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Cita a ciega

en Hetero: Infidelidad

CITA A CIEGA.

Las 10.00 de la mañana de un día de enero, estoy sentado en la mesa de la terraza de una cafetería en la ciudad donde vivo, espero a una chica en una cita a ciega, no tengo ni idea de cómo es ni de cómo se llama, solo sé que se hace llamar MUJER y que tiene 44 años de edad, vive en la misma ciudad que yo.

La conocí a través de internet en una página de amistad, da igual cual sea, todas son iguales, formatos diferentes mismas ideas.

Todo sucedió un mes antes, cuando me inscribí en este sitio, en principio por curiosidad, luego por morbosidad, había muchas mujeres inscritas y me atraía la idea de conocer a una chica aquí.

Solo dos días después una chica me contesto a un mensaje que le envié yo y empezamos a chatear, al principio durante algunos días solo hubo conversaciones intrascendentes, sin profundizar en cosas personales, luego tras empezar a confiar en mi empezamos a hablar de asuntos mas íntimos. Hasta el punto de confesarme que estaba casada y que no quería tener un lio con nadie, pero que le gustaba hablar conmigo de temas eróticos, porque era educado y correcto en el trato, le gustaba mi fotografía, la que había puesto en mi pagina, pero sobre todo porque se reía conmigo.

Así que después de tres semanas hablando, decidimos quedar para tomar un café, solo café me dijo, luego me vuelvo a mi casa y no nos volvemos a ver, de acuerdo le dije, me atraía la curiosidad de conocerla, así que acepte sus condiciones. Quedamos para el lunes siguiente, justo cuando cumplíamos un mes de conocernos.

E aquí que estoy sentado esperando a que se cumpla la hora que habíamos hablado, preguntándome como seria, guapa, fea, gruesa, delgada, vendría o me dejaría plantado, demasiadas preguntas para una cita a ciega. Al cabo de media hora de ver pasar mujeres y preguntarme si esa que se acercaba era ella, por fin vi a una mujer que se me queda mirando con una sonrisa en los labios. Ya no había ninguna duda ¡era ella!

MUJER, es de un metro sesenta cinco, morena, delgada y con un cuerpo bien proporcionado, su rostro denota su edad, tiene unos ojos vivos y picarones, una sonrisa muy bonita y sensual, pelo negro corto, la impresión que me dio esta mujer fue buena y en ese momento me dije que tenía una hora para hacerla cambiar de opinión, tenía que hacerla mía.

Me levante de la mesa y me acerque a esa hembra, desplegué mi sonrisa más sensual y me presente, ella me dijo que la llamara MUJER, así que respete su decisión la invite a sentarse a la mesa y pedimos un desayuno para dos, durante una hora más o menos estuvimos hablando de todo, ella me miraba de vez en cuando de reojo con una luz en su mirada que denotaba deseos de estar conmigo, eso me lo confeso más tarde, aunque yo lo vi desde un principio. Cuando me dijo que se tenía que ir note en su voz que no lo quería hacer, así que ya no dude ni un minuto de que o tomaba la iniciativa o la perdía para siempre, cuando nos levantamos de la mesa para irse, le acompañe hasta el aparcamiento donde tenía el coche, una vez allí la cogí del brazo y la acerque a mí, le bese en los labios con dulzura, ella no me rechazo, se pego mas a mí y unió sus labios más profundamente, me beso con pasión.

Ya no hubo ningún tipo de duda, nos subimos a su coche y nos fuimos a mi casa, ella iba callada, no hablaba pero sonreía con esos ojos tan bellos que tiene, yo no me creía lo que estaba ocurriendo.

Llegamos a mi casa y la hice pasar al salón, cuando cerré la puerta todo se descontrolo, nuestras pasiones se unieron y el tiempo se convirtió en un huracán, sus labios se volvieron a unir a los míos, mis manos no dejaban de tocar su cuerpo, ella me agarraba el pelo, sus ojos no apartaban la mirada de los míos. Ya no importaba nada, nos devoraba por dentro un fuego que nos quemaba como lava de un volcán, la ropa iba desapareciendo de nuestro cuerpo con la rapidez que nos permitían nuestras manos, la contemple desnuda y me pareció la mujer más hermosa que había visto nunca tal era mi deseo de poseerla que la cogí en mis brazos la lleve hasta mi habitación, allí la deje suavemente en la cama, sin dejar de besar sus labios.

Me tumbe encima de ella, abrió sus piernas para dejarme sitio, pase a besar su cuello, a tocar sus pechos, ella gemía, me mordía la cara, me besaba los ojos, gritaba de placer, su pecho no paraba de coger aire cada vez con más rapidez.

Mis manos bajaron por todo su cuerpo, mis labios bajaron a sus pechos, los cogí con mis dientes y mordí despacio sin causarle daño, pero se estremeció de placer, mis manos terminaron de bajar a su pubis y su culo redondo, firme y duro, acaricie su coñito húmedo ya por el deseo, hundí mis dedos en èl sintiendo como me inundaba la mano de sus flujos, lanzo un suspiro largo y profundo, arqueando la espalda y elevando su cadera para que pudiera entrar más profundamente con mis dedos en ella, de esa manera me proporciono la oportunidad de tocar la entrada de su ano que con los flujos vaginales se había humedecido y lubricado, empecé a introducir mi dedo índice en su interior y ella ya no podía parar de gemir y de moverse, a cada compas de sus movimientos mis manos iban penetrando más profundamente, sudaba puro placer cuando llego su primer orgasmo, sin previo aviso, brutal, salvaje, como un terremoto que arrasa con todo lo que encuentra a su paso.

Me abrazaba con fuerza y me arañaba con sus uñas la espalda hasta hacerme daño, sus piernas me tenían aprisionado, no me dejaban mover, tuve que emplear la fuerza para deshacerme de ella, le agarre sus manos con la izquierda mía y las eleve por encima de su cabeza, me miraba con deseo y me gritaba que la penetrara ya y sin dilación, con la derecha aparte sus piernas como pude y cuando estuve libre de su presa mi pene entro dentro de ella con brusquedad sin miramientos, de una sola estocada, ella cuando me sintió que entraba en ella puso sus ojos en blanco y dio un grito desgarrador, pensé por un momento que le había hecho daño pero enseguida descarte eso.

Grito: "así crabrón follame así, me matas, sigue así, mas fuerte, mas, mas", no podía respirar, mi peso, el placer, el orgasmo, le impedían coger aire, yo no dejaba de meter mi pene cada vez más rápido y profundo, mi mano derecha se fue a su clítoris duro y grueso como mi dedo meñique y empecé a frotarle con suavidad pero sin interrupción y eso fue su perdición ya no era dueña de sí misma, la había dominado por completo y estaba a mi entera merced.

Quería soltarse de mi presa sus manos para agarrarse a mí, morderme, arañarme no paraba de moverse, pataleaba, era un torbellino, gritaba, insultaba, gemía, sudaba, sus ojos soltaban fuego de pasión, sus pechos eran estiletes que se clavaban a mi torso, estábamos sudando a mares, empapados nos uníamos ambos como uno solo, le vino el segundo orgasmo y esta vez no la pillo de sorpresa, lo vino venir y suplico que siguiera tocándola, que no parara, me imploraba mas y mas placer, lloraba desconsoladamente, todo su cuerpo era energía transformada en puro placer.

Nunca antes había estado con una mujer que pudiera sentir tanto en tan poco tiempo, me dolía el pene por la presión que ejercía su vagina sobre él, me costaba moverme dentro de ella, sus músculos vaginales hacían todo lo posible por evitar que me saliera de su interior, pero a la vez el placer que me proporcionaba iba a conseguir que me viniera enseguida, cosa que quería evitar a toda costa, cuando salí de ella me echo una mirada asesina, me baje a su clítoris duro y recio y me lo metí en la boca, mis labios lo apresaban en toda su extensión y lo succionaban con deleite, la punta de mi lengua lamia ese pene pequeño con deseo, sabia a gloria, olía a mujer dominante.

Me cogía por el pelo con fuerza y me empujaba hacia ella como si quisiera meter mi cabeza en su interior, trastornada por el placer no tenía consciencia de lo que hacía y yo me aprovechaba de ello para darle más aun si cabe. Así le vino el siguiente orgasmo, tan tremenda fue su corrida que vino precedida por una eyaculación bestial, inundándome la cara, la boca y todo mi pecho, no me lo podía creer, era toda una hembra en celo, lujuria pura.

Estaba tan agotada que no podía moverse, respiraba con dificultad, se encogió en posición fetal y puso sus manos entre las piernas, avergonzada por tremenda corrida y haber mojado toda la cama, yo me pegue a ella en la misma posición y la abrace con cariño y mimos, la besaba en el cuello, mis manos acariciaban sus muslos, su culo, su espalda, ella temblaba con mis caricias de tan aflorados tenia los sentidos. Me besó en los labios y me miro a los ojos, me dijo: gracias amor mío por todo esto. Yo no había hecho nada que pudiera provocar semejante torbellino de placer, ella era así, pero no lo había descubierto hasta este día.

Me preguntó si me había venido y le dije que aún no. Ella me besó en los labios y se puso encima mío, besándome los oídos, el cuello, los labios dulcemente, jugando con mi lengua y bajando a mis pezones, mordía con cuidado y pasaba su lengua por las puntas produciéndome escalofríos de placer, seguidamente se bajo a mi pene tocando con sus manos mis testículos mientras su boca se tragaba mi polla y jugaba con ella llevándome a la cima del éxtasis, sintiendo como me venía el orgasmo, me puse tenso de la sensaciones tan maravillosas que sentía, se lo dije para que no la cogiera desprevenida y solo conseguí que aumentara mas sus movimientos bucales, explote dentro de ella con tanta fuerza que estuvo a punto de atragantarse con mi semen, pero no dejó escapar ni una gota hasta que terminé de correrme, siguió con su boca lamiéndolo durante un buen rato hasta que empezó a perder la dureza inicial y a relajarme, se tumbó encima mío y me abrazo con fuerza apoyando su cabeza en mi pecho y se quedo así durante un buen rato, no hablamos, no hizo falta, todo estaba dicho.

Ese era el comienzo de una aventura que nunca jamás podríamos olvidar.