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Agosto del 80

en Hetero: Primera vez

AGOSTO DEL 80

Estoy en la parada de la guagua, en mi querido y recordado barrio de la Salud, Santa Cruz de Tenerife, somos un grupo de 10 amigos, cuatro chicos y seis chicas, todos tenemos entre 17 y 22 años, soy el mayor de todos.

Como he dicho, esperando la guagua para ir a la disco de moda de la capital por aquel entonces. Son las diez y media de la noche y el bus está lleno hasta la bandera por lo que tuvimos que apretujarnos como pudimos. No cabía un alma mas y me sentía algo agobiado, entre empujones, perfumes, gritos, risas y que estaba rodeado de tíos que no hacían otra cosa que pegarse a mí por culpa de la estrechez, pasó por mi mente salir del autobús y esperar otro, así que en la próxima parada lo iba a hacer cuando sucedió algo que me hizo cambiar de idea.

Allí estaba delante de mí una morena de pelo largo, ojos redondos y de color verde azulados, con cara de asustada, mis amigos la habían rodeado y la estaban manoseando, si, tal como suena, metiendo mano a la chica. Es vecina nuestra, la conocemos desde que era una cría, pero no se relacionaba con nosotros porque iba a otro colegio y casi no salía de su casa como no fuera acompañada de sus padres o hermanos.

Los muy golfos han formado un triangulo y ella en el centro sin poder salir de allí, observaba con que descaro alguno le tocaban el culo, se tiraban encima de ella cuando la guagua frenaba y aprovechaban para sobarla todo lo que querían, hacía tiempo que le tenían ganas, por ser tan estirada con los chicos del barrio, siempre nos miraba con aires de grandeza, ellos se la tenían jurada.

Estaba muy enfadada y asustada, pero la vergüenza podía mas, intentaba quitárselos de encima con el mayor disimulo posible pero ellos ni caso le hacían.

Al cabo de unos minutos vi como unas lágrimas escapaban de sus ojos y fue en ese momento que decidí intervenir para dar por concluido el asedio al que está siendo sometida. Me acerque hasta ellos dando codazos como pude a todo aquel que me impedía avanzar, cuando llegue empuje con brusquedad a Alberto, el más osado de los tres y les dije que se largaran de allí o se las tendrían que ver conmigo, aunque de mala gana me hicieron caso.

 Me acerque a ella y le pedí disculpas.

-     Lo siento Lidia, estos tres son unos capullos integrales, te prometo que no lo volverán a hacer.

-     Hola Juan, no pasa nada, ya se me pasa, aunque me han hecho pasar mucha vergüenza.

Me sorprendió que se acordara de mi nombre, solo habíamos hablado en dos o tres ocasiones, el resto un hola y adiós había sido todo. Sus padres son muy protectores y no quieren que se relacionen con nosotros.

-     ¿Como es que vienes sola en la guagua? me sorprende verte aquí,

-     He quedado con unas amigas para ir a la disco, luego me recogerá mi hermano que está con su novia en el cine.

-     Qué casualidad, también vamos allí, ¿te vienes con nosotros?

Por primera vez levanta su cabeza y me mira directamente a los ojos, se lo piensa y asienta con la cabeza algo tímida.

-     Vale, pero como te he dicho mis amigas están esperándome allí.

-     Pues que se unan a nosotros o te vas con ellas, no pasa nada, tú decides.

Nos bajamos del autobús, se quedo completamente vacío y nos dirigimos a la entrada de la sala, por aquel entonces el portero era mi tío Carlos un elemento de 190 centímetros de altura, músculos y mucha mala leche, que en cuanto me vio saco una sonrisa de dientes blancos y perfectos y nos dejo pasar sin pagar, sin hacer colas ni preguntar la edad de cada uno, así que nos metimos para adentro sin demora.

Allí estaban las amigas de Lidia, que en cuanto nos vieron entrar cogieron a su amiga y quisieron escabullirse de nosotros, me miro a los ojos y se despidió de mi, así que me uní a mi grupo y nos fuimos a buscar una mesa para sentarnos cerca de la pista, cosa que no resulto fácil.

Llevábamos un buen rato en la disco cuando la vi entrar en la pista con sus amigas y empezaron a bailar, por fin pude fijarme más en ella, como iba vestida y en otros detalles que se me habían escapado hasta entonces.

Tiene 17 años edad, 163 de estatura, con un cuerpo bien proporcionado, sus pechos pequeños, cintura estrecha y una cadera que iba acompañada de un trasero redondo, respingón, sin exagerar, no pesa más de cincuenta kilos como mucho, lleva puesta una camiseta de tirantes color blanca muy ajustada, una falda corta de color rosa que le llegaba a medio muslo, sujeta por un cinturón del mismo color y unos zapatos planos que hacían juego con la camisa.

Baila con timidez como si le diera vergüenza hacerlo en público, los chicos que abundaban más que ellas la rodeaban intentado llamar su atención cosa que la intimidaba mucho.

En un momento dado nuestras miradas coincidieron y dejo de bailar durante unos segundos, como si se quedase paralizada, aunque intentó disimular y continuar bailando.

Me levante de la mesa y aunque ya había estado más de una hora bailando con las chicas del grupo y estaba empapado en sudor me acerque a ella y me puse a bailar a su lado.

Me dio la espalda, no quería mirarme a los ojos, así que me acerque tanto a ella que mi pecho la rozó, le dije a su oído que bailaba muy bien, de forma muy sensual y erótica, eso fue como si le hubiese picado una abeja, se volvió hacia mí ruborizada y desafiante.

Fue como una bendición, la música en ese momento paso de ser rápida a lenta, nos quedamos casi a oscuras, cosa que aproveché y sin su permiso la agarre por la cintura y la acerque tanto a mí que casi nos caemos al perder el equilibrio, sorprendida por mi osadía me pregunto qué hacía.

-     Pues bailar contigo, me apetece este lento.

-     No te he dado permiso para ello y menos que te arrimes tanto a mí.

-     ¿No deseas bailar conmigo?, dime y no te molestare más.

No dijo nada, se limito a apoyar su cabeza en mi pecho, dejándose llevar por la música.

Cuando terminó la pieza musical que bailábamos la sala se quedo a oscuras unos instantes cosa que aproveché para besarla en los labios por primera vez, fue breve pero cálido y hermoso.

No duro mucho pero fue intenso, bailamos algunas piezas más, sus amigas no dejaban de salir de su asombro.

Al cabo de un rato la invite a una coca cola y nos fuimos a la barra, ahí estaba mi tío Carlos, en la barra con unas amigas, lo primero que me dijo cuando me vio acompañado es que si queríamos estar a solas podía proporcionarme una sala que tenían vacia.

Joder con la familia, pensé,  la mire porque supuse que me iba a decir que no, pero no dijo nada, se limito a bajar la cabeza y callar, estaba roja como un tomate, así que acepte la propuesta.

Nos llevó a una habitación donde había una gran mesa, sillones y sillas, parecía un salón de reuniones donde incluso tenían un baño completo, plato de ducha, wáter, bidet, lavabo, me choco mucho y lo mire a los ojos preguntándole que era aquello, mi tío me dijo que la sala solo se empleaba para gente Vip, pero que nadie la había reservado y que era para nosotros por entero esta noche.

Eso puso muy nerviosa a Lidia y se quiso marchar de allí de inmediato, pero la cogí de la mano y la abrace con mucha ternura, la volví a besar en los labios y eso la tranquilizo un poco, le dije que no iba a pasar nada que no quisiera ella, me miro a los ojos fijamente durante unos instantes, supongo que meditando mis palabras y sus intenciones.

Cerré la puerta con el pestillo y nos sentamos en el sofá mas grande, empezamos a charlar de cosas sin importancias, ella seguía muy nerviosa, la volví a besar en los labios, mis manos acariciaron su pelo, ella poso las suyas en mi pecho y se dejo acariciar.

Mis manos bajaron a sus pechos y los acaricie despacio, estaba tensa pero se dejaba hacer, por lo que mi mano derecha entro en su camiseta y poco a poco se fue introduciendo en el interior de su sujetador, llegando a su pezón que era puntiagudo, mis dedos empezaron a acariciarlo y sentía como la respiración de Lidia aumentaba de forma considerable, su pezón crecía y se endurecía con mis caricias, sus labios se sellaban mas a los míos y sus brazos hacían presa en mi cada vez más fuerte.

La fui echando hacia atrás y al final quedamos acostados encima del sofá, estaba agarrotada  parecía un maniquí articulado, no tenía ni idea de que hacer, solo se dejaba llevar, seguí besándola delicadamente un buen rato, sin prisas pasando de sus labios a sus oídos, cuello y vuelta a sus labios. Mis manos pasaron de sus pechos ya duros a sus muslos, empezando por las rodillas y subiendo despacio hacia su cintura, sin entrar en el interior de su falda, palpando cada centímetro de sus hermosas extremidades y llegando a su respingón culo con el que me recree un buen rato.

Le pregunte si estaba bien, un silencio obtuve como respuesta y un beso como consentimiento para seguir con mis caricias.

Mis manos bajaron de su cintura a sus muslos y poco a poco fui entrando al interior de su falda, sintiendo la piel suave y tersa de la parte interior de sus muslos. Cuando sintió mis dedos rozar sus braguitas apretó los muslos para impedirme continuar pero sin protestar ni apartarse de mí.

Mis manos hicieron caso omiso a su prohibición y consiguieron llagar hasta su pubis, aun cubierto por esa tela fina que la protegía, empecé a acariciar de arriba abajo su rajita y enseguida note como la respiración de Lidia aumentaba considerablemente aflojando la presión para que pudiera acariciarla sin ninguna oposición, por lo que mis dedos apartaron las braguitas y pudieron tocar su coñito por primera vez.

Mis dedos se fueron de inmediato en busca de su pequeño clítoris, escondido entre una maraña de pelo púbico suave como el terciopelo y húmedo por la excitación. Poco a poco fui acariciándolo suavemente, sin prisas, rotando en el sentido de las agujas del reloj, con ligeras presiones para aumentar el placer pero sin que le resultara incomoda aquellas sensaciones, su respiración era indicativo que lo estaba haciendo bien, salían de su boca ligeros gemidos y su cuerpo empezó a reaccionar a mis caricias, abriendo plenamente sus piernas en completa sumisión. Le quite sus braguitas aunque me costó cierta oposición por parte de ella que con sus manos me lo intentaba impedir, viendo como aun había resistencia imprimí mas presión y rapidez sobre su clítoris venciendo sus dudas y teniendo ya pleno control de la situación, baje mi cabeza a su coñito y me fui a saborear los jugos que emanaban de su vagina, recorriéndola con mi lengua a lo largo de toda la vulva hasta llegar a su ya hinchado y excitado órgano eréctil, me lo metí en la boca y empecé a lamer como si de un caramelo se tratase.

Cuando sintió mi boca en su coñito su espalda se arqueo hacia arriba, de su boca salió un grito apagado de placer y sus manos agarraron mi pelo con fuerza empujando mi cabeza con rabia hacia su vagina.

 

-     ¿Que me estás haciendo? yo, yo, no sé que me haces, por favor déjalo ya, ohh, ohh, por favor.

Así se paso un buen rato, resistiéndose a su propio placer, hasta que le vino el orgasmo poco a poco, su respiración se disparo hasta un punto que no podía controlar las sensaciones, su gemidos pasaron a ser gritos de desesperación, sus manos intentaban separarme de ella, su piernas querían cerrar filas ante su querido coñito, pero yo estaba ahí, impidiendo que ella se saliera con la suya, le impedí cerrar las piernas y seguí con mi boca dándole placer.

Su orgasmo fue violento, un chorro de liquido salió despedido a mi cara, como si se estuviese meando, no era la primera vez que veía ese suceso pero me cogió desprevenido y me aparte de ella desconcertado, temblaba, respiraba, lloraba desconsoladamente,  cubría su cara con las manos y no podía controlar sus emociones.

 Me quede mirándola un  buen rato con satisfacción, había conseguido por fin que fuese mía, me fui al baño para lavarme la cara y con papel higiénico limpie el sillón de los restos de su corrida. Iba tranquilizándose poco a poco y me acosté a su lado, ella  en posición fetal me daba la espalda, así que me pegue más a ella y le di calor con mi cuerpo, mis manos acariciaron su cuerpo, sobre todo su hermoso culo, mis dedos fueron recorriendo su raja nuevamente de arriba abajo, rozando su ano y llegando a su húmedo coño.

Le quise meter mi dedo índice en la vagina y cuando iba a entrar me lo impidió con sus manos, se dio media vuelta y me dijo que no podía ser porque era virgen. Le mire fijamente a los ojos.

-¿Virgen?, le pregunte.

-Si no lo he hecho nunca, es la primera vez que un hombre me ve desnuda y me toca ahí. No  me mires así, me da mucha vergüenza y  se abrazo a mí, tan pegada estaba que mi polla podía haberla atravesado como una daga.

Estuve en silencio meditando lo que acababa de oír, la chica más popular del barrio estaba conmigo en una habitación a solas, medio desnuda y encima era virgen, acababa de tener su primer orgasmo y decidí que no iba a ser el último.

Así que en ese mismo instante me propuse que iba a dejar de ser virgen esta misma noche.

La besé en los ojos despacio y con ternura, luego pase a su respingona nariz y baje a sus labios donde mi lengua entro en su boca buscando la suya, todo ello muy suavemente, sin prisas, mis manos tocaban su pelo y su cuello y mi pierna derecha se abrazo a su cadera para que no se alejara de mi.

Respondía bien a mis caricias, entregándose a ellas, su respiración empezó a acelerarse, mi mano derecha bajo a su espalda y se metió dentro de su camiseta acariciando su piel suave, le desabroche el sujetador casi sin darse cuenta y mi mano tuvo vía libre para pasearse por toda su espalda, notaba cómo reaccionaba a mis caricias pegándose más a mí, mi mano fue bajando hasta llegar a su culito y por encima de la falda se lo fui sobando, tocando sus redondeces firmes, no había oposición por su parte así que me adentre en el interior y pude tocar su culo desnudo.

Estaba muy caliente ya como para andarme por las ramas con ella, así que me levante y la hice levantar y casi sin darse cuenta le quite la camiseta y la falda, no dijo nada, solo se limitaba a dejarse hacer.

Hice lo mismo conmigo, me desnude por completo y ella pudo ver mi polla por primera vez, excitada, erguida y dispuesta a dar todo lo que ella necesitaba. No apartaba la mirada del pene, es como si estuviese hipnotizada, así que cogí su mano y la lleve a mi miembro, al principio se resistió pero enseguida lo cogió y estuvo con él unos segundos, empezó a tocarla con una mezcla de asco y curiosidad, sin saber que coño hacer con eso que era gordo, largo y baboso que tenia entre las manos, así que lo soltó enseguida.

La volví a acostar en el sofá, abrí sus piernas y me introduje entre ellas, mi pene apuntaba a su coñito estrecho y húmedo, me fui acercando despacio hasta que mi punta toco su pelvis y con mi mano derecha la guié hacia la vagina, la introduje en su interior, cuando la sintió dentro dio un respingo tremendo pero la mantuve sujeta entre mis brazos, mi polla tropezó con su himen por lo que me quede quieto, mis dedos empezaron a jugar con su clítoris, al principio despacio y suave, su respiración iba en aumento, su ojos se cerraron, mordía sus labios para evitar gemir del placer que le embargaba, sus manos agarraban mis antebrazos para impedir que siguiera entrando, su cuerpo temblaba de la excitación, sus piernas se abrazaron a mi cintura con tanta fuerzas que me obligó a entrar en su interior, sintiendo como poco a poco mi pene se iba abriendo paso a través de su himen, viendo que ella no oponía ninguna resistencia a mi avance aumente el ritmo de mis caricias en su hermoso clítoris, consiguiendo con ello que arqueara su espalda de éxtasis y mi pene se acoplara definitivamente en su interior.

Gritó de placer y dolor cuando se sintió completamente invadida. Me mantuve quieto dentro de ella un buen rato para que se acostumbrara al hierro caliente que la tenia empalada, no había dejado de acariciar su órgano eréctil y eso había evitado que el dolor de la penetración pasara desapercibido entre el placer, bese sus labios para tranquilizarla, besaba los míos con deseo y pasión, sus piernas seguían rodeando mi cintura con fuerzas para que no me saliera de ella, sus manos abarcaron todo mi cuerpo aferrándose con desesperación, le vino otro orgasmo tan rápidamente que sin darse cuenta empezó a mover sus caderas para sentir mi miembro entrar y salir de ella con lo que acrecentó su placer, no podía evitar sentir esas sensaciones nuevas que la embargaban.

Sentía como lidia estaba fuera de control, del placer que la invadía, su coñito húmedo por la rotura del himen y las secreciones vaginales me facilitaban bastante la penetración aunque apenas me podía mover, las contracciones que estaba teniendo por las convulsiones de su musculo vaginal me agarraban y succionaba el pene con fuerza hacia su interior, su vulva hinchada, su clítoris inflamado, su respiración agitada, los ojos cerrados, su cara completamente colorada, su cuerpo tenso, sus brazos y piernas sujetándome con fuerza para no dejarme escapar, era todo un poema.

Seguía martirizándola con mis dedos y mi pene en un movimiento sincronizado sin darle cuartel, mi mano izquierda se fue a su hermoso culo, me unte con sus segregaciones y le introduje el dedo índice en el interior de su ano, estaba tan absorta por el placer que sentía que ni protesto, estaba a mi completa merced, así que empecé a jugar con mi dedo, mi polla, y mi mano derecha martirizando su clítoris. Ya no pudo evitar gritar, todo era nuevo para ella, no había imaginado nunca que su primera vez fuese así, no iba a ser la misma nunca más.

Sodomizada, penetrada por la vagina, masajeada por el clítoris, todo en uno, demasiado para una novata, no sabía cómo ponerse ni que postura coger, todo la superaba, le venía uno y otro detrás, durante al menos veinte minutos estuvo extasiada de placer.

La tuve que dejar descansar porque se me moría en los brazos, su respuesta fue abrazarse a mí con tanta fuerza que era yo el que corría peligro de morir asfixiado, que la tuve que separar y apartarme de ella durante unos minutos.

Se encogió en posición fetal tratando de recuperar la respiración, todo su cuerpo temblaba, me dio la espalda, no quería mirarme, supongo que le daba vergüenza verse en esa situación, ella que era una chica de bien había hecho el amor con el hombre menos indicado.

Mi polla pedía aun guerra, así que no iba a demorar ni un minuto más que siguiera protestando, me acosté a su lado, pegado a su espalda y tal como estaba ella la volví a penetrar, esta vez fui mas brusco, sin tanto miramiento, lo primero que hizo cuando sitio mi embestida fue gemir de placer, fue una sucesión de penetraciones fuertes y rápidas, sentía como mi pene se iba moviendo más y mejor en esa vagina virginal, estrecha y húmeda, cuando creía que me iba a venir ella se aparta de mi convulsionada por un nuevo orgasmo, cosa que me molesto mucho y por ello la iba a castigar duro. Sin terminar su orgasmo la tumbe boca abajo y se subí encima de ella, mi polla apunto a su culo y sin decirle nada la guie hasta el ano y empecé a penetrarla despacio pero sin demora. Ella hizo amago de protestar pero mis dedos se fueron a su clítoris de nuevo y empezaron a jugar tanto con el como con su vagina, así que cesaron sus protestas y se quedo quita, algo tensa pero sin protestar mas. Mi pene fue entrando poco a poco hasta su interior y cuando ya sentí mis huevos en sus nalgas me pare y espere a que estuviera más excitada. Seguía tocándole su coñito y eso la hizo reaccionar enseguida al placer, en ese mismo instante empecé a moverme, despacio, no iba a aguantar mucho mas, así que me deje ir, sintiendo como un intenso y placentero placer me embargaba, mis convulsiones alertaron a lidia que me venía el orgasmo y como si estuviésemos compenetrado le vino otro a ella y nos corrimos juntos.

Estuvimos acoplados durante muchos minutos hasta que por sí misma mi pene se salido del interior de ella. Me levante y vi que toda ella necesitaba una buena ducha, así que la cogí de la mano y nos fuimos al baño.

La enjaboné por todo el cuerpo, menos el pelo, y la seque con la toalla que teníamos allí, se abrazo a mi y me beso en los labios, eso desencadeno una reacción en mi polla que tuvo como consecuencias el ponerla de rodillas y sin que le indicara nada y con una sonrisa en los labios se la metió en la boca, como pudo fue haciéndome una bonita mamada, hasta ponerla dura como una roca, la levante y la puse mirando al lavabo, allí de espada a ella la volví a penetrar por la vagina hasta que me vino otro orgasmo, me corrí dentro de ella llenándola de lefa por completo.

Se volvió a lavar, nos vestimos y cuando íbamos a marcharnos nos besamos nuevamente, prometiéndonos volver a repetir la experiencia.

Salimos del reservado y como si no hubiera pasado nada cada cual se fue con sus amigos, mi grupo ni se dio cuenta que había estado ausente más de una hora así que me evite tener que dar explicaciones a nadie.

Soñando con el próximo dia que tuviese a lidia en mis manos.

Lidia por otra parte se reunió con sus amigas, estas sí que hicieron corro alrededor de ella y empezaron a preguntar.

-     Chicas aquí tenéis la prueba de que me folle a Juan, enseño un pañuelo que estaba completamente manchado de su sangre y semen mío, ese capullo engreído se cree que me cogió de tonta, no se imagina que es fruto de una apuesta, así que soltar las pelas.

Pues si queridos lectores, fue así como esa niñata engreída me engañó, nunca había ido en bus, ni mucho menos lo hubiera hecho de pies como iba, a sabiendas de los salidos de mis amigos se le iban a comer, todo fue una estratagema para encontrarse conmigo, así es como fui manipulado por esa mujer, no solo una, sino muchas más veces, manipulado pero satisfecho.