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Reclamación

en Transexuales

 

Domingo, 21 de Septiembre de 2008

 

No sé como empezar esta carta. Muy señor mío me parece demasiado formal; querido amigo es demasiado familiar, y a decir verdad, no somos grandes amigos. Si estoy aquí es más que nada por acompañar a mi madre. Sabes que ella te tiene en gran estima a ti y a toda tu familia, pero yo es que... Bueno... No es necesario decirte que yo desde hace muchos años me he mantenido bastante al margen de todo lo tuyo, sobre todo por culpa de esos representantes patéticos que tienes y que siempre han estado en contra de la gente como yo.

Así que mejor obviemos el saludo y vayamos a la cuestión en sí. Mi carta es una especie de petición formal. Necesito que me eches una mano. Y tú dirás... ¡Vaya, qué lista! ¡Esta es otra que sólo viene a pedirme favores! Sí, en parte es posible que tengas razón, eso lo admito, pero tienes que reconocer que esto que me pasa es culpa vuestra. Os equivocásteis conmigo y tenéis que ayudarme a enmendar el error.

Mira... Te diré lo que pienso.Voy a contártelo con toda confianza, pues de eso se trata.

Espera. Ahora que lo pienso... coño... me estoy dando cuenta de que tu vida ha sido verdaderamente una mierda. Sí. Siempre intentando hacer lo mejor para todos, para luego acabar así, traicionado y bien jodido. Lo mío no es mucho comparado con lo que te pasó a ti, pero mi vida tampoco ha sido un jardincito de rosas. Muy pocos entienden cómo me siento, y mucho menos la mayoría de los tuyos, de esos que vienen a visitarte y hacerte regalos.

Me gustaría que esos que tanto me critican, esos que me insultan, esos que me llaman maricona, esos que son tan listos, tan perfectos... que esos se pusieran en mi lugar. Que ese tío tan machote despertara una mañana con voz de soprano y castrado, sin esa polla de la que se siente tan orgulloso y estando en la regla. Que esa chica tan mona y tan pija que se ríe de mí despertara una mañana sin tetas, con pelo en el pecho, con la voz grave, con una nuez en su garganta y una polla y dos testículos en lugar de su lindo coñito. Pero eso sí, que por dentro siguiera sintiéndose mujer. Y así todos los días...

Pues así me siento yo. Así me he sentido yo todos los días, todos los putos días de mi vida.

TRANSEXUAL.

Qué palabra más horrible... Yo no soy un transexual. ¡Yo soy una mujer! Desde siempre, desde pequeña me sentí niña, jugaba con otras niñas... Porque es lo que soy... Soy de género femenino. ¡Soy una chica!

Los psiquiatras lo llaman Síndrome de disforia de género. Es decir que no hay armonía entre los procesos biológicos y los psicólogicos en lo referente a la aceptación del rol sexual. (Lo busqué en el Google, para informarme un poco de lo que los médicos hablaban).

El caso es que no quise discutir, que tenían que darme el visto bueno en el informe psicológico. Pero bueno... ¿Trastorno de identidad sexual? ¡Ja! Que nooo... En mi caso mi mente está completamente clara. Es mi cuerpo lo que está equivocado y es lo que tienen que arreglar. Sí, vale, ellos saben mucho de todas esas pruebas médicas... Y anda que no me han hecho analísis de todo tipo y biopsias y un mogollón de tests de personalidad y exámenes y entrevistas y... uff... de todo, pero aún así ellos no saben nada.

No. No es fácil. Tengo 26 años y no ha sido fácil. Recuerdo la cara que se le puso a mi padre, hace ya un montón de años, cuando me vio por primera vez con un vestido de mi madre y sus zapatos de tacón. No dijo nada. Tampoco es que antes me dijera mucho, no era muy hablador, siempre callado y taciturno. Mi padre era esa sombra que aparecía a veces por casa cuando regresaba de la temporada del bacalao y a los pocos días se volvía a ir sin pena ni gloria.

Y digo yo que mi padre lo pescaría, pero la que realmente cortaba el bacalao en casa era mi madre. Mamá siempre ha tenido su carácter fuerte, pero al menos ella me entiende y me llama por mi verdadero nombre. Lucía. Me lo puse por la canción de Serrat... qué bonita. Mi padre hasta el día de su muerte me siguió llamando Lucas, y eso que en el escote de mi vestido ya asomaban dos tetas como dos carretas.

Dos tetas... siiiiiiiií.... Tengo tetas. El tratamiento hormonal ya me había proporcionado dos pechitos muy monos, pero yo quería que fueran más grandes y me he puesto silicona, jiji. No es porque yo lo diga, pero tengo unas tetas preciosas. Grandes, firmes, redondonas, muy tiesas y con unos pezoncitos oscuros divinos. Y mi voz es suave y modulada, mis caderas anchitas y ya no tengo tanto vello. Soy algo más alta que la estatura media femenina y mis facciones son algo angulosas, pero en general soy bastante bonita. Sí. Me parezco mucho a mamá, afortunadamente, que ella es muy fina. Mi padre tenía aspecto de oso. Me pego un tiro si me llego a parecer a mi padre, en paz descanse.

 

Y tú ahora dices... ¿Ves qué fácil? Un tratamiento hormonal y ya está... Pues no. No es tan fácil. El tratamiento con estrógenos y progestágenos, además de ser irreversible, tiene muchos efectos secundarios peligrosos. Tengo un alto riesgo a padecer trombos pulmonares y venosos, o que se me joda el hígado, puedo tener carcinomas en la próstata y bultos en los pechos, entre otras cosas más igual de acojonantes.

Ay, Jesús, pero si tú eso lo sabes mejor que yo... A veces en casa me desnudo y me miro al espejo del armario de mi dormitorio. Me pillo la cosa, la echo hacia atrás y entrecruzo las piernas cerradas. Y me veo tan linda... En un momento dado no me doy cuenta y abro un poco las piernas... Y todo eso vuelve a aparecer.

Pero desaparecerá. Esa pieza sobra.

A partir de mañana si alguna vez tengo una polla entre las piernas no será la mía. Será una polla deseada que entre y salga de mí, que me haga sentir lo que realmente quiero sentir. Será la polla de un hombre muy macho que me haga sentirme muy hembra.Y ese hombre me dirá jadeante cuando se me corra dentro de mí, acariciando mis pechos, que soy toda una mujer, una mujer de verdad. Mmmm... síiii... Es lo que siempre he soñado. Y me cantará al oído eso de "si alguna vez amé, si algún día después de amar amé... fue por tu amor Lucíiiaaa..."

Y mira que yo respeto a todo el mundo, pero es que... Joder, y con perdón por las expresiones, que lo que hagan los demás me da igual, pero es que yo no quiero gustarle a un tío que le gusten las pollas. Vale, no. No quiero ser hipócrita, que tanto tú como yo sabemos lo de Lorenzo, pero, ¿qué quieres? Soy humana. Deseo de vez en cuando sentir el calor, el placer, sentir que estoy viva, deseo sexo.

No. Lo de Lorenzo no es amor, es sólo sexo. Ni siquiera es amistad, sólo eso. Sexo. Lorenzo me llama alguna tarde cuando por trabajo está en la ciudad. Quedamos, follamos y punto.

Vamos a una pequeña pensión de las afueras, lejos de miradas indiscretas, donde acuden muchas parejas como nosotros. Lorenzo no es un hombre dulce; me folla a lo bestia. Normalmente ya llevo el lubricante anal puesto para que no haga daño. Le gusta hacerlo así, fuerte, duro. Y mientras me la mete por detrás le fascina tocarme las tetas y pajearme hasta que me corro en su mano. En otras ocasiones acaba corriéndose en mi boca y yo en la suya.

Cuando Lorenzo se va, me suelo quedar un rato sola en la cama. Lorenzo me llena y me vacía, y no me refiero sólo a la polla o al semen. Él me sacia la líbido, pero me deja, además del culo dolorido, el sabor amargo de la ausencia de besos y abrazos. No. Ya no más.Ya no voy a volver a follar con Lorenzo. Y es que además, a él le fascina mi cosa. Lo que más le gusta de mí es lo que yo más aborrezco de mi persona, así que a extirpar de mi vida a ambos. Es lo mejor para mí.

Y no es que le critique, que le entiendo. Él sabe poco de mí, no conversamos mucho, no le interesa mi vida. Tampoco es que sepa mucho de él, pero sé que el hombre está casado y tiene tres críos, tiene una vida familiar normal. Yo soy su secreto, su vergüenza.

Y es que no nos engañemos. ¿Cuántos tíos hay que digan abiertamente que les gustan los transexuales o que su novia es transexual? No jodas. Y que conste que yo respeto a todos aquellos que les gustan los penes acompañados de tetas y disfrutan dando por el culo... O a aquellas que también disfrutan recibiendo por detrás. O a los homosexuales, a las lesbianas, a los gays que les gusta montárselo con otros de su mismo sexo.

Creo que si Lorenzo fuera gay le importaría menos que se supiera y si yo fuera gay mi vida sería mucho mas sencilla también. ¡Pero es que ése no es mi caso!

Me jode doblemente que me llamen gay, o peor aún... maricona. Maricón. Es lo que he oído mil veces en mi pueblo, antes de largarme. Esas risitas cuando pasaba bajo una obra, con mi vestidito y mi cuerpo desgarbado... Mariquita... Marieta... Maricón... Además de ser insultante es falso.

No soy mariquita, no soy gay, no soy un travesti, no soy nada de eso.

Los gays son tíos, no les importa ser tíos y se enamoran de otros tíos, o follan con otros tíos y les gusta ser así. Claro que sería mucho más fácil para mí ser gay. Pero no lo soy.

Yo soy una chica. Una chica que quiere ser chica y quiere enamorarse de un tío y follar con un tío al que le guste estar con una chica y quiero tener un novio y ser feliz y ser... y ser normal. Quiero ser normal. ¿Es tan malo querer ser normal?

Por eso me opero. Mañana ingreso en la clínica. Por eso te escribo esta carta.

Porque no quiero admitirlo pero estoy acojonada.

Ya me han dicho los riesgos, y la operación es peligrosa, que me lo han explicado muy bien. Muy compleja, muchas cosas que acaban en plastia: vaginoplastia, uretoplastia, vulvoplastia, no se qué de los colgajos penenosequé y todo eso.. Tienen que cortar y reconstruir todo, todo... Vagina, labios, clitoris... con sus conductos para la orina, sus venitas, terminaciones nerviosas... todo bien colocado en su sitio. Sí. Es muy difícil y el postoperatorio también es complicado. Los drenajes, el catéter uretral, el molde vaginal que hay que llevar durante algunos meses... Y eso suponiendo que no haya complicaciones.

Y aparte de díficil, lo jodidamente caro que es. Dieciocho mil euros que me cuesta... que por mucho que digan que lo financia la seguridad social, no te creas nada, que llevo años en lista de espera y nanai de la China... O te lo pagas en una clínica privada o espera sentada, guapa. No me extraña lo de esa mujer que está en huelga de hambre porque no la operan o que haya muchas que tengan que hacer la calle para conseguir el dinero lo más pronto posible. En mi caso no ha sido necesario. Mi padre tenía unos terrenos de su propiedad que se revalorizaron mucho y al morir pasaron a ser míos. Esa ha sido mi suerte dentro de mi desgracia.

Pero analizando los pros y los contras, pensándolo todo serenamente, sé que vale la pena el sufrimiento, aunque me digan que puedo perder sensibilidad, o sufrir una hemorragia, o una infección, o una necrosis y palmarla... Sé que vale la pena... que prefiero morirme a seguir viviendo así.


Bueno, puedes pensar que estoy loca, que tampoco es tan grave ser como soy. Pero mira, te pondré un ejemplo para que lo entiendas un poco.

 

Todos se han reído del caso del tío que va a ligar con una chica en la barra de un bar y se lleva una sorpresa. Esa chica es alta y muy mona, con el cabello castaño, largo y sedoso; un vestidito precioso corto de color negro que resaltan unas piernas largas de ensueño y un escote pronunciado que revela unos maravillosos pechos. Y el tío es encantador... Y la invita a otra copita, y le susurra al oído unas cosas que a ella le pone la carne de gallina, y es que además de guapo es muy simpático, de esos con los que hablas de todo y no te sientes incómoda, porque es muy gracioso y te hace reír.Y en un momento dado, las palabras se vuelven pasión, los labios se hacen besos y las manos vuelan en una caricia súbita, inesperada, por debajo de la mesa... Y...

Y ya sabes el resto... El gesto de repugnancia del tío, su reacción violenta, las risas de sus amigos después.

Sí. Eso se convierte en una anécdota graciosa... Eh, Juan... ¿Te acuerdas de esa tía que te ligaste en el bar ese y que resultó ser un maromo con paquete? Y Juan sigue poniendo cara de asco y sigue teniendo ganas de volverme a pegar un puñetazo si me tuviera delante.

Y sí, es verdad, la culpa es mía. No debí seguir... No debí dejar que me invitara, que me dijera esas cosas, no debí dejar que me besara. Pero es que quería, por una vez en mi vida, sentir en mis carnes qué es lo que se siente cuando le gustas a un chico. Que nunca me habían besado, que su sonrisa era encantadora... Y no podía pensar.... Y me dejé llevar.

Sí. Todos piensan que es una putada para el pobre chico, que tiene razón. Nadie piensa en que también es una putada para mí. Y estar tirada en el suelo con el labio roto no es lo peor. Lo peor es la humillación, son las risas de todos los del bar que me miran como a un alien, cuando el chaval grita: ¡Es un tíoooo!. Y yo me siento como una mierda, como la peor mierda del mundo, porque no soy un tío. Soy un error.

Eso ya no me volverá a pasar. Antes muerta que dejar que me vuelva a pasar algo así. Cuando un tío me toque sabrá que soy toda una mujer, por dentro y por fuera.

Pero... Es que tengo miedo, mucho miedo. De ahí mi carta-reclamación. Sí, sí. Reclamación. Vosotros os equivocásteis. Tu padre es el responsable de la creación. ¿No? ¿No es el responsable de la vida de los seres vivos y de las almas y de todo eso? Pues conmigo la cagasteis, porque el soplo de mi alma fue dado en un cuerpo que no me correspondía, así que necesito que me eches una mano y que todo salga bien. Me lo debes, tío. Mírame. Estoy escribiéndote esta carta e intentando no llorar para que no se me corra el rimmel y se dé cuenta mi madre. No quiero que ella vea lo asustada que estoy, sino que soy muy fuerte y tengo muchos ánimos.

Ahora está en la capilla de la Inmaculada, poniendo velas y hablando con tu madre. Supongo que ha ido a pedirle lo mismo que yo... Que todo salga bien.

Jesús, te lo pido por favor, que todo salga bien... Por favor, que todo salga bien.

Pues eso, ya no tengo nada más que decir. Que espero volver al año que viene por estas fechas, como siempre, acompañando a mi madre, y... No sé qué más decirte.

La despedida tampoco sé como escribirla, porque se despide atentamente Lucía, me parece demasiado formal. Un abrazo, besos... Eso es demasiado familar... Así que con un hasta pronto creo que ya nos vale a los dos.

Bueno, pues hasta pronto, Jesús, y gracias por atenderme.

 

Lucía.

PD. : Ya puestos, échale un vistacito también a mi madre, que está sana como un roble, pero ya tiene cierta edad. Gracias.

 

Una chica alta vestida con un traje chaqueta color rosa se levanta del banco de la iglesia. Pasa por la capilla lateral y deja un papel muy dobladito dentro del buzón peticionario. A su paso sale una anciana. Ella le sonríe, la coge del brazo y se dirigen juntas hacia la salida. Antes de atravesar la puerta, la chica se vuelve y mira la imagen del Jesus de los Milagros del altar mayor, hace un gesto de encojerse de hombros y junto con la anciana se pierden entre la multitud en la Plaza de las Palomas esa mañana soleada de domingo.

 

Fin