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La enfermera

en Confesiones

TENERIFE, año 82.

Ese año tuve que ingresar en el hospital, había tenido un accidente y me ingresaron para operarme de una fractura nasal, nada importante pero necesaria para mejorar las vías respiratorias.

Después de arreglar el ingreso y llevarme a la habitación me fui a dar un vuelta por el hospital, conocí a una enfermera de la planta donde estaba ingresado, madre mía pensé cuando la vi por primera vez, era una belleza de 25 años, rubia de melena grande, ojos azules, redondos y grandes, labios regordetes y sonrosados, de 165 cm de estatura todo curvas, 95 o 100 de pecho y un culo respingón que mareaba solo verlo. Ana me dijo que se llamaba y me miro de arriba abajo con una sonrisa en los labios que me hizo ponerme cachondo, ella lo vio en mis ojos, porque al cabo de media hora me dijo que esa noche iba a tener guardia y que si estaba ingresado en su planta pasaría a saludarme.

Así que a las diez de la noche estaba ansioso por volver a verla, no sabía si iba a cumplir su promesa, paso el tiempo y no venía a verme así que a las once lo di por perdido, salí de la habitación para darme un vuelta, no tenia sueño y quería tranquilizar mis ánimos, así que me fui al bar, aun estaba abierto y la sorpresa fue mayúscula, allí estaba ella con sus compañeras, tomando café para aguantar la noche, me vio entrar y note como se tensaba su cuello, yo no podía estarme quieto de los nervios que tenia, me decía a mi mismo que coño me pasaba, me estaba comportando como un niñato sin experiencia. Sentía sus ojos en mi cuello, sabía que no dejaba de mirarme, no me atrevía a mirarla a ella y que viese lo nervioso que estaba, me tome la coca cola y salí del bar con intención de irme a mi habitación y olvidarme de todo. Cuando me dirigía al ascensor ella me llamo por mi nombre y la vi acercarse, entramos juntos en el ascensor y la mire a los ojos y sin mediar palabras la bese en los labios, se acabaron los preámbulos no hubo más historias, mandó el ascensor a la primera planta, allí estaba consultas externas.

Abrió una de las consultas y entramos dentro, la planta estaba totalmente a oscuras, solo iluminadas por las luces de emergencias, una vez dentro de la consulta, volvimos a besarnos, esta vez fue ella la que llevo la iniciativa, se abalanzo hacia mí, rodeo con sus manos mi cuello y me beso profundamente, su lengua busco la mía y se entrecruzaron buscando placer, empecé a quitarle el uniforme y al cabo de unos minutos estábamos ambos desnudos, me puse de rodillas y metí mi cabeza entre sus piernas buscando su húmedo coñito, digo húmedo porque aquello estaba mojado a tope, mi lengua busco su clítoris hinchado y me lo metí entero en la boca, ella dio un grito cuando sintió mi boca caliente en sus partes intimas y me agarro del pelo con fuerza para no caerse al suelo a la vez que me empujaba más a su interior.

Tuvo un orgasmo bestial le temblaban las piernas, gemía y respiraba con fuerza, me agarraba del pelo con tanta rudeza que me hacía daño, tuve que ponerme de pies y quitármela de encima, la lleve a la mesa y la tumbe encima boca arriba, le cogí las piernas y me las puse en los hombros y en esa postura sin ningún miramiento la penetre con fuerza y de una sola estocada, grito cuando entró todo mi pene en su interior, se tuvo que agarrar a la mesa porque mis embestidas la desplazaba lejos de mi.

Allí tumbada tenia a la mujer más hermosa, lujuriosa y sensual que había conocido en mi vida, la había conocido esa misma mañana y solo había hablado con ella apenas una hora y ahí estaba tumbada en la mesa haciendo el amor conmigo.

Sus gritos me ponían nervioso, estábamos en la situación más disparatada que jamás me imagine que me podía encontrar, en una consulta médica a las doce de la noche, totalmente a oscuras, completamente desnudo poseyendo a una mujer en las mismas condiciones que yo, encima de la mesa del médico y en un edificio repleto de personas que en cualquier momento nos podían pillar.

Le venía un orgasmo bestial cuando me vi obligado a taparle la boca, ¡joder que al final nos iban a pillar por culpa de sus gritos!.

Después de recuperarse del dichoso orgasmo se levanto de la mesa y se puso de rodillas delante de mí y mirándome a los ojos con una sonrisa en los labios me dijo, "ahora me toca a mi cabroncete", acto seguido se metió mi polla en su boca y me mordió el glande, ¡coño, que daño me hizo!, cuando iba a protestar empezó a lamer y a chupar con deleite, tragándosela hasta la garganta y volviendo a salir a la vez que con su mano me la meneaba, que placer sentía, sabía bien lo que hacía, no era precisamente una novata.

Uf, me iba a correr y ella lo sabía, así que no era plan de que ella se saliera con la suya, no tan pronto, tenía que durar más, no sabía si iba a estar con ella en otra ocasión, cosa probable, así que la saque de su boca, joder como protestó, tuve que levantarla con brusquedad y darle la vuelta, mirando nuevamente a la mesa, esta vez la hice apoyar boca abajo, dejándome todo su culito a mi merced, que hermoso era, quise penetrarlo pero ella me lo negó, me dijo que no podía ser, allí no me dijo, tenía que trabajar toda la noche y no podía tener irritado el culo.

Así que le penetré nuevamente su vagina hasta el fondo, sin miramientos, vengándome de su malévolo mordisco, ella suspiro con fuerza y levanto más su pompis, ofreciéndome su entrada para que la penetrara más profundamente, vi sus intenciones de disfrutar del momento, pero yo quería hacerla sufrir de placer así que mi mano se fue directamente a su clítoris y aunque no era una postura muy cómoda se lo toqué mientras la penetraba una y otra vez, ella intento zafarse al cabo de unos minutos porque le venía otro orgasmo y este era el más intenso y más profundo que había sentido nunca, así que sintió algo de miedo porque iba a gritar mucho sin poderlo remediar, yo se lo impedí y seguí tocándole con más fuerza y rapidez, ¡madre mía como gritaba!, se metía la mano en la boca para evitar gritar así, se mordía los dedos, quería levantarse pero yo se lo impedía, así durante unos tres minutos, me pidió que la dejara descansar casi llorando.

Me salí de ella sin haber llegado al orgasmo, pensando que ya no querría seguir más, se levantó de la mesa y me miró a los ojos, no sabía que pasaba por su cabeza, pero seguramente estaba enfadada conmigo por haberla hecho sufrir así.

Se abrazo a mí y me dio un beso en los labios, me beso el cuello y me dijo que ningún hombre, ni siquiera su marido, le había dado tanto en tan poco tiempo, "no sabía que estaba casada, no me lo había dicho", volvió a besarme en los labios y se volvió a poner de rodillas, esta vez se la puso en la boca con dulzura y cariño, la beso, la acaricio, hizo con ella lo que quiso, durante cinco minutos fui un juguete para ella, me hizo llegar con el orgasmo más dulce y placentero que había tenido hasta entonces, lo prolongo todo lo que quiso, siguió chupando y tragando mi semen durante un buen rato.

Después de media hora de estar besándonos y acariciándonos, nos vestimos y salimos de aquel despacho, con el temor a que nos hubieran oído, pero nadie dio señales de vida. Así que llegamos a la planta y me fui a mi habitación, mi compañero de habitación roncaba como un condenado y me iba a dar la noche.

Eran las dos de la mañana cuando ella entro a la habitación, se acerco a mi cama y sin mediar palabra me beso en los labios, metió su mano por debajo de las sabanas y me toco el pene, estaba duro como una piedra, ella se sorprendió, me pregunto cómo lo tenia así y le dije que no había podido olvidar la aventura de aquella noche. Ni corta ni perezosa me saco el pene y me dijo que eso había que solucionarlo.

Empezó a meneármela haciéndome una paja bestial, escuchando el ronquido de mi compañero de habitación me dijo que estaba bien dormido y que por eso me iba a dar un premio especial.

Bajo las sabanas y metió mi pene en su boca chupando con fuerza y mucha sabiduría, me hizo llegar al mejor orgasmo de la noche, tuve que respirar hondo para no despertar a mi compañero con mis gemidos. Dios que bestial fue, cada vez que lo recuerdo me excito, me limpio con su boca todo resto de semen, me volvió a poner el pijama en su sitio, me dio un beso de buenas noches y se fue.

Esa fue la primera aventura que tuve con ella, la primera de muchas, duro la aventura casi cinco años, hasta que quedo embarazada de su primer hijo.