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Las Jovencitas Criadas de Bernardo (6)

en Interracial

LAS JOVENES CRIADAS DE BERNARDO (6ª parte)

Resumen

Breve resumen del relato precedente: "Las Jóvenes Criadas de Bernardo (5ª parte)":

Carol se somete a la operación para mejorar el aspecto de su vulva y superar sus complejos. Posteriormente no respeta el tiempo sin mantener relaciones sexuales propuesto por el doctor y termina haciéndolo con Berto, un chico retrasado al que da clases. Por otro lado, el resto de chicas de la casa (Kat, Sandra, Yumi y Sheila) se van conociendo. El enano Ben inicia sus sesiones de fotos para la web de "cameltoes" que está preparando, y Bernardo por su parte convence al Rector de la Universidad para que las animadoras usen una determinada indumentaria. Yumi se despierta debido al ruido que meten Kat y Ben follando a escondidas, y es precisamente en ese punto donde continúa la historia…

Capítulo I

Tanto Ben como Katerina se percataron de que habían despertado a Sandra y pararon en seco su ritual copulatorio. El enano pronunció entre susurros unas palabras al oído de la joven y acto seguido, tras desligar su monstruosa herramienta del sexo de la chica rubia, salió de la cama y se encerró en el baño de la habitación que ambas chicas compartían. Sandra observaba todo con los ojos abiertos de par en par. Desde el momento en que había sido descubierta despierta observando la escena, había dejado de tocarse por debajo de las sabanas. Katerina, sin mirar a su compañera, pues estaba roja como un tomate en una curiosa mezcla de vergüenza y excitación, tardó poco en levantarse de la cama, totalmente desnuda como estaba, y seguir los pasos de Ben, reuniéndose con él y cerrándose en el baño. Sandra lamentó no seguir como espectadora de la escena que minutos atrás la había excitando sobremanera. En un principio, pensó que al ser descubierta observando todo, el enano se marcharía a su habitación, pero le sorprendió bastante que ambos decidieran seguir en el baño ocultos a su vista. Al parecer, debían tener tanto enviciamiento el uno del otro, que podían mas las ganas de continuar, que cualquier otra cosa. Agudizó el oído desde su cama. A los pocos minutos empezó a oír los gemidos de Katerina, parcialmente sofocados por el pañuelo que dedujo se había vuelto a introducir en la boca, con el objetivo de no despertar a mas miembros de la casa. Menos mal que estaba utilizando el pañuelo, pensó Sandra, porque si no debían ser tremendos. Al gimoteo de Katerina que iba increchendo, se unía un constante y rítmico sonido de fondo. Una especie de húmedo golpeteo "chof!...chof!...chof!" que Sandra descifró como el placentero ritmo de entradas y salidas con el que el monstruoso miembro del enano castigaba el chochito de su compañera. Era curioso, ahora no visualizaba la escena, pero el hecho de adivinar lo que estaba desarrollándose dentro de aquel baño, acentuó su imaginación. Aquello le excitaba sobremanera. Libre ya del miedo a ser descubierta tocándose, retiró hacia un lado las sabanas, pues le estorbaban, y dirigió su mano hacia su intimidad. Presionándola con la yema de los dedos, reanudó los movimientos circulares masturbatorios. Siguió así media hora, masajeándose el sexo mientras los sonidos del baño no cesaban. Alternaba movimientos de presión circulares y de izquierda a derecha, con repentinas introducciones de alguno de sus dedos. Hasta que llegado el momento tuvo el irremediable orgasmo. Se quedó completamente relajada entre las sábanas y al poco se durmió, mientras de fondo aun se oía la actividad de Katerina y Ben que parecía interminable.

Cuando el enano y la preciosa chica de origen checo salieron sigilosamente del baño, se quedaron unos instantes contemplando a Sandra que dormitaba plácidamente. Empezaron una conversación entre susurros.

- Big Ben: Has visto como se tocaba cuando nos descubrió?.

- Katerina: Si, jejeje...al parecer entre lo que yo le conté de ti y lo que vio, se puso a cien.

- Big Ben: Lo que tu le contaste de mi?. Que le contaste?...

Un leve rubor se instalo en las mejillas de la chica.

- Katerina: Bueno...pues...le conté lo bien que me lo pasaba contigo...

- Big Ben: Ya veo. Bueno...se me está ocurriendo una cosa, pero antes tengo que hablarlo con Vicente. La noche anterior entablamos una interesante conversación antes de dormirnos, y me enteré de algunas cosas de la casa. Necesitaré su colaboración, algún día le devolveré el favor...

- Katerina: Me intrigas. No se qué quieres hacer.

- Big Ben: Bueno, ya te lo explicaré antes de que mañana tú y Yumi os vayáis a la cama. Ya te diré lo que en su momento le transmitirás a tu compañera de habitación.

- Katerina: No me puedes adelantar de que va todo esto?.

- Big Ben: No, como te decía, primero he de confirmar una cosa con el mayordomo. Ya te enterarás a su debido tiempo.

Ambos se despidieron. Kat se dirigió a su cama procurando no meter ruido y Ben salió de la estancia en dirección a la habitación que desde hace unos días compartía con Vicente.

Capítulo II

Noche siguiente en la habitación que compartían Keterina y Yumi:

- Katerina: Pues sí, el amo Bernardo me ha dicho que te pongas esta venda en los ojos y que le esperes desnuda encima de la cama, salvo por estas medias blancas y este liguero. Me ha dicho que te pongas boca arriba, apoyando el culo en el borde del colchón.

- Yumi: Estas segura de que te ha dicho que haga todo eso?.

- Katerina: Si, me acaba de llamar. Estaba saliendo del gimnasio de la universidad y me ha comentado que te lo diga. Ya te acostumbrarás, al amo le gustan mucho los jueguecitos y las sorpresas.

- Yumi: Y a ti?...no te ha dicho nada?. Te vas a quedar mirando?.

- Katerina: No sé que planes tendrá para mí, igual luego me manda que salga de la habitación. No lo sé. De momento ya sabes cuales son tus órdenes. Me ha dicho que en diez minutos estaría aquí.

La japonesa hizo lo que se le mandaba. Se puso el liguero junto con las medias, y se tumbó en la cama cubriéndose los ojos con la venda.

- Katerina: Ah! Se me olvidaba. Me ha dicho también que no te quites la venda de los ojos hasta que él te lo diga.

A los pocos minutos, Katerina abrió la puerta de la habitación, e hizo una señal al enano Ben que aguardaba impaciente en el pasillo vestido con un albornoz. Ambos entraron en la habitación. Ben sonreía al ver la escena que tenía ante sus ojos y que había planeado. Allí aguardaba semidesnuda Yumi, indefensa e impaciente, esperando los inciertos acontecimientos que le aguardaban. Ben se dirigió hacia ella, y sin decir nada, hizo una seña a Katerina para que le separase un poco las piernas. Al sentir el contacto de unas manos sobre sus muslos, Yumi dio un respingo fruto de la sorpresa.

- Yumi: Ay Sr. Bernardo, ya está usted aquí...me he puesto tal y como me ha ordenado...

Ben posicionó su cabeza entre las piernas de la chica y empezó a lamer suavemente la cara interna de los muslos. Yumi se puso roja como un tomate fruto de la indefensión que le suponía no ver nada y de la expectativa de lo que podría acontecer. Tras varios lametones en ambos muslos, Ben dirigió su lengua hacia el abultado y completamente rasurado chochito de la joven. Con una primera y lenta pasada de abajo a arriba, su lengua se abrió paso entre los prietos labios mayores.

- Yumi: Hmmmm…!

Yumi dio un respingo y emitió un leve gemido de sorpresa al notar el primer contacto de la lengua sobre su indefensa intimidad. Ben empezó a dar pasadas con su lengua en la rajita de la joven, cada vez un poco más rápidas, semienterrando la punta entre aquellos preciosos y carnosos labios. Al poco tiempo, empezó también a dar pasadas en círculos sobre el clítoris y casí estuvo tentado de meter alguno de sus pequeños dedos. No lo hizo, pensando que igual la chica podría advertir su escasa longitud, y aun no quería ser descubierto.

- Yumi: Ay! amo…mmmmhh!..Que gustito!....

Katerina observaba sin perder detalle la excitante visión del desnudo chochito de su compañera, que humedecido, brillaba impregnado con una mezcla de sus propios fluidos y la saliva de la incansable lengua del enano.

Entonces llegó el momento que Ben esperaba con ansía, la chica ya estaba preparada. Se quitó el albornoz quedando completamente desnudo, y se agarró su gigantesco miembro que desde hace tiempo estaba inhiesto como una lanza. Katerina sonreía de forma pillina disfrutando de antemano lo que estaba por suceder.

Acercó el voluminoso glande, rojizo cual enorme fresón, a la entrada del precioso chochito de Yumi. Empezó a dar pequeños golpecitos sobre el turgente montículo de suave piel rasurada de la vulva de la joven, observando sus gestos de sorpresa, incapaz de ver nada. Luego, recorriendo la rajita, empezó a restregarlo de arriba abajo y de abajo arriba, semienterrandolo entre los gruesos labios mayores y rozando de vez en cuando el clítoris. Siguió así un buen rato.

- Yumi: Ay señor Bernardo...mmmmhhhh!....que gustito!....puede entrar si quiere ya...no me haga esperar más...por favor, puedo quitarme ya la venda?.

- Katerina: El amo ya te dirá cuando quiere que te quites la venda. Has de esperar.

Katerina se adelantó hábilmente, al saber que Ben no podía responder, ya que de lo contrario se delataría.

Ben tenía el cabezón de su miembro hinchado como un tomate debido a la excitación y a tanto frote. Decidió que no iba a demorar más aquello, él también deseaba como loco entrar y sentir plenamente el placer que aquel chochito le podía ofrecer. Aquel era uno de los momentos preferidos del lascivo enano, cada chica y cada chochito eran únicos y su reacción ante la primera incursión de su brutal ariete era digna de atención.

Katerina que se había sentado en el otro extremo de la cama y había posicionado la cabeza de Yumi en su regazo para vigilar que no se quitara la venda, contemplaba con deleite toda la escena. Desde su situación, observó cómo los abultados labios mayores del sexo de la japonesa, que hasta aquel instante permanecían cerrados, perdían su forma natural y separándose se abrían lentamente mancillados por la entrada del gigantesco cabezón del pene del enano.

El enano sabía que como siempre ocurría en su caso, la primera entrada tenia que ser cuidadosa para no ocasionar daño, a pesar de que Yumi ya estaba más que húmeda y lubricada desde hacía bastantes minutos. Una vez metido el glande, fue poco a poco insertando el resto de gordísimo tallo lleno de bultos. Siempre le pasaba igual, cualquier coñito era estrecho para el grosor de su polla.

- Yumi: Uuuuy!...tanomu, ki o tsukete…ookii…(Uuuuy!...por favor, ten cuidado…es muy grande…)

Ben esbozó una sonrisa. "vaya!" pensó, otra chica a la que le sale la lengua materna cuando se pone a cien. Pero a diferencia de Kat con su checo, a Yumi la entendía perfectamente. Estuvo a punto de descubrirse contestando, pero se contuvo.

Yumi, notaba perfectamente en su chochito la entrada de cada uno de esos bultos sobre la piel del tallo a medida que iban entrando. Entonces se dio cuenta de todo. No era el amo Bernardo quien la estaba penetrando. Aquella monstruosa polla era aun si cabe más gruesa y estaba llena de protuberancias. No cabía duda, era el enano Ben.

- Yumi: Se quien eres!...no eres el amo!...eres Ben!. Yamete!, yamete! ecchi! (Para!, para! Maldito pervertido!)...como le diga a Bernardo lo que estás haciendo!...

- Big Ben: Chica lista, daba por hecho que me reconocerías al meterte mi polla, pero era necesario vendarte para llegar a esta situación. No dirás nada. Y sabes por que?. Porque de aquí a unos minutos ese bonito y carnoso chochito que tienes va a querer repetir conmigo una y otra vez. Además, sabes que si se lo cuentas a Bernardo puede que no repitas. Así de sencillo. Katerina, quítale la venda, ya no tiene sentido que la siga llevando. La chica rubia obedeció, tras lo cual el enano siguió con su quehacer.

- Yumi: Onegai iie! iie!...oohh…yamete!...oohh!...oohh!...(por favor no! no!...oohh!...para!...oohh!...oohh!)

Ben ya descubierto, le contestó en su propia lengua.

- Big Ben: kono Sekushii ama!…Kakugo!…(Qué preciosa putita eres!...ahora verás!).

Ben comenzó a dar embestidas cada vez mas largas y profundas. El tono de negación de la chica poco a poco empezó a cambiar...

- Yumi: Oohh!...oohh!...kuso gaki!...watashi wa debuchin ga suki desu!...oohhh!...(Oohh!...oohh!...maldito pequeño diablo!...me encanta tu polla enorme y gorda!...oohhh!...)

Yumi se deshacía de placer, notaba cómo aquella monstruosa polla llena de bultos la llenaba completamente. Los labios vaginales vibraban por la fricción y el roce continuo de aquellas protuberancias que salían y entraban de su chochito.

- Katerina: Te gusta eh?. Te dije que no hay nada mejor en este mundo. Que gorda es verdad?, la primera vez que la sentí entre mis piernas supe que me iba a viciar para siempre. Disfrútala....así!...así!....

Ben sentía como la vagina de aquella chica le aprisionaba firmemente entorno a su gruesa monstruosidad. Se deleitaba oyendo los gemidos y la vocecita de Yumi, tan agudos que parecían de una niña, así como las muecas de gusto que inevitablemente ponía la pobre chica.

- Yumi: Yate!...oohh…oohh!...oohh!...kimochi ii!...hayaku!...hayaku!...oohhh!....haiiiiiii! (Fóllame!...oohh…oohh!...oohh!...que gusto!...más rápido!...más rápido!...oohhh!...siiiiii!.).

Yumi ya no podía más, se iba a correr enseguida a no ser que lo evitase. Se sentía como un pincho moruno al que constantemente insertaban y sacaban. Notaba como una intensísima mezcla de calor, cosquilleo y placer se centraba en su chochito, no acostumbrado a alojar a un visitante de aquellas características. Intentó que aquella sensación que le invadía cediera, y dirigió rápidamente su mano derecha a su sexo para desligar aquella descomunal polla que la taladraba. Katerina, que se reconoció así misma en aquel gesto la primera vez que lo hizo con el enano (ver 2ª parte), agarrando desde atrás ambos brazos de Yumi, se encargó de evitar que eso sucediera, para que Ben continuase sin impedimentos, como en su día hizo Bernardo con ella.

- Big Ben: Bien hecho Kat, te estas poniendo cachonda mirando como le rompo el coñito a pollazos a tu compañera, verdad? Jijiji.

El enano, tumbándose encima de ella, empezó a marcar un ritmo de embestidas frenético. Kat sonreía, ella ya sabía perfectamente lo que se sentía entre las piernas con esos movimientos violentos del enano y sabía que poco le iba a faltar a Yumi para correrse. No se equivocaba. Acercando sus labios al oído de su compañera, empezó a susurrarle.

- Katerina: Bienvenida Yumi, bienvenida al bautismo de placer de Big Ben....déjate ir...disfruta este momento...deja que tu chochito toque el cielo...así, así.....

Ben, que pudo oír parte de lo que Kat le susurraba, intervino en la conversación...

- Big Ben: Jajajaja, Katerina lo sabe bien. Tu chochito ahora que ha conocido a mi campeón no va a querer otra cosa. Watashi wa bibishii paipan ga suki desu (me encanta tu bonito chocho pelado). A partir de ahora esa parte de tu cuerpo va a mandar sobre ti, y yo voy a hacer lo que quiera con ella...

Entonces sucedió. Yumi ya no escuchó los susurros de Kat ni las palabras obscenas del enano, perdió conciencia de donde estaba, de quien era. Todo su universo giraba entorno a esa parte de su cuerpo, que palpitaba y se estremecía de placer como nunca antes. Justo antes de dejarse ir, y justo antes de volverlos a cerrar, entreabrió un poco los ojos. Un instante justo para observar como aquel gordísimo ariete lleno de bultos, cual mazorca de maíz, profanaba su parte mas sagrada, ocultándose y reapareciendo entre los dos abultados montículos rasurados que formaban sus labios mayores. Luego, todo se nubló en una niebla de terrible placer. Un terremoto cuyo epicentro era su sexo palpitante, se extendía furiosamente al resto de su cuerpo.

- Yumi: Ooooohh!...watashi no manko!... Oh!..Oh!...Iku!...Iku!...Ikuuuuuuuuu!...(Ooooohh!......mi chochito!…Oh!..Oh!...me corro!...me corro!...me corroooooohh!...).

Ben lejos de parar, siguió manteniendo aquel ritmo infernal de acometidas, mientras sentía alrededor de su polla los espasmos y contracciones del chochito de Yumi al correrse. Mientras esto sucedía, empezó a gemir con su voz estridente, a él también le había llegado su momento. Empujó hasta el fondo su miembro y una vez allí, se corrió con fuertes espasmos.

Katerina, que hacía unos minutos había dejado de sujetar los brazos de Yumi para masturbarse con su mano derecha, observaba todo excitadísima. Hasta la fecha, ella había sido parte actora con el enano y como era obvio, no había podido vislumbrar la escena en tercera persona, pero ahora se estaba viendo reflejada en Yumi. Alternaba sus miradas entre las caras de placer de su compañera de habitación mientras gemía descontroladamente y el incansable mete-saca del descomunal miembro de Ben, castigando aquella bonita vulva rasurada. Observó primero como temblaba todo el cuerpo de la japonesa cuando se corrió y más tarde, los espasmos del enano al correrse dentro de ella.

Ben se quedó un rato encima de Yumi, sin sacar su pene para recuperar un poco la respiración. La joven seguía debajo con las piernas abiertas, aun tenía la mirada ausente debido al intensísimo placer experimentado hace unos instantes. Tras unos minutos, el enano desligó su monstruosa herramienta, provocando que de la rajita de la chica emanase un chorro de abundante esperma blanquecino que manchó parte de la cama. Poniéndose en pié, dirigió su mirada a Kat, que seguía tocándose su sexo en movimientos circulares con la presión de la yema de sus dedos.

- Big Ben: Vaya, vaya, pero si te has puesto a mil viendo como me he trajinado a Yumi!, eh?. Deja de tocarte, tengo algo mejor para ti. No creerás que porque esta noche me he follado a tu amiguita oriental, tu "pocholita", como tú la llamas, se va a quedar sin la medicina de Big Ben, verdad?.

Mientras el enano hablaba, Katerina observaba como el enano se tocaba el miembro de arriba a abajo. Tanto el enorme cabezón rojizo del glande, como el grueso tallo granulado, brillaban impregnados por la mezcla de su esperma con los fluidos de Yumi. Era increíble, el enano no había perdido erección.

- Big Ben: Quítate esas braguitas y ponte como tú ya sabes al borde de la cama. No voy a irme a dormir sin catar, como todas las noches, la joya que Dios te ha dado entre las piernas.

Katerina obedeció mientras esbozaba una sonrisa traviesa. Sin perder el tiempo y sin preliminares de ningún tipo, el enano sumergió su empapada herramienta en el precioso sexo de la chica rubia, empezando desde el inicio un rápido ritmo de entradas y salidas.

Tras unos minutos de acometidas y de sonoros gemidos de Katerina, ante la sorpresa de ésta última el enano paró en seco. Sacando su pene se desplazó un poco hacia su derecha dirigiéndose hacia Yumi, que tendida en el borde de la cama en idéntica posición a la de la checa, seguía con las piernas abiertas en la misma situación en la que la dejó. Aun atontada, recuperándose del intenso orgasmo que acababa de experimentar, emitió un quejido de sorpresa al notar nuevamente que la monstruosa herramienta del enano estaba otra vez dentro de ella. Tras un buen rato de mete-saca en el sexo de Yumi, en enano retornó a Katerina para seguir su trabajo.

- Big Ben: Así!, así!….off!!...off!!....hoy vais a compartir vuestros fluidos putitas…

El enano estaba como en un sueño. Ahora mismo sería la envidia de todo hombre al que le gustasen las mujeres. Tenía a dos bellezas a su disposición, para su placer y para dar rienda suelta a cualquier obscenidad que se le ocurriese. Eran bellezas distintas, una oriental y la otra eslava, una morena y otra rubia, la primera con pequeños senos y la segunda con generosas mamas. Sin embargo, ambas tenían un rasgo común, una parte de su cuerpo que las hermanaba, al igual que el resto de las criadas de Bernardo: unas preciosas vulvas, turgentes y perfectas, de las que el pequeño y deforme enano se estaba encargando en aquel instante.

Ben alternaba sus incursiones de una chica a otra. Su falo granulado que estaba completamente impregnado por un líquido blanquecino fruto de la mezcla de semen y fluidos de ambos chochitos, repartía su castigo equitativamente. Ambas chicas gemían y entre alaridos soltaban inconscientemente palabras en sus lenguas maternas: checo y japonés. Aquello parecía la torre de Babel, pensó el ocurrente enano, sonriendo para sus adentros.

El enano siguió follándolas un buen tiempo. Debido a que ya se había corrido antes en la vagina de Yumi, la segunda eyaculación se estaba demorando un poco más, lo que permitió que entretanto su descomunal miembro ocasionase un violento orgasmo a Katerina y un segundo a Yumi. Cuando empezó a notar que le quedaba poco para irse, sacó su pene de la vulva de la joven checa, que era con la que se encontraba en aquel instante, e incorporándose encima de la cama se puso de pié frente a ellas.

- Big Ben: Muy bien zorritas. Poneos de rodillas o sentaos, tengo el postre del menú listo para vosotras. Se trata de calabacín con nata y especias. Quiero que lo dejéis todo bien limpio, habéis entendido?

El tono del enano era irónico, duro e imperativo. La verdad es que la ocurrencia del enano no distaba tanto de la realidad, puesto que el gigantesco y gordísimo apéndice guardaba cierto parecido, e incluso el abultado glande bien pudiera ser el extremo más grueso de dicho vegetal. La referencia a la nata y a las especias no cabía duda que provenía del espeso líquido blanquecino con que estaba impregnado.

Ambas chicas obedecieron y se incorporaron, para luego sentarse al borde de la cama y así tener un mejor acceso al pene del enano. Las dos intercambiaron una rápida mirada de asombro, la visión de aquel deforme enano, feo y narizudo como un duende, completamente desnudo, y con la monstruosa polla llena de perlas, que parecía una tercera pierna, erguida como un mástil, resultaba tan irreal que parecía sacada de un cuento fantástico, o de un libro de demonios tipo Necronomicón.

Situándose una a cada lado de Ben, empezaron simultáneamente con sus lenguas a dar pasadas y lametones sobre el tallo del pene, sin tocarlo con las manos. Ambas sentían a cada pasada de sus lenguas el grosor de las abultadas venas que parecían que iban a reventar, así como las perlas incrustadas dentro de la piel del tallo. De vez en cuando, Kat también daba lametones a los testículos del enano. Se fijó que si bien por el hecho de tener la gordísima tranca al lado pudieran parecer pequeños, eran de un tamaño bastante mayor a la media. Era increíble, pensó la japonesa, la desproporción era tal, que era como si hubieran pegado la polla de un burro o un gigante en el cuerpecito de aquel enano.

- Big Ben: Ufff!!...Ufff!!...que putitas estáis hechas…muy bien…así….así….

La extraña mezcla de sabores, salada, amarga y dulce fruto de la mezcla de fluidos y esperma, que las dos jóvenes estaban catando al lamer el tallo de aquel miembro era extraña, pero no de sabor desagradable. Una vez que el cuerpo del pene ya estaba limpio, quedaba la cabeza. Katerina tomó la iniciativa antes que Yumi y sin agarrar aun el tallo, empezó a dar primero pasadas en círculos con su lengua sobre el glande, para luego abrir su boca y empezar con lentas succiones. Yumi tenía los ojos abiertos de par en par, observando cómo su compañera con la boca abierta al máximo apretaba sus sensuales labios alrededor del enorme cabezón rojizo, succionándolo con dedicación, mientras su melena rubia se movía de delante a atrás al son de sus movimientos. Estaba excitadísima, empezó a tocarse el chochito mientras contemplaba la escena. Tras un rato, la preciosa rubia, agarrando la base del pene con la mano y moviendo aquella monstruosidad hacia su cara, le cedió el testigo.

- Katerina: Tu turno Yumi, vamos a vengarnos. Nos vamos a pasar su polla de una a otra continuamente, como él nos la metía antes de una pocholita a otra.

El tono y el gesto de Kat era entre divertido y pícaro. Así lo hicieron, succionando aquel apéndice de carne hinchada alternativamente durante unos minutos. Ben notaba que le faltaba poco para correrse y así lo percibieron ambas chicas por el tono de sus estridentes gemidos. De repente, Yumi agarró con su mano derecha el tallo del pene y empezó a masturbarle de arriba abajo al compás de unas succiones que cada vez eran mas profundas. Era increíble, su mano no abarcaba ni de lejos la circunferencia del gordísimo miembro. Notaba perfectamente las venas hinchadas y sobre todo aquellas bolas de debajo de la piel que se movían entre sus dedos. Empezó a dar giros de muñeca mientras movía su mano de arriba abajo como sólo ella sabía, mientras que al mismo tiempo succionaba y engullía todo lo que podía de aquel inmenso trozo de carne. Ahora era Kat la que observaba ensimismada con la pericia de su compañera.

- Big Ben: Uff!!...Uff!...que gusto putita!...tokozyôzu! (que buena eres!), donde has aprendido a pajear así?. Ahora se porqué Bernardo te contrató además de por tener el coñito que tienes.

A Yumi pareció gustarle el comentario e intensificó la rapidez de subidas y bajadas de su mano y boca, notaba como las venas se hinchaban y palpitaban entre sus dedos como si tuvieran vida propia. El monstruoso pene estaba tan inflamado y rojo, que parecía una olla a presión amenazando estallar en cualquier momento. Mientras Yumi seguía con su hacer de "manualidades", Kat empezó nuevamente a dar pasadas con su lengua en los testículos sin entorpecer a su compañera. Yumi movía su mano de arriba a abajo y de abajo a arriba de una manera ya frenética, buscando el premio a tan excepcional trabajo.

- Big Ben: Ufff!!...Putas!….me voy a correr! …uff!!....

De repente, la japonesa paró en seco el frenético ritmo de su mano derecha. Agarró fuertemente la base del pene manteniendo estirada hasta abajo la piel del tallo, y entonces se le ocurrió introducir levemente la punta de su lengua en el diminuto agujerito del gigantesco glande y moverla un poco. Aquello fue la gota que colmó el vaso. Con un manotazo el enano retiró la habilidosa mano de Yumi, para acto seguido agarrarse rápidamente el miembro con su mano derecha y correrse furiosamente en la cara de ambas chicas. La eyaculación fue tremenda, como era habitual en el pervertido enano. Con su mano dirigía su ariete de izquierda a derecha impartiendo chorros de leche por igual, como un aspersor, en las preciosas caras y cabellos de ambas. Kat y Yumi, con los ojos cerrados, recibían estoicamente los fuertes chorretones de aquel líquido blanquecino y caliente que golpeaba y caía resbalando sobre sus rostros. Una vez que el enano se vació por completo, se dirigió nuevamente a ellas, que trataban de quitarse el semen que cubría sus párpados para poder abrir los ojos.

- Big Ben: Dios…que visión más impresionante!. Parecéis dos hermosas ninfas en celo, satisfaciendo el hambre de sexo de éste sátiro. Pero quiero que sepáis, putitas, que mi polla nuevamente vuelve a estar manchada, así que no hace falta que os diga lo que tenéis que hacer…

Sin decir ni una palabra, ambas, cual esclavas obedientes, empezaron a limpiar con pasadas de sus lenguas los resquicios de semen que impregnaban el glande del enano. El gigantesco cabezón, que estaba tremendamente sensible después de eyacular, al sentir nuevamente el roce de aquellas lenguas, provocaba que Ben se moviese involuntariamente hacia atrás en unos espontáneos espasmos de placer. Una vez que el pene quedó completamente limpio e inmaculado y fue perdiendo erección, el enano volvió a dirigirse a las chicas.

- Big Ben: Joder!...que guarrillas estáis hechas eh?...Os habéis portado muy bien. Ahora quiero que beséis mi gran rabo para darle las gracias por lo mucho que os ha hecho disfrutar antes…venga putas!.

Las dos se tumbaron una a cada lado del enano, también para descansar, y comenzaron a dar suaves besitos a lo largo del tallo y glande del descomunal miembro. Era increíble, a pesar de que como era lógico había perdido erección, el tamaño y grosor seguía siendo descomunal, tumbado parecía que el enano tuviera una tercera pierna. Súbitamente Katerina dejó de besar, e interrumpió el silencio.

- Katerina: Ben, hace mucho te pregunté que me contaras algo de los años que pasaste en Japón y no quisiste. Ahora que está Yumi en la casa, creo que sería interesante que nos contaras algo. Creo que nos lo hemos merecido, verdad Yumi?.

- Yumi: Sí, por favor Ben, cuéntanos algo…

Ben dio un largo suspiro y comenzó un largo relato.

- Big Ben: Esta bien…Como habréis imaginado he pasado muchos años de mi vida en Japón, tu tierra de origen, Yumi. Pertenecí varios años a la mafia de los Yakuzas, hasta que cierto día me tiré a la hija del Jefe. Aquello lo cambió todo. Tras varios intentos fallidos de matarme, el hijo puta me organizó una encerrona y provocó que la policía me pillase en un almacén con kilos de cocaína. Tenía 20 años entonces y los siguientes 14 años los pasé en la cárcel, tantos como perlas incrustadas en mi pene. La hija del jefe siguió viéndome en la cárcel a escondidas de su padre, los dos sábados al mes en los que yo tenía derecho a un par de horas de visita en mi celda. Al parecer, no quería dejar de disfrutar entre las piernas lo que vosotras ya sabéis, jijiji...

No hablábamos, no perdíamos el tiempo, sólo follábamos. Ella siempre le decía a su padre aquellos sábados que quedaba con unas amigas. Sus amigas eran cómplices y mantenían su coartada. De hecho, con el DNI de una de ellas suplantaba su identidad para que en los archivos de entradas de visitas de la cárcel no constase su nombre. Me visitó durante los primeros tres meses, es decir, seis veces. Luego no vino más. Me enteré mas tarde por una amiga, que su padre había descubierto todo y la había mandado a estudiar a otro país. Jijiji, era curioso, pero tras su marcha alguna de sus amigas me empezaron a visitar. Se conoce que les había contado algo acerca de mis dotes y tenían curiosidad de probar. Ellas se iban turnando, y yo les iba dando lo que venían a buscar.

Enseguida empecé a adquirir fama en la cárcel, no solo por mis continuas visitas de aquellas chicas, sino por lo que la naturaleza me había dado. Me pusieron un mote: "Dekachin Goburin", que como tu Yumi sabes, significa: "Duende Pollón". Me trasladaron a otra celda, mucho más abierta, con barrotes que iban del suelo al techo. Al parecer los carceleros hartos de escuchar los sonoros gemidos que salían de mi celda, y movidos por una tremenda curiosidad, tomaron cartas en el asunto y decidieron trasladarme a esa otra para vislumbrar lo que ocurría dentro. De hecho, pusieron varios asientos para sentarse en frente de los barrotes a modo de diversión. Al ver que iban a ser observadas por numerosas miradas mientras lo hacían conmigo, las amigas de la hija de mi jefe dejaron de visitarme. Pero aquello no iba a ser problema para la diversión de los carceleros. Empezaron a llevarme putas a las que pagaban, y aunque tardé en acostumbrarme a hacerlo en público y al principio podía mi vergüenza a mis ganas, poco a poco cambiaron las tornas y deseaba ansiosamente la llegada de aquellos dos días de visita al mes, para dar rienda suelta a todas las guarradas que tenía pensadas en los largos tiempos muertos de mi reclusión. El hecho de saber que aquellos dos viernes al mes tenía asegurada una chica para mi placer, hacía más llevadera mi estancia en la cárcel. Los vigilantes se lo pasaban en grande con el espectáculo, alguno de ellos llevaba palomitas como si del cine se tratara. Me llevaban todo tipo de mujeres, altas, bajas, delgadas, gorditas, aunque salvo excepciones la mayoría eran jóvenes y tenían buen cuerpo. Al parecer, a los carceleros les ponía el contraste de contemplar el cuerpo de una chica atractiva siendo magreado y disfrutado por un feo enano con una monstruosa herramienta. A lo largo de aquellos años me follé a más de 300 chicas, la mayoría como imaginareis orientales, pero de vez en cuando me llevaban alguna europea, rusa e incluso africana. Durante los primeros años aprendí mucho de ellas, de sus gustos, de cómo instintivamente darme cuenta de lo que deseaban, de cómo querían ser tocadas, ser penetradas...Hasta que poco a poco fui yo el que empezó a ejercer de maestro incluso a profesionales. Me convertí en un experto, en una diminuta máquina de dar placer.

Katerina y Yumi, escuchaban ensimismadas…

- Katerina: Ben, y lo de las canicas a lo largo del tallo del pene?...

- Big Ben: Verás, igual Yumi ya lo sabe, pero cada año de cárcel me insertaba una perla bajo la piel del tallo de mi polla, siguiendo una tradición ancestral yakuza. Un total de 12, como veis, todas de considerable tamaño. No niego que duele un poco hasta que cicatriza, pero luego los beneficios son muchos...vosotras lo sabéis bien…

En ese instante, a Yumi se le escapó de la boca un sonoro "SI", que provocó que las mejillas de la japonesa se incendiaran de vergüenza, provocando la risa de Ben y Katerina.

- Yumi: Esto…quiero decir que algo sabía de esa tradición Yakuza. En su día oí que esa práctica se hacía para potenciar el placer sexual en el coito, y que los presos de esa mafia lo hacían para compensar a sus mujeres tan larga espera al salir. Se decía que el placer para nosotras era mayor…

- Big Ben: Jijiji, muy bien Yumi, pero ahora que has probado, que opinas?

La japonesa seguía ruborizada como un tomate…y sin levantar la vista contestó.

- Yumi: P-pues…yo…ahora sé que lo que se decía es verdad…uff!...vaya que lo sé!...

La respuesta provocó una carcajada generalizada de los tres. Tras lo cual Ben continuó con su relato.

- Big Ben: …Algunas veces, repetía con alguna putita de las que me traían. Más tarde, por medio de un carcelero, me enteré que cada vez que alguno de ellos iban a algún prostíbulo a contratar los servicios de una chica para mí, había mas que palabras entre ellas, pues las que ya habían estado querían repetir y las que aun no lo habían hecho habían oído comentarios de las primeras y deseaban saciar su curiosidad.

Es sorprendente, pero con el tiempo alguno de los carceleros incluso me entregó a su mujer para excitarse viéndola disfrutar mientras me la follaba. Eso creó algún que otro problema matrimonial, pues la mujer ya tenía algo mucho mejor con lo que comparar…

Al cabo de los años, supe que la naturaleza me había dotado tan generosamente para precisamente hacer uso y vivir de esos atributos. Al salir de la cárcel, tenía claro que mi futuro seguiría siendo espectáculos de sexo en vivo, y no me equivoqué. El éxito fue rotundo. Me fui a Europa y luego a EEUU, dejé atrás mi apodo japonés y me empezaron a llamar "Big Ben". En fin, a grandes rasgos esa es la historia en Japón…

Las chicas se lo agradecieron a modo de una continuación de besitos en su miembro, tras lo cual y después de darse una ducha, se fueron a dormir. Estaban extenuadas, pero totalmente relajadas y contentas. Lo mismo hizo el enano, que se despidió y se dirigió a la habitación que ahora compartía con el mayordomo Vicente. Aquella noche Ben, haciendo honor al dicho: "disfrutó como un enano".

Capítulo III

Habían pasado veinte días desde la operación de Carol. Eran ya las 8 de la tarde, la hora de cerrar la consulta. En el despacho se encontraba el doctor Grant junto con su ayudante, que acababa de entrar por la puerta.

- Enfermera: Doctor, hoy andamos con mucho retraso. Tenemos aun en la sala de espera a la última citada.

El doctor sabía perfectamente quien era la chica que esperaba. La había citado a última hora de aquel día a propósito.

- Dr. Grant: Lo sé…, pero no te preocupes, puedes marcharte ya si quieres, que sé que tienes que recoger a tus peques y siempre andas con prisas. No te preocupes, dile a esa chica al salir que pase a la consulta, hoy ya cierro yo la clínica.

- Enfermera: Muchísimas gracias doctor. Usted siempre tan atento. Hasta mañana entonces.

Mientras salía el doctor pudo oír a través de la puerta como su ayudante le decía a la joven que pasase. Carol entró en el despacho con decisión, sacudiendo su larga y rubia melena ondulada, mientras el doctor la saludaba abriendo los ojos de par en par. Las córneas blancas ahora abiertas a más no poder, hacían que contrastasen como dos focos entre la negra piel de su cara. No era para menos, la chica llevaba un corto y provocativo vestido azul de tirantes, de una sola pieza. El ceñidísimo tejido elástico marcaba su curvosa figura de una manera espectacular. El amplio escote en "U" resaltaba sus grandes pechos y dibujaba un cerrado canalillo. Por abajo el vestido cubría lo mínimo y mostraba prácticamente la totalidad de sus largos y contorneados muslos. El doctor se quedó pensando si se había vestido así a posta para provocar, o habitualmente vestiría siempre de esa manera. Luego cayó en la cuenta de que aquellos días hacía muchísimo calor, y que por la calle se veían a muchas chicas ir con muy poca ropa.

- Dr. Grant: Bueno Carol, me alegra verte. Se te ve contenta y es buena señal. Hoy, como sabes, vamos a ver el resultado de la intervención, puesto que ya han pasado los días suficientes para la cicatrización y para que se te baje la hinchazón. ¿Has notado algunas molestias o irritación en la vulva?.

- Carol: No, precisamente molestias y dolor no. Le quería comentar que a los pocos días de salir de la operación, empecé a notar un cosquilleo…no sé cómo explicarlo…

- Dr. Grant: Vaya!...lamento oír eso, te sientes molesta desde entonces?

- Carol: No, no!. No es eso, Uff!…qué vergüenza!, a ver cómo me explico. Es una mezcla de cosquilleo y calor, pero placentero. Me pasa a menudo cuando hago algún ejercicio brusco con las piernas, o cuando me rozo sin querer… a veces es tan intenso que…uff!…que vergüenza doctor!.

- Dr. Grant: No te avergüences. Imagino que lo que me quieres decir es que a veces ante alguna presión o roce, se produce una sensación placentera (la joven asentía). No te preocupes, eso es porque esa zona está muy sensible después de la operación. Te pasará por un tiempo al montar en bici, al usar ropa ajustada, etc.…pero se te irá pasando.

El doctor sonreía para sus adentros. Al parecer, la inyección de g-shot con la nueva combinación de colágeno natural que experimentó con aquella joven (ver las Jóvenes Criadas de Bernardo parte 5) había sido un éxito rotundo.

La preciosa chica rubia hizo un amago de dirigirse a la camilla y tumbarse, pero al vislumbrar un gesto de negación del doctor siguió de pié.

- Dr. Grant: No, de momento no es necesario que te tumbes. Para quitar la venda mejor sigue de pié. Ejem…súbe el vestido hasta las caderas y separa un poco las piernas, por favor.

La chica obedeció, pero mucho no tenía que subir, a decir verdad. El doctor se agachó en cuclillas delante de ella, con los ojos a la altura de unas pequeñas braguitas azules de encaje. La prenda estaba abultada debido al aparatoso vendaje que no cubría en su totalidad.

- Dr. Grant: Esto…quítese…

- Carol: Uy!! Que tonta!...espere ya me las quito.

Carol no le dejó terminar la frase y rápidamente se bajó las bragas, sacándoselas por los tobillos. El doctor empezó a quitar el vendaje con delicadeza, despegando con cuidado los adhesivos laterales para no hacer daño. Además, observó que desde el rasurado previo a la operación ya habían empezado a crecer algún pelo rubio y no quería pillarlos con las tiritas. Mientras esto ocurría, le hablaba dando normalidad a todo aquello.

- Dr. Grant: Imagino que habrás tenido los cuidados que te dije después de la operación, cambiando el vendaje con cuidado y evitando tocarte o mantener relaciones…

Carol en ese instante se puso roja como un tomate, rezando para que el doctor no levantase la vista y descubriese su rubor. Había decidido no contarle la verdad de lo sucedido hace unos días con Berto, el chico retrasado al que daba clases particulares (ver 5ª parte), esperando que el doctor no se diera cuenta.

- Carol: C-claro doctor…he seguido todas las recomendaciones que me indicó…

El doctor, una vez quitado ya todo el vendaje, se quedó un momento mirando fijamente el resultado, tras lo cual, esbozó una sonrisa de satisfacción.

- Dr. Grant: Perfecto Carol, sencillamente perfecto. Tal y como querías. Muy turgente y con los labios mayores cerrados ocultando a lo menores, que antes te colgaban y no te gustaba. Además, externamente no hay ni un rastro visible de marca o cicatriz. He de sacar unas fotos para el muestrario del "antes y después", posiblemente sea uno de los mejores trabajos que he hecho, sino el mejor. Pero bueno, tú ya lo habrás visto, te habrás mirado al cambiarte las vendas, verdad?.

- Carol: Si, si!. Estoy contentísima doctor, no sabe cuánto!.

El doctor sacó una pequeña cámara de fotos de uno de los bolsillos de su bata, y realizó varias fotos de primeros planos frontales. Luego también sacó alguna lateral para captar el abultado montecito que aquella bonita vulva dibujaba sobre el vientre. Una vez terminó, se dirigió nuevamente a Carol poniéndose unos guantes blancos de látex.

- Dr. Grant: Bueno Carol, el resultado visualmente es extraordinario, pero ahora vamos a ver la cicatrización y cómo está todo por dentro. Separa un poco más las piernas.

Separó los prietos labios mayores con el dedo pulgar e índice de su mano izquierda, observando durante un instante el aspecto de los labios menores. Luego, le introdujo el dedo índice y corazón de su mano derecha mientras le seguía explicando.

- Carol: Uuuhhh…

Sólo bastó con ese primer contacto e introducción, para que a Carol se le escapase un leve quejido de placer. No sabía lo que le pasaba, pero desde la operación, sentía con cualquier movimiento brusco de sus piernas o cualquier contacto indirecto en su sexo, un cosquilleo placentero que nacía en su vagina y se extendía por toda su vulva.

- Dr. Grant: Todo ha cicatrizado muy bien por dentro, ha quedado perfecta Carol.

Carol respiró aliviada, temía que lo que había pasado con Berto hubiera frustrado el buen resultado de la operación. Poco a poco notaba que la sensación placentera en su sexo se iba intensificando debido al toqueteo del doctor, incluso dejó de atender a sus explicaciones y sus tecnicismos médicos. Toda su concentración estaba empleada para evitar que se le escapara algún gemido incontrolado. Pero el esfuerzo fue en vano.

- Carol: Ohhh!......

- Dr. Grant: Uy vaya!, perdona si te hago daño.

- Carol: No, no es daño, todo lo contrario…. E-es lo que le decía antes…ve?...

- Dr. Grant: Por donde notas más esa sensación?, por aquí?...

El doctor adrede comenzó a rozar con la yema de los dedos la cara anterior de la vagina en donde palpaba perfectamente el bultito en donde veinte días atrás había inyectado el colágeno.

- Carol: Uy! Uy! Oohh!....s-sí, justo ahí!....Uh!...Uh!

Carol estaba ruborizada a mas no poder, fruto de aquella situación. Imaginaba que aquello era un examen obligado del doctor, pero no podía eludir la sensación que le invadía. Se estaba poniendo excitadísima y no sabía como evitarlo. Temía que el doctor se percatara, porque a parte del rubor, alguna parte de su cuerpo había empezado a reaccionar. Su vagina humedecida llevaba un tiempo segregando una crema semi-blanquecina y había impregnado los dedos del guante del doctor. Por otro lado, los pezones de sus voluminosos pechos habían endurecido y aumentado, haciéndose patentes a través de la fina tela del vestido y el sujetador.

Mientras todo esto ocurría, súbitamente alguien llamó al timbre de la puerta principal de la clínica. El doctor paró en su tarea y disculpándose ante Carol diciéndole que siguiera así, sujetando el vestido en las caderas, le comentó que ahora mismo volvería. Salió del despacho para atender la llamada.

Carol oía vagamente a través de la puerta una conversación entre el Dr. Grant y otro hombre. Al cabo de unos segundos la puerta de la consulta nuevamente se abrió. Instintivamente y fruto del susto, la preciosa chica dejó de levantar su corto vestido, cubriendo con ambas manos su sexo. Ante sí se encontraba el doctor con otro hombre negro, alto y cincuentón. Lo sorprendente es que le resultaba familiar, hasta que en un segundo cayó en la cuenta.

- Carol: T-tú!, yo te conozco!. Tu eres el compañero de pupitre de mi amiga Sheila!...de la facultad de medicina!...

- Bernardo: Bingo!, así es. Creo que además alguna vez nos hemos visto por el gimnasio verdad?. Pero hasta ahora nadie nos ha hecho la presentación.

Carol no respondía, estaba atónita con sus ojos grises abiertos de par en par.

- Dr. Grant: Bueno Carol, lo prometido es deuda. Te presento a mi amigo el Sr. Bernardo, el generoso caballero que pagó el dinero de tu operación y tu futuro empleador.

Carol estaba tan nerviosa y sorprendida que le temblaba todo el cuerpo. Recordó que el doctor le había dicho que empezaría a trabajar para ese señor una vez pasada esa primera revisión, si ésta era satisfactoria.

- Dr. Grant: Bueno Bernardo, la operación ha sido un rotundo éxito. Posiblemente sea mi mejor trabajo desde que abrí la clínica. Espero que te guste. Carol, haz el favor de dejar de cubrirte y levántate otra vez el vestido para que Bernardo vea el resultado.

Carol negaba con la cabeza.

- Dr. Grant: Carol, no seas desagradecida. Firmaste un contrato, además, ganarás mucho dinero.

Ante la continuación de la negativa de Carol. Bernardo echó mano a una carpeta que llevaba, y sacó un documento.

- Bernardo: Bueno, vamos a ver. Aquí dice: "…la empleada, a parte de las anteriores tareas propias del hogar, se compromete voluntariamente a realizar los servicios especiales especificados en este contrato por el empleador…". Doctor, si ahora mismo no cumple el contrato, puedes someter a Carol a otra operación para dejarla como estaba, verdad?. No he pagado una suma de dinero importante para quedarme sin la contraprestación acordada.

El doctor sabía que aquello era prácticamente un imposible, pero mintió para continuar con la presión que había iniciado su amigo.

- Dr. Grant: Si, claro, podría hacerlo.

- Carol: N-nooo!...e-está bien…

Lentamente quitó sus manos de su intimidad y se volvió a levantar el ceñido vestido hasta las caderas. Estaba roja de vergüenza.

- Bernardo: Dios mío ….lo has clavado. Es prácticamente una imagen del precioso chochito de mi conejita checa, Kat. Eres el mejor.

Bernardo se agachó delante de Carol y dirigió su mano con intención de tocar aquel chochito. La joven nuevamente se cubrió su intimidad, ante la mirada enfadada de su futuro empleador.

- Carol: D-doctor, u-usted es consentidor de todo esto?...

- Dr. Grant: No voy a contestar a esa pregunta. Yo solo te digo que las palabras y más aun los contratos hay que cumplirlos. Ya le he dicho a Bernardo que puedo deshacer el resultado de la operación…

Carol tremendamente nerviosa volvió a descubrir su sexo. Bernardo evaluaba la turgencia y grosor de la vulva y los labios mayores, haciendo pinza con su dedo índice y pulgar. Luego pasó su dedo índice y corazón semi-enterrándolos a lo largo de la prieta rajita.

- Bernardo: Que delicia!, precioso!. Cuando entres en mi mansión, ya te darás cuenta que todas mis criadas lo llevan rasurado. Así que ya sabes, para la próxima vez no quiero ver ni siquiera esos incipientes pelos rubios que te han salido tras la operación.

El extraño placer que no había abandonado su sexo desde que el Dr. Grant empezó a tocarla, se intensificó cuando empezó a notar que aquellos dos dedos de Bernardo cada vez se iban introduciendo un poco más en su vagina. A diferencia del doctor, Bernardo no estaba utilizando guantes, y veía desde arriba como aquellos dedos negros se impregnaban de su blanca crema vaginal, produciéndose un curioso contraste. A pesar de estar tremendamente nerviosa y alterada, no podía evitar las sensaciones que le invadían…

- Carol: Uuuhh!…Uuuuhhh!......

- Bernardo: Vaya, vaya!...pero mírate!, tu chochito pide guerra, eh?....

El doctor seguía con atención la escena. Se estaba poniendo a cien contemplando todo, y eso se traducía en el bulto que había surgido bajo el faldón de su bata de médico. Bernardo se percató de su estado y le guiñó un ojo de complicidad.

- Bernardo: Muy bien preciosa, te voy a evaluar como empleador. Te daré un par de días para que hagas la mudanza y venirte a vivir a mi casa, pero de momento, hoy ya van a comenzar tus servicios especiales.

Bernardo se incorporó y se bajó súbitamente los pantalones junto con los calzoncillos. Su larguísima herramienta de ébano quedó liberada de su cautiverio con un balanceo. Carol se quedó boquiabierta, solo había visto antes una polla de aquellas dimensiones, cierto día en los vestuarios que las animadoras tenían en la universidad (ver 3ª parte). Ató cabos rápidamente, claro!, era la misma persona que hoy tenía ante ella!.

- Carol: Así que tú eras el pervertido que hace unos días sacó la polla por aquel agujero en los vestuarios de chicas!.

Dicho eso, sin ni siquiera intentar buscar las braguitas, se dirigió corriendo a la puerta de salida de la habitación. No pudo huir, estaba cerrada con llave. Mientras la golpeaba desesperadamente para salir, Bernardo se había situado detrás de ella apretando su pecho contra su espalda. A la par que la sujetaba los brazos con sus fuertes manos, Carol notó que algo duro se hacía paso desde atrás entre sus apretados muslos. Miró hacia abajo, Bernardo había metido su gigantesco miembro desde la cara trasera de sus muslos, y tal era la longitud, que el glande y gran parte del tallo sobresalían visibles por la cara delantera. Al instante, aquel negro pervertido, moviendo su polla de atrás hacia adelante y viceversa, empezó a masturbarse. Carol intentó gritar, pero súbitamente un gemido ahogó el grito, pues un repentino placer en su sexo acaparó su atención. Se miro nuevamente hacia abajo. Aquel negro trozo de carne que se ocultaba y reaparecía, no solo frotaba la cara interna de sus muslos, sino que también estaba estimulando su sexo. Notaba como se restregaba y resbalaba entre los gruesos labios de su chochito, estimulando la entrada de la vagina y el clítoris, y aquello le estaba volviendo loca de gusto. Bernardo se percató de esa circunstancia y desde atrás, agarrando y apartando hacia un lado con cierta violencia la larga melena rubia de la chica, le susurro unas palabras al oído, empleando un tono lascivo y violento.

- Bernardo: Esto te gusta eh?. No vas a escaparte a ninguna parte, zorrita. Te vas a quedar aquí y vas a hacer lo que yo te diga. A partir de hoy ya eres mi nueva empleada y me vas a tratar de Amo. Enseguida me voy a encargar de catar ese precioso chochito que te he pagado…me has entendido?....

Al ver que la joven no contestaba, la agarró del pelo nuevamente pero con fuerza y la volvió a repetir al oído, esta segunda vez en tono enfadado y alto.

- Bernardo: Me has entendido, putita?!

Carol estaba aturdida. No sabía qué hacer, por un lado tenía miedo y deseaba salir de aquella encerrona, pero por otro la situación de peligro y el placer que se concentraba entre sus piernas le habían puesto a cien. Al final pudo lo segundo y respondió tímidamente y tartamudeando...mientras por su boca se le escapaba algún que otro gemido, pues Bernardo había intensificado los movimientos.

- Bernardo: No te oigo putita!. Repite "Sí, amo!"

- Carol: S-sí amo!...Ooh!...oohh!....

El doctor Grant jamás pensó que pasaría alguna vez una situación como aquella en su consulta. Bernardo le había dicho que quería contemplar el resultado de su operación, pero no que quisiera sobrepasar ciertos límites en su presencia. Lo curioso de todo es que se había puesto excitadísimo, y había empezado a tocarse por encima de la bragueta.

Bernardo, que le observaba de reojo, esbozó una sonrisa picara. Desde atrás metiendo sus manos por debajo del vestido subido de Carol, desabrocho el cierre del sujetador y se lo quito. Empezó a manosearle los pechos mientras seguía frotándose la polla entre los muslos y el coñito. Al notar que la joven se iba a correr a tenor de la intensidad de sus gemidos, paró en seco. Aun no era el momento. Se separó de ella y se tumbó boca arriba en el suelo, sujetándose su larguísima herramienta con la mano y apuntándola hacia el techo.

- Bernardo: Muy bien putita. Con esa melena larga y dorada, me recuerdas a una valkiria y sabes?, las valkirias tenían fama de cabalgar muy bien. Lo que pasa es que hace muchos siglos dudo que pudieran entrar en contacto con algún antepasado africano mío y cabalgar algún semental negro. Pobres…no sabían lo que se perdían, pero hoy tú tendrás esa suerte…veamos como se comporta ese conejito gordito que tienes. Ponte en cuclillas y siéntate en esta montura que tengo para ti.

Carol dudó obedecer por un momento, pero el estado de excitación en el que se hallaba, unido a la mirada amenazante de Bernardo, decantó la balanza. Con cuidado y de cuclillas empezó a meterse el rojizo glande de aquella gigantesca polla de ébano. Su vagina estaba a esas alturas más que lubricada, y a pesar del tamaño del glande, pudo introducirlo. Luego poco a poco empezó a descender sobre el venoso tallo, tan largo como su antebrazo, mientras los gemidos salían de su boca sin poder sofocarlos.

- Carol: Uh uh!...oohhh…..oohhh!.......

Bernardo disfrutaba la visión que tenía ante sí. Recorrió con su mirada a la joven de arriba abajo. Su precioso rostro era la viva imagen del placer, tenia los ojos cerrados y su boca entreabierta dibujando una mueca de gozo. Sus generosos y erguidos pechos se marcaban en el apretado vestido y se movían sensualmente con la agitada respiración de la chica. Los pezones ahora ya sin sujetador de por medio, se hacían mas que notorios a través de la fina tela y mostraban su hinchazón. Siguió bajando con la mirada hasta llegar al lugar que desencadenaba todo. El carnoso conejito rubicundo iba engullendo muy poco a poco entre sus gruesos labios su oscuro alimento. Bernardo, sujetando a Carol por la cintura, la forzó a que bajara del todo, con un brusco movimiento. Aquello fue demasiado para la muchacha. Bastó con esa primera y completa bajada, para que una parte de su vagina, esa que desde la operación le pedía una y otra vez ser estimulada, recibiera al enorme y negro intruso con un furioso orgasmo.

- Carol: Oh Dios!…Oh Dios!......Oooooohhh………oooohhhhhhhh……..

Bernardo sonreía mientras disfrutaba viendo y escuchando la reacción de la joven. Sentía los espasmos de la vagina corriéndose alrededor de su polla.

- Bernardo: Vaya, vaya! A la primera envestida completa tu coñito no ha aguantado y ya se ha vuelto loco eh?...jajaja!. Te empezaré a llamar "chocho loco", jajaja!.

Carol no escuchó eso último, estaba perdida en su placer. Jamás se había sentido tan llena por dentro con aquella gigantesca polla negra. Su chochito palpitaba de gusto…el intenso orgasmo la estaba volviendo loca. Abandonó su postura de cuclillas para apoyarse sobre las rodillas e inclinarse descansando sobre Bernardo mientras se corría.

Bernardo, observó cómo la chica se tumbaba encima de él, apoyando sus grandes tetas sobre su pecho y recostando su cabeza en su hombro derecho mientras gemía descontroladamente. Entonces, miró de reojo al Dr. Grant que seguía tocándose por encima de la bata, y se le pasó por la cabeza una idea. Se dirigió a él.

- Bernardo: Aun no te he agradecido suficiente el éxito y el resultado de la operación. Pero creo que ya va siendo hora. Así que he decidido una cosa. Quítate esa bata y saca a tu amigo. Como puedes ver, no se puede desaprovechar la postura en la que se acaba de poner esta rubia, poniendo su culito en pompa. Ese agujerito que aun tiene libre te está diciendo que le des candela.

- Dr. Grant: Pero Bernardo!, no creo que deba…y si luego esta chica cuenta por ahí lo que ha pasado?, se acabará mi reputación!...

- Bernardo: Te aseguro que eso no pasará. Me voy a encargar de que a partir de hoy esta yegua acabe domada a pollazos. Va a acabar totalmente sumisa y deseando continuamente cabalgar a su semental negro. No dirá nada, ya lo verás. Y ahora haz lo que te digo, que se que lo estás desando. Hay sitio para los dos.

El doctor accedió, no sin algo de miedo. No obstante, podían mas las ganas. Se quitó la bata y empezó a desnudarse de cintura para abajo. Entre tanto, Bernardo sujetando a Carol con sus brazos había reanudado sus movimientos con un lento ritual de entradas y salidas en su chochito.

- Bernardo: Te han dado alguna vez por el culo, preciosa?.

Carol acababa de recuperarse de su orgasmo y con la reanudación de penetraciones de Bernardo estaba otra vez sintiendo aquel característico calor y placer en su vagina que empezaba de nuevo. Nada más oír la pregunta, giró el cuello y miró instintivamente hacia atrás. Para entonces el Dr. Grant ya estaba de rodillas detrás suyo a escasos centímetros de su culo. Se había echado saliva en la mano, y se estaba toqueteando para lubricar su negro miembro. La chica se fijó bien, el pene del doctor era considerablemente menor que el de Bernardo, cuya monstruosidad rondaría los 30 cm, pero no obstante era de considerables dimensiones. Alcanzaría los 19 cm de longitud, con un grosor normal. A diferencia del pene de Bernardo cuyo glande era negro-rojizo, el del doctor era totalmente oscuro de inicio a fin. Aun estaba algo atontada, pero no lo suficiente para saber lo que iba a pasar.

- Carol: Nooo!!...por favor!... Por ahí no!!......Auuuu!!!....

Carol apenas había comenzado a hablar, cuando de repente experimentó un dolor en la entrada de su ano, al notar que el miembro del doctor se abría paso. Era virgen por ahí. Le parecía imposible que por ese pequeño agujero podría introducirse aquella cosa. Sentía su culo arder por dentro. Al cabo de un rato, los dos penes acompasaron sus movimientos de entradas y salidas. La pobre chica notaba perfectamente las dos pollas negras en su interior, parecía que se iban a juntar y en cualquier momento iban a romper la fina membrana de piel que las separaba, partiéndola en dos. Poco a poco el dolor y ardor inicial en su ano se fue convirtiendo en una extraña y agradable sensación, que se unía al intensísimo placer que se concentraba en su chochito.

- Dr. Grant: Uff!!!.....ooff!!..........

Súbitamente Carol notó como el miembro de su culo salió rápidamente, para inmediatamente después sentir un líquido caliente mojando y golpeando su espalda. Al parecer, el doctor se acababa de correr, jadeaba y respiraba agitadamente. Mientras eso sucedía, Bernardo le había bajado por los hombros los tirantes del vestido y dejado sus bonitos pechos al descubierto.

- Bernardo: Parece que el doctor se ha corrido en tu espalda, eh? putita?. Yo no voy a correrme fuera, voy a llenar de leche ese coñito perfecto que tienes gracias a mí.

Sujetándola por la cintura, Bernardo la obligó a cabalgar sobre él con violencia, con penetraciones rápidas y profundas. Los grandes pechos de la chica se balanceaban de atrás hacia adelante con el ímpetu de los movimientos. Bernardo estiró el cuello y empezó a lamer y succionar sus pezones a pesar del sensual vaivén. Su amplia boca no solo succionaba los pezones sino que absorbía gran parte de cada pecho.

A esas alturas Carol ya no solo no ponía impedimentos, sino que inmersa en una marea de deleite sexual, colaboraba con ansía en la salvaje cabalgata, moviendo su culo y caderas. Se iba a correr otra vez, su chochito apenas podía aguantar el inmenso placer de más acometidas de aquella descomunal polla oscura…hasta que le llegó. El orgasmo más furioso de su vida. Sacudió hacia atrás la rubia melena, y cerrando los ojos, grito y gimió de placer como nunca antes.

- Carol: Dios mío!...Dioosss!...Oooooohhh!....Ooooohhhh!..........

- Bernardo: Uff!!...que gusto, putita!....Offf!!...Offf!....

Nada más notar los apretones espasmódicos de la vagina de Carol alrededor de su miembro, éso fue el detonante para que Bernardo se corriera a la par dentro de ella, vaciándose por completo. Parte de su semen salía de la rajita de la joven y caía resbalando manchando parte del tallo y la base de su pene. Un espectáculo de lo más excitante.

Al cabo de unos minutos, el Dr. Grant se encontraba sentado descansando en la silla de su despacho, mientras que Carol yacía exhausta sobre Bernardo, que también se estaba recuperando. Éste último susurró unas palabras al oído de la voluptuosa chica mientras apartaba hacía un lado su largo y ondulado cabello dorado.

- Bernardo: Muy bien Carol, has pasado con nota la prueba de los "servicios especiales". Das el perfil que ando buscando para la casa. Además, el tesoro que tienes entre las piernas va a agradar a uno que yo sé para su web. Ah! Se me olvidaba, te gustará saber que dos conocidas tuyas de la universidad ya trabajan para mí. No lo sabías porque tienen órdenes de no contárselo a nadie de fuera de mi mansión. Tienes dos días para mudarte a mi casa, ya lo sabes…

La chica, aun con cara desencajada de placer, asentía con la cabeza. Luego ya en voz alta Bernardo se dirigió al doctor.

- Bernardo: Tranquilo, que esta putita no contará nada de lo que ha pasado en esta consulta. Muchas gracias por todo. De todas formas ya estaremos en contacto, porque igual mando al resto de criadas a que pasen por tu clínica para que les pongas esa inyección de la que me hablaste el otro día. Por lo que he visto en Carol, es un rotundo éxito.

Capítulo IV

Sheila y Sandra estaban limpiando la casa, era su turno, puesto que el día anterior lo habían hecho Katerina y Yumi. Se encontraban precisamente en la habitación de éstas dos últimas cuando Sheila rompió el silencio.

- Sheila: Mira Sandra, Katerina se ha dejado abierto el cajón de su mesilla que siempre cierra con llave. Ah! y mira! hay un diario!.

- Sandra: Déjalo donde estaba y vuelve a cerrar el cajón con llave, anda.

- Sheila: Joder tía, no sientes curiosidad por leer un poco?, venga anda, leamos solo un par de líneas. Kat acaba de salir de compras y tardará un poco, y Yumi tenía clases esta tarde en la universidad. Vengaaa andaaaa.

- Sandra: Buuueno, pero solo un poco y lo guardamos eh?. Será nuestro secreto.

La dos chicas se sentaron al borde de la cama y empezaron a leer hacia el final del diario, de hace pocos días, cuando la checa aun compartía cama y habitación con Ben. Las dos abrían los ojos de par en par mientras leían en silencio y se intercambiaban miradas de asombro. Se grabaron a fuego ciertos párrafos del tipo:

" Querido diario, a partir de ahora voy a empezar a escribir por las mañanas según me levanto, ya que desde que el enano entró en la casa hace tres días, me lo hace todas las noches antes de dormir, y no me gusta escribir en la cama con él al lado."

"Querido diario, hoy Ben me ha hecho de todo. Cuatro veces a lo largo del día. Es un pervertido insaciable. Lo peor de todo es que poco a poco me he ido acostumbrando a él. No lo entiendo, es lo contrario a lo que busco en un hombre, es enano, feo como un duende, y sin embargo me gusta lo que me hace. No lo entiendo…"

"Querido diario. No sé lo que me pasa. Ayer por la noche el amo Bernardo ha solicitado mis servicios especiales y ha sido fantástico, como siempre. Pero he extrañado no hacerlo con Ben, como todas las noches desde que vino. Es difícil de explicar y escribir, y no entiendo cómo puede ser, pero he echado de menos sentir el placer de esa enorme y deforme polla llena de bultos dentro de mí, haciéndome correr sin parar. Qué me está pasando?. Estaré enloqueciendo?."

"Querido diario, Hace cuatro días que no te escribo. Decirte que Ben definitivamente está obsesionado con mi pocholita. Me la somete a todo tipo de perversiones sexuales: me la afeita, me la lame, me mete sus dedos y todo tipo de objetos, me la unta con ungüentos, y me la folla sin piedad con esa monstruosa polla que tiene. Dios mío! querido diario, ni siquiera el amo con su negra herramienta me da tanto gusto. Me estaré volviendo una viciosa?,.

"Querido diario, Ben me repite una y otra vez que jamás ha visto una rajita tan bonita como la mía. Yo le he dicho que mi pocholita gordita es mi parte más sagrada, pero que puede hacer con ella lo que quiera y cuando quiera, que es suya. Dios mío, jamás pensé que escribiría esto, pero creo que me he viciado de ese pequeño y deforme ser. Espero que el amo Bernardo no se dé cuenta de lo que me pasa, porque no quiero causar celos y que le eche de la casa."

- Sheila: Uffff! Sandra….has leído eso?. Kat está encoñadísima de ese feo enano!. Una chica rubia y guapísima, que puede tener al tío más guapo que quiera, y se encapricha y encoña con Ben!.

- Sandra: No te asombres tanto. Ya te dije que Kat se había encoñado con él. Ben hace tiempo que ha despertado mi curiosidad y he leído en internet cosas sobre él. Sabías que hace espectáculos porno en directo y es famoso?. "Big Ben Show", así se llama su espectáculo, y al parecer tiene fama como el mejor follador de coños del porno, según una encuesta a actrices del sector que han coincidido con él. Por eso…¿Cómo no va a volverse loquita Kat?, el enano debe ser un fenómeno. Yo hace unos días quise catar su enorme… "cosa", pero el cabrón no se atreve a hacerlo conmigo, dice que el amo le ha prohibido tocarme y que no quiere arriesgarse a que le eche de la mansión.

Mientras esa conversación tenía lugar, la puerta de la habitación se abrió súbitamente. Vicente, el mayordomo, se asomó tímidamente. Sheila, rápidamente en un acto instintivo, escondió el diario de Kat detrás de su espalda.

- Vicente: Os estaba buscando chicas. Ben me ha dicho que hoy no puede hacer la sesión de fotos y video que tenía previsto con vosotras, para la web que está haciendo. Me ha pedido a mí el favor de encargarme de ello. Así que ya sabéis, en menos de media hora os dirigís a la sala de grabación en donde tenéis la ropa que os vais a poner. Yo iré también enseguida.

Realmente el enano había llegado a un acuerdo con Vicente. Un favor por otro. El mayordomo le había confesado una noche que Bernardo tenía cámaras ocultas en todas las habitaciones de la casa y que él tenía la tarea de vigilarlas. El enano le prometió que no lo diría a nadie, pero le rogó que la pasada noche pusiera una imagen fija en la habitación de Katerina y Yumi de ambas chicas durmiendo, a cambio de cualquier favor. Al parecer, el enano quería follarse a la recién llegada Yumi y no quería que el amo lo supiera. Vicente accedió a cambio de que la siguiente sesión de fotos y videos de la web de "Cameltoes" que el enano estaba preparando, la hiciera él. Ambos quedaron conformes y cerraron el trato.

Una hora más tarde en la sala de grabación las dos chicas estaban ya vestidas para la sesión. Sheila llevaba su rojiza melena recogida en una única trenza que caía larga por su espalda. Su indumentaria, salvo por unos zapatos de tacón rosas, consistía únicamente en un minúsculo bikini del mismo color, que apenas cubría nada. Las dos formas triangulares de la parte superior apenas tapaban sus pezones, quedando el resto de los grandes pechos desnudos, y la parte inferior era tan mínima que se escondía entre los carnosos labios mayores de su sexo afeitado, prácticamente visible del todo. Por su parte, Sandra no le iba a la zaga. Llevaba su larga cabellera oscura suelta y calzaba unos zapatos de tacón blancos, del mismo color que su ridículo atuendo. Éste consistía en un minúsculo short de lycra sin nada debajo, pegándose a su cuerpo como una segunda piel, marcando tanto su vulva y su rajita, que parecía que estaba pintado. No llevaba atuendo superior, sus bonitos senos estaban al descubierto salvo por unas gruesas tiritas blancas en forma de "X" que únicamente tapaban sus pezones.

- Sandra: Estábamos comentando Sheila y yo mientras te esperábamos en la sala, que nos parece raro que Ben te haya encomendado hoy la sesión de fotos. Suele pasárselo tan bien que nos resulta extraño.

- Vicente: Bueno, pues ya veis. Pero ahora nada de preguntas, vais a empezar a poner poses sexys mientras os voy sacando unas cuantas fotos para empezar.

Las chicas obedecieron. Mientras ponían posturitas insinuantes, ambas se percataron de cierto bulto en la entrepierna de los pantalones de Vicente, que poco a poco se hacía más que evidente. Para un voyeur como él, aquello era un sueño hecho realidad.

- Vicente: Qué bien lo hacéis chicas. Ben estará contento de las fotos que estoy sacando. Se me está ocurriendo una cosa. Sheila, ves ese televisor plano que está en medio de esa mesa baja?.

- Sheila: El más fino, el led?

- Vicente: Si ése, sitúalo de lado y de pié pon una pierna a cada lado. Quiero que empieces a frotar tu rajita con el canto del televisor…

- Sheila: Si claro. Hoy mandas tú, Vicente…

La preciosa chica pelirroja empleó un tono pausado y sarcástico, mientras esbozaba una sonrisa. Tras lo cual, empezó a rozar su sexo a lo largo de la parte plana del televisor. El fino canto se escondía y ocultaba en su rajita mientras se frotaba de adelante hacia atrás y viceversa.

- Sandra: Vaya, vaya, Vicente. Te estás poniendo a tono, eh?. Te gusta mirar como Sheila se mete el borde de ese televisor entre los gorditos labios de su chochito, eh?. Estas hecho un mirón pervertido. Pues sabes?, no vamos a seguir haciendo lo que quieras a menos que tú también hagas algo que se nos ocurra. Verdad Sheila?.

Sheila, sorprendida por ese cambio de rumbo de los acontecimientos, que su compañera de habitación había iniciado, paró en seco sus movimientos.

- Sheila: Eso!, yo no sigo a menos que Vicente haga también algo que le digamos. Nosotras hacemos una cosa que nos pida y a su vez le pedimos que él haga otra. De jugar a esto hay que jugar todos.

- Vicente: Pero chicas, ése no es el trato!.

- Sandra: Pues nada, Sheila vámonos de la sala, la sesión ha terminado.

- Vicente: Espera, está bien. Que queréis que haga a cambio de que sigáis?

- Sandra: Hmmm….para empezar desabróchate la cremallera de esa bragueta…parece que algo te oprime…luego sácate a tu amiguito, que Sheila y yo queremos verlo.

Vicente se puso rojo como un tomate. A las chicas les divertía el juego, En las sesiones con Ben era imposible hacer una cosa así, pues el enano tenía un carácter muy fuerte y se ponía de muy mal genio si no acataban sus órdenes. Sin embargo, el carácter benévolo de Vicente era totalmente influenciable y moldeable.

- Vicente: P-pero…estáis locas o qué?

- Sheila: Vámonos Sandra!

- Vicente: No, no!, espera!…ya lo hago…

Vicente se bajo la cremallera y sacó su pene. Era de un tamaño y grosor estándar, de unos 15 cm de longitud, y a esas alturas ya estaba totalmente erguido.

- Sandra: Así me gusta. Ahora que quieres que hagamos para continuar la sesión de fotos?

- Vicente: Esto…Sheila, reanuda tus movimientos con el borde del televisor, y tu Sandra…quiero que cojas este cigarrillo y lo sujetes entre la rajita que marcan tus shorts…

Ambas chicas obedecieron. Sheila reanudo sus frotamientos y Sheila situó entre los apretados labios mayores de su chochito aquel cigarrillo, que se sostenía solo. Vicente reanudó sus fotos.

- Sheila: Uuhhmmm!....te gusta ver cómo me froto el chochito eh? Cabrón?..mmmmhh..Que gustito!….

A Sheila se le escapó algún gemido. Aquellos movimientos le estaban empezando a gustar de verdad, y notaba como su sexo había engordado y se estaba humedeciendo…De repente, Vicente ya no pudo más y mientras con una mano sacaba las fotos, con la otra había empezado a masturbarse lentamente.

- Sandra: Vaya, vaya!, no puedes aguantar meneártela eh?, estas hecho un salido Sr. Vicente. Qué pena que el amo no te deje tocarnos eh?...aunque a ti seguro que te gusta más mirar. Se me está ocurriendo una cosa. Te voy a devolver lo bien que me lo hiciste pasar con aquel chupa-chups hace unos días (ver parte 4). Vas a quitarte toda la ropa. Así como antes nos has dicho como teníamos que vestirnos, ahora tú vas a ponerte lo que yo te diga.

Vicente acató sin rechistar, tal era su excitación ya a esas alturas. Se quedó completamente desnudo, enseñando su feo cuerpo delgado y arrugado propio de su avanzada edad.

- Sandra: Muy bien, ahora vas a coger esta goma mía de pelo y te la vas a poner bien prieta con un par de vueltas alrededor de la base de ese pene tieso que estoy viendo. Ese va a ser todo tu atuendo de momento.

Vicente cogió la goma cuyo diámetro era sustancialmente inferior al de un condón, y dando dos vueltas se la apretó en la base del tallo de su miembro. Aunque no le dolía, le apretaba tanto que su polla se puso de repente como un tomate, debido a la acumulación de sangre. Las venas se le pusieron tan hinchadas y gordas que parecían que iban a reventar.

- Sheila: Joder Sandra, que ocurrencia!, vaya espectáculo!.

- Sandra: Si quieres que Sheila siga moviéndose y yo siga con esto en mi rajita mientras sacas fotos, has de seguir meneándotela.

Vicente se sentó en una silla y empezó nuevamente a pajearse. Sin embargo, con la diferencia de que ahora con la goma, su pene estaba mucho más sensible y sentía perfectamente sus gruesas venas en la palma de su mano mientras se masturbaba.

- Sandra: Muy Bien, ahora es cuando yo te agradeceré lo que hiciste conmigo aquel día. Tú no puedes tocarnos, el amo te lo prohibió, recuerdas?, y aquel día solo tocaste el palito del chupa-chups y me lo hiciste pasar muy bien. Ahora haré yo algo similar…Ahora vuelvo.

Sandra salió por la puerta y volvió a los pocos segundos, en la mano derecha tenía un fino guante amarillo de látex, de esos que se utilizan para limpiar o fregar. Se dirigió a su compañera, que no había dejado de rozarse la rajita con la tv.

- Sandra: Sheila, Vicente se merece que le devuelva un regalo que me hizo hace unos días. Por favor, puedes quitarte ese tanga y acercarte para poner tu cosita muy cerca de su cara?.

Sheila accedió. Se sacó el tanga por debajo de los altos zapatos de tacón rosas, y se situó de pié muy cerca del mayordomo, que seguía sentado. Su chochito quedaba a un palmo de sus ojos y a la misma altura.

- Sandra: Has visto que coñito más bonito?, qué abultadito es, eh?. Se ha puesto bien mojadito con tanto frote, mira como brilla la suave piel afeitada. Desde ahí hasta puedes oler su aroma de excitación…

Vicente estaba como una moto, se iba a correr de un momento a otro. La palabras lascivas que Sandra le estaba susurrando al oído, mientras contemplaba un primer plano del chochito de Sheila, eran demasiado…Sin previo aviso, Sandra utilizó su guante. Agarrando el tallo de la polla de Vicente, empezó a pajearle de arriba abajo. El mayordomo estaba a punto de dejarse ir. El placer que le daba el contacto de aquel látex resbalando sobre su pene hinchado y duro como una piedra debido a la prieta goma, le conducía rápidamente al desenlace.

- Sandra: Uff…que dura se te ha puesto con mi gomita de pelo bien prieta en la base eh?. Lo he querido así, para que sientas más lo que te estoy haciendo. Joder!, noto las abultadas venas de tu polla a través del látex, ¡se te han puesto gordísimas y rojas!. Assssi, asssiii…arriba y abajo….mira como muevo el guante sobre el tallo y sobre esas venas que parece que van a reventar…asssii…assiii…imagina que mi guante es el precioso chochito de Sheila…y estas entrando y saliendo…

- Vicente: Off!…serás puta!…Oooofff!!...me corro!...Ooooofff!....

El mayordomo se corrío salvajemente, mientras Sandra no cesaba de pajearle con el guante a pesar de la eyaculación. El semen salió disparado hacia arriba y a parte de manchar el guante y el antebrazo de Sandra, algún chorretón llegó a impactar cerca del ombligo de Sheila, resbalando luego hacia abajo en una línea que pasaba por su bajo vientre hasta llegar al chochito.

Una vez que ya expulsó todo, Sandra cesó sus movimientos. Giñando un ojo a Vicente mientras le dedicaba una sonrisa, se dirigió nuevamente a él.

- Sandra: Te lo debía Vicente. Ahora Sheila y yo tenemos que terminar de limpiar la casa, para que cuando venga Bernardo lo encuentre todo limpio y en orden. Además, luego ha de darnos tiempo para descansar un poco, porque creo que esta noche el amo nos va a pedir servicios especiales a una de las dos, o a las dos a la vez. Hasta luego.

Ambas chicas recogieron a todo correr sus cosas y salieron por la puerta. Allí quedó Vicente, aun recostado en aquella butaca y con las piernas abiertas mientras miraba al techo como ausente. Respiraba agitadamente y en su rostro se dibujaba una sonrisa de bobalicona satisfacción. Mientras, por la comisura de su boca, se le escapaba un hilillo de saliva.

¿Qué seguirá pasando en la casa, ahora que ya van a ser cinco las serviciales criadas?, y en la universidad?. Continuará.

FIN