miprimita.com

Ojos vendados

en Hetero: General

OJOS VENDADOS

No sé qué hago aquí, ahora no me parece tan buena idea. De hecho me parece una auténtica locura. Sí, estoy completamente loca... Ni siquiera tengo el pretexto del alcohol. No he bebido tanto en la cena, simplemente un par de copitas de vino, así que no, no tengo excusa.

Pero aquí estoy, desnuda sobre la cama, a gatas, con esta venda en los ojos. Esperando. Esperándole.

Esperándote.

Tanto tiempo conociéndoles sin conocerles, hablando con ellos a diarío, compartiendo risas, broncas, relatos, aficiones, juegos... Por fin íbamos a encontrarnos en una quedada los amigos del foro, bueno... algún que otro "enemigo", sí, pero compañeros foreros todos. Lo cierto es que tras vernos cara a cara, inmediatamente olvidamos viejos resentimientos, y recordamos riendo esos absurdos enfados sin importancia como simples anécdotas pueriles.

Ahora mismo no recuerdo de quién fue la idea de hacer esto. La verdad es que no, no recuerdo quién lo propuso. Tras la cena, las copas, las risas, la conversación subidita de tono... Al final todos se animaron, yo no iba a ser la única en decir que no.

Bueno, para qué mentir. Sería mentirme a mí misma. La situación me pareció de lo más excitante. Los nicks de las siete chicas escritos en papelitos. Las manos nada inocentes de ellos, que se introducen en la incertidumbre de la bolsa. Como hombres hay nueve, vuelven a introducir otros papelitos con nuestros nicks para los dos que quedan. Dos de nosotras podríamos tener doble acompañante.

El destino elegiría quién se follaba a quién esa noche.

Y nosotras, con el morbo añadido de no saber quién o quienes te lo están haciendo. Esas eran las reglas. Ojos vendados.

Sí, una idea que empezó como una broma, pero que al final todos acogimos con entusiasmo vehemente. Era algo que no te ocurre todos los días, somos adultos, no somos unos mojigatos, es una experiencia nueva... ¿Qué coño? ¿Y por qué no?

Y aquí estoy, desnuda sobre la cama en la habitación del hotel, temblando por los nervios, sin poder ver nada, con esta venda en los ojos que me sumerge en la más absoluta oscuridad.

Oigo la puerta que dejé entornada, que se abre.

No. No voy a hacer esto. Estoy muy nerviosa. Aunque escriba relatos porno no soy tan deshinibida como quiero hacer creer a los demás. La verdad es que si acepté esta locura es porque él dijo que sí antes que yo. Pensé que esta noche íbamos a pasarla juntos, pero él accedió a jugar a esto. Entonces, bueno, yo... Me decidí.

Pero, ahora que lo pienso... ¿Y si fuera... ese otro? Joder, no. No. ¿Pero en qué estaba pensando al aceptar esta locura?

Antes de poder hablar y quitarme la venda de los ojos para retirarme de esta estupidez, me tocas. Es un simple roce en la espalda. Extrañamente ese contacto de tu mano en mi piel hace que me tranquilice y me quedo quieta.

No dices nada. Noto tu respiración agitada. Puedo oir el suave sonido de la friccion de la ropa al desprenderte de la chaqueta, de la camisa. El crujir al abrirse de la cremallera de tus pantalones vaqueros. Nunca pensé que ese sonido pudiese llegar a excitarme tanto.

No puedo verte, pero de una cosa estoy segura: te has desnudado y me vas a follar de un momento a otro.

Tus manos ahora se pasean por mis nalgas, tanteando, acariciando... Me estremezco al sentir el calor de tu cuerpo sobre mi espalda, tu piel sobre mi piel, tus dedos acariciando mis pechos, mis pezones duros. Se me escapa un ligero gemido cuando tu mano se apoya en mi cabeza, bajándola más, dejando mis nalgas y mi sexo más elevados, más expuestos. Ahora sin verte, sé que me estás mirando. Estás mirando mi culo en pompa, mi vulva que se asoma desde atrás. Me siento vulnerable, estoy a tu merced, no sé lo que me vas a hacer...

Tus dedos. Son tus dedos los que toman la iniciativa. Tal vez para comprobar mi grado de excitación, los pasas despacio, desde mi ano hasta el coño. Sí. Estoy muy mojada. Ya sabes que estoy muy excitada. Me metes un dedo, juegas a meterlo y sacarlo lentamente. Ahora son dos dedos. Mis caderas se mueven hacia ti. Intentas meter el tercer dedo, me quejo por la tirantez y desistes.

Oigo tus pasos. Rodeas la cama. Te tengo frente a mí. Algo roza mi boca. Es tu mano. Chupo uno a uno los dedos que han estado dentro de mi coño, aún húmedos por mis fluídos. Ahora es otra cosa la que roza mi boca.

Tu polla.

Cálida, húmeda, dura, muy dura. Untas mis labios con la viscosidad de la punta. Me relamo. Ahora sujetas mi cabeza. Tomo aire, abro la boca, saco la lengua, empiezo a lamer la punta de tu polla. Es una situación increíble. Le estoy chupando la polla a un tío que no sé quién es.

Entonces te agachas un poco. Susurras algo en mi oído. Y entonces yo continúo chupando y lamiendo con muchas más ganas. Siento tus jadeos de placer. Y me esmero en hacerte la mejor mamada de tu vida, quiero que te corras en mi boca, quiero tener tu semen dentro de mi boca, deseo tragarme tu leche. Tensas tu mano en mi cabeza, que sube y baja entre tus piernas, me detienes, te echas hacia atrás, y siento la humedad de los chorros de tu semen en mi piel. Te has corrido sobre mis pechos. Untas un poco de leche en tu dedo y me lo metes en la boca para que lo lama. Sigo así, lamiendo de tus dedos todo tu semen. No puedo verte, pero intuyo que estás sonriendo.

¿Y ahora? Joder... No puedes irte y dejarme así... No, no puedes... Estoy tan, tan caliente...

Percibo el crujir de una bolsa, algo que se rasga. Estás manipulando algo, no sé qué haces. Estos instantes me parecen horas. Ahora lo que oigo es un rumor, el sonido de... Oh, dios.

Mi corazón se convulsiona en una fuerte sacudida, al igual que el interior de mi sexo, que simultáneamente se contrae de deseo.

Es un... ¿vibrador?

Sí. Me temo que has traído contigo en una bolsa algunos juguetes sexuales. No, no va a ser un simple polvo o una mamada. Esta noche va a ser muy, muy larga.

Haces que me dé la vuelta y recolocas mi posición, tumbada sobre la cama, con las piernas flexionadas y bien abiertas. El vibrador se pasea por todo mi cuerpo. Cuello, brazos, axilas, pechos, pezones, caderas, ingles... marcando la senda de tu mirada que sé que también recorre con detenimiento todo mi cuerpo. Dejas el vibrador entre mis piernas, sobre mi clítoris y se me escapan quejidos intensos al sentir que son tus manos, tus labios, tu lengua la que ahora viaja por cada centímetro de mí. Me muero del deseo, me duele el coño por dentro de las ganas que te tengo. Estoy febrilmente despesperada porque me folles ya. Fóllame, fóllame, fóllame...

Pero tu intención sé que es llevarme al límite.

Tus manos me acarician desde los pies, suben por las pantorrilas, los muslos... Fóllame, fóllame, fóllame....

Apartas el vibrador. Pasas la mano por mi pubis suave y depilado y abres bien los labios. Soplas entre mis piernas. Mis manos acarician tu cabeza y tu lengua me tortura, lamiendo mis labios vaginales, mis ingles, mi pubis. Sólo roza mi clítoris de vez en cuando, manteniendo mi excitación en niveles extremos. Más, más, más... necesito más... Fóllame. Fóllame. Fóllame... Mmmm. Fóllame ya...

Tu lengua ahora no se detiene y consigue hacerme jadear, casi gritar. Sí, sí, sigue, sí... Me muevo como loca, agitada. Las mejillas me arden, estoy a punto de correrme... Entonces te separas repentinamente de mí e inmediatamente siento tu respiración en mi rostro, tu polla entre mis piernas tanteando, encaminada a la entrada de mi vagina. Por dios, métemela ya, que me muero de las ganas...

Se rasga el envoltorio del condón. Segundos que parecen horas...

Tu piel sobre la mía, el peso de tu cuerpo cubriendo el mío, retengo la respiración y... Ah... por fin... tu polla dentro, dentro, dentro, dentro... Te mueves con suavidad, despacio... saboreando mis labios, acariciándome el pelo, y yo...

Yo sé quién eres.

Sé que eres tú. Lo intuí desde el primer roce de tu mano en mi espalda, ese susurro en mi oido cuando te la estaba chupando me lo confirmó, murmurando mi nombre, sólo tú me llamas así, y reconocería tu voz entre un millón. Eres tú. No necesito verte para confirmar que eres tú.

Pero quiero ver tu cara mientras follamos, quiero ver tus ojos, tus labios, tu polla, tus manos... Quiero ver la expresión de tu rostro cuando te corras. Necesito verte.

Y me quito la venda.

Parpadeo primero un poco... Pero cuando fijo la vista, mi mirada se instala en el verde brillo de tus ojos, mi lengua se refugia al amparo de tu boca, mis manos se aferran a tu espalda, mis piernas se engarzan a tu alrededor, y mi sexo ardiente da cobijo y calor a tu polla, que ya entra y sale frenéticamente de mí, cada vez con más velocidad, con más ímpetu...

Sí, sí, síii... Fóllame así... Me voy a correr... ¡Síii!

Te bebes cada uno de mis suspiros de placer, sin dejar de moverte, sin dejar de hacerme sentir, me partes en dos, me haces gritar, me agito como una loca. Mi vagina se contrae ciñendo tu polla. Sí... Mmmm... Me siento tan feliiiiiz. Mi fuerte orgasmo va atenuándose, hasta convertirse en un cosquilleo delicioso en mi sexo. Y sigues, sigues, sigues y sigues metiéndome la polla, sin parar, sigues y sigues...

Sujetas mis manos, elevas un poco tus caderas y te impulsas más, te me clavas más adentro, con mucha, mucha más fuerza.

Y entonces te digo: "Córrete, cariño, córrete..." Y jadeas sobre mi cuello; tus brazos, tu espalda, todo tu cuerpo se tensa en esas últimas sacudidas. Te echas sobre mí con cuidado, acariciando mis pechos. Tu respiración aún es inquieta pero tu mirada ya vuelve a estar serena.

Respiramos más tranquilos. Nos tomamos una cervecita desnudos sobre la cama, hablamos, nos hacemos cosquillas con los pies, nos reímos. Qué cabronazo, hiciste trampas al sacar el papelito. Sabías que era el mío. Tus manos vuelven a mis tetas, a juguetear con mis pezones.

"No me canso de tocarte. Voy a estar acariciándote, besándote y lamiendo tu precioso cuerpo toda la noche. Tengo muchos juegos preparados para ti, cielo. Ni siquiera hemos empezado a jugar. Tu culito es precioso, y quiero que sea mío... Tenemos toda, toda la noche para nosotros, ojazos"

Y tus palabras vuelven a hacerme temblar tanto como tus manos, que me acarician. Tu boca busca la mía, hambrienta. Tus ojos vuelven a brillar. Te levantas. Veo tu polla erguida y tu sonrisa traviesa cuando coges la bolsita negra del sex shop.

"¿Seguimos jugando, Gatita?"

Mmmmm...

Dedicado a Toni, a mi Toni, a mi salvaje "wenorro", con todo mi cariño.