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Mentiras obscenas (8)

en Sexo Oral

Tenía mucho interés en conseguir follarme a Noelia y de repente aquella mañana tenía la cabeza obsesionada con Mónica. A veces me ocurría. No conseguía pensar con claridad y la excitación de mis genitales no era intensa pero no desaparecía. Necesitaba distraerme de algún modo. Se hacía tarde ara llegar a la oficina pero llamé a Noelia para terminar nuestro juego telefónico. No respondía.

Salí a la calle, cogí el coche y me dirigí a la oficina entre resignado y pensando que haría cuando viera a Silvia, o sobretodo Mónica, estando tan excitado. Iba a ser un día duro. De repente una imagen pasó como un rayo por mi cabeza. Di media vuelta con el coche y me dirigí a buscar a Celeste. Una puta resignada con aspecto de Noelia podía devolverme a la realidad.

Llegué a la zona donde la encontré la última vez, pero no la veía. Estaba lleno de extranjeras voluptuosas casi con ropa interior, pero no era lo que me interesaba. Seguí dando vueltas por la zona hasta que la vi. Iba vestida de rojo y se había teñido el pelo, casi no parecía ella, pero tenía que serlo. Me detuve a su altura.

– "¿Buscas compañía guapo?" – se acercó a la ventanilla de acompañante del coche.

– "Claro, te buscaba a ti" – hizo cara de sorpresa y malicia, se apartó del coche y se quedó ignorándome, como esperando otro cliente.

– "¿No vas a subir?" – le enseñé algunos billetes pero hizo caso omiso.

– "¿Ocurre algo? ¿No soy buen cliente? La última vez te pagué más que bien y podrías ganar mucho más" – continué mientras ella me miraba con desprecio.

– "¿Buen cliente? Aún me acuerdo de ti…" – musitó en voz baja mientras yo esperaba que dijera algo más.

– "Sí, claro que pagaste bien, pero yo tuve que ir a urgencias gracias a tu dinero, te dije que por el culo no, pero tu tuviste que someterme a presión" – continuó rabiosa

– "Podías haberte ido, pero preferiste quedarte" – me exculpé.

– "Eres un hijo de puta y no quiero pasar otra vez por lo mismo" – hablaba con mucho rencor y me sentí casi culpable.

– "Hagamos una cosa. Te pago lo mismo que la otra vez, que no era poco dinero y esta vez solo me la chupas" – me miró con cara de pocos amigos y silenciosa.

– "Hay muchas más para hacer eso, pero tengo ganas de que seas tú, sabes que vas a ganar un cliente que paga bien" – me escuchó sin decir nada.

– "Vengaaaa, me portaré bien, confía en mi" – tenía ganas de ganar, de convencerla, eso me daría satisfacción, pero ella no estaba por la labor.

– "Está bien, se lo diré a aquella negrita de allí, que parece tener grandes labios" – dije dando en el clavo sin saberlo.

– "Aquella es una cerda que no sabe follar" – dijo molestándose.

– "Me da igual, solo quiero que me la chupe" – arranqué el motor del coche de nuevo y ella no pudo aguantar tanto y subió al coche antes de que me fuera.

– "Vamos allí detrás y la pasta primero" – dijo sentada a mi lado. Le acaricié el muslo desnudo y ella cerró los ojos, estaba como resignada de nuevo.

No recordaba lo grande y abultadas que eran sus tetas con sus trajecitos ajustados. El rojo le sentaba casi mejor que el azul de la otra vez. Conduje hasta un descampado que había cerca. Mientras llegábamos ella acariciaba mi entrepierna sobre el pantalón, excitándome para no perder tiempo. Y la verdad, ese día a ninguna mujer le hubiera costado excitarme tan fácilmente.

Era entrada la mañana, pero había unos cuantos coches más por allí aparcados follando con otras prostitutas. Nada más detener el vehículo abrió mi bragueta y comenzó a pajearme, aunque mi pene ya estaba más que duro. Sus cabellos oscuros cubrían mi visión de lo que ocurría entre mis piernas, pero sentí la humedad de sus labios recorrerme.

En aquella postura solo veía su espalda desnuda marcada al final por una fina frontera que dibujaba un tanga rojo, cubierto por medias de rejilla. Mientras su boca no dejaba de mojar mi pene con movimientos lentos, mi mano se desplazó acariciando su espalda. Noté como un escalofrío la recorrió y su boca liberó mi polla. Empezó a lamer con su lengua mis huevos y pronto volvió a aprisionar mi mástil excitado.

Mi mano llegó hasta su trasero. Pude atrapar sus nalgas, sobarlas, recorrerlas y esconderme entre ellas. No tardé en esconder mis dedos entre su rejilla entrando por debajo de su tanga. Ella aceleró los movimientos succionadores, ahora chupaba muy rápido buscando extraer mi placer cuanto antes. Uno de mis dedos jugó en su agujero del culo cuando sonó mi móvil. Ella se detuvo, me miró inquieta por mi dedo en su ano y por el móvil. Decidí contestar, ya que podía. Hice un gesto y ella continuó a lo suyo. Era Noelia la que llamaba.

– "Buenos días chica caliente" – contesté al teléfono.

– "Buenos días pijo pervertido" – respondió inmediatamente. Debía tener ganas de guerra. Me reí.

– "¿Me buscabas?" – continuó ella.

– "Para terminar lo que empezamos como dijiste" – respondí con seguridad.

– "Ahora no puede ser" – dijo un poco resignada.

Celeste empezó a acelerar el ritmo de nuevo y solté un suspiro de lo bien que me encontraba atrapado por su boca. Me rascó con los dientes y eso me dolió.

– "¿Estás bien?" – preguntó Noelia extrañada.

– "Sí, no pasa nada… ¿y esta tarde o mañana podremos?" – pregunté excusándome.

– "Es que no lo sé… ¿Qué te parecería quedar directamente un día?" – me propuso.

– "Vaya, creía que tendría que pedirlo yo, veo que te has levantado con ganas" – dije para volver a meterla en el papel de guarra.

– "Muchas ganas de tenerte" – contestó dejándose llevar.

– "¿De tenerme?" – pregunté jugando.

Celeste había liberado la polla de mi boca y esta vez me pajeaba mientras me miraba hablando por teléfono. Aparté mi mano de su culo, agarré su cabeza y la empujé para que continuara sin mirarme. Sus labios se pusieron en la punta y su lengua lamía con lujuria mientras seguía masturbándome.

– "De tenerte entre mis piernas" – contestó Noelia poniéndome a cien.

– "¿Cuándo quedamos entonces?" – pregunté impaciente.

– "El sábado me recoges en la discoteca que ya sabes" – dijo con voz segura.

– "El sábado tengo cena familiar, quizá tenga que ser tarde" – respondí.

– "Yo trabajo ¿recuerdas? Si es tarde mejor" – contestó inmediatamente.

– "Nos veremos el sábado entonces" – confirmé.

– "Besos húmedos. Te esperaré. Adiós." – dijo con voz sensual y colgando sin darme tiempo a decir nada más.

Celeste volvió a hundir mi pene en el interior de su boca hasta límites que aún no había explorado yo. Su boca estaba más caliente que mi polla y su humedad me recordó la excitación anterior de jugar con su ano. Mis dedos volvieron a allí. Celeste liberó mi pene y me miró – "Por favor" – dijo entre sumisa y amenazante – "Tranquila ¿verdad que así no te hago daño?" – respondí. Negó con la cabeza y sus labios volvieron al trabajo.

Mis dedos buscaron ahora la boca de celeste que los lamió sin temor. Ella seguía chupando con furia, quería hacerme explotar ya y lo iba a conseguir. Mi mano volvió a buscar su trasero y los dedos, ahora húmedos, rodearon su ano levemente hasta que uno de ellos se perdió poco a poco en el interior. Celeste gimió y agarró fuerte mis huevos, volviendo a acelerar el ritmo de sus mamadas.

Aquello era demasiado, me encontraba al límite y quería que ella lo sintiera. Metí otro dedo en su ano y ella soltó un pequeño grito con la boca llena. Me estaba corriendo y ella no dejaba de masturbarme al tiempo que chupaba. Dejé su ano y agarré fuerte sus cabellos moviendo su cabeza. Ella seguía el ritmo y mis chorros finalmente no tuvieron cabida. Se le escaparon de los labios y me ensució un poco el pantalón.

Ahora tendría que volver a casa a cambiarme. Celeste me miró con sonrisa tragando y limpiándose con unos pañuelos que llevaba en su pequeño bolso. Luego limpió lo que pudo de mí y nunca supe porqué siguió mirándome con sonrisa feliz. La dejé en su zona y volví a casa. El teléfono sonó mientras me cambiaba.

– "¿Sí?" – debía ser de la oficina.

– "Soy Silvia ¿Dónde andas? ¿Llegarás tarde?" – preguntó impaciente.

– "Tranquila, ya voy para allá" – respondí seguro.

– "Más nos vale, porque hoy ha llegado una auditora que hace una inspección sorpresa y se quedará hasta mañana" – explicó inquieta.

– "Mierda. Ya voy" – ¡mierda! ¡tenía que ser ahora! ¡malditos auditores!