba caer al suelo. Siempre me ha fascinado la belleza natural de mi mujer y el orgullo con el que luce su cuerpo. David se colocó detrás de Natalia y comenzó a besarle el cuello mientras sus manos acariciaban lentamente sus pechos, el otro negro se colocó delante de ella de rodillas y comenzó a besarle alrededor del ombligo mientras una de sus manos acariciaba el escaso vello púbico que mi mujer se había dejado. Natalia soltó un ronroneo de placer y se dejó hacer por un rato. Cuando el otro negro metió uno de sus dedos en el húmedo coño de Natalia, mi mujer gritó de placer y acompasó su cuerpo al movimiento salvaje de aquel dedo. Natalia se recostó contra el pecho de David y pasó sus manos alrededor del cuello, dejándose llevar por cada envite de aquel dedo curioso.

- "Joder que bien."

Mi polla terminó de mirar al cielo y poco faltó para que me la cogiera y comenzara a masturbarme. Pero aguanté suponiendo que habría más.

Natalia cerró los ojos y se dejó llevar al orgasmo, pero eso no significaba que estuviese satisfecha. Abandonó el regazo de David y los colocó a los dos frente a la cámara, que sólo ella sabía que estaba. De rodillas bajó los pantalones de los invitados con rudeza llevándose los calzoncillos al hacerlo, con lo que liberó dos monumentales troncos de ébano con la punta húmeda. Al ver aquellos capullos brillantes Natalia no pudo más y se los llevó a la boca, ansiosa de saber a qué sabían. Mientras se turnaba de polla en polla, con el culo ligeramente levantado para que la cámara captase lo húmeda que estaba, yo me sentí morir. Era como ver una peli porno protagonizada por mi mujer.

- ¿Te lo pasas bien?

Casi me dio un vuelco al corazón cuando escuché la voz de Natalia a mi lado. Le di al pause y me solté la polla. En la pantalla la otra Natalia estaba chupando ávidamente dos pollas, mientras que la de carne y hueso me sonreía maliciosamente sentada en el sofá.

- Casi me matas del susto.- no acertaba a decir nada más.

- Estabas tan ensimismado que no me has oído entrar.- sonrió.- Te repito, ¿te gusta lo que ves?

- Si.

No podía negarlo, era absurdo obviar que me encantaba ver como dos tipos se la estaban follando, había una parte de mí que me delataba.

- Lo sabía. Sigue.

- Pero…

- No te preocupes… yo me se el final.

Sonreí y volví a dar al play. Con lo que la boca de Natalia continuó trabajando aquellas dos duras columnas de carne negra. Finalmente Natalia se separó de ellos y les dijo que se sentaran, que aquello no había hecho más que comenzar. Se dio la vuelta, miró a la cámara directamente y guiñó un ojo.

- Pero mira que eres calienta pollas…

- ¡Eh, no veo que lo quites!

La Natalia que había a mi lado abandonó el sillón y se arrodilló delante de mí.

- No quiero que lo quites, quiero que te corras en mi boca mientras me ves correrme en la tele. Quiero saborear tu excitación al ver cómo me follan… cabrón.

Dicho esto se metió con tanta fiereza la polla en la boca que a punto estuve de correrme. Pero intenté olvidar el jugueteo de sus labios y centrarme en la pantalla.

- "David quiero que me folles. Quiero sentir esa preciosidad tuya dentro de mí, y tú cómeme el coño mientras".

Natalia se empaló contra la brillante polla de David mientras el otro negro se colocaba delante de ellos y metía la cabeza entre las piernas de mi mujer. Me gustaría decir que vi perfectamente cómo se la follaban, mientras aquel negrazo la derretía el clítoris, pero sólo podía ver la espalda del negro mientras Natalia botaba arriba y abajo, soltando tacos sin parar.

- "Fóllame cabrón, fóllame más rápido".

De pronto, sucumbió al martilleo de la polla de David combinado con el suave jugueteo de la lengua del otro, y estalló en un orgasmo tal que obligó al otro negro a retirarse de entre sus piernas. David por el contrario seguía embistiéndola con cada golpe de sus caderas, acelerando el ritmo a cada paso, hasta que finalmente se la sacó y se corrió. El otro se hizo a un lado, expectante.

La Natalia real se sacó mi polla de la boca y me sonrió.

- ¿Te gusta ver cómo me follan?

- Si.- todo mi cuerpo estaba impaciente, necesitaba descargar tensión.

- Pues todavía queda lo mejor…

Centré de nuevo mi atención en la pantalla. La Natalia de la tele se incorporó del sillón y miraba con descaro la polla del otro negro, seguía ansiosa de sexo, de eso estaba seguro.

- "Vaya Javier, parece que tienes algo para mí".

Natalia se agachó y se volvió a meter toda aquella larga y dura polla en la boca, deseosa. Sin embargo el tal Javier tardó poco en sacársela.

- "Yo lo que quiero es follarte

- Eso tiene fácil solución".

Natalia se recostó contra el sillón, dándole la espalda al negrazo, y esperó impaciente a que este la penetrara. Cuando aquel pedazo de carne dura entró en el húmedo coño de mi mujer, esta no pudo sino soltar un profundo grito de placer.

- "Joder, ¡que grande!"

David se había sentado a su lado y Natalia aprovechó su cercanía para agarrarle el miembro con la mano y comenzar suavemente a masturbárselo, deseosa de que aquello volviera a tomar su verdadera forma.

- "Venga cabrón empálmate que me tienes que follar de nuevo".

En ese momento tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no correrme en la boca de Natalia, estaba deseoso de ver cómo terminaba aquello.

- Natalia quiero follarte.

La Natalia real me miró y negó con la cabeza.

- Lo necesito.

- No, lo siento. Estoy dolorida, además deseo que termines en mi boca.

Me encogí de hombros y me centré de nuevo en la peli de la tele. El tal Javier seguía follándose a la Natalia de la tele con una rapidez y constancia dignas de elogio, hasta tal punto que Natalia ya no podía seguir acariciando la polla de David y sólo se podía centrar en tener un orgasmo detrás de otro. Sus gemidos inundaron la habitación de la tele y la real. Aguantar aquello sin correrme estaba siendo una auténtica proeza para mí.

- "Veo que David está listo. Dejarme que me tumbe en el suelo para que los dos podáis follarme".

Natalia se levantó del sillón y tumbó a Javier en el suelo, con aquella dura e inagotable polla de ébano, y se sentó en ella. Entró suavemente y Natalia volvió a gemir de placer. Luego se volvió hacia David y le miró pícaramente. Esta vez el condón lo sacó David de un lado del sillón, supongo que dónde dejó el pantalón, y se enfundó la polla con el. Momentos más tarde la estaba empujando suavemente contra el dilatado esfínter de mi mujer, que se removía ansiosa ante aquellos avances.

- "Métemela de una vez".

David hizo un magistral golpe de caderas que introdujo la polla hasta lo más profundo de Natalia. Natalia acogió aquella doble embestida y la acomodó a su propio ritmo. Los dos parecían ir acelerando más y más, provocando en Natalia un desencadenamiento de orgasmos que la llevó al séptimo cielo. Aquellas dos pollas dentro, el roce del cuerpo de Javier contra su receptivo clítoris, era demasiado para ella. Demasiado para mí.

- Para Natalia, para…

La Natalia real ignoró mis súplicas, y la de la tele, como por arte de magia, giró la cabeza hacia la cámara y tiró un beso y un par de gemidos. Aquello fue demasiado y exploté en la dulce boca de mi esposa, mientras que en la tele los dos negrazos seguían follándosela sin compasión.

Cerré los ojos y me dejé llevar por el orgasmo, por los gritos de placer de la Natalia de la tele. Cuando poco después abrí los ojos los dos negrazos estaban corriéndose entre las tetas de la Natalia de la tele. Era increíble el aguante de aquellos tipos.

La Natalia real se levantó y me dio un beso en la mejilla.

- Gracias por la reunión.