Desea, del lago en el silencio presa
de tanta soledad, tener un alma
envuelta en piel para sentir y sueña
emerger del mundo frío de las aguas.
Y una noche de magia y de tormenta
en el lago las aguas agitadas
la ninfa rompe libre sus cadenas:
mujer de esencia en noche conjurada.
El fuego en su cabello, ojos de menta,
suelto al viento y al sol la piel dorada
como gotas de lluvia entre la hierba,
manantiales de risa en su mirada.
Como rosa que acecha primavera,
como cielo esperando la mañana,
como la orilla al mar, Nerea espera
su sueño del amor enamorada.
Su pulso se paró y por sus venas
batieron mariposas mil sus alas
cuando llegó perdido el rey la senda
al bosque de amapolas, su morada.
Y naufragó en su piel de miel de almendras,
mas dulce miel esconde almendra amarga
y el rey cubrió de hielo sus promesas
como la nieve de olvido la montaña.
Rey sin corazón, amado Reda,
de afecto va tu alma mutilada.
Donde antes hubo fuego ¿nada queda?
Donde antes hubo amor ¿no queda nada?
Ahogada en su dolor llora Nerea.
Su esencia se diluye y se le escapa
en lágrimas, volviendo a lo que era,
que al fin y al cabo, agua sólo es agua.