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El grupo: reclutando miembros (2)

en Bisexuales

El sonido del telefonillo me había salvado de librar otra batalla sexual con Sara. Aquella noche me había dejado ya casi seco. Caminé hasta la puerta, pulsé el botón rojo y pregunté por inercia, pues sabía perfectamente quién había llamado.

-Somos... nosotros -la voz de Darek.

"¡Qué sitio más de puta madre, colega...!", se emocionó de fondo un Sailor más colgado de lo que yo hubiese querido.

-No arméis demasiado escándalo, chicos -les pedí-. Son casi las dos de la madrugada y podéis molestar a los vecinos -tras lo que accioné el botón que les dio acceso al portal.

La discrección era algo primordial para Sara y para mí. Volví al salón, y la encontré semi tumbada y con mis boxer blancos como única vestimenta.

-¿Vas a recibirles así? -me preguntó, con suma picardía.

Miré hacia abajo y encontré mi polla medio erguida. Me pareció que era un esfuerzo innecesario el correr a la habitación para buscar otros gayumbos. Se podía considerar aquello como una pequeña prueba de iniciación para los chicos. Si de verdad estaban interesados en ganar mucha pasta, más les valía afrontar mi desnudez con absoluta naturalidad.

-¿Tú estás preparada?

-Lo estoy, cielo. Incluso te he empapado los calzoncillos... -me sonrió desde el sofá, y me guiñó un ojo.

Ajusté la puerta del salón, y también la del pasillo que daba a las habitaciones, quedándome yo en el pequeño recibidor. Ni diez segundos tardé en oír cómo se detenía el ascensor en nuestra planta. Me asomé a la mirilla, sólo para comprobar que eran ellos, y que no venían más de dos. Toda precaución era poca tratándose de desconocidos. Demostraron cierta prudencia al golpear la madera suavemente con los nudillos, en vez de usar el timbre que podría haber llamado la atención de nuestro curiosón vecino de enfrente. Abrí la puerta sin prisas, resguardando mi cuerpo tras ella y asomando únicamente la cabeza. "Adelante, chicos", como quien invita a pasar a dos colegas de confianza.

Aquel primer momento resultaba crucial para adivinar el cariz que pudieran tomar después los acontecimientos.

Ambos llevaban para la ocasión sendos chándales de marca. El de Darek era de un color dorado, y completamente blanco el de Sailor. También gorras de firma deportiva en sus cabezas. El primero que se dio cuenta de que yo estaba en pelota picada fue Darek, que accedió al interior del piso antes que su primo. Me pareció ahora algo más bajito de lo que le recordaba en Atocha.

-Joder, colega, menudo recibimiento... -dijo, con una sonrisa que ayudó a tranquilizar mis nervios (pese a no ser ya un novato en esas lides).

Sailor estaba sudando. No demasiado, pero sí se le veían en los mofletes y en la parte visible de la frente esas gotitas de humedad que provoca el calor, ó, en su caso, el haberse metido demasiadas rayas y estar como una moto.

-Menudo barrio más de puta madre, tío. Tienes que estar forrado...

-Sentimos la tardanza -le reprobó el otro con la mirada-, pero es que no encontrábamos ni un jodido taxi libre.

-No os preocupéis -cerré al fin la puerta.

-Estás en bolas -soltó Sailor, con una sonrisa algo más nerviosa.

-¿Os incomoda que no lleve ropa?

-Es tu casa, ¿no? -se adelantó Darek, observando las puertas cerradas que comunicaban con el resto del apartamento-. Puedes ir como te dé la gana.

-Sí, sí, claro, tío... -reafirmó enseguida el otro-. Estás en tu casa.

-Y ante todo, te agradecemos la invitación -los ojos de mi preferido se volvieron a clavar en los míos, como lo habían hecho en el interior del metro.

Mi primera impresión fue ciertamente positiva. Me di cuenta enseguida de que podíamos esperar grandes cosas de aquel par de jovencitos.

-Bueno, chicos, ¿queréis que os cuente cómo funciona esto?

Aquel recibidor, al contrario que el resto de la vivienda, no era demasiado espacioso. Cuando apoyé mi culo desnudo en el pequeño mueble del descansillo, la punta de mi cansada polla endurecida (una vez más, casi de forma inevitable), apuntaba directamente a sus pantalones de chándal, a menos de medio metro de distancia. Alargué la pequeña pausa, con toda la intención de que pensaran que ahora les iba a tocar arrodillarse y hacerme una mamada a dúo. Lo curioso es que sus caras, mientras respondían con un simple Sí a mi pregunta, no parecían precisamente asustadas por ello. Sailor seguía sudando, aunque no me dio la impresión de que el motivo fuera la posibilidad de acabar con mi sexo entre sus labios.

Claro que no era eso lo que tocaba en la agenda de aquella velada, aunque mi rabo inagotable diera indicios de lo contrario.

-Pues muy bien, chavales, empecemos por lo básico. Esta casa es de Rebeca y mía (Sara, al igual que yo, se había creado un nombre ficticio desde que pertenecíamos a la Fundación Joven Porvenir), pero también es de las personas a las que invitamos a entrar. Eso significa que mientras estéis aquí podéis hacer uso de cualquier cosa que encontréis en ella. Nuestra intención es que esa confianza sea mutua, y que nunca, ni esta noche ni otras, si se diera el caso, debamos preocuparnos por la misteriosa desaparición de nada en concreto. ¿Eso os queda claro?

Los dos asintieron con la cabeza. Darek parecía entusiasmado con la idea, lo que me resultó de lo más satisfactorio. Sailor, sin duda a causa de la coca, hacía leves movimientos con los ojos, y su mirada nerviosa se posaba, no pocas veces, entre mis piernas. Tal vez le sorprendiera el tamaño de mi verga (que sin ser descomunal, tenía buenas proporciones), o quizá, algo que me hacía gracia imaginar, tan solo estaba preguntándose cuándo iba a metérsela en la boca.

-Siguiente punto, también fundamental para que esto funcione a la perfección: sólo vendréis aquí si sois invitados, pero una vez estéis dentro, tenéis absoluta libertad para marcharos cuando queráis. Si alguno de los dos decide largarse ahora, o en cualquier otro momento de la noche, nadie va a pediros que no lo hagáis. Del mismo modo que tampoco os vamos a echar, mientras que Rebeca o yo estemos aquí, por supuesto. ¿Eso lo entendéis?

-Muy generoso por vuestra parte -dijo Darek, visiblemente emocionado.

-La ostia de generoso, colega -soltó Sailor, incapaz de retener el sudor que brotaba de su frente; se quitó la gorra y se mesó el pelo, consciente de ello.

-Me alegra que os lo parezca -les sonreí-. Y ahora, una única aclaración sobre el tema del dinero antes de pasar a lo importante. Es evidente que Rebeca y yo lo tenemos, y que no somos nada rácanos a la hora de compartirlo, pero sí nos gusta que ese asunto se trate con elegancia. Así es que nada de pedir dinero, por favor. Soy consciente de que la única razón de que estéis aquí esta noche es ganaros una buena pasta, y no os quepa duda de que lo haréis...

-No es sólo por eso -Darek parecía el portavoz; luego su primo se encargaba de lanzar una coletilla nerviosa.

-No, no... La verdad es que nos has dado mejores motivos para venir...

-Ya lo imagino... -volví a sonreír, encantado de la vida con lo que mis oídos recibían como música celestial-. Aún así, me gustaría que ese tema quedase claro. Se os recompensará siempre económicamente, y conforme a nuestro grado de satisfacción con vosotros. ¿Os parece justo?

-Desde luego que nos lo parece.

-Uff, aquí hace una calor increíble -resopló Sailor, que parecía a punto de sufrir una especie de lipotimia.

Cuando se desabrochó la chaquetilla del chándal y miré sin cohibirme en dirección a su paquete, entendí que su problema de calor venía por otro motivo, que saltaba a la vista bajo la tela blanca e impoluta de su pantalón. Llevaba una cadena dorada al cuello y una camiseta blanca de tirantes metida por dentro del chándal; se le intuía un pecho lampiño e imberbe.

Esa visión provocó que mi fuelle no perdiera fuerza alguna.

-Bueno, ¿hasta aquí tenéis alguna duda?

-Sólo una -dijo Darek- ¿Dónde está la famosa Rebeca?

-Todo a su tiempo, coleguita. Todo a su tiempo -le sonreí, sin quitar ojo al pantalón abultado de su primo- ¿Estás bien, Sailor?

-Sí, tío, sólo es el calor...

-Y que se ha metido mucha coca, pero eso tú ya lo sabías.

-Todo tiene solución, chicos -les tranquilicé-, y aún más en una reunión improvisada como ésta. Eso sí, en adelante, y dadas las circunstancias, sería preferible que controlárais el consumo cuando estemos juntos, ¿vale?

-Totalmente de acuerdo.

-Sí, colega, lo siento...

-Y ahora vamos al tema que nos ocupa. Para empezar, quiero que quede claro que aquí yo soy el jefe, por llamarlo de alguna manera. No porque sea el que pone la pasta, ya que la ponemos ella y yo a partes iguales, si no porque sé perfectamente lo que Rebeca desea, y lo que yo ando buscando. Soy quien dirige esta movida, y debéis respetar mis peticiones. Siempre. Con el tiempo, si seguimos en contacto, empezaremos a conocernos y esto será de lo más sencillo. También tenéis la opción de largaros cuando queráis, si algo no os gusta, aunque creo que eso os ha quedado claro, ¿no? -no esperé respuesta.

Decidí moverme de mi posición, con el mástil aún duro, y caminé hasta colocarme entre medias de los dos, que se separaron lo justo para dejarme pasar. Traté de vislumbrar, una vez más, cualquier indicio de incomodidad en sus rostros, pero ésta brillaba por su ausencia. Cogí el pomo de la puerta que daba al pasillo, y la abrí tras encender la luz del mismo.

-La del fondo es la habitación de matrimonio -les informé, aunque no tenía intención de hacerles un recorrido guiado por el apartamento; tan solo pretendía darles alguna indicación-. El único cuarto de baño de la casa está dentro, aunque es lo bastante amplio para compartirlo.

Los chicos se habían dado la vuelta, y ahora les tenía mucho más cerca. De hecho, podría haber estirado unos centímetros la mano, y me daría de lleno contra la pierna de Darek enfundada en el chándal color oro.

Pero no lo hice, aunque la tentación era cada vez más grande.

-Mi primera petición es para ti, Sailor -esta vez le miré a los ojos; se había vuelto a enfundar la gorra, ahora del revés-. Quiero que vayas allí y te pegues una buena ducha de agua templada, a ver si de esa manera se te pasa el efecto de la coca. ¿Te parece bien?

-Lo que tú quieras -asintió con la cabeza, y al pasar junto a mí en el espacio tan reducido del marco de la puerta, fue casi inevitable que el dorso de su mano se diera contra el perfil de mi polla.

-Encontrarás todo lo que necesites -le vi detenerse unos pasos más allá, y girarse hacia nosotros-. Hay champús, toallas, albornoces... También verás desodorantes, colonias y perfumes, pero es más agradable el olor corporal de cada uno. Mejor deja los potingues para otro día, ¿vale?

Yo sabía que a Sara no le hubiera importado en absoluto follarse a aquel chaval sudoroso tal cual estaba (de hecho hasta lo hubiera preferido, seguramente), pero confiaba en que la ducha templada rebajaría su estado de ansiedad, siempre atento al peligro de que no aguantase el extenuante ritmo de una sesión de sexo con Rebeca, la insaciable.

-Okey -dijo Sailor; de perfil junto a la lámpara de pared, su abultada entrepierna saltaba aún más a la vista que en el descansillo- ¿Algo más?

-De momento, nada más. Todo tuyo, campeón.

Darek y yo le vimos caminar hasta la habitación como si no fuera la primera vez que entraba en ella. Entonces, cuando desapareció de nuestra vista, ajusté la puerta y "mi chico" se movió un poco hasta colocarse junto al mueble bajo, en el que antes había apoyado yo el culo. Su cara mostraba ahora cierta curiosidad, pese a que seguía pareciendo encantado con aquella situación.

-Llega mi turno, supongo...

Por la fugaz mirada que lanzó a mi polla, me dio a entender que aún se pensaba que el paso previo para follarse a la tal Rebeca era plantar las rodillas en el suelo y amorrarse al pilón. Todo y con eso, casi sonreía. Incluso se permitió la licencia de emular a Sailor y desabrocharse también la chaquetilla del chándal, dejando claro con lo que me mostró, que también estaba algo excitado. Sin cadenas al cuello, llevaba la camiseta verde fosforito de la equipación del Barça, que incluía el escudo sobre uno de sus pezones.

-Pues sí, llega tu turno -y la sola idea de imaginármelo tragándose mi rabo empinado de aquella guisa, hizo que me acercara un poco a él.

-¿Y cuál es mi cometido ahora, mientras mi primo se ducha?

-Te voy a dar dos opciones, y tú elige la que prefieras -improvisé-. Puedes agacharte y comerme la polla, ó puedes cruzar esta otra puerta y hacer que Rebeca haga contigo lo que se le antoje... -no dudé en darme un par de sacudidas, por si escogía lo inesperado-. Difícil decisión, ¿no?

-¿Y no cabe una tercera posibilidad? -preguntó, sin esquivar en ningún momento la confrontación; de hecho, me miró entre las piernas y sonrió.

-¿Se te ocurre algo diferente?

-No sé, a lo mejor podríamos cruzar juntos esa puerta, y follarnos a tu novia los dos, como buenos amigos...

-No me parece mala idea, no -le miré directo a los ojos, y llevé la misma mano con la que me había tocado el nabo a su cabeza, acariciándole el pelo y bajando por su cuello-. Me gustan los chicos con iniciativa, Darek, y está claro que tú eres de esos -seguí descendiendo, centrándome apenas un par de segundos en el pezoncito duro que resaltaba bajo el verde fosforito-. Tengo muchas esperanzas puestas en ti, chaval. Espero que no me decepciones.

-Haré lo que pueda por complacerte, Javi -como por ejemplo levantar apenas unos centímetros su camiseta, y darme así acceso al elástico de su excitante chándal-. Todo lo que pueda.

Avancé un paso más, para que mi mano pudiera entrar con facilidad en su pantalón. Darek soltó su camiseta, y atrapó mi cimbrel con cierta torpeza. Estaba claro que no se había encontrado en esa situación muy a menudo (puede que nunca antes hubiera cogido otra que no fuera la suya), pero aquel contacto me encendió como si estuviera ante todo un experto. Le hurgué sin prisas bajo unos calzoncillos que le modelaban el pubis a la perfección, y de esa forma me topé con la dureza de una carne suave recubierta de abundante vello. Tenía la polla aplastada hacia un lado, y la noté crecer en mi mano, brincar entre mis dedos como si exigiera libertad condicional. No era muy larga ni muy gruesa, y un poco más abajo logré que sus cojones se estremecieran y el chico echara la cabeza hacia atrás con un suspiro. Su mano había empezado a moverse a un ritmo demasiado rápido. El pobre chaval ni siquiera podía imaginar la tralla que Sara me había dado antes que ellos llegaran (la misma que estaba a punto de padecer él), por eso se detuvo cuando protesté ligeramente por el placentero dolor que me estaban causando sus sacudidas.

-¿Te hago daño? -preguntó con ingenuidad-. Lo siento mucho, pero es que no soy demasiado experto en esto...

-No te preocupes -avancé un poco más hacia él, obligándole a recular y a apoyarse contra el mueble bajo-. Soy un maestro con mucha paciencia.

Viéndose acorralado, tuvo la genial ocurrencia de llevar su otra mano a mi nuca y darme un morreo que recibí gustoso. Eso sí se le daba bien. Su cálido aliento llegó a mi boca antes que sus labios. Darek intercambiaba saliva con una facilidad pasmosa, atacaba con su lengua como si se sintiera jugando en un terreno bien conocido. Me soltó el rabo, y con esa mano libre se encargó de que no pudiera caber el aire entre nosotros. Me atrajo desde el culo hasta que prácticamente me montó sobre él.

Saqué la mano de sus calzoncillos para cogerle suavemente del pelo, separé sin brusquedad nuestras bocas, y le miré directo a los ojos. Su polla post adolescente estaba todo lo dura que se podía esperar de ella, la mirada casi se le perdía por la excitación acumulada, y sus manos me impedían separar nuestros cuerpos. Le di un pico y me eché hacia atrás, comprobando por su actitud que no entendía lo que había hecho mal.

-¿Pasa algo? -preguntó, con la misma ingenuidad de antes.

-Nada malo, Darek. Sólo que creo que ya estás preparado para cruzar la puerta y conocer a Rebeca.

-¿Ahora mismo? -miró hacia el cristal opaco tras el que sólo se intuía una tenue luz amarillenta; luego miró mi capullo desbordante de fluido preseminal.

-No te preocupes por esto -sonreí-. Ahora entra ahí y obedece a mi chica.

-¿Y qué vas a hacer tú? ¿No vas a acompañarme?

-Yo voy a comprobar que tu primo lo encuentra todo a su gusto en el cuarto de baño. Luego vendré a haceros una visita.

-Pero yo creía...

-Sshhh... No digas nada, Darek -le puse las manos sobre las mejillas-. Tú eres mi favorito, y ya habrá ocasión de demostrártelo, pero ahora tienes que entrar ahí y darle a esa zorrita lo que lleva toda la noche esperando.

-¿De verdad soy tu favorito? -más astuto ahora que ingenuo.

-Desde que te he visto intentado robarle el bolso a aquella vieja...

Me volví a separar de él, y fui hasta la puerta que daba al pasillo. Darek se quedó plantado en mitad del recibidor, con un bulto considerable bajo el pantalón y el nerviosismo propio de un muchacho de su edad que está a punto de conocer a la tía que se lo va a merendar vivo.

No me entretuve más.

Le di la espalda y me adentré con destino a la habitación de matrimonio. Era evidente que mi primera intención de acostarme pronto, porque tenía que madrugar al día siguiente, había pasado a un segundo plano tras la insospechada predisposición de aquel jovencito búlgaro a tener sexo conmigo. Ahora ya estaba demasiado caliente como para irme a dormir. Darek había puesto el listón demasiado alto. Antes de entrar en el dormitorio, me dije a mí mismo que debía hacer borrón a lo que acababa de suceder y tratar de sacar cualquier aspecto positivo de Sailor, pues ya me habían dejado claro que los dos iban en el mismo pack. La puerta estaba entornada. Cuando la abrí, no tardé ni dos segundos en empezar de cero.

La chaquetilla y la camiseta de tirantes estaban tiradas en el suelo, de cualquier manera; las zapatillas y los calcetines desperdigados a discrección, y el pantalón hecho un bollo sobre la cama, lo mismo que los calzoncillos, mal desenrollados en el borde del colchón. Eso sólo podía indicar que el bueno de Sailor se había tomado al pie de la letra lo de sentirse como en casa. Algo que, sin duda, era un punto a su favor.

Del mismo modo que gustaba de probar mi propio semen, degustándolo del coño de Sara, tampoco le hacía ascos a cualquier tipo de fluido expulsado por un adolescente con las hormonas destadas. Por eso olisqueé como un perro, e incluso lamí con auténtica gula, el slip sudado de Sailor. ¡Qué delicia de sabor! La frangancia de esos restos de pis mal escurrido, el cocainómano sudor de los huevos de un chaval puesto hasta las cejas, los incontenibles líquidos lechosos de una polla ardientemente juvenil, deseosa de ser devorada...

Me puse después el calzoncillo, para que todo el tronco de mi verga sintiera esa mezcla de humedades. Quería correrme allí mismo, dentro de aquella tela, mancharla para que Sailor me llevara siempre entre sus piernas. Pero me contuve; no quería desperdiciarme tan pronto, y la polla me empezaba a doler de veras. ¿Cómo le estarían yendo las cosas a Darek?

Puede que ni siquiera se hubiera atrevido aún a entrar al salón.

Era el momento de hacer algo, así que caminé hacia el cuarto de baño, sin reparo alguno en pisar la chaquetilla y la camiseta de tirantes con mis pies descalzos. "¿Cómo va todo, Sailor?", medio segundo antes había golpeado un par de veces la madera con los nudillos. Abrí de par en par la puerta, y su silueta tras la mampara lo situó tumbado.

-¡Esta bañera es una pasada, colega! -gritó, alborozado.

Si no lo hubiera hecho él, lo habría hecho yo. Las placas correderas de cristal opaco se desplazaron enseguida, dejando a la vista su delgado cuerpo cubierto por la espuma en algunas zonas. Avancé hasta él en silencio, esperando que se diera cuenta de que llevaba puesto su calzoncillo.

-No te importa, ¿verdad? -en cuanto vi que lo miraba-. Es que lo he visto ahí fuera, y me ha apetecido ponérmelo...

-Todo tuyo, tío -completamente despreocupado y feliz-. Aunque me da a mí la impresión de que a tu polla le queda un poco... pequeño, ¿no?

-¿Prefieres que me lo quite? -le sonreí.

En vez de responder, hundió la cabeza en el agua, dejando asomar sus rodillas, y volvió enseguida a la superficie, dándose impulso con los pies y echándose el pelo hacia atrás. Ignoró mi pregunta, interesándose por el paradero de su primo. "Debería estar follándose a Rebeca, pero puede que aún no se haya decidido", le dije, sentándome en la fría taza del váter.

-Oye, ¿puedo preguntarte por qué necesitáis hacer esto? -lo dijo con tanta naturalidad que hubiera sido descortés sentirse molesto por la pregunta.

-¿Qué te hace pensar que lo necesitamos?

-Bueno, porque no es muy normal que una pareja se ponga a buscar chavalitos con los que follar... -soltó, igual de tranquilo que antes- ¿Qué pasa, no eres capaz de satisfacerla, o es que te exige más de lo que le puedes dar?

Aquel descaro del chaval, que me pilló completamente por sorpresa, le hizo ganar a Sailor un segundo punto a su favor. De hecho, casi había olvidado ya que mi favorito era Darek, y sólo podía pensar en las ganas que tenía de destrozarle el culo a aquel cabronazo despelotado en mi bañera.

-Ni una cosa ni la otra -sin alterarme lo más mínimo; de hecho, crucé las piernas y recosté la espalda en el depósito del agua-. A mí me gusta follar con críos como tú y tu primo. A Rebeca le encantan las pollas inexpertas de los adolescentes; cuantos más rabos tenga dentro de ella, más feliz es -levanté los hombros-. Ella es feliz, yo lo soy también, y tenemos el dinero necesario para conseguir chaperillos como vosotros a buen precio. Sólo eso.

La cara del chico no mostró ningún tipo de sorpresa. Él había preguntado sin tapujos, y yo le había respondido con franqueza.

Sailor se puso lentamente en pie, cuidando de no resbalar. De frente a mí, la poca espuma que quedó sobre su cuerpo no me impidió ver una pequeña polla ligeramente morcillona y rodeada de mucho pelo negro y húmedo. Su torso era tan blanquecino e imberbe como lo había supuesto por encima de la camiseta. Estaba bastante delgado, con un cuerpo aún por desarrollar. Sus piernas y sus brazos no parecían demasiado fuertes, pero el agua que chorreaba de todas sus extremidades era una clara invitación a dejarse secar entre abrazos, a ser una sumisa marioneta en mis manos, dejarse poseer hasta perder la cabeza...

Por eso fue casi innecesario que hiciera la pregunta, elevando los brazos en cruz, y mirándome desafiante:

-¿Quieres follarme ahora? -con voz grave, casi violenta.

-¿Follarte...? -descrucé las piernas y las abrí ligeramente-. De momento quiero que salgas de la bañera, y te pongas de rodillas frente a mí.

Pese a ser una orden directa, no quise sonar demasiado brusco. No sabía cuál iba a ser su reacción, no nos conocíamos aún lo suficiente como para establecer los límites de aquel juego. Pero Sailor se ganó el tercer punto a su favor. Que empapara el suelo de agua, le importó a él tan poco como me importó a mí. Dio los dos pasos que nos separaban, y enseguida flexionó las piernas y se postró sobre una alfombra que había frente a la taza del váter. Y todo sin dejar de mirarme ni un instante. Abrí las piernas un poco más y me miré el paquete, que a punto estaba de desbordar aquel pequeño slip.

-¿Te has zampado muchas pollas, Sailor?

-Las suficientes -se mordió el labio inferior-. Sé muy bien cómo hacerlo, si es eso lo que te preocupa...

-Así que los rabos te gustan, ¿no?

-¿Te gustan a ti? -sonrió.

-Sí, me gustan bastante.

-Pues eso mismo, tío -miró el que tenía a escasos centímetros de su cara.

-¿Y te ponen los coños? -seguí indagando.

-Coños, tetas, culos, pollas... Todo me pone cuando estoy cachondo.

-¿Y necesitas esnifar coca para echar un polvo?

-Te aseguro que no, no lo necesito -suspiró-. Pero colega, no pienso pasarme toda la puta noche pidiendo disculpas por ello, ¿vale? Si hubiera sabido lo que iba a pasar, no me habría metido tanta coca, así que déjalo estar, tío... -con las manos sobre mis rodillas- ¿Quieres que te coma la polla, o no?

-No, Sailor -le decepcioné, viendo cómo arqueaba las cejas ante mi respuesta negativa-, de momento no. Prefiero que reserves fuerzas para Rebeca. A no ser, claro, que tengas tantas ganas de hacerlo que no te puedas contener...

-No, tío, no voy tan desesperado ni tan puesto como para no poder reprimirme... -sonrió-. Sólo quiero follar, y me da igual con quién, que aquí estamos para lo que haga falta, ¿no?

-Esa es una buena actitud, chaval -estiré la mano para coger una toalla pequeña del estante, sin mirarla siquiera-. Deja que te ayude.

Desplacé el culo un poco hacia adelante, coloqué la tela suave sobre su pelo y empecé a frotar para secárselo.

-¿No te duele tenerla ahí encerrada? -me encantó que se tomara la confianza de palpar mi rabo con absoluta libertad; estiró de la goma elástica y me sacó todo el equipamiento-. Mucho mejor así, ¿no crees?

-No seas sobón -como si reprendiera al niño que hace muchas preguntas.

-Tienes una polla bonita... -soltó entonces, examinándola como si se tratara de una obra de arte; dejé de secar su cabello-. Tampoco me mires así, que no voy con la intención que crees. Sólo digo que es chula, nada más.

-Nunca me habían dicho que mi polla es chula.

-Pues a mí me lo parece.

Me moví hasta que mis rodillas se posaron en el suelo, bien pegadas a las suyas. Con él tomé yo la iniciativa. Le besé con suavidad, esperando a ver su reacción. Comprobando que no tenía problema alguno, nos fundimos en un beso más largo y húmedo, como estaba toda su piel. Nuestros sexos se tocaron por la inercia del movimiento. Tenía la picha aún morcillona, algo más que cuando salió de la bañera, pero sin llegar a estar dura del todo.

-¿Siempre te cuesta tanto que se te levante, o es sólo hoy, por lo que tú y yo sabemos? -le susurré mientras se la acariciaba.

-Pues no, no es por eso. La mía funciona así. Es un poco rollo, pero tiene su lado bueno, no te creas -miró hacia abajo-. Y es que luego puedo tenerla tan tiesa como la tuya durante horas, si me lo propongo.

-Eso ya suena mejor... ¿Quieres ponerte en pie?

Lo hizo, sin responder siquiera.

Aquella verga ligeramente inflada me cabía entera en la boca, y no tuve que hacer grandes esfuerzos para tragármela. Se la felé apenas un par de minutos, hasta lograr que adquiriera el tamaño y la dureza adecuados. Recordé sus palabras, y me pareció que aquella también era una polla chula y bonita, aunque mi criterio se veía eclipsado por la certeza de que todos y cada uno de los nabos adolescentes que había tenido la suerte de probar hasta entonces me resultaban sumamente atractivos.

Me puse en pie, rodeando su cuerpo estático, y con la misma toalla de antes empecé a frotar su pecho y su estómago desde atrás. Me dediqué unos segundos a sus pelotas y sus muslos, luego me incliné para secar sus piernas, su culo, su espalda huesuda... Lancé la toalla mojada al suelo, y abracé a Sailor por debajo de las axilas, susurrándole al oído: "Ahora me gustaría que te agacharas y colocases las manos sobre la taza del váter". Echó la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre mi hombro. "Que separes los pies y confíes en mí", insistí. Su lengua lamió mi mejilla lentamente y en repetidas ocasiones.

-Así que al final sí vas a follarme... -aquel cálido aliento calentó mi oreja.

-Sólo una vez -le dije sin prisas-. Te la voy a meter una única vez, hasta el fondo, para que tu culo memorice las dimensiones de mi polla; grabar esas medidas a fuego en tus entrañas.

-¿Sólo una vez? ¿Y después qué?

-Agáchate, Sailor. Déjate llevar...

El jovencito búlgaro llevó su torso hacia adelante, y apoyó al final los codos sobre la tapa fría de cerámica. Fui hasta la mesita de noche de la habitación, cogí de allí el bote de vaselina que había utilizado un rato antes con Sara, y volví a pensar en Darek y ella. ¿En qué punto de la velada estarían ya? Movido por la curiosidad, le pasé el pequeño botecito a Sailor y le dije que se fuera auto lubricando, que yo enseguida volvía.

-¿Me vas a dejar así? -se incorporó, extrañado- ¿Adónde vas?

-Quiero comprobar que Rebeca está a gusto -le estrujé una nalga-. Tú encárgate de que te chorree vaselina del culo cuando vuelva. Lo digo por tu propio bien, si no quieres que te lo parta en dos.

Le dejé desenroscando el frasco, y caminé por el pasillo con mi polla convertida en una roca y salida del slip de Sailor por encima de la goma.

En cuanto abrí la puerta del salón, Darek inmediatamente se giró hacia mí. Primero fue la cabeza, luego vino el resto del cuerpo. La postura en la que estaban dejaba claro en qué punto se encontraba la escena. Sara sentada al borde del sofá, con una mano bien hundida dentro de mis boxer blancos, sin duda metiéndose uno o dos dedos por el coño. El chico se encontraba de pie frente a ella, primero de espaldas a mí, con los pantalones y los calzoncillos por encima de las rodillas. Cuando se volvió hacia mí, pude comprobar que tenía la camiseta del Barça agarrada por detrás de la nuca, y la chaquetilla aún sin quitar. La polla tiesa y empapada en saliva, por supuesto. Que privase a Sara de seguir mamándosela, fue algo que a ella no le gustó demasiado.

-¿Qué pasa? -miró la cara del chaval, y después a mí.

-Lo siento... -Darek se subió los pantalones y los calzoncillos de una sentada, pareciendo inesperadamente avergonzado.

-Ah, hola, cariño -me dijo ella, sonriendo.

-¿Qué haces, Darek? -pregunté, avanzando despacio hacia el sofá.

-Perdona, pero es que... Yo no... -casi tartamudeando.

-¿Te da palo que te coma la polla delante de mi novio? -sonrió Sara, pasándose la mano libre por la comisura de los labios.

El chaval nos miraba a ambos, realmente nervioso. Cuando me puse a su altura, me agaché cogiéndola a ella de la nuca.

-¿Está sabrosa, cielo? -le planté un morreo con cierto regusto al líquido preseminal de ambos jóvenes que nuestras lenguas albergaban.

-Dura y caliente, como me gustan... -confirmó después de unos segundos.

-Venga, Darek, no te cortes -miré sus pantalones mal subidos-. Adelante.

Sus dudas se fueron desvaneciendo poco a poco. Aún con algo de cautela, se llevó las manos a la cintura y se bajó la ropa lo justo para que su sexo volviera a resurgir. Se veía algo más gorda que la de su primo, pero no más larga. Sara sacó la mano que tenía entre las piernas, y le atrajo de nuevo hacía ella tirando de los mismos elásticos, hasta que aquel rabo volvió a plantarse ante sus narices. Hizo que el pantalón y el calzoncillo con visibles cercos de humedad del chaval se quedaran ahora a la altura de sus tobillos, y se volvió a tragar aquel vergajo standard de suculenta apariencia.

Darek dejó de mirar hacia abajo, y clavó sus ojos en mí, como si me estuviera pidiendo permiso para esa mamada de mi novia.

-Disfrútala, chaval -me coloqué a su espalda, pegándome tanto que le clavé el nabo en la rabadilla-. Rebeca es la mejor come pollas que conozco.

-Ya lo estoy comprobando, ya... -suspiró él, sintiéndose atrapado.

Tenía los brazos caídos, así que le cogí las manos con las mías, y se las posé sobre la cabeza rubia de Sara.

-Le gusta marcar el ritmo, pero también sentirse domada -le fui susurrando al chico, mientras la jalaba del pelo y la obligaba a apartar la cara de aquel rabo; ella protestó, pero se quedó pasiva-. Haz así para provocarla, para que te la coma con más ganas...

Me separé de Darek, fui hasta un armario del que saqué un condón, y me volví a plantar junto al chico. Rasgué el plástico con los dientes y lo escupí, lanzando el preservativo sobre el sofá.

-Déjame a mí... -le aparté con cierta brusquedad.

 

Continuará...

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Cumpleaños 2.4: Un Armario para Tres.

La noche del ciego (2/2)

Cumpleaños 2.2: Detrás del Armario.

La noche del ciego (1/2)

Cumpleaños 2.1: El Armario Móvil.

En un Internado

Oliver y Benji: ¡Menudos Campeones! (3)

Oliver y Benji: ¡Menudos Campeones! (2)

Oliver y Benji: ¡Menudos Campeones! (1)

El Jinete de Salamanca (y 2)

El Jinete de Salamanca

La Mili de mi Primo Cesc.

Rompiendo Tópicos: El Limpia Piscinas (4)

El Chico de la Moto

Rompiendo Tópicos : El Limpia Piscinas (y 5)

Rompiendo Tópicos: Religiosos (y 2)

Rompiendo Tópicos: Religiosos (1)

Rober y su Hermano Isaac

Bajos Fondos (3: Necesito tu ayuda)

Bajos Fondos (1: Busco a Eric)

Bajos Fondos (2: El Gordo Salazar)

¿Somos sólo amigos, Mateo? (y 4)

¿Somos sólo amigos, Mateo? (3)

¿Somos sólo amigos, Mateo?

¿Somos sólo amigos, Mateo? (2)

Rompiendo Tópicos: Pariente del amigo.

Rompiendo Tópicos: El Limpia Piscinas (3)

Rompiendo Tópicos: El Limpia Piscinas (2)

Rompiendo Tópicos: El Limpia Piscinas (1)

Jugando con Nando (5)

Cumpleaños (1: El Armario)

Súper Héroes (y 3: Poder Recuperado)

El Grupo: Reclutando Miembros (y 5)

Jugando con Nando (4)

Jugando con Nando (2)

Rompiendo Tópicos: Soldados/Militares

El grupo: reclutando miembros (4)

Regalo de Graduación

Jugando con Nando (3)

El grupo: reclutando miembros (3)

Jugando con Nando

SuperHéroes (2: La Voz)

El grupo: reclutando miembros (1)

SuperHéroes (1: Inseguridades y Sexo)