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Las Jovencitas Criadas de Bernardo (4)

en Interracial

LAS JOVENES CRIADAS DE BERNARDO (4ª parte)

 

Resumen

Breve resumen del relato precedente: "Las Jóvenes Criadas de Bernardo (3ª parte)":

En la universidad, Bernardo trama un plan para grabar en video desde la sala contigua del vestuario de chicas, a las animadoras de baloncesto desnudas. Se sucede una escena imprevista para todos, pero es descubierto por el rector. En la mansión de Bernardo, el enano Ben sigue incansable sometiendo a Katerina a obscenas prácticas sexuales. Todo esto bajo la atenta mirada voyeur de Vicente, el mayordomo, que descubre una sala con monitores desde donde vigilar toda la casa. Finalmente Bernardo recurre a los favores de Sandra, para que el rector no le expulse de la facultad ni de parte a la policía.

 

Capítulo I

 

Sábado, un día después de lo sucedido en el baño de chicas de la universidad. Bernardo estaba sentado junto a Ben, en la mesa de la biblioteca de su mansión. El enano le estaba enseñando las fotos que había sacado de Katerina.

- Bernardo: Vaya, vaya, Ben. No sabía que te gustaba la fotografía.

- Big Ben: Jijiji. La fotografía en sí no, lo que muestran estas imágenes sí.

En las fotos aparecía el voluptuoso cuerpo de Katerina desnudo, semidesnudo, o con ropa ajustada o humedecida. Todas tenían un denominador común; se centraban sobre todo en cierta parte de la anatomía de la chica rubia. De hecho, había muchos primeros planos de su sexo; Resaltándolo o marcándolo a través de ropa mojada, shorts ajustados o pantalones elásticos, con braguitas cuyas telas se escondían entre los carnosos labios mayores que quedaban a la vista. O directamente desnudo, enseñando las bonitas formas de aquel chochito rasurado.

- Bernardo: Eres un maldito enano pervertido, Ben. Pero he de alabar tu buen gusto, de hecho lo comparto.

- Big Ben: Verás, he estado pensando en crear una página web destinada a este tipo de fotos. Chicas guapas cuyo denominador común sea que tengan unos coñitos del tipo del de Kat; gorditos, rasurados y con labios mayores carnosos y prietos, es decir, que formen un bonito "cameltoe". Quiero tu aprobación, ¿qué te parece la idea?.

- Bernardo: Pero para hacer eso vamos a necesitar chicas, Ben. Y encontrarlas que cumplan esos requisitos es muy difícil. Además, han de estar dispuestas a hacerlo. Aunque pensándolo bien, el dinero no va a ser un problema, igual muchas por una suculenta suma se animan. De todas formas, te daré una buena noticia. Hace poco he decidido hacer mas incorporaciones para el servicio de esta casa, pues Kat y Sandra tienen bastante trabajo. Además, últimamente Kat no ayuda mucho a Sandra en las tareas propias del hogar. La tienes bastante ocupada, ¿eh cabrón?. Tengo a dos chicas de la universidad en el punto de mira, que además de trabajar en la casa, van a encajar perfectamente en esa página web que estas pensando. Creo que seré capaz de convencer a las dos, pero antes he de "catar" la calidad del servicio que pueden dar.

- Big Ben: Genial, pero en el futuro hemos de incluir mas chicas en la web, no solo las que pasen a trabajar en la casa.

- Bernardo: Ya se me ocurrirá algo, de momento a falta de esas dos nuevas incorporaciones de las que te hablo, confórmate con la "conejita checa" y con Sandra, pues también te doy permiso para que la saques fotos. Pero solo fotos, te recuerdo que ella no ha firmado ningún contrato como Kat (ver 2ª parte) en la que tenga que someterse a todos tus "caprichos" sexuales.

El enano emitió una picara sonrisa, luego respondió a Bernardo con su peculiar tono de voz estridente.

- Big Ben: Una pena, jijiji. Te lo agradezco Bernardo.

 

 

Capítulo II

Había pasado el fin de semana y era lunes a primera hora. La fecha límite que Sheila le había dado a Bernardo para entregarle el dinero y no contar lo que sabía que ocurría dentro de su casa. Estaba sentado en su pupitre, como casi toda la clase, cuando Sheila apareció por la puerta. Llevaba puesto una minifalda vaquera cortísima y una camiseta de sport blanca con letras. Se sentó al lado de Bernardo sin mirarle y sin ni siquiera saludarle. Bernardo sonreía por dentro, se la tenía guardada. Cuando ya llevaban 10 minutos de clase, Sheila empezó a hablarle con un susurro sin mirarle a la cara.

- Sheila: Y bien, ya tienes el dinero para darme?, hoy era el último día. ¿No querrás que empiece a largar lo que me contó mi hermana que haces en tu casa, verdad?.

- Bernardo: No solo no te voy a dar el dinero, sino que vas a ser tú la que estés calladita y hagas lo que te ordene.

- Sheila: ¿Cómo?.

- Bernardo: Lo que oyes, o no querrás que le diga al rector que andas robando los exámenes compinchada con la señora de la limpieza.

- Sheila: ¿Cómo?. No sé de qué me hablas.

A estas alturas la guapa chica pelirroja ya se había puesto roja como un tomate, por mucho que intentara disimular.

- Bernardo: No te hagas la tontita, sabes de lo que te hablo.

- Sheila: No, no lo sé, pero si así fuera no tienes como demostrarlo.

- Bernardo: Te equivocas, quieres que saque mi móvil y reproduzca lo que grabé el otro día en el baño de chicas?. Espera, que voy a poner el volumen alto, para que lo oiga el resto de la clase.

- Sheila: No, no!. Espera. Serás cabrón…Como enseñes eso me expulsan. ¿Qué es lo que quieres?.

- Bernardo: Pocas cosas. Además, aunque no lo creas, mis exigencias te terminarán gustando. De momento quiero que hagas una cosa.

Sheila esperaba nerviosa. Bernardo sacó algo del bolsillo del pantalón. Era una especie de huevo plateado, algo más grande que la cápsula interna que contienen los huevos kinder.

- Bernardo: Quiero que te metas esto…

- Sheila: ¡¿Cómo?!,

Sheila bajó rápidamente el tono al ver que algún compañero de delante miró hacia atrás.

- Sheila: Ni de coña...

- Bernardo: Bueno, tú lo has querido. Pondré en alto la grabación de tu conversación con la mujer de la limpieza acerca de los exámenes…

- Sheila: Hijo de p….dame eso.

Levantándose un poco del asiento, se introdujo con disimulo aquel aparato. Emitió un quejido apenas audible, pues estaba muy frío. Tras hacerlo, Sheila intentó concentrarse y evadirse poniendo atención a las explicaciones del profesor, pero le resultaba muy complicado después de lo que había pasado y con aquella cosa dentro. De repente, se percató que Bernardo tenía entre sus manos un pequeño mando a distancia, con una rueda que marcaba varios niveles.

- Bernardo: Bueno, bueno…así me gusta. Ahora empieza la diversión.

Entre susurros su tono era malicioso. Bernardo giró un poco la rueda del mando y automáticamente Sheila soltó un leve respingo. El aparato que tenía dentro de su vagina empezó a vibrar…

- Sheila: Cabrón…

- Bernardo: Ja ja ja!...uy, uy, uy….que palabrotas son esas para una chica tan fina y guapa como tu…

Bernardo giró un poco más la rueda, hasta la mitad de potencia. Sheila notó como un cosquilleo placentero se instalaba en su vagina y alrededores, fruto de aquella intensa vibración. Procuraba no moverse mucho en su asiento, pues se había percatado que los movimientos intensificaban las sensaciones. Un rubor iba apareciendo en su rostro, consecuencia de la embarazosa situación en la que se encontraba y el miedo a que alguien del resto de la clase se diera cuenta de que algo pasaba. Menos mal que el huevo apenas emitía un ruido sordo y que tanto ella como Bernardo se encontraban en la última fila, sin nadie más atrás, ni siquiera a la par. El profesor seguía dando su charla. A medida que pasaban los minutos, el placer que invadía la entrepierna de la joven se iba intensificando. Aquel aparato no cesaba su vibración y el gustito que antes solo se intensificaba en las paredes vaginales de su sexo, se iba extendiendo peligrosamente a toda su vulva. Notaba como su clítoris también se hacía eco de aquellas sensaciones.

- Bernardo: ¿Ya lo notas eh?. Te excita el hecho de poder ser descubierta en cualquier momento, ¿verdad?. Este aparato se lo pedí prestado a Ben, un amigo que vive en mi casa. Ha llenado de juguetes y artilugios la habitación que comparte con una de mis criadas. Algún día le conocerás. Tiene un enorme…"don", que os vuelve loquitas a todas. Pero bueno, ahora lo que me interesa es que me digas donde da masajes tu amiguita Yumi. Dame la dirección de su consulta.

- Sheila: Flipas. Jamás te lo diré.

- Bernardo: Hmm…esa no es la respuesta correcta.

Bernardo giró un poco más la rueda hasta los ¾ de potencia. Sheila se retorció, el huevo vibraba como loco dentro de ella. A pesar de que en un principio había guardado la compostura y evitado moverse, ahora era incapaz. Se encogía y se movía continuamente sobre la silla, debido a las sensaciones que le invadían. El color de sus mejillas ya era más que evidente. Menos mal que el resto de sus compañeros seguían mirando hacia el frente atendiendo a las explicaciones del profesor.

- Sheila: ¡S-serás…c-cabrón!....Te diré la dirección de Yumi, p-pero para esoooh!…te lo suplico oh!.

Sheila pronunciaba las palabras en una mezcla de susurros y gemidos. Al final no le quedó más remedio que darle la dirección de su amiga. Bernardo no paró el aparato.

- Bernardo: - Así me gusta, ahora quiero que le des esta tarjeta a Gina, dile que te la dio una conocida. Es de un doctor especializado en la cirugía que ella necesita (ver 3ª parte). Es amigo mío y ya he hablado con el para que le atienda mejor que a nadie y haga un buen trabajo.

Sheila la cogió nerviosa. Mientras lo hacía, con un rápido movimiento intentó arrebatarle el mando a Bernardo. No fue lo suficientemente rápida.

- Bernardo: Muy, pero que muy mal. Ahora si que me has cabreado.

Bernardo giró más el mando, apenas quedaba nada para llegar al tope,

- Sheila: Ooooh!..........

A Sheila involuntariamente se le escapó un gemido. Los compañeros más próximos de las mesas delanteras giraron hacia atrás la cabeza, hecho que llamó la atención del profesor y dirigiera su mirada hacia la joven pelirroja.

- Profesor: Sheila, nos explicas un poco lo que acabo de comentar de los desordenes provocados por la glándula hipofisiaria?.

Sheila estaba roja como un tomate. Porque la situación que antes temía que ocurriera estaba teniendo ya lugar y por el intenso placer que sufría en su chochito y que podía hacer que se corriera en cualquier momento. Instintivamente, Sheila se echó hacia delante en el pupitre, juntando con fuerza las piernas, una sobre otra, como si estuviera intentando contener la orina, al tiempo que dirigía su mano derecha a la entrepierna. Intentó responder en vano al profesor, que estaba totalmente desconcertado.

- Sheila: La h-hipooh…oohh….fisiari…aaahhh….oohh…

- Profesor: Sheila, ¿te encuentras bien?.

Sheila ya no pudo evitar lo inevitable. El aparato infernal que vibraba salvajemente dentro de ella hizo bien su trabajo. Se corrió repentina y violentamente. Su chochito se deshacía de placer mientras los músculos vaginales apretaban con fuerza aquella cápsula con rápidas contracciones. Con los ojos cerrados y la boca entreabierta gemía sin poder evitarlo.

- Profesor: - ¡Dios mío!. Puede ser un ataque de apendicitis o una pequeña úlcera.

Mientras se acercaba por el pasillo, Bernardo puso a cero el vibrador.

- Profesor: - Que alguien le acompañe a urgencias, por favor.

- Bernardo: No se preocupe profesor, ya le acompaño yo.

Ayudando a incorporarse a Sheila, a la que aun le temblaban las piernas, y envolviendo con el brazo sus hombros para ayudarla a caminar, pues iba encogida, ambos abandonaron la clase.

- Bernardo: Vamos a los cuartos de baño. A estas horas están vacíos, pues todos están en clase.

Sheila era incapaz de responder, pues se estaba recuperando. Bernardo, sujetándola fuertemente, la dirigió al baño de chicas. Abrió una de las puertas de los aseos y una vez ambos entraron dentro, la cerró con pestillo.

- Sheila: Eres un hijo de puta…

- Bernardo: Uy, uy, uy, esas no son formas de dirigirte a tu futuro amo. Muy mal, pero que muy mal. Te voy a dar tu primer castigo.

Bernardo sacó nuevamente el mando y giró la rueda a mitad de potencia, para poner de nuevo en marcha el huevo vibrador. La reacción de Sheila fue instantánea. Acababa de tener un orgasmo y su vagina estaba ahora más que sensible. Se encogió un poco por el repentino placer que nuevamente le invadía por dentro. Bernardo se sentó encima de la tapa cerrada del inodoro y atrajo hacia sí a la joven, que seguía de pié. Hizo un intento de levantarle la minifalda, pero la chica se lo impidió con un manotazo.

- Sheila: Ni se te ocurra, ¡cabrón!.

Ahora si que me has enfadado. Bernardo movió nuevamente la rueda del mando hasta casi el máximo de potencia. Sheila no pudo evitar dejar escapar un gemido, mientras dirigía la mano derecha a su intimidad. Ahora fue Bernardo, quien sujetándola fuertemente por el brazo, impidió el intento de la chica de sacarse el huevo.

- Bernardo: Cuanto más te resistas, peor será, pues no pararé el vibrador. Además, no querrás que cuente lo de los exámenes, ¿verdad?.

Sheila negaba con dificultad, pues el placer ya se estaba intensificando nuevamente en su vagina. Bernardo nuevamente la atrajo hacia sí. Agarró la minifalda vaquera con braguita incluida, y con un violento movimiento se la bajo hasta los tobillos. Luego la obligó a quitárselo del todo. La preciosa chica se había quedado completamente desnuda de cintura para abajo salvo por unas deportivas en los pies y solo tenía puesto su camiseta blanca. Bernardo agarrándola por las nalgas la obligó a acercarse a escasos cms de su cara. Se quedó contemplando la visión que quedaba a la altura de sus ojos.

- Bernardo: Fantástico, que preciosidad. No me equivocaba. Ya lo ví de refilón en el video que grabé en el vestuario el otro día (ver 3ª parte), pero tenerlo bien cerca es otra cosa. ¡Menudo coñito tienes!. Cumple todos los requisitos para que entres a mi servicio junto al resto de mis criadas.

Sheila que seguía luchando para intentar controlar el placer que se adueñaba de ella, le miraba con cara atónita.

- Bernardo: Sí, si. No me mires así. Tu chochito. Me voy a hacer con él. No es fácil encontrar algo así. Mis dos actuales criadas lo tienen similar, pero estoy pensando hacer en la casa alguna incorporación más.

Bernardo empezó a palparlo con la yema de los dedos. La chica estaba más que mojada, fruto del orgasmo que había experimentado hace unos minutos y de la excitación que nuevamente le provocaba la capsula vibratoria. Sentía a través del tacto la vibración del aparato que seguía dentro. Luego empezó a mover su largo y oscuro dedo índice de arriba abajo a lo largo de la rajita, semienterrándolo entre los carnosos y apretados labios mayores del chochito de Sheila.

- Bernardo: Te lo afeitas prácticamente todo, pero te dejas un minúsculo mechoncito pelirrojo en el pubis ¿eh?. No queda mal, pero en lo sucesivo te lo rasuraras completamente para mí. Lo quiero suave y sin un ápice de pelos. Ummm….que gordito, como Katerina y Sandra. No se si lo tienes hinchado por la excitación, por lo que tienes dentro, o si es que realmente lo tienes así. ¡Responde zorrita!.

Sheila respondía entre gemidos…

- Sheila: E-es así….oohh…ohh…

Bernardo iba introduciendo un poco más su dedo índice en la rajita a medida que lo movía. A veces, con la yema de su dedo llegaba a tocaba el vibrador ovalado que seguía incansable estimulando la vagina desde dentro. Sheila estaba a punto de correrse por segunda vez. Veía como aquel negro, feo y pervertido le manoseaba su parte más íntima. Pero a pesar de esa sensación de rechazo, no podía evitar que otra sensación; la de un inmenso placer, eclipsara a la primera.

- Bernardo: Bueno, bueno…No es plan que nos quedemos aquí mucho tiempo, ¿verdad?. En cualquier momento puede terminar una clase y entrar alguna compañera tuya a los aseos.

Súbitamente Bernardo se incorporó un poco, y se bajó de golpe y a la vez los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos. Tras lo cual se volvió a sentar. Sheila abrió los ojos de par en par, ante la visión de la enorme monstruosidad erecta que parecía que le apuntaba. Ya la había visto antes en el vestuario junto con el resto de animadoras (ver 3ª parte), pero aun ahora que la observaba por segunda vez, no dejaba de sorprenderle sus descomunales dimensiones.

- Bernardo: ¿Sabes?, en otras circunstancias te obligaría a que me hicieras una mamada, pero no hay tiempo. Así que ven. Siéntate preciosa. Que vas a tocar el cielo.

- Sheila: N-no por favor…ohh!....h-haré lo que quieras, pero eso no…ohh!...ohh!....

- Bernardo: Jajajajaja, pero es que verás; ahora mismo no quiero que hagas otra cosa…

- Sheila: Ohh!...p-pero…y eso que tengo dentro?....

- Bernardo: Déjalo ahí.

Bernardo por primera vez, puso el máximo en el mando a distancia. Ahora incluso visualmente desde fuera se podía apreciar la violenta vibración. Todo un espectáculo. Se quedó observando durante unos segundos como la vulva de la muchacha vibraba levemente y los carnosos labios mayores totalmente cerrados en su estado natural, ahora vibraban y temblaban entreabriéndose de vez en cuando.

- Sheila: Oohh!....Ohhhh!….Oohhh!.....

Sheila gemía como loca. Instintivamente volvió a intentar sacarse aquel aparato, pero Bernardo se lo impidió nuevamente sujetándole los antebrazos con sus fuertes manos. Aprovechando que la tenía bien agarrada, la forzó a sentarse sobre su miembro. A pesar de que el huevo vibrador ya había estimulado toda su vagina y estaba más que lubricada, el pene de Bernardo entraba muy poco a poco debido a su tamaño. Bernardo la sujetó fuertemente por la cintura, obligándola a terminar de sentarse e introducir de golpe todo lo que era capaz.

- Sheila: Ooooooooohhhh!.........

Sheila emitió un largo gemido mientras su chochito bajaba deslizándose entorno al larguísimo tallo oscuro de hinchadas venas, hasta sentirse totalmente llena. El enorme pene había empujado el huevo vibratorio hasta lo más profundo de su vagina. Por su parte, Bernardo notaba perfectamente como la punta negro-rojiza de su glande tocaba y empujaba el huevo vibrador. Al placer de entrar y deslizarse por las calurosas paredes vaginales del chochito de Sheila, se había unido un cosquilleo placentero en el cabezón de su miembro, cada vez que entraba en contacto con el huevo vibratorio. Soltó un jadeo de placer. Agarrando a la preciosa pelirroja por la cintura, empezó el ritual de subidas y bajadas. La manejaba a su antojo con sus fuertes brazos, subiéndola y bajándola más lento o más rápido cuando quería. La subió un poco la camisa para observar el vaivén de sus grandes y bonitos pechos desnudos, al ritmo de las penetraciones.

- Bernardo: Offf!..off!....que buena estas!...off!..off!!...a partir de ahora vas a entrar a mi servicio. Serás una de mis putitas…off!...off!!....te follaré y haré lo que quiera contigo cuando me plazca…offf!....tu chochito ya tiene dueño…off!...off!...

Sheila apenas oía las lascivas palabras de Bernardo. Hacia unos minutos que solo estaba concentrada en su placer. Cada bajada era más placentera que la anterior y no le quedaba mucho para correrse. No paraba de gemir y entre gemidos la única palabra inteligible que era capaz de pronunciar era cierto insulto…

- Sheila: Ooohh!....Ooohhh!...C-cabrón!....Ohhh!....Ohhhh!.....

La pobre muchacha no podía hacer nada para evitar gozar. Nada. Aquel negro maduro le estaba follando como nadie antes. Sentía como su sexo respondía y se acoplaba perfectamente al tamaño de su gigantesco intruso. Una perfecta comunión entre su chochito y aquel descomunal pene. Aunque seguía sintiendo el placer de la vibración en su interior, ahora el juguetito había quedado relegado a un segundo lugar. Estaba inmersa en el mar de sensaciones y basto placer con la que aquella gigantesca polla castigaba a su sexo.

Bernardo observaba como a la chica le quedaba poco para correrse. Se deleitaba contemplando las diversas caras de placer que ponía la muchacha. Cada vez que bajaba sobre su polla, la muchacha entreabría sensualmente la boca soltando un sonoro gemido. Amarrándola fuertemente por la cintura empezó a marcar un ritmo frenético de subidas y bajadas. Siguió así un rato, tras lo cual empezó a obligarla a quedase más tiempo abajo, con su polla metida hasta el fondo moviéndola en círculos y presionando el huevo vibrador. El placer para ambos llegados a este punto era inmenso. En una de las bajadas, quizá la más violenta, Bernardo la forzó a quedarse abajo y con su miembro llenándola entera, intentó presionar aun más si cabe el huevo que hacía tope. Era el momento. Sheila ya no pudo aguantar más. Se dejó ir. Abrió la boca y soltó un gemido largo y sonoro mientras echaba la cabeza hacia atrás sacudiendo su larga melena rojiza. Tenía la cara desencajada por el placer, los ojos entreabiertos y en blanco. Un orgasmo violento y salvaje se concentró en su pobre chochito, para luego extenderse al resto de su cuerpo. El mayor placer que había sentido en su vida. Su sexo se contraía con violentos espasmos entorno a la descomunal polla negra y al huevo vibrador, apretando ambos rítmicamente.

Llegados a este punto Bernardo tampoco se pudo controlar, y una vez empezó a sentir las primeras contracciones de la hermosa chica alrededor de su miembro, se corrió violentamente mientras no dejaba de presionar el fondo de la vagina con el cabezón de su polla. Tras unos instantes, ambos se quedaron así, unidos por sus sexos y exhaustos. La joven apoyaba su cabeza en un hombro de Bernardo mientras recobraba el aliento y se recuperaba. No podían estar allí mucho tiempo y Bernardo lo sabía. La volvió a sujetar por la cintura por última vez, pero esta vez para subirla y desligar su sexo. Al sacar su miembro, el semen salió en caudalosos regueros resbalando por los desnudos muslos de Sheila. De repente, y sin previo aviso, salió disparado el huevo vibrador, golpeando fuertemente el suelo. Estaba impregnado de una mezcla viscosa de fluidos y semen. En los últimos minutos se habían olvidado de él. Era increíble, aun seguía vibrando infatigable a máxima potencia. Bernardo lo apagó poniendo a cero el mando, y lo recogió del suelo.

Se puso los pantalones deprisa, ya que le pareció oír algún ruido de gente y eso significaba que había acabado alguna clase y en cualquier momento les podrían sorprender en el baño de chicas. Dejó a Sheila sentada en el inodoro, pues la chica aun era incapaz de vestirse, tal y como estaba.

- Bernardo: Cuando te recuperes un poco y te vistas, lee esta nota que te voy a dejar. Es la dirección de mi mansión. Te doy de plazo esta semana para que hagas las maletas y entres a mi servicio. Invéntate algo, dile a tu compañera de piso que vas a vivir con un tío lejano que te ha ofrecido su casa. A tu familia no le digas nada, que piensen que sigues en la residencia de chicas de la facultad. Ah!, y no te preocupes, dejaré que sigas asistiendo a las clases. Seguiremos como compañeros de pupitre como si nada pasase entre nosotros. Una vez terminadas las clases ya te diré cuales son tus tareas diarias en la casa. Además, ganarás mucho dinero por ello. Ya conocerás a los que van a ser tus compañeros y compañeras en la casa. Seguro que congeniareis muy bien. Adiós…

Bernardo cerró la puerta tras de sí y salió con premura fuera de los baños, rumbo a su casa.

 

 

Capítulo III

 

 

Mientras todo eso pasaba, en la mansión de Bernardo iban sucediendo nuevos acontecimientos. Vicente, el maduro mayordomo, acababa de entrar a limpiar la habitación de ordenadores y monitores del amo. Cada vez que lo hacía, se quedaba largo tiempo observando lo que ocurría en las habitaciones de la casa. Desde los monitores se controlaban todas las cámaras que ocultas estaban esparcidas por la casa. (Ver parte III). Se percató que Katerina estaba haciendo la comida en la cocina, pero en cuanto se fijó en el monitor vinculado con la cámara de la habitación de Sandra, se detuvo y dejó de mirar el resto. Activó el sonido. En la imagen aparecían Sandra y el enano Ben. Este último, con una cámara de fotos en mano, estaba sacando fotos sin parar a la bellísima criada. La joven estaba posando semi-desnuda. Tenía el torso completamente desnudo, mostrando sus bonitos pechos, y lo único que llevaba era una especie de raro tanga. Vicente se fijó bien, no es que fuese raro, lo que pasaba es que al parecer la chica se lo había puesto al revés. La fina tela de la parte trasera del tanga se metía y desaparecía entre los bonitos labios del sexo afeitado de Sandra. El minúsculo triangulo de tela elástica cambiado de ubicación, apenas cubría nada. Su sexo quedaba prácticamente a la vista en su totalidad. Vicente puso atención, pues mientras las fotos se sucedían sin parar, ambos estaban inmersos en una conversación.

- Sandra: Ben, me ha dicho Kat que…bueno, que tienes una cosa que la vuelve loquita…

Mientras Sandra hablaba, no dejaba de adoptar distintas poses insinuantes, sacudiendo su larga melena oscura.

- Big Ben: ¿Una cosa?. Explícate Sandra…

Sandra hablaba a trompicones, al parecer le daba vergüenza explicar claramente lo que quería decir.

- Sandra: Ya sabes a lo que me refiero…a cierta cosa enorme y gruesa que tienes entre tus pequeñas piernas…Tengo curiosidad, ella no deja de hacerme comentarios, sabes? . Me pregunto si tu y yo…Bueno quiero decir…a mi no me gustas, pero tengo curiosidad de probar eso…ya me entiendes.

- Big Ben: Nada me gustaría más, créeme. Me encantaría que ese chochito tan bonito que estoy fotografiando conozca a mi campeón, pero no puedo. Tu amo me lo ha prohibido. Solo me deja fotografiarte.

- Sandra: Pero no tiene porqué enterarse si no le decimos nada, además, ahora está en la facultad. Últimamente le ha dado por estudiar y me pide poco los "servicios especiales".

- Big Ben: No me la juego. Bernardo es muy listo. ¿Quien te dice que no nos descubriría?. Puede que hasta haya cámaras en la casa. No me arriesgo, perdería su confianza en mí y no me dejaría estar más en la casa, ni disfrutar de Katerina nunca más.

"Muy agudo" pensó Vicente desde la sala de monitores mientras esbozaba una ligera sonrisa. "Muy agudo".

- Big Ben: Ahora acabemos la sesión de fotos, anda. Quítate el tanga, que quiero sacar primeros planos sin nada de ropa. Luego coge el chupa-chups que te he dejado encima de la cama e introdúcelo, dejando a la vista solo el palito. Pon cara de niña mala, así….

Sandrá obedeció a regañadientes tras la negativa del enano de complacer su morbo. Empezó a hacer poses sugerentes chupando el chupa chups con cara inocente e introduciéndolo en su sexo.

De repente sonó el teléfono en la casa. Vicente, como encargado de atender las llamadas, descolgó el celular que siempre llevaba encima. Era la madre de Sandra, "sandrita" como la llamaba. De vez en cuando llamaba para ver como estaba su hija, pues sabía de las prácticas de la casa y nunca había dejado de estar preocupada desde que su hija entró a trabajar, a pesar de que esta última le decía que estaba encantada. (ver parte I). Vicente salió de la sala de mandos y se dirigió a la habitación de Sandra. Al llegar a la altura de la puerta de la chica, se abrió súbitamente. Ben salía con todos los bártulos de fotografía, que ocupaban más que él.

- Vicente: Tengo una llamada para Sandra, ¿está en la habitación?.

- Big Ben: Si, acaba de entrar al baño. Yo ya he terminado la sesión de fotos que le estaba haciendo.

Vicente entró en la habitación de la criada y se dirigió hacia la puerta del baño. Tocó la puerta un par de veces.

- Vicente: Señorita Sandra, tiene una llamada de su madre.

- Sandra: Gracias Vicente, pase y déme el teléfono.

Vicente abrió la puerta del baño. No se esperaba contemplar la escena que testaba teniendo lugar ante sus ojos. La hermosa joven estaba totalmente desnuda, sentada sobre la tapa del inodoro y reclinada un poco hacia atrás. Tenía sus largas piernas separadas y agarrando el palo del chupa-chups con su mano derecha, estaba metiendo y sacando continuamente la esfera de caramelo en su sexo. Vicente se quedó paralizado sin poder reaccionar. Al ver que se quedaba como pasmado, Sandra le quitó rápidamente el teléfono con su mano libre.

- Sandra: Hola mamá. En un minuto te llamo, ¿ok?. Ahora estoy ocupada.

Apagó el teléfono y acto seguido dirigió una profunda mirada con sus grandes ojos verdes a Vicente.

- Sandra: Te gusta lo que ves, ¿verdad?. Me he dado cuenta que te gusta mirar desde que llegaste a la casa. La sesión de fotos que acabo de hacer me ha puesto a tono…si quieres te dejo que me toques un poquito…mmm?

- Vicente: Pe-pero ya sabe que una de las cosas que tengo prohibidas es toquetear a las criadas. Fue una de las condiciones que me puso el señor, antes de entrar a trabajar a la casa.

- Sandra: ¡No se que demonios pasa en esta casa!. ¡A todo el mundo le está prohibido algo o qué!.

Parecía cabreada. No obstante, repentinamente cambió de cara y adoptó una sonrisa de niña pilla.

- Sandra: Se me ocurre algo.... Te diré lo que vas a hacer. Vas a sujetar el palito del chupa-chups y vas a seguir lo que estoy haciendo ahora. Físicamente no me vas a tocar…

- Vicente: No se yo señorita Sandra…

- Sandra: Vamos hombre, llevas deseando algo así desde que has entrado en la casa, o ahora o nunca. No hagas que me arrepienta. Además, ese bulto que se te ha puesto en el pantalón delata que lo deseas…Aun te funciona el amiguito a pesar de la edad ¿eh?, ¿cuántos años tenías?, ¿setenta?.

Vicente se había puesto como un tomate. Estaba excitadísimo, se armó de valor y poniéndose de rodillas empezó a introducir y sacar el chupa-chups en el bonito chochito de Sandra.

- Sandra: Mmmm….que gustito….Así, de vez en cuando gira el palito….oohh…ohhh…eso es….

Vicente estaba excitadísimo, notaba que su miembro erecto golpeaba la tela de su bragueta queriendo escapar de su prisión. Empezó a aumentar la velocidad del mete-saca del chupa-chups .

- Sandra: Oooh!...Oooh!....que bien señor Vicente….Oooh!...

El mayordomo observaba que la muchacha respiraba agitadamente mientras entrecerraba sus ojos y echaba la ondulada melena negra hacia atrás. Sus firmes pechos se movían al son de la respiración. Sentirse el causante de los gemidos de la hermosísima muchacha le volvía loco. Empezó a variar los movimientos del chupa-chups: introduciéndolo y sacándolo rápidamente, resbalando la bola de caramelo de arriba abajo por la rajita que formaban los turgentes labios mayores del sexo rasurado de la joven, o presionando y moviéndolo en círculos sobre el clítoris. El color rosado del caramelo se había extendido por los alrededores de la vagina de la chica a medida que se iba deshaciendo.

- Sandra: Así…Así…Ohhhh…Oohhh…..m-me voy a c-correr…Ooohhh…..

De repente Sandra se corrió. Se echó súbitamente hacia atrás y mirando al techo del baño empezó a gemir fuertemente, mientras su vagina aprisionaba fuertemente la bola de caramelo. En ese instante, Vicente paró. Se separó un poco del inodoro y observó maravillado cómo el palo del chupa chups se movía y temblaba, sin que nadie le tocara, como consecuencia de las contracciones involuntarias del chochito de la chica. Los espasmos sacudían todo su cuerpo. Tras unos instantes de recuperación, en los que Sandra calmó su respiración, la joven agarró el palo con la mano, y se sacó el chupa-chups. En ese instante ocurrió algo inesperado. Al sacar la bola de caramelo de dentro, de su vagina salió un anillo de oro. Sandra lo recogió del suelo mientras Vicente miraba atónito.

- Sandra: Vicente…puedes irte ya. Muchas gracias por todo, ahora mismo llamo a mi madre. En lo sucesivo puede que repitamos algo similar….me ha gustado mucho.

Vicente aun estaba rojo como un tomate. Levantándose de suelo, pues aun seguía de rodillas, abandonó el baño de la habitación de Sandra. Tenía los pantalones mojados…

 

 

Capítulo IV

 

Bernardo había llegado a la consulta de Yumi, previamente por la mañana había concertado cita. Cuando entró en la sala de espera había dos señoras de avanzada edad esperando sentadas. Bernardo tomó asiento. Al poco tiempo, de la habitación contigua salió un joven con una pierna vendada y muletas, que tras despedirse de todos salió de la consulta. La puerta de la sala de masajes se volvió a abrir, pero esta vez quien apareció fue Yumi, vestida con una bata blanca y una agenda en la mano. Cuando vio a Bernardo en su oficina se quedó paralizada. Le reconoció al instante del gimnasio de la universidad. Por un breve instante le vino a la memoria la conversación sobre él, que sus compañeras animadoras y ella tuvieron hace poco en el vestuario de chicas. También recordó lo que pasó en ese mismo vestuario un día después…

- Yumi: Sr. Bernardo?

Bernardo asintió con la cabeza esbozando una sonrisa.

- Yumi: Ha llegado un poco tarde, mientras le esperaba he pasado a la sala de masajes al chico que iba detrás suyo y acaba de salir. Pero bueno, pase conmigo.

Yumi se dirigió con un ademán a las dos mujeres que seguían esperando sentadas.

- Yumi: Luego va Ud. María y por último Julia.

Una vez dentro de la sala de masajes, Yumi formuló a Bernardo la pregunta obligada.

- Yumi: Y bien Sr. Bernardo, ¿qué molestias sufre?.

Bernardo respondió con una cara de circunstancia bien aprendida.

- Bernardo: Pues verá, desde hace dos días, siento una molestia constante a media espalda. También noto un tirón en la ingle, quizá de algún esfuerzo en el gimnasio.

- Yumi: Muy bien, veamos que se puede hacer. Quédese en ropa interior y túmbese boca abajo en la camilla. Mientras, voy a por aceite y bálsamo para el masaje.

Cuando Yumi volvió a entrar en la sala, Bernardo ya estaba boca abajo tendido en la camilla. Únicamente llevaba puestos unos slips blancos y unos calcetines del mismo color que contrastaban con su piel oscura. Yumi esparció un poco de aceite y empezó sus masajes con lentos movimientos a lo largo de su espalda. De vez en cuando presionaba con fuerza en las zonas donde consideraba que pudiera haber dolor. Bernardo estaba disfrutando muchísimo el masaje, hacía mucho que no le daban uno profesional y sus dos criadas actuales no sabían darlo a ese nivel. Tras unos minutos, Yumi paró.

- Yumi: Muy bien Sr. Bernardo, vamos a ver que le pasa a esa ingle de la que también se queja. Dese la vuelta.

Bernardo obedeció, y se giró sobre la camilla. A pesar de que Yumi trató de desviar la mirada, no pudo evitar observar el gigantesco bulto que formaba el slip de Bernardo. Parecía que iba a reventar. Aquel hombre debía poseer algo realmente desmesurado entre las piernas. Una vez más, le vino a la mente lo sucedido recientemente en el vestuario de chicas.

- Yumi: Es la ingle izquierda o la derecha?

- Bernardo: La derecha

Bernardo respondió con tono quejumbroso siguiendo su pantomima. Yumi comenzó a frotar su mano sobre la ingle, teniendo especial cuidado de no rozar la abultada superficie del slip. Sin embargo, al tener Bernardo las piernas juntas, no podía dar el masaje con facilidad.

- Yumi: Sr. Bernardo, separe un poco las piernas, por favor.

En ese instante y mientras Bernardo abría un poco sus extremidades, sucedió lo inevitable. El enorme inquilino aprisionado en los slips, salió súbitamente por un lateral, mostrándose en todo su esplendor.

Yumi se puso roja como un tomate, fruto de la sorpresa. Solo le salió decir un escueto: "! Vaya!...!Perdone!." En ese instante la chica confirmó sus sospechas y las de sus compañeras animadoras, el miembro negro del vestuario pertenecía al compañero de pupitre de Sheila y a ningún otro. Le reconoció al instante, era inconfundible por su forma, dimensiones, y aquel glande rojizo que contrastaba con el resto del tallo oscuro.

- Bernardo: No se preocupe ni se avergüence, ya me colocaré bien los slips cuando acabe. ¿Se siente incómoda?.

- Yumi: No, no, no….

Yumi continuó. Ahora si que le resultaba inevitable rozar "aquello" cuando pasaba sus manos. Y cuando así lo hacía, aquella anaconda negra, latía y crecía cada vez un poco más. Yumi no podía explicarlo, pero a pesar de su vergüenza, sus manos buscaban cada vez más el roce accidentado con aquel descomunal apéndice, mientras seguía masajeando la ingle. Hasta que disimuladamente al realizar una pasada cercana, su mano resbaló con el aceite, no pudiendo evitar envolver el miembro de Bernardo con su dedo índice y pulgar. Llegados a este punto, Bernardo hizo un comentario que provocó que Yumi se parase en seco.

- Bernardo: ¿Te gustaría volver a tocarla, verdad Yumi?

- Yumi: ¿C-cómo?....

- Bernardo: Sé lo que pasó en el vestuario de chicas. Ningunas otras manos que no fueran las tuyas podían haberme masturbado de aquella forma hace unos días. Repítelo. Te pagaré el doble por la consulta. Además, se que aquel día disfrutaste haciéndomelo, así que no creo que sea un problema que lo repitas.

Yumi no podía mirarle a los ojos de la vergüenza. No era lo mismo hacerlo con una pared de por medio quedando en el anonimato, que hacerlo cara a cara. Sin saber porqué algo le impulsó a hacerlo. Su mano agarró con fuerza el tallo del pene de Bernardo y empezó a masturbarle lentamente. Su mano aceitosa resbalaba de arriba abajo sobre la larguísima superficie de aquella poderosa polla de ébano. Poco a poco iba cambiando de ritmo y aplicando la misma técnica que el día del vestuario. Notaba como el pene de Bernardo latía de placer entorno a sus dedos, como si tuviera vida propia. Era una visión excitante ver las dimensiones de aquella cosa oscura entre sus manos, brillando impregnada en aceite. Yumi no se podía creer lo que estaba haciendo.

- Bernardo: Así…así…Tienes unas manos mágicas sabes?. De todas formas, no he venido aquí a que me des masajes…he venido a devolverte el favor que me hiciste en el vestuario de chicas.

- Yumi: ¿…?

- Bernardo: Lo que oyes. Respondió Bernardo con tono dominante. Ahora vas a quedarte en braguitas y te vas a tumbar boca arriba en la camilla. Yo también soy bueno dando "determinados" masajes, ¿sabes?.

- Yumi: ¡Pero que dice! ¡No pienso hacer eso!.

- Bernardo: ¡Uy!...si que lo vas a hacer. Lo creas o no, tengo grabado en video lo que hiciste en el vestuario de chicas. No querrás que lo difunda anónimamente por la universidad, ¿verdad?.

- Yumi: ¡Eso es mentira!

- Bernardo: - Ah si?, y cómo explicas que por ejemplo sepa que la que se animó contigo tiene un piercing y llevaba puesta una camisa roja?...

Yumi enmudeció.

- Bernardo: Como vamos a tardar un poco, sal ahí fuera e invéntate algo para que las dos viejas que esperan no se impacienten.

Eso hizo. Yumi les comentó a las dos señoras que Bernardo era otro masajista y se pasaba de vez en cuando por la consulta para darle a ella masajes. Ya que a menudo los propios masajistas se resienten de darlos continuamente y de vez en cuando necesitan de otros profesionales para aliviar sus molestias. (Excusa que a la vez resultaba cierta).

Nuevamente dentro, Yumi comenzó a quitarse la ropa. Estaba roja como un tomate fruto de la vergüenza. Se quedó vestida con unas braguitas blancas de encaje y se tumbó boca arriba en la camilla. Bernardo que ya había impregnado sus manos con aceite, empezó a masajear los pequeños pechos de Yumi suavemente. Sus manos resbalaban acariciando la delicada piel de la joven. Yumi miraba al techo, como si la cosa no fuera con ella. Estaba muerta de vergüenza. Bernardo pasó a acariciar su cintura y poco después la cara interna de los muslos. Pero al igual que con los pechos, no se detuvo mucho. Su mirada e interés estaba en el abultado monte de Venus que tapaba aquellas bragas blancas.

- Bernardo: Vaya, vaya. Al final va a resultar que somos tal para cual eh?. Seguro que la cara de sorpresa que pusiste al ver el bulto de mi slip es similar a la que tengo yo ahora al ver tu abultado montecito. ¿Sabes?, si estoy aquí ahora es precisamente por ese tesoro que tienes entre las piernas. Me fijé el otro día cuando te duchabas en los baños, la calidad de la imagen no era muy buena, pero se veía lo suficiente.

Bernardo echó un chorro de aceite sobre las braguitas de Yumi, y acto seguido empezó a pasar sus dedos por encima. La fina tela absorbió rápidamente el aceite haciendo que se transparentase bastante. Bernardo remarcó con su dedo índice la rajita de Yumi a través de la tela, formando un "cameltoe" espectacular. La joven estaba ruborizada, pero lo que realmente le desconcertaba era que se estaba poniendo muy excitada con aquella situación.

- Bernardo: No me equivocaba sabes?, muy rara vez se encuentra un chochito como el tuyo, y cuando se encuentra uno así , no hay que dejarlo escapar. Mis dos actuales criadas poseen un regalo similar al tuyo y ahora esos chochitos me pertenecen. Soy un "recolector sibarita de coños", jajajaja…y me quedo con los más bonitos.

Tras seguir un rato palpando y magreando a través de la tela, Bernardo empezó a quitarle las bragas, deleitándose con la visión que poco a poco iba descubriéndose ante si.

- Bernardo: Si señora!. Matrícula de honor. Tal y como había visto en el video. Muy turgente y gordito, sin que se vean los labios menores y formando una rajita preciosa. ¡Y encima te lo rasuras entero!, ¡cómo a mí me gusta!. Tienes una joya, pequeña, de la que yo me voy a encargar.

Bernardo empezó a acariciar con sus manos aceitosas la suave piel del sexo de Yumi, ya sin tela de por medio. Yumi dio un respingo al notar directamente el contacto sobre su piel de los dedos de Bernardo. Presionando un poco con la yema de los dedos, Bernardo la estimulaba con movimientos circulares. A pesar de que trataba de evitarlo a toda costa, Yumi no pudo evitar que se le escapara un leve gemido. Bernardo se percató de ello y esbozando una sonrisa lasciva aumentó la intensidad del tocamiento. Tras un rato y sin previo aviso, empezó a introducir su oscuro y largo dedo corazón en la vagina de la joven. No encontró resistencia, entre el aceite y posiblemente la excitación de la chica, estaba mas que lubricada. Yumi se sobresaltó un poco y emitió un quejido.

- Bernardo: Relájate, pequeña…que vas a disfrutar

Bernardo empezó a moverlo por dentro, mientras la yema de su pulgar presionaba su clítoris estimulándolo. Su mano izquierda a su vez se entretenía sobando alternativamente los pechos de Yumi. La joven empezó a emitir leves gemidos con aquel tono agudo, propio de su raza. No podía disimularlos. Bernardo introdujo su dedo índice por el camino que ya había abierto previamente su vecino corazón y empezó a agitar ambos dentro, mientras el pulgar seguía incansable ejerciendo su función. Aumentó el ritmo. Yumi respiraba agitadamente y emitía gemidos y quejidos agudos , cada vez más abundantes.

- Bernardo: Bueno pequeña, esto solo ha comenzado, es hora de que tu chochito conozca a mi gran amigo y disfrute como nunca antes en su vida.

Bernardo, agarrando a Yumi por la cara externa de sus muslos, la obligó a situar sus nalgas al borde de la camilla.

- Yumi: Por favor….es enorme…no lo haga….

No atendía a razones. Tras frotar unos segundos el enorme cabezón negro-rojizo del glande arriba y abajo entre los carnosos labios mayores del sexo de Yumi, empezó a introducirlo poco a poco.

- Yumi: Ay! Auu!....despacio…..duele.

Mientras tanto en la sala de espera:

- Señora: Pobrecilla Yumi, si que debía tener mal la espalda. Mira como se queja.

- Señora 2: Ya le digo. La pobre necesita masajes tanto o más que nosotras.

Bernardo aun solo había introducido el glande y un poco del tallo. Hacia movimientos lentos de entradas y salidas sin intentar de momento introducir más.

- Yumi: Au!...Au!!....Au!.....

Yumi sentía que aquello era demasiado grande, aunque poco a poco su chochito se iba acostumbrando al enorme tamaño de su gigantesco visitante.

- Bernardo: Ufff….que gusto zorrita. Que estrecha eres, como me aprietas!....Ufff…..

Tras un rato Bernardo decidió introducir un poco mas, haciendo las penetraciones algo más profundas. Seguía entrando y saliendo con lentitud, deleitándose con la visión de su enorme polla negra de gruesas venas entrando y saliendo del gordito chochito de Yumi.

- Yumi: Ahhh!...Auhhh……Ahhh!......

Poco a poco las sensaciones dolorosas de Yumi, se iban transformando en placer. Notaba como su rajita palpitaba en torno a aquel gigantesco apéndice. Sus quejidos ya no se sabia si eran de dolor o placer…

- Bernardo: Que precioso chochito tienes….ufff…uff….Ya basta de delicadezas, le voy a dar lo que necesita. Bernardo, de un brusco empujón, introdujo su pene todo lo que pudo, hasta tocar fondo. Aun parte le quedaba fuera. Luego empezó una serie de entradas y salidas, rápidas y profundas.

- Yumi: Auuuuu!!!!....Ooohhh!....Ohhhh!....Ohhhh…..

Yumi sentía como su sexo se contraía de placer en torno al ariete oscuro que la taladraba. No había visto reaccionar a su chochito de aquella forma hasta ahora, quizá debido a que nunca antes había conocido un visitante de semejantes dimensiones. Empezó a gemir sin poder remediarlo, con esa vocecita aguda y aniñada tan característica de las chicas orientales.

- Bernardo: Uff!...Uff!...te gusta eh? putita?. Hace cientos de años japonesitas como tu se tenían que conformar con los ridículos penes de sus congéneres. Que desperdicio para coñitos como el tuyo, sin sacarles el máximo partido. Viva las comunicaciones de ahora!, jajaja. Uff!...Ufff!...te voy a volver loquita…

- Yumi: Ohhh!!....Atashi no manko!...Kurochin kimochi ii …motto!...motto!…ooohh!...ohhhh!!. (Ohhh!!...mi chocho!...Me encanta tu polla negra!...no pares!....no pares!...ooohh!...ohhhh!!.).

- Bernardo: Vaya!, al igual que Katerina te sale la lengua materna cuando te pones a mil eh?. Al parecer no solo os parecéis en el chochito, jajajaja!. No tengo ni puta idea de lo que dices, ya le diré a Ben, que estuvo en Japón mucho tiempo, que lo descifre. Te voy a hacer correr como nunca antes…ufff!...ufff!.....

Bernardo estaba marcando un ritmo duro de entradas y salidas, sentía como las paredes vaginales del sexo de Yumi, le oprimían con fuerza. Estaba al borde, a punto de correrse, no obstante antes de eso quería provocar a la joven a un orgasmo que nunca olvidaría.

- Bernardo: Así…así….después de esto, tu rajita se va a poner muy malita suplicando que le des mas de mi medicina, jajajaja. Uff….Ufff!....como me gusta taladrar chochitos como el tuyo….Uff….que gusto putita….

Yumi gemía como loca, lo había hecho con otros chicos antes, pero jamás se imagino que podría sentir tanto placer. La gigantesca polla negra de aquel negro, maduro y pervertido, la llenaba por competo. Sentía como se movía por dentro y entraba y salía salvajemente como si tuviera vida propia. Su chochito se contraía y retorcía de placer involuntariamente en torno a aquel enorme visitante. Los sonidos de la sala se entrelazaban como si de una canción de placer se tratara. Al ritmo de fondo que marcaban los húmedos golpeteos del miembro de Bernardo contra el chochito de Yumi, se unían los incontrolados gemidos de la joven. De repente, Bernardo sintió que se iba, cuando todavía no era el momento. Paró en seco para evitarlo, sacando su polla de dentro. Sin perder el tiempo y mientras se recuperaba un poco para seguir, agachó su cabeza posicionándola entre los muslos de Yumi y súbitamente empezó a lamer la rajita de la joven de arriba abajo, con rapidez. Su lengua se escondía y serpenteaba entre los gruesos labios mayores del sexo rasurado de la chica.

- Yumi: Ohhh….nameru!.....Ohhhh!.....Tanomu…....Ohh…Ohh…(Ohhh…láme!...Ohhhh!....Por favor….Ohh…Ohh…).

A la joven le desconcertó ese cambio, pero lejos de disgustarle le proporcionó una nueva sensación. Ahora su clítoris, que a estas alturas ya estaba hinchado de placer, adquirió el protagonismo. En una de las pasadas de lengua de abajo a arriba, Bernardo se detuvo un momento en esa parte, presionándolo con su lengua y moviéndola en círculos. Observó como el chochito de la joven empezaba a palpitar y temblar, extendiendo esa sensación al resto del cuerpo de Yumi. Se iba a correr, no cabía la menor duda. Había conducido al chochito de la joven hasta donde el quería, a punto de caramelo. Rápidamente dejó de lamer e incorporándose de nuevo, introdujo violentamente su monstruosa polla en el precioso chochito rasurado de la joven. No hizo falta más que esa primera y profunda envestida para que la pobre chica se corriese de una manera fulminante.

- Yumi: kimochi!! ohh ohhh oooohh!.....!iku iku!!.....Ooooohhhhhh!..........(Que gusto!! ohh ohhh oooohh!.....!me corro! ¡me corro!.....Ooooohhhhhh!..........)

Yumi gemia escandalosamente. La pobre chica sentía como el inmenso placer que se concentraba en su sexo se extendía como una ola al resto de su cuerpo. Su coñito se retorcía de gusto en violentas contracciones, apretando rítmicamente el gigantesco ariete, que lejos de parar seguía castigándolo con profundas incursiones. Bernardo sonreía lascivamente mientras observaba como la japonesa abría la boca con una mueca de inmenso placer mientras por ella se escapaban sonoros y agudos gemidos. Estaba acostumbrado a provocar ese tipo de desenlaces a las chicas que se follaba, no obstante, siempre disfrutaba de estos momentos como si fueran los primeros. Cada chica reaccionaba al orgasmo de una manera distinta. A pesar de que notaba las fuertes contracciones vaginales entorno a su polla mientras la joven se corría, Bernardo no había dado tregua y seguía marcando su furioso ritmo de acometidas buscando ya sin miedo correrse. De repente le vino, sacó rápidamente su polla y se corrió violentamente sobre el cuerpo desnudo de la muchacha. Las primeras eyaculaciones llegaron hasta el cuello y la cara de Yumi, el resto iban manchando de semen sus pechos y su vientre. Ahí estaba Yumi, tendida en la camilla, boca arriba, totalmente desnuda y llena de leche. Recuperándose e intentando normalizar su agitada respiración. Bernardo no esperó mucho. Mientras la chica iba volviendo en sí, se vistió y dejó una nota sobre el cuerpo de la chica.

- Bernardo: Ya no va a hacer falta que des masajes para pagar tus estudios y el alquiler de este apartamento. Vas a trabajar en mi casa. Te pagaré un sueldo más que aceptable por tus servicios. Te podrás seguir pagando los estudios y aun así te sobrará gran parte para tus caprichos. Te adelanto que no estarás sola. Además, a una criada que va a empezar en breve como tú, ya la conoces. En esa nota tienes mi dirección, te espero antes de que acabe la semana, si no te veo aparecer ya sabes que video voy a difundir.

Bernardo cerró la puerta dejando a Yumi tendida en la camilla. Luego, mientras salía por la salita de espera, dirigió un comentario a las dos señoras que estaban esperando entre impacientes y asustadas.

- Bernardo: Yumi tiene la espalda fatal. Le he dado un masaje y parece que el dolor se le ha calmado un poco.

- Señora: - Pobrecita, ya la hemos oído gritar…debe estar fatal.

- Bernardo: Pues si. Es lo que tiene dar masajes, al final el que los da acaba también fastidiado. Le he recomendado que deje de darlos de momento, pues es ella la que los necesita. Me temo que tendré que darle unas cuantas sesiones más para ver si mejora.

- Señoras: Claro, claro…

Bernardo salió de la consulta. Tras unos minutos, se abrió la sala de masajes y Yumi, envuelta en un albornoz blanco apareció en la sala de espera. Las dos señoras se fijaron bien. Estaba como agotada y andaba despacio, como con dificultad. Un llamativo rubor cubría su rostro.

- Yumi: Señoras…me temo que hoy no podré darles masajes, mi…espalda está aún muy sensible de los masajes que me acaban de dar. Creo que por un tiempo cerraré la consulta hasta que me recupere del todo.

Capítulo V

 

 

Despacho del Rector de la universidad, dos días después. Bernardo se encontraba hablando con el grueso señor que dirigía la universidad. La noche anterior había estado hablando con Ben, y se le había ocurrido una idea.

- Rector: Y bien Sr. Bernardo, ¿a qué se debe su visita?. Antes de nada quiero decirle que puede estar tranquilo. Me gustó mucho el regalito mediante el cual pedía disculpas y devolvía las llaves del vestuario de chicas. No obstante, para que siga guardando el secreto, creo que Sandra tendrá que venir a mi despacho algún que otro rato más.

- Bernardo: Se equivoca. No vendrá más. Y no solo no vendrá, sino que a partir de ahora usted va a hacer lo que yo le diga.

- Rector: ¿Cómo?.

- Bernardo: Lo que oye. No solo tengo grabado lo sucedido en este despacho entre Sandra y usted, que estoy seguro de que a su mujer no le gustaría ver. Sino que ayer Sandra me entregó esto. Seguro que la ha echado de menos.

Bernardo abrió la palma de la mano enseñando la alianza de oro.

- Bernardo: No hace falta ser muy listo para saber donde lo había perdido. Querrá que se lo devuelva ¿verdad?.

- Rector: Es usted un sinverguenza. ¿Qué demonios es lo que quiere?.

- Bernardo: No se apure hombre. Solo quiero pequeñas cosas. Para empezar, quiero poner cámaras ocultas en todos los vestuarios de chicas de la universidad. También quiero que todas las animadoras, ya sean de futbol, baloncesto, o el deporte que sea, se pongan este nuevo uniforme.

Bernardo le enseñó un fino short de lycra elástico, totalmente blanco salvo por un par de rayas rojas situadas a ambos lados y un top rojo del mismo material. Bernardo los había solicitado días atrás a una empresa especializada en ese tipo de ropa. Tanto el short como el top eran de tallas minúsculas, sobre todo el short, que era excesivamente corto de tiro. Esa forma estaba hecha aposta, puesto que la chica al ponérselo tendría que tirar del elástico hacia arriba para taparse, y eso ocasionaría que se marcase cierta parte de su cuerpo. Tal era la finalidad de la provocativa prenda.

- Bernardo: No ponga esa cara, visualmente todos van a agradecer el cambio. Aquella que se niegue, la amenazará con ser expulsada del equipo de animadoras.

- Rector: Está enfermo, pero está bien. Haré lo que me pide. Ahora déme el anillo, antes de que mi mujer se dé cuenta que no lo tengo y lo he perdido.

- Bernardo: Pobre mujer, si supiera las marranadas que hizo su maridito hace unos días en su despacho con cierta jovencita de ojos verdes que bien pudiera ser su hija…

- Rector: Por favor, no le muestre lo que grabó en este despacho. Que quede entre nosotros lo sucedido. Ahora deme ese anillo. Haré lo que me pide, le doy mi palabra.

Bernardo le entregó la alianza. Con el Rector a su merced, iba a disfrutar mucho en esa universidad.

 

 

 

 

 

¿Qué pasará en la casa ahora que va a haber cuatro hermosísimas criadas?. ¿Qué seguirá pasando en la universidad?. ¿Qué ocurrirá con y tras la operación de Gina?. Continuará.

 

 

FIN