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El hotel

en Trios

Son cosas que no crees que ocurran hasta que las vives. Las has leído pero crees que salen de la imaginación de los autores, te las han contado pero sabes que te están vacilando, las has visto pero era una película, pero a veces, simplemente pasan.

Me llamo Raúl y trabajo como técnico comercial en una importante empresa española en el sector energético. Tengo 35 años y soy un chico normal y corriente, ni feo ni guapo, 1,80 de estatura, ojos marrones, un poco de barriga (las tapitas del bar) pero sin pasarse, introvertido hasta que cojo confianza y bastante tímido con las mujeres lo que ha dado lugar a alguna confusión con gente de mi sexo. Lo único que es destacable en mi es la mirada (según dicen). No aparto nunca la vista cuando me miran y miro directamente a los ojos, y así comenzó todo.

Por motivos de trabajo tuve que desplazarme una semana a Valencia y debido a un congreso que se celebraba tuve que cambiar de hotel ya que en el que me alojaba habitualmente estaba completo. La agencia me consiguió habitación en un hotel cercano al aeropuerto. Tenia el inconveniente del ruido de los aviones al despegar y aterrizar pero estaba bien situado para acceder a cualquiera de las vías que circunvalan la ciudad con el consiguiente ahorro de tiempo. Además las habitaciones eran bastante más confortables que las del otro hotel y el ambiente también.

Llegué por la mañana y me instalé antes de la primera reunión que tenía. Descansé un poco y salí. Era media mañana y no había mucho movimiento, un par de ejecutivos y algún matrimonio con los hijos que había hecho escala en la ciudad antes de proseguir el viaje. Subí al coche y me fui. Volví a mediodía para preparar tranquilamente la otra reunión que tenía ese día. Había almorzado tarde con lo cual no bajé a comer pero decidí tomar un café antes de salir. Al bajar, el panorama había cambiado radicalmente.

Por el "hall" de recepción deambulaban unas criaturas preciosas, cuatro para ser exactos. Dos morenas, una rubia y una pelirroja, a cada cual mas guapa. Así a ojo calculé que estarían sobre los 26-28 añitos. Vestían de forma informal, con vaqueros, sin destacar a pesar de que seguro que vestidas para salir de marcha romperían muchos corazones y braguetas. Otra ventaja más del hotel, pensé. Al pasar por su lado para ir a la cafetería saludé con el consiguiente saludo apropiado para esas horas.

Buenas tardes, contestaron,

Y además simpáticas y educadas, dije para mis adentros.

Entré en la cafetería y pedí un café con hielo. Al ver que no se podía fumar salí a la terracita para tomármelo, En esas me llamaron por teléfono y volví a la realidad de mi tarde de reunión. Estuve un rato hablando y no me percaté que entraban en la cafetería. Nada mas colgar se abrió la puerta de la terraza y una de las dos morenas vino hacía donde yo estaba. Creo que me subió hasta la tensión de lo nervioso que me puse. Me miraba directamente a los ojos y, a pesar de los nervios, le aguanté la mirada hasta que llegó.

Hola, dijo.

Hola, contesté.

Perdona que te moleste, dijo, ¿Me puedes dar un cigarro?

Faltaría mas, contesté acercándole el paquete de lucky strike y el mechero.

Gracias, dijo mientras se encendía el cigarro. Mis amigas no fuman y yo me he quedado sin tabaco y aquí no venden.

Coge alguno mas para luego si quieres, dije, yo puedo comprar luego.

No hace falta, contestó, vamos a salir y ahora compraré.

A todo esto seguíamos sin apartar la mirada ninguno de los dos. La situación era extraña, por lo menos para mí. Ella de pie fumando el cigarro y yo sentado, cruzándonos la vista. No se de donde saqué fuerzas.

Siéntate y fumatelo tranquila, si quieres, dije.

Se sentó a mi lado. Dejamos de mirarnos. Nos presentamos a la vez con el consiguiente lió de palabras y las consiguientes risas. Me dijo que se llamaba Claudia y que era azafata de vuelo. Acababan de llegar de Bolonia y se iba a tomar algo con sus compañeras por Valencia. Les indique un par de lugares interesantes a esas horas y me despedí ya que llegaba tarde. Se levantó y me dio dos besos, muy pero que muy cerca de los labios.

¿Siempre aguantas la mirada?, pregunto.

Ya lo has visto, contesté.

Hasta luego, dijo.

Me fui con las piernas temblando y un hormigueo en el estomago difícil de explicar. Tuve la reunión y volví al hotel a preparar los informes. La verdad es que estuve pensando en ella pero con la faena que tenía se me pasó pronto. Estuve hasta prácticamente las ocho de la tarde delante del ordenador, hasta que me cansé. Me asomé a la ventana y vi. la terracita vacía.

Toca cerveza, me dije, ducha rápida y para abajo.

Al cuarto de hora ya estaba en la terraza con una cruzcampo bien fría y el periódico.

Solo me falta ella, deseé sabiendo que igual no nos volvíamos a cruzar.

A veces, aunque parezca mentira, los deseos se cumplen y a la media hora entraba con sus compañeras en la cafetería. Pidieron unas copas y salieron. Claudia se adelantó y vino a mi mesa.

Hola, que tal?, dijo

Me levante para darle dos besos

Ahora de cine, dije

Sonrió

Por qué no te sientas con nosotras?, dijo, así te presento a mis amigas.

Vale, contesté.

No me lo podía creer. Me levante y nos acercamos a su mesa.

Te presento, dijo señalando a la pelirroja, que evidentemente se levanto a darme dos besos. Y estas son Laura y Sabrina. Las dos morenas se levantaron a saludarme. Sabrina era más bajita que Laura aunque con mejor cuerpo.

Me senté entre Claudia y Ruth y empezamos una buena conversación que duró hasta casi las diez de la noche. Hablamos de casi todo, sobre todo de aficiones y trabajo. Así me enteré que les gustaba el piragüismo y los deportes de aventura (pos va ser que no), que eran licenciadas universitarias y que allí se conocieron entablando una amistad que duraba hasta hoy. Se apuntaron juntas a la academia de azafatas hasta que saliera algo de los suyo y allí estaban, en la misma compañía trabajando. Yo les conté un poco lo mío, pero sobre todo deje que hablaran. En esas me llamaron y me tuve que levantar. Despache el tema en 2 minutos y volví.

Ya estoy, disculpadme.

El curro es el curro, dijo Laura.

A todo esto las cervezas volaban y nos empezamos a poner contentos. Laura y Sabrina no paraban de mirarse y dedicarse sonrisas lo que me llevó a pensar que podían ser pareja. Ruth, Claudia y yo empezamos a tocar temas personales, como el de la novia, las noches de marcha, los rollos, los gustos. Eran ya las diez y media y el camarero avisó que a las once cerraban la cafetería, últimas copas.

Venga dijo Claudia yo quiero un Gin-tonic para acabar.

Yo un con coca cola dijo Ruth.

Un Malta para mi, dije, y

Laura y Sabrina se levantaron.

Para nosotras nada, dijeron, nuestro avión sale a las seis y media.

Que se le va a hacer, dije.

Me levante y me despedí de ellas. Se fueron cogidas de la mano como unos novios.

Son pareja, dijo Claudia al ver que las miraba.

Me lo figuraba, contesté, son buena gente.

Nos estábamos entonando y empezando a entrar en detalles mas personales y yo empezaba a ponerme nervioso, Ruth lo notó.

No te gusta el tema? me preguntó.

Por supuesto dije, lo que pasa es que he hablado poco de el y nunca con mujeres. Solo con mi pareja.

Venga ya, dijo Claudia, no me lo creo.

Pues creetelo, mi circulo de amistades no suele hablar de estas cosas, los chicos hablamos algo entre nosotros y la tías ni puta idea.

En esas llegó el camarero y nos dijo que cerraban,

Que putada, pensé.

Claudia me miro y supe que ahí no terminaba la cosa.

Podíamos ir a la habitación sugirió Ruth, allí hay bebida en el mueble bar y nosotras no salimos hasta las 12 de la mañana.

A qué hora empiezas, me pregunto Claudia.

No tengo nada serio hasta las diez, dije, por mi no hay problema.

Pasamos por tu habitación y pillamos tus botellas, dijo Claudia, Ruth, pidele hielo al camarero. Nos vemos allí.

Fuimos a mi habitación. Abrí y me acordé que estaba todo por el medio.

No te asustes, dije.

La nuestra esta parecida, contestó, volviéndose y cruzándome de nuevo la vista

Que mirada, no se como pero me fui hacia ella y le planté un morreo de campeonato al que ella contestó metiéndome la lengua hasta la garganta. Estuvimos un poco y nos separamos.

Y eso?, preguntó, ¿Tu no eras el tímido?

Debes ser la excepción que confirma la regla o voy muy borracho, tu que crees? Dije

Luego te lo digo, dijo guiñándome el ojo, ahora coge las botellas que Ruth nos esta esperando.

Vaciamos el mueble bar, pillé un vaso y salimos.

Espera dije, ¿fumas petas?

De vez en cuando, ¿tienes?

Sip, voy a cojerlos.

Entré en la habitación, cogí la yerba, el papel y otro paquete de tabaco. Cerré y nos fuimos a su habitación que estaba tres a la derecha de la mía. Ruth ya había llegado.

Uno a cero, dijo Claudia nadas mas entrar.

Mira que eres puta, contestó Ruth.

Y eso?, pregunté yo.

Nada, cosas nuestras, sonrió Ruth maliciosamente. Trae tu vaso que te ponga hielo.

Ha traído petas, dijo Claudia.

Pues empieza, dijo Ruth.

Pero si tu no fumas, dije yo.

Solo esto muy de vez en cuando, cuando voy a Ámsterdam.

Claudia preparo lo mismo que habíamos tomado abajo y nos sentamos en el sillón y la utilizando la mesita de noche para apoyar. Termine el peta y se lo di a Ruth para que lo encendiera. Cuando terminamos de fumar ya estábamos bastante desinhibidos y empezamos a contarnos rollos de alguna noche con pelos y señales. Ruth contó como se había tirado a un tío en el Aeropuerto de Londres al que conoció cinco minutos antes.

Pero es que estaba muy bueno, dijo excusándose.

Yo me lancé y les conté un polvo que pegué con mi ex en unos grandes almacenes de Madrid con fin en boca espectacular.

Se lo tragó?, preguntó Claudia.

Yes, contesté, no se perdió ni gota. Que tiempos, dije riendo.

Te toca Claudia, dijo Ruth.

Yo estaba ya cachondo perdido y, a pesar del vaquero el bulto ya se notaba. Intentaba disimularlo pero Claudia que estaba en el sillón a mi lado se dio cuenta.

Hace calor y llevamos la misma ropa de esta mañana, voy a ponerme cómoda, dijo Claudia.

Se levanto y fue al baño, se oyó el ruido de la ducha, lo que aproveché para hacer otro peta, o a intentarlo ya que Ruth se levantó de la cama y se sentó a mi lado.

Estas a gusto?, preguntó.

Más que eso, dije.

Ya, se ve, dijo mirándome el paquete sin disimulo.

Sois la ostia, dije, es la primera vez que me encentro en una situación como esta, pensaba que no existían.

Pues tú has viajado bastante, algo habrás hecho.

Si, dije, pero como esto no.

Claudia salió del baño con un pijamita supertransparente que le dejaba adivinar los pezones y el tanga. Ruth se fue al baño mientras Clau volvía a llenar los vasos dándome la espalda. Tenía un culo estupendo.

No te pones cómodo?, preguntó.

No tengo pijama, si no os molesta que me quede con el bóxer.

Sin esperar la respuesta me levanté, me quité los pantalones dejando el bóxer de Lacoste negros que llevaba al descubierto con el bulto en primera página. Ruth salio en ese momento con una camiseta muy corta que le llegaba a la mitad de los muslos. Mi verga dio un salto de alegría al imaginar lo que se escondía detrás.

Te toca contar, Clau, dijo Ruth, sentándose en la cama y dejando sus muslos medio abiertos.

Claudia se acercó con las copas, las dejó en la mesita, se arrodillo delante de mí y empezó a darle besos a mi polla por encima del bóxer.

Cuando termine, si quieres te lo cuento, Ruth.

Siguió besando mi polla a la vez que me acariciaba los huevos y me miraba con vicio, Ruth se levanto y se arrodillo a su lado. Me quitaron el bóxer y salieron mis 23 cm en todo lo suyo, duros como una piedra y con ganas de guerra.

Buen rabo, dijo Ruth, a ver si aguanta lo que tiene que aguantar.

Comenzaron a mamarme la polla a dúo, con suavidad, ensalivándola a cada segundo. Se la intercambiaban de boca en boca y bajaban hasta los huevos. Saque el culo un poco del sofá y Clau comenzó a acariciármelo con un dedo mientras seguía chupando. Era tremendo, si seguían así me correría enseguida. Decidí hacer algo.

Ahora yo, dije.

Las levante y las acosté en la cama, con las piernas abiertas. Veía el tanga de Clau por las costuras del pijama, de color rosita y las braguitas blancas de Ruth con algunos pelitos saliendo por los lados. Subí las manos por los dos muslos mientras besaba las rodillas de Ruth hasta llegar a sus coñitos. Comencé a masturbarlas por encima de las bragas despacio, con suavidad mientras seguía avanzando por los muslos de Ruth.

Ummmmm, suspiro Clau.

Besé el coño de Ruth y me pasé al de Claudia. Le aparté el tanga y apareció un coñito perfecto, con el pelo justo pero bien distribuido y una raja completamente empapada. Metí la lengua y chupé sus primeros líquidos, sabían a gloria. Pasé a su clítoris que ya estaba bastante inflamado y poco a poco le fui pasando la lengua hasta arrancarle el primer orgasmo.

No pares por favor, aaaahhhhh, gemía apretándome la cabeza contra su raja.

La corrida fue bestial, soltó tal cantidad de jugos que llegue a pensar que se estaba meando, nunca había visto algo así. Cambié de raja. Ruth ya se había quitado el tanga y se había masturbado viendo la escena anterior. Su coñito estaba casi depilado, solo con una tira de pelo en el monte de venus y también muy mojado. Le pasé la lengua despacio metiéndola un poco en su rajita, suave, sin prisas, luego de un solo golpe, hasta el fondo.

Ahhhhhh, sigue, gimió.

Inicie un mete y saca con la lengua mientras con un dedo le masturbaba el clítoris y con la otra mano le pellizcaba los pezones. Clau se había recuperado de la primera corrida y se masturbaba viendo la escena. Ruth se corrió en mi boca entre espasmos y gritos de placer. Me levante quedando de pie frente a ellas. Clau se aferro a mi polla y comenzó a chupar de nuevo, masajeando mis huevos y moviendo la lengua.

Ummmmm, suspiré.

La levante y me acosté en la cama, con el nabo bien tieso apuntado al techo. Clau se sentó encima clavándosela hasta el fondo y cabalgando sobre ella. Le cogí las tetas y se las sobé con ganas, eran perfectas, talla 90 y con un pezón perfecto. De repente aceleró el ritmo y prácticamente saltaba sobre mí. Comenzó a gritar otra vez mientras volvía a correrse entre temblores.

Ufffff, suspiro, dejándose caer encima.

La aparté y fui a por Ruth que estaba a nuestro lado masturbándose. Acerqué la polla a la entrada de su coño y de un solo golpe le clave los 23 cm en su agujero. Se le pusieron los ojos en blanco de gusto, dejé que se acoplara del todo ya que su coño parecía no haber recibido polla similar nunca. Era estrecho y estaba calentito, muy mojado. La saqué un poco y volví a metérsela ahora mas despacio, un mete saca lento mientras le acariciaba el clítoris. Ella se acariciaba y se cogía los pezones y las tetas, un poco más pequeñas que las de Clau pero igual de preciosas, con unos pezones totalmente tiesos y grandes.

No pares, sigue, sigue, gemía sin parar.

Aceleré el ritmo y entré con más fuerza. Me engancho del cuello con las dos manos y se apretó a mí.

Me corrooooo, grito mientras se movía entre espasmos.

Yo note que también me iba con lo cual aguanté mi nabo dentro hasta que ella se termino de correr, cuando acabó lo saqué y directamente lo dirigí hacia su cara. Clau se acercó y se lo metió en la boca, chupando los jugos de su amiga.

Vaaaaaaa, grité empezando a soltar leche a borbotones.

No retiró la boca. La leche le caía por la comisura de los labios. Luego la sacó y dejo que su Ruth terminara de limpiarla. Caí rendido en la cama entre las dos.

Tremendo, dije suspirando.

Y lo que queda, dijo Ruth volviéndose hacia mi y dándome un beso en los labios

CONTINUARA