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Un deseo

en Erotismo y Amor

"Un deseo"

La pantalla esta encendida, tus espejuelos reflejan las imágenes que se presentan en el monitor: graficas, números, tablas; información que a veces para mi es incomprensible, pero que para ti son la respuesta a muchas preguntas.

A veces pienso que tu carrera tan relacionada con la ciencia exacta de las matemáticas, la seleccionaste tratando de proporcionar una estabilidad a tu vida; al igual que la metafísica, la etimología y demás estudios que has realizado. Y que de alguna manera buscan darle sentido a nuestra existencia y respuesta a todas aquellas preguntas que en algún momento de la vida todos nos hemos echo: ¿A que vinimos a este mundo, quien nos creo, hay vida después de la muerte, etc.? ¿Tendré razón?- me pregunto.

Sigo pensando que te pareces a mi, nos perturban tantas cosas; por una parte satisfacer las necesidades normales de una persona (comida, vestido, techo) y por otra aquellas que guardamos muy adentro, cosas que nos es difícil dar a conocer o expresar y que nos atormentan, a veces a tal grado de sentirnos avergonzados.

Te observo, veo tranquilidad en tu persona, tal vez has podido encontrar cierta paz en tu vida o estas por hacerlo, en cambio yo sigo sin encontrar ese algo que le de serenidad a mi existencia. Alguna vez me acerque a Dios, me refugie en la Biblia, pero el sosiego que yo buscaba nunca llego, mientras mas leía mas culpable me sentía de lo que hacia o de lo que no hacia. Mi angustia se acrecentaba por no poder satisfacerlo; termine por alejarme de el por el simple echo de no sentirme merecedora.

Tu voz me despierta de mis cavilaciones, hablamos sobre cuestiones de trabajo que para mi de alguna manera se han convertido en pretextos para poder acercarme a ti; a pesar de que tu me has sacado, incluso de forma grosera, de tu vida sin siquiera permitirme en algún momento ser parte de ella (a pesar de que en algún momento sentí interés de tu parte hacia mi).

Estamos solos como en alguna otra ocasión. Tus ojos se encuentran con los míos, me reflejo en ellos y un deseo guardado por tanto tiempo me provoca... Sin pensarlo aunque con el temor del rechazo acerco mi boca a la tuya. Te sorprendo e indeciso respondes a mi beso, la razón y el deseo luchan fuertemente, mas la razón perece ante el deseo y tu boca… reclama mi boca.

Siento tus labios apretarse a los míos y la textura de tu lengua es excitante al contacto; muerdo tus labios, los chupo y me deleito. Me acerco aun más a ti, mis manos se aproximan a tu rostro, acarician tu nuca y recorren tus oídos. Tus manos sucumben a mi cuerpo y de igual manera que la primera vez que rozaste mi piel, cautelosamente lo vas descubriendo; recorres mi espalda, me encierras entre tus brazos oprimiéndome, tratando de sacar de mí todo el calor que habías soñado y que hasta entonces tienes a tu alcance. Mis pequeñas manos palpan bajo la camisa tu desnudez y disfrutan del calor que transmites, te beso, recorro tu cuello, mientras tus manos se recrean en mis caderas bajando por mis muslos hasta mis rodillas desnudas. Mis piernas se separan permitiendo se deslice tu mano entre ellas; te sorprendo aun mas, no hay barreras entre tu mano y mi humedad, tu excitación aumenta y enloqueces. Tus dedos se humedecen, buscan mi gruta y se introducen en ella. Mi cuerpo tiembla al contacto, soy dichosa. He esperado tanto tiempo para tenerte cerca, que quisiera poder absorberte, mezclar tu cuerpo y alma con el mío tan íntimamente que se conviertan en uno.

Acercas tu rostro a mi cuello, me hueles, me tocas, saboreas mi piel con tus labios, me miras, me acaricias buscando el placer en mi rostro, me arrancas gemidos de placer, te gozas en mi gozo y haces que todo en mi explote como una bomba de sentimientos tanto tiempo guardada. Desfallezco, mi corazón retumba tan fuertemente que tengo el temor de que se salga de mi pecho o que todo el mundo pudiera escucharlo como en aquella historia de Edgar Allan Poo.

Nuevamente escucho tu voz, sigues hablando sobre situaciones de la empresa que ya se de memoria. No te has dado de cuenta o no quieres darte cuenta de mis miradas ni de mi creciente deseo, ni tampoco de la humedad que emana de mi entrepierna; quiero tocarte y sentirte, pero una promesa y el respeto a tu decisión me detienen.

Oigo voces que suben por la escalera, me levanto y me despido e intento reflejarme nuevamente en tus ojos tratando de buscar en ellos el mismo anhelo que yo y con la esperanza de que un día ese deseo pueda tornarse realidad.

FIN

 

Alejandra Estrada, jueves 05 de abril de 2007