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Las Jovencitas Criadas de Bernardo (5)

en Interracial

LAS JOVENES CRIADAS DE BERNARDO (5ª parte)

Resumen

 

Breve resumen del relato precedente: "Las Jóvenes Criadas de Bernardo (4ª parte)":

Bernardo recluta para el servicio de su mansión a la pelirroja Sheila y a la japonesa Yumi a través del chantaje. Por su parte, el enano Ben le propone la creación de una página web basada en "cameltoes " y bonitos chochitos rasurados, en los que las criadas tendrían un papel protagonista. Bernardo se muestra conforme. Sandra sigue divirtiéndose provocando y excitando al pobre Vicente, el mayordomo.

Capítulo I

Carol entró en el despacho del doctor Dave Grant, después de haber esperado unos diez minutos en la sala de espera. Observó que al igual que el resto de instalaciones de la consulta, el despacho del doctor era muy grande y modernamente decorado. Al parecer, el negocio debía de ir muy bien. El doctor Grant era un hombre de color de unos 55 años de edad, de mediana estatura y bastante atractivo, a pesar de que a ella no le gustaban especialmente los hombres de piel oscura. Le recibió con una amplia sonrisa.

- Dr. Grant: Pase y siéntese. La señorita Carol, verdad?.

-

Carol
: Así es. Una amiga de la universidad me recomendó que le visitase, pues según me comentó, usted es de lo mejor que hay en su especialidad.

- Dr. Grant: Me halaga usted y me va a sacar los colores, jeje. Pero dígame, en qué le puedo ayudar?.

Mientras hablaba, Carol se fijó que le estaba escudriñando de arriba abajo.

-

Carol
: P-pues verá, es que me da un poco de vergüenza…quería operarme de mí…verá es que…

El doctor trató de ayudarla, restándole importancia. Sabía perfectamente a que venía aquella chica. Hace unos días había recibido la llamada de Bernardo, un conocido de su infancia y le había puesto en antecedentes. Le había pedido el favor que le atendiera con especial interés y que no escatimara en detalles y gastos. En definitiva, que realizase el mejor trabajo que pudiera hacer. Lo que no le había dicho, pensó Dave, es que la muchacha en cuestión fuera tan espectacular. Era posiblemente una de las chicas más sexys y bonitas de las muchas que habían pasado por su consulta. Era una escultural chica de unos 20 años, con larga y ondulada melena rubia y preciosos ojos grises.

- Dr. Grant

: No se avergüence, las operaciones de cirugía de todo tipo están al orden del día. Además, perdone que me intrometa, pero creo que usted ya se ha sometido a alguna anteriormente, verdad?. Al entrar me he fijado que es posible que tenga operados los senos, me equivoco?.

-

Carol
: P-pues no, tiene usted razón…

- Dr. Grant: No se moleste. Es deformación profesional. Cuando alguien nuevo entra en mi despacho suelo realizar una primera ojeada general. En su caso, he de confesar que he dudado en un primer momento. Por favor, si no es mucha molestia, podría descubrírselos para apreciar el trabajo?.

-

Carol
: S-si, sí, cómo no.

Carol se puso de pié y se desabrochó la camisa, para acto seguido quitarse el sujetador. El doctor mientras tanto había bordeado la mesa y se encontraba ya a su lado.

- Dr. Grant: Perfectos. El trabajo está tan bien realizado y con un acabado tan natural que solamente los que nos dedicamos a esto podríamos darnos cuenta de que están operados. Un excepcional trabajo, tan bueno que parece mío, jejeje. Puedo preguntar quien fue el doctor que le operó?.

-

Carol
: El doctor Ruiz. Pero se acaba de jubilar.

- Dr. Grant: Así es, le conozco. Un excelente profesional. En fin Carol, ¿qué es lo que quiere hacerse o retocarse?. En lo referente a sus pechos yo no les cambiaría. Quizá tienen un tamaño bastante grande para su constitución, pero tampoco desproporcionado o vulgar. Me imagino que usted los querría así. He operado a muchas chicas que luego han aparecido en revistas como Playboy con prótesis similares.

El doctor aun a sabiendas de lo que quería hacerse la muchacha, siguió la pantomima de no saber nada.

-

Carol
: No, no se trata de retocar mis pechos. Verá…es que…es mi parte…intima, no estoy a gusto con ella…

- Dr. Grant

: Ah!, haber empezado por ahí. No se apure, ha venido usted al sitio adecuado. Cada vez más clínicas de cirugía realizan ese tipo de operaciones, pero somos muy pocas las que llevamos haciéndolo desde un principio y las que realmente estamos especializadas. Por favor, le ruego que se vuelva a poner de pié y se desnude de cintura para abajo, mientras me explica lo que no le gusta.

Carol estaba roja como un tomate. Sin embargo, sabía que no tenía más remedio que hacer lo que le pedía. Le reconfortó pensar que el doctor ya estaría más que acostumbrado a aquellas situaciones. Se bajó la minifalda negra y la braga-panty del mismo color, dejando al descubierto su sexo. Se lo había rasurado completamente la noche anterior para que el doctor pudiera ver claramente lo que ella quería cambiar. Estaba completamente desnuda, salvo por las botas altas de ante negro que aun llevaba puestas.

- Dr. Grant: No se apure, vaya contándome lo que no le gusta…

Mientras se desnudaba, el doctor se deleitaba con el voluptuoso cuerpo desnudo de aquella chica. A lo largo de los años de su profesión, había visto muy pocas tan espectaculares de los miles que habían pasado por su consulta. Sin embargo, una vez que la chica se quitó las braguitas, no tuvo más remedio que comprender a Carol. La naturaleza había sido muy generosa con el cuerpo de aquella muchacha salvo en aquella parte. Una parte que vestida era irrelevante, pero que completamente desnuda rompía la armonía y belleza del resto del cuerpo. Esperó a que la chica hablara.

-

Carol
: P-pues verá, como ya se habrá fijado…los labios menores me cuelgan mucho. Estoy tremendamente acomplejada, y en la intimidad, aunque hasta ahora no se han quejado, yo no me siento cómoda ni segura.

Mientras hablaba el doctor se había puesto unos guantes blancos de látex y se había sentado en un bajo taburete enfrente de ella, de forma que su sexo quedaba a la altura de sus ojos.

- Dr. Grant: No es para tanto. (Sí que lo era, pensó para sí, aunque quiso restar importancia para tranquilizar a la joven). Efectivamente podríamos mejorar bastante ese aspecto. Es una operación sencilla llamada labioplastia de reducción. Se puede hacer con anestesia epidural, aunque yo prefiero la general para no ocasionar ni una leve molestia. Recortaríamos el exceso saliente.

Carol estaba roja de vergüenza. Ella allí, de pié desnuda, mientras aquel doctor le observaba y manipulaba su sexo. Trató de mirar al techo mientras todo aquello sucedía.

- Dr. Grant: Está bien. Antes de vestirse me gustaría tomarle unas fotografías de primeros planos de su vagina y vulva para guardar en su expediente antes de la operación. Así luego usted podrá comprobar el antes y el después.

-

Carol
: E-está bien, lo comprendo.

Tras unas cuantas fotografías desde diversos ángulos, el doctor le dijo que ya podía vestirse. Ambos se volvieron a sentar nuevamente uno enfrente del otro en la mesa del despacho.

- Dr. Grant: Ya me he hecho una idea de lo que quiere. No obstante, tengo un álbum de fotografías que le pueden ayudar a decidir que resultado le gustaría obtener. Algunas chicas incluso me traen directamente fotos de playboy o modelos eróticas. Aquí tengo un amplio muestrario que me gustaría enseñarle.

El doctor sacó un grueso álbum de fotos. Carol empezó a ojearlo. Había cientos de sexos de todo tipo, colores, formas y tamaños. El doctor le dijo que mercase con un poscit los que más le gustasen, mientras él terminaba de rellenar la ficha de su expediente y le preguntaba cosas como si era alérgica, había sido operada con anterioridad, etc, etc. Al cabo de unos minutos le dijo que ya había terminado. Había marcado tres.

-

Carol
: Me gustan esos tres. Mis compañeras animadoras Yumi y Sheila lo tienen parecido. Querría algo así. Igual de los tres el que más me gusta son las fotos del último.

El doctor Grant no salía de su asombro. Bernardo le había mandado un sobre con las fotos de primeros planos del sexo de una de sus criadas, una tal Katerina, comentándole que quería que el resultado fuera similar a aquello. Él las había puesto al final del grueso catalogo e independientemente de lo que Carol hubiera elegido, iba a emular el de aquella chica de Bernardo. Pero lo que no se había imaginado ni de lejos, es que entre cientos hubiera elegido precisamente aquel. Aunque pensándolo bien, quizá tampoco era tanta la casualidad, la vulva que mostraban esas fotos era sencillamente preciosa.

- Dr. Grant: Ajá, buena elección. Sobre gustos no hay nada escrito y nunca me pronuncio, pero en este caso no puedo evitar decir que coincido con usted en la elección, posiblemente sea una de las vulvas más bonitas, sino la más, de todo el muestrario.

-

Carol
: Es su último trabajo?, por eso está al final?.

- Dr. Grant: No precisamente. En el álbum hay fotos de vulvas operadas y no operadas. En este caso son las últimas fotos que me han llegado del sexo de una joven, pero no está operado.

-

Carol
: Podría hacer algo similar con el mío?. Así es exactamente como lo quiero.

- Dr. Grant: Lo intentaré, aunque por lo que veo usted no quiere realizar una sola operación de reducción de labios menores, sino que también quiere aumentar el grosor de los labios mayores, esto es una labioplastia de aumento, así como dar mayor turgencia y carnosidad a la vulva en general.

-

Carol
: Me va a doler?. Cuánto me va a costar?.

- Dr. Grant: Vayamos por partes. Respondiendo a lo primero, con la anestesia de la operación puede estar tranquila porque no notará nada. Respecto a lo segundo, unos 7.500 dólares.

-

Carol
: Pfff!, yo solo tengo 3.500 ahorrados, no voy a poder…

- Dr. Grant: Ya, esa cantidad serviría para la labioplastia de reducción, pero ya ve que quiere más cosas. Ummm…espere un momento, tengo un conocido que anda buscando una nueva asistenta para su mansión. Podría hablar con él y pedirle el favor de que adelante el dinero, luego usted ya se lo devolvería poco a poco trabajando para él. Le parece?. Es de fiar y paga muy, pero que muy bien. Piénselo.

-

Carol
: No hay nada que pensar, quiero quitarme este complejo de una vez por todas. Dejaré las clases particulares que estaba dando a un chico para ganarme un dinerillo y trabajaré para ese señor…como ha dicho que se llamaba?.

- Dr. Grant: Aun no se lo había dicho, se llama Bernardo. Ya hablaré con él para que prepare el contrato y empiece a trabajar en su casa. Asunto arreglado entonces. Venga pasado mañana, le haré un hueco para realizar la operación, hable con la enfermera de la entrada para que le indique los preparatorios antes de este tipo de operaciones.

-

Carol
: De acuerdo doctor.

 

Dos días más tarde a las 9:00 h. Carol ya estaba dormida y tumbada en la camilla del quirófano del doctor. Este último, junto con sus dos ayudantes enfermeras, se había propuesto esmerarse más que nunca en esa intervención. Debía lograr el resultado que le había prometido a Bernardo y por el cual le había pagado una fortuna. Puso las fotos del sexo de Katerina enfrente a modo de referencia. Tras 2 horas de operación, contempló el resultado. Aunque era pronto para hacerse una idea real del acabado debido al hinchazón, su experiencia y presentimiento le decía que sería una de sus mejores obras. Esbozó una sonrisa de satisfacción. Sólo le quedaba poner la puntilla final a su trabajo. Desde hace un tiempo, él junto con otros compañeros del sector, ofrecían el llamado "G-shot". Consistía en aplicar en la cara anterior de la vagina donde se encontraba el famoso punto G, una inyección de un compuesto de colágeno natural que aumentaba el volumen de aquella zona hasta el tamaño de una pequeña moneda. Esto hacía más fácil su estimulación y aumentaba el placer en las relaciones sexuales. Unos días antes, había creado un nuevo compuesto, pero aun no lo había probad. Decidió que aquel era el momento. Abrió los nuevos y ya gruesos labios del sexo de Carol y tras localizar aquella zona, inyectó el producto. Esta vez también decidió aplicar el doble de la dosis habitual, creando un pequeño abultamiento en la vagina que sería inevitablemente rozado con cualquier pene, objeto o dedo que se introdujera. No dejaba de ser un riesgo y él lo sabía, puesto que una estimulación tan directa en esa parte corría el riesgo de provocar la finalidad contraria al placer, es decir, dolor. No obstante, podía resultar un éxito. Además, en caso contrario, siempre quedaban las revisiones posteriores para subsanarlo más adelante.

Tras un cuarto de hora, Carol poco a poco iba retomando la conciencia aunque aun estaba medio mareada sobre la camilla. Al poco de abrir los ojos se topó con la cara sonriente del doctor.

- Dr. Grant: Todo ha salido fenomenal. Aquí tienes el contrato que te dije días atrás para empezar a trabajar con el Sr. Bernardo, échale una firma.

Carol aun mareada y medio inconsciente no se planteó ni leerlo. Se limitó a obedecer, cogiendo el bolígrafo que le tendía el doctor, estampó una firma temblorosa. Al cabo de media hora ya plenamente consciente, se incorporó con dificultad y escuchó los consejos del doctor.

- Dr. Grant: La operación ha sido un éxito Carol, puedes estar contenta y tranquila. Vas a llevar esta especie de vendaje tipo compresa durante al menos 10 días para que todo cicatrice bien, sólo quítatelo para ducharte y hacer tus necesidades, reponiéndolo con otro. Puede que tengas algo de dolor esos primeros días. Es muy importante que durante ese periodo no te toques, rasques o te frotes esa zona al ducharte, tampoco lleves prendas ajustadas, mejor usa faldas. A los 12 días más o menos ya puedes vestirte como quieras y hacer vida normal, pero para tener relaciones sexuales con penetración tendrás que esperar tres semanas. La revisión la tendremos precisamente entonces, de aquí a unos 20 días. Al salir, María, la enfermera, te recetará unos antiinflamatorios para los primeros días. Hata entonces Carol.

-

Carol
: Muchísimas gracias por todo Doctor. Solo una pregunta, el contrato que he firmado, cuando he de empezar a trabajar para ese señor?.

- Dr. Grant: No te preocupes, empezarás una vez que vengas a la primera revisión y confirmemos que todo haya salido bien. Ya he hablado con Bernardo.

-

Carol
: Ok. Muchas gracias.

 

Capítulo II

 

Había pasado un día desde que Yumi y Sheila se incorporaran al servicio de la mansión de Bernardo. El momento de las presentaciones fue curioso. Tanto las nuevas chicas, como Sandra y Katerina, se sorprendieron mutuamente de la belleza de ambas. Bernardo les había dejado bien claro que no debía haber lugar para celos entre ellas, y si no, la que mostrase un mínimo atisbo de ellos, sería expulsada. Tanto el mayordomo como Ben, el enano, alabaron el buen gusto de Bernardo al ver las dos nuevas bellezas. Resultó gracioso observar la curiosa reacción de sorpresa y extrañeza que pusieron las recién llegadas cuando conocieron a Ben. Tanto Sheila como Yumi debían guardar el secreto en la universidad de su trabajo en la mansión, y de comentar siquiera que trabajaban para Bernardo. Sheila al dejar el apartamento que compartía con su hermana, no tuvo más remedio que decirle a donde iba. Tuvo que suplicar que no dijera a nadie que trabajaría para Bernardo. A pesar del disgusto que le supuso a su hermana no le quedó más remedio que prometerle guardar el secreto. Por su parte Yumi dejó de dar masajes, pese a la insistencia de muchos clientes para que continuase.

La distribución de las habitaciones de la casa sufrió cambios con la llegada de las dos chicas nuevas. Bernardo organizó todo a su manera. La pelirroja Sheila se instaló en la habitación de Sandra y Yumi pasaría a dormir con Katerina. Lo más traumático fue cuando comentó a Ben que dormiría en una cama al lado del mayordomo. Tanto Ben como Katerina mostraron su disgusto sin disimulo por no seguir compartiendo lecho. Bernardo inflexible, les comentó que esa era la mejor distribución para que las chicas se fueran conociendo y que no se quejaran tanto pues tenían el resto del día para sus cosas.

La primera noche en las habitaciones de las chicas fue de largas conversaciones y preguntas de las recién llegadas. En la habitación de Sandra y Sheila…

- Sheila:

¿Cuánto tiempo llevas trabajando para el Sr. Bernardo?

- Sandra:

Un año, mas o menos

- Sheila:

Y que tal? Te arrepientes de entrar a trabajar aquí?

- Sandra:

Arrepentirme?. Que va!, es lo mejor que he hecho nunca. No trabajas mucho…en lo que vienen siendo labores de limpieza y encima ganas un dineral.

- Sheila:

Ya…y lo de los servicios especiales con el amo?

- Sandra:

¡Eso es lo mejor de todo!. Imagino que si estás aquí posiblemente ya habrás estado con el amo al menos una vez. No creo que te tenga que decir lo mucho que se puede disfrutar haciendo esos trabajos especiales. Y cuanto más servicios de esos requiera mejor.

- Sheila:

Suele preferir a alguna más que a otra?

- Sandra:

Para nada, somos iguales ante él. Suele ser equitativo pidiendo los servicios y son casi siempre diarios. Aunque últimamente nos ha dejado un poco más abandonadas de lo habitual con lo de las clases de la universidad y tal…

- Sheila:

Hay algo que no deba decir o hacer para que no le moleste?. Que debo hacer para agradarle?.

- Sandra:

No le des muchas vueltas. Lo único que has de hacer es ponerte guapa para él, vestirte con la ropa que te ha dicho que te pongas y acatar siempre sus órdenes. No te preocupes porque sus ordenes son un placer cumplirlas, jeje. Ah! eso sí!, hay una cosa que no soporta; los pelillos ahí abajo. Así que ya sabes, siempre bien afeitadita del todo.

- Sheila:

Y que tal son el viejo mayordomo Vicente y ese enano tan feo y narizón, cómo se llamaba?.

- Sandra:

Ben, se llama Ben, aunque le llaman Big Ben. Vicente es un encanto, muy buena persona, no vas a tener problemas con él. Yo me lo paso en grande haciéndole rabiar, descubrí nada más llegar a la casa que era un mirón y últimamente estoy sacándole de sus casillas insinuándome y poniéndole a mil. Tiene órdenes de no andar toqueteándonos ni sobrepasarse con nosotras. En cuanto a Ben, que decirte!. Fue el regalo de cumpleaños de Kat, que esperaba un perrito. Ambos están ligados el uno al otro de una forma muy particular y por contrato. Ahí donde le ves tan pequeño y feo debe ser un portento en la cama. Últimamente ha despertado mi morbo, porque Kat no hace más que hablar de él y de lo mucho que le hace sentir con su polla descomunal y deforme llena de bultos. Creo que se ha encoñado sobremanera con el enano, como una especie de adicción.

- Sheila:

Quién lo diría!. En fin Sandra, gracias por tus palabras y tus consejos.

- Sandra:

De nada. Por cierto, se me olvidaba, Ben tiene permiso desde hace unos días para sacarnos fotos y videos y colgarlos en una web que está haciendo.

- Sheila:

Fotos y videos?. ¿De qué tipo?.

- Sandra:

Bueno, ya lo descubrirás mañana, que toca sesión.

Mientras, en la habitación de Yumi y Katerina…

- Yumi: ¿Por qué estas tan triste Katerina?. Es porque ya no duerme aquí Ben?. Siento que yo haya sido la culpable de vuestra separación.

- Katerina:

No te preocupes, tu no tienes la culpa. Tarde o temprano esto iba a pasar, el hecho de que Ben durmiera conmigo siempre ha sido provisional. La verdad, quién me iba a decir a mí cuando conocí a Ben que me acabaría gustando y acostumbrando a dormir con él.

- Yumi: Bueno, él vive aquí no?. Puedes estar con él el resto del día. Además, tú no tienes que ir a la facultad como Sheila o yo. Tienes más tiempo.

- Katerina:

Supongo que tienes razón, pero me había acostumbrado a dormir relajada después de…

- Yumi: Lo hacías con ese enano todas las noches antes de dormir?.

- Katerina:

Si, parece una locura verdad?. Pues créeme que no hay nada mejor en el mundo. No sé, resulta extraño, físicamente no me gusta nada como te puedes imaginar, pero en el sexo…

- Yumi: Ajá!, nadie te hace sentir tanto como él, no es eso?. Ni siquiera el amo?. Antes de venir aquí yo lo hice con el Sr. Bernardo y después de probar su gran…bueno, ya sabes a lo que me refiero, me resulta extraño que prefieras a Ben.

- Katerina:

A ver, cada vez que me llama el amo pidiéndome algún servicio especial, disfruto como loca. Pero con Ben…toco el cielo. Es como una droga, como si cierta parte de mi cuerpo le perteneciese y mandase sobre mí.

- Yumi: Jajajaja! A eso se llama enchochamiento, y el tuyo parece salvaje. Sabes? Has hecho que despierte mi curiosidad por ese pequeño ser…

 

Eso pasó la noche anterior. Hoy por la tarde las cuatro criadas estaban de pié en la sala de video de la mansión de Bernardo. Tenían sesión de fotos y video para la web que Ben estaba preparando. El enano estaba enfrente a ellas con la cámara e iba enfocando con el objetivo a cada una de ellas de izquierda a derecha. Las chicas estaban con muy poca ropa y se habían vestido como se les había ordenado una hora antes. Todas estaban ataviadas con una ceñida camiseta blanca que ponía " Puffy & Shaved Cameltoe" y que llevaban sin sujetador. También coincidían en calzar unas deportivas del mismo color. Lo único que las diferenciaba era la ropa íntima inferior. Ben se deleitaba enfocando a cada una de ellas; Sheila , la voluptuosa pelirroja, cuyos generosos senos se marcaban tras la camiseta, llevaba un micro-tanga tan minúsculo que se introducía entre los gruesos labios de su intimidad dejándolos al descubierto. Tras centrarse un rato en ella, enfocó a la preciosa morena de ojos verdes que tenía al lado. Sandra llevaba unas bragas de encaje de fina tela que estaban mojadas, tal y como se le había indicado que hiciera minutos antes. Esto provocaba que la prenda se trasparentase bastante y que se adhiriese a su bonito sexo resaltándolo. Ben continuó el recorrido de su objetivo. La siguiente en quedar grabada era Yumi, la pequeña japonesa que junto con Sheila era recién llegada a la casa. A diferencia del resto de compañeras, cuyos pechos quedaban remarcados por la ceñida camiseta, en su caso bebido a su pequeño tamaño, no ocurría tal circunstancia. No obstante, los grandes y gruesos pezones de sus pequeños atributos si que marcaban su forma y presencia a través de la tela. Llevaba una peculiar ropa interior: una especie de tanga, si es que se podía llamar así, consistente en un cordón de perlas que se metía entre los glúteos y la rajita de su abultada intimidad. No quedaba nada para la imaginación. Por último, enfocó la lente del objetivo en Katerina, la rubia y explosiva checa. Era la que más pecho tenía junto con Sheila, y eso quedaba mas que evidenciado, pues al igual que su compañera de cabellos de fuego, la apretada camiseta exponía perfectamente el volumen y forma de sus atributos superiores al igual que resaltaba sus pezones. Llevaba puesto un minúsculo short de lycra, que marcaba la turgencia y forma de su bonita pocholita, como ella llamaba a su sexo.

- Big Ben:

Perfecto chicas, esta sesión conjunta va a ser de lo mejor de la web. Ahora quiero que os quedéis solo con la camiseta, que os quitéis los tangas y braguitas. Quiero ver esos chochitos afeitados que son los verdaderos protagonistas de la web y que la van a llevar a ser una de las más visitadas. No dejo de imaginar cuantos chicos se la menearán cuando entren, jajaja!. Va a ser todo un éxito gracias a vosotras.

Sheila y Yumi se mostraron reticentes a quitarse las prendas delante de aquel enano, no obstante, al ver que Katerina y Sandra obedecían sin rechistar, hicieron lo mismo a regañadientes, pues no querían perder el trabajo nada más empezar.

Ben se quedó sin habla. En ese momento se dio cuenta de que era un privilegiado y que tenía el paraíso ante sí. Ahora supo lo que podían sentir los fotógrafos de revistas como Playboy o Phenthouse. Con la gran diferencia de que él actuaba a sus anchas sin ninguna cámara o persona más, el decía cómo quería que se vistieran, como quería que posaran y que debían hacer sin ninguna persona más en la habitación que le estorbase. Enfocó los chochitos rasurados de las jóvenes, pasando de uno a otro…Todos eran preciosos y seguían un mismo y buscado patrón: abultados, con carnosos y prietos labios mayores que dibujaban una cerrada rajita. Bernardo no había podido elegir mejor, pensó Ben. Poco a poco el enano notaba que su miembro reaccionaba ante la excitación que despertaban aquellas chicas. El albornoz que llevaba poco a poco iba dibujando un bulto hacia arriba que no se podía disimular en absoluto. Si por el fuera allí mismo se abalanzaría sobre las cuatro y las follaba hasta reventar, pero se debía a su anfitrión Bernardo y se tenía que controlar. Se fijó que las chicas se habían dado cuenta de lo que pasaba y miraban entre risitas y dándose codazos al enorme bulto que provocaba cierta parte de su anatomía. Tenía que salir de allí, y no porque la situación le resultase embarazosa, que lo era, sino porque se estaba poniendo a cien y si seguía más tiempo contemplando a las chicas no iba a responder de sus acciones…

- Big Ben

: Bueno chicas, por hoy ha sido suficiente ya. Vestiros, ya os podéis marchar.

El enano esperó a que las criadas se marchasen, luego cerró la puerta y conectando la cámara se dispuso a contemplar nuevamente lo que acababa de grabar. Congeló una imagen en la que aparecían las cuatro bellezas a la vez mostrando sus chochitos rasurados. Aquella tarde se cascó una de las mejores pajas de su vida.

 

 

 

Capítulo III

 

Habían pasado 12 días desde la operación de Carol. Los tres primeros los había pasado en su apartamento sin asistir a la universidad. También había suspendido cualquier entrenamiento con sus compañeras animadoras al menos hasta la primera revisión. Al principio notaba un poco de dolor, pero era extraño, porque también le invadía una placentera sensación en la zona cada vez que se sentaba o movía bruscamente las piernas. A medida que iban pasando los días el dolor y picor inicial iba desapareciendo del todo, pero ese cosquilleo placentero seguía allí y era cada vez más evidente, pues el dolor ya no le eclipsaba. A partir del séptimo día era ya una lucha continua por evitar tocarse y aliviarse, era prácticamente como si estuviera excitada todo el tiempo. No obstante, evitó hacerlo por miedo a fastidiar el resultado de la operación. Aun debía esperar. De hecho, durante esos días se había cambiado aquel vendaje con forma de compresa y se había duchado sin mirarse el sexo. Tenía miedo de ver algo que le disgustase, así que decidió esperar las tres semanas que le indicó el doctor para ir a revisión y ver el resultado ya definitivo, con cicatrización completa y sin hinchazones de ningún tipo. Aquel día se dirigía a la casa de Berto, un chico al que daba puntualmente clases particulares de matemáticas. Pare ella, que estudiaba economía en la facultad, le resultaba muy sencillo dar ese tipo de clases de matemáticas básicas. Era una forma de sacarse un dinerillo extra para sus caprichos. Sin embargo, aquella clase iba a ser la última, puesto que empezaría a trabajar en la casa del Sr. Bernardo y no tendría tiempo para seguir impartiéndolas. Mientras se acercaba a la puerta de la casa, iba pensando en la cara que iba a poner el pobre Berto cuando se lo dijera. Berto era un chico de 18 años recién cumplidos, dos menos que ella. Las diferencias de años a esas edades se hacen más que evidentes, pero en éste caso aun se hacían más notorias. Berto desde nacimiento, arrastraba un leve retraso mental y asistía a clases de chicos de 14 años. Físicamente apenas uno se daba cuenta a simple vista, a no ser que pusiera un poco de atención. Quizá lo que más le delataba era cuando empezaba a hablar. Carol pensaba a veces que físicamente debía parecer el padre de todos sus compañeros de clase, puesto que Berto, con 18 años, sobrepasaba el 1.80 de estatura y era bastante corpulento. De hecho, era bastante obeso, una vez le dijo a Carol entre sollozos que en su clase le llamaban "tonta bola de grasa". Los chicos a esas edades eran crueles. Le iba a dar mucha pena despedirse de él, le había cogido cariño. Al acercarse a la puerta de su casa, súbitamente de topó con los padres del chico saliendo por ella en ese preciso instante.

- Madre de Berto: Hola Carol, que pronto!. Hoy llegas media hora antes.

La madre la escudriñaba con la mirada de arriba abajo. No era habitual que Carol vistiera como aquel día. Al no atreverse a llevar aun pantalones por lo que le había dicho el doctor, se había puesto un cómodo y cortísimo vestido elástico de una sola pieza que se ceñía a su cuerpo como un guante. Carol se fijó que después de mirarla detalladamente, la madre de Berto lanzó una mirada asesina a su esposo, que abobado, no levantaba la vista del amplio escote y de los bonitos y contorneados muslos que el vestido azulado solo cubría en su parte más alta.

-

Carol
: Hola. Precisamente venía antes para hablar con ustedes. Hoy va a ser la última clase que dé a Berto. Me ha salido un trabajo que no puedo rechazar y me va a ser imposible venir.

- Padre de Berto: Qué me dices!. Que disgusto se va a llevar Berto cuando se lo digas, con lo contento que está contigo. Pero bueno, nos alegramos por ti Carol. Ya nos dirás que te debemos y te lo ingresamos en cuenta como siempre.

-

Carol
: OK, sin prisas.

- Madre de Berto: Espera, que te volvemos a abrir la puerta. Berto está arriba en su habitación, creo que está haciendo los deberes que le mandaste.

Tras abrirle la puerta y producirse la irremediable despedida, Carol entró en la casa y subiendo las escaleras se dirigió a la habitación de Berto. La puerta estaba entreabierta. Al acercarse, empezó a oír unos rítmicos sonidos como leves chapoteos ("chop…chop…chop…"). Se asomó sin hacer ruido. Lo que vio hizo que abriese los ojos de par en par. Berto estaba sentado de espaldas a ella en su pequeño escritorio, levemente reclinado hacia atrás. Tenía puesto un pijama azul de grueso algodón. Carol conocía ese pijama, era su preferido, tenía la "S" roja de Superman en la parte de arriba. Los pantalones del pijama, junto con los calzoncillos, los tenía bajados hasta los tobillos. Con su mano derecha agarraba una especie de aparato cilíndrico que movía de arriba abajo introduciendo rítmicamente su pene en él por un extremo. Observó que miraba algo fijamente mientras lo hacía. Carol se fijó bien. Se llevó un susto tremendo. No despegaba la vista de una foto erótica de una chica totalmente desnuda y abierta de piernas (seguramente de alguna revista porno), a la que había recortado la cabeza y sustituido por otra…la de ella!. Ahora supo Carol porqué hace un mes Berto le insistió en que se dejara hacer una foto. Ella ya se había dado cuenta hace tiempo que le gustaba al pobre chaval, lo que nunca se había imaginado era que se masturbaba pensando en ella o imaginando como sería su cuerpo desnudo. Gracias a Dios, no se había percatado de su presencia, tal y como estaba ensimismado dándole al asunto. Al parecer, el chico había aprovechado la circunstancia de que estaba solo y faltaba medía hora para su clase para dar rienda suelta a sus instintos. Carol decidió volver a las escaleras con sigilo y hacer bastante ruido subiéndolas mientras llamaba a Berto en voz alta, para así darle tiempo a reaccionar. Cuando entró en la habitación se encontró otra escena totalmente diferente. Berto seguía sentado en la silla del escritorio pero ya con los pantalones del pijama subidos, lo que no se podía disimular era el abultamiento que se formaba en la entrepierna. Estaba rojo como un tomate y sudaba como un cerdito. De la foto no había ni rastro, sin embargo no le debió dar tiempo a esconder aquel aparato cilíndrico, pues estaba apoyado sobre la mesa del escritorio.

-

Carol
: Hola Berto. Estabas haciendo los deberes?.

- Berto: Hola Carol. Zi, ya casi loz he acabado.

Berto tenía una forma de hablar tontorrona y ceceando que era realmente lo que más evidenciaba su retraso. Carol se sentó en la silla de al lado.

-

Carol
: Muy bien, así me gusta. Veras Berto, he de decirte algo. Hoy va a ser la última clase que te voy a dar, ya les he dicho a tus padres que me ha salido un trabajo y que no voy a poder venir.

Al oír esas palabras Berto comenzó a sollozar amargamente.

-

Carol
: No te preocupes hombre, ya te haré alguna visitilla cuando pueda. Además, seguro que tus padres encuentran a otra chica majísima para seguir dándote las clases.

- Berto: No!, snif…snif…yo no quero otra. Zeguro que no ez tan guapa como tu…

-

Carol
: O igual más, Berto. Pero bueno, no llores más que eres ya un chico mayor y los chicos grandes no lloran. Mira que grande eres, más grande ya que tu papi.

A Berto parece que las palabras le calmaron un poco, aunque seguía moqueando.

-

Carol
: Oye Berto, para qué es esta cosa?.

Carol echó mano al aparato cilíndrico con el que el chico se estaba masturbando antes y que no le había dado tiempo a ocultar.

- Berto: Trae, no lo mirez, ez mío….

Berto se puso muy nervioso e intentó arrebatárselo. Mientras Carol evitaba dárselo lo inspeccionaba rápidamente. Se dio cuenta que por un extremo se dibujaba la forma muy detallada de una vagina de látex, con su correspondiente orificio. El resto del cilindro era seguramente para albergar el pene al introducirse. "Vaya, vaya, con las cosas que ya hacen" pensó Carol.

-

Carol
: Vaya Berto, no sabía que utilizabas estas cosas. Ya lo saben tus papis?. Cómo lo has conseguido o quien te lo ha dado?.

Berto parecía enfurecido.

- Berto: No ze lo digaz a mis papis!. No ze lo digas!.

A Carol le parecía divertida la situación, levantándose del asiento y escondiendo el aparato con ambas manos detrás de su espalda, impedía los intentos de agarrarlo de Berto. El chico, en una de las intentonas, trató de abalanzarse sobre ella con tan mala suerte que se tropezó con la pata de una silla y se cayó al suelo golpeándose duramente en la sien con una esquina de la mesa. Perdió el conocimiento al instante. Al despertar, aun le dolía la cabeza. Solo habían pasado unos minutos. Se encontró a Carol, que le miraba asustada arrodillada a su lado, tenía pinta de haber llorado. Le había puesto una venda en la frente.

-

Carol
: - Qué susto me has dado Berto. Qué susto. Tienes una pequeña brecha en la frente ya te la he vendado.

- Berto: Ha zido por tu culpa. Erez mala. No queriaz darme ezo. Dame!.

Carol le tendió el juguete erótico.

- Berto: Ze lo voy a dezir a mis papis, que me haz empujado y casi me mataz.

-

Carol
: Nooo!...ha sido un accidente, no te he empujado Berto!. No les digas nada.

- Berto: Ze lo voy a dezir.

-

Carol
: No!, espera, que puedo hacer para que me perdones?.

- Berto: Hmmm….puez zúbete el vestido…quiero que me enzechez tu cozita.

-

Carol
: ¡¿Cómo!?. Ni hablar!, no seas pervertido!.

- Berto: Puez zi no lo hazez, lez digo a mis papis que me haz empujado.

-

Carol
: No les digas nada!. Berto, sé bueno, que sé que lo eres. Pídeme otra cosa, venga.

- Berto: Bueno…date la vuelta, de ezpaldaz y dame laz manos por detrás.

-

Carol
: Es alguna sorpresa de las tuyas?. Venga anda, está bien…

Carol notó como Berto cogía sus muñecas por detrás de su espalda uniéndolas y tras oír un "chas", se percató que se las había esposado con unas esposas de plástico. Eran de juguete, pero lo suficientemente resistentes para que no pudiera liberarse.

-

Carol
: Qué has hecho Berto?. Me has esposado!. No me hace gracia este juego, suéltame ahora mismo.

- Berto: No, vamoz a jugar a ladronez y poliziaz. Como una peli que he visto por interné. Tu ere una ladrona que te he capturao.

-

Carol
: Ok, juego un poco a esto para que me perdones por lo de antes y luego me sueltas y seguimos con la clase, ok?.

Berto no respondía, estaba como excitado, no paraba de sudar.

- Berto: Te voy a cacheá por zi tienez droga o algo.

Comenzó a palpar la cintura de Carol, luego lentamente le bajó los tirantes del vestido por los hombros, para acto seguido bajarle el sujetador. Los grandes pechos de Carol quedaron liberados de su cautiverio con un sensual balanceo.

-

Carol
: P-pero que haces Berto!. Anda, quítame las esposas. Esto no es divertido. Como se lo diga a tus padres…

- Berto: Tu no va a dezí nada. Zi no, cuento el daño que me haz hecho. Ademá, hay que mirá bien por todoz loz ladoz, por zi hay droga ezcondia. Tienez laz tetaz mu bonitaz…Vamoz a ver zi escondes algo por debajo.

Rápidamente Berto subió el ceñido vestido hasta la cintura, dejando al descubierto las braguitas-panty de color azul cielo de Carol.

-

Carol
: No!...te lo ruego Berto, no seas niño malo. Mira, un día te invito a todos los helados que quieras ok?. Pero ahora ponme el vestido para abajo y quítame las esposas.

- Berto: No!. Quero jugar a ezto!. Hay que mirá todo por zi ezcondes algo.

Bruscamente Berto bajó las braguitas de Carol hasta la altura de los tobillos. Abrió los ojos de par en par fruto de la sorpresa. Lejos de encontrarse lo que esperaba, se encontró con un vendaje tipo compresa que le evitaba ver lo que ansiaba.

- Berto: Vaya!, aun puedez guardar algo ahí adentro. Hay que quitar ezo.

-

Carol
: Nooooo!!, te lo suplico Berto. Lo que quieras pero eso no!…no me lo puedo quitar…me han operado hace poco y el médico me ha dicho que he de llevar eso. Te lo ruego…Berto…guapo…

- Berto: Zi claro. Todoz penzaiz que Berto ez grande y tonto. Ezo ez una compreza y ze puede quitá.

Carol estaba muerta de miedo, aquel chico le iba a quitar el vendaje y mirar el resultado de la operación antes que nadie, antes incluso que ella, que se había limitado a ducharse y cambiarse las vendas sin atreverse a mirarse por temor a disgustarse. Sólo esperaba que todo quedase en una simple mirada. Berto despojó el adhesivo del vendaje de sopetón, levantando un "Auu!" de dolor de Carol.

- Berto: Vaya! Zi zeñorita!...que cozita tan bonita!. Maz bonita que laz otraz que he vizto por interné.

Carol al oír esas palabras perdió un poco sus temores y se decidió mirar abajo y contemplar por primera vez su sexo desde la operación. Efectivamente, le brillaron los ojos de felicidad al ver el resultado. Los escasos e incipientes pelos rubios que comenzaban a salir, ya que durante esos días no pudo rasurarse, no impedían una perfecta visión de su vulva. Tal y como ella quería, los labios menores ya no colgaban, quedando ocultados plenamente por unos labios mayores carnosos y cerrados. Se fijó en la rojez y turgencia de la vulva, no sabía si aun estaba hinchada por la operación o quedaría así. Fuera como fuese, así estaba perfecta.

- Berto: Que rajita maz bonita zeñorita!, zeguro que ahí dentro guarda la droga. Hay que inspeccioná.

-

Carol
: Nooooo!, por favor Berto, el médico me dijo que no se podría tocar hasta después de tres semanas desde la operación, y aun quedan 10 días…por favor todo lo que tu quieras, pero eso no…..

Carol intentó liberarse en vano de su atadura. Al no poder, trató de dar una patada a Berto, pero las braguitas que tenía bajadas a la altura de los tobillos también se lo impidió, de hecho, casi se cae al hacerlo. A eso se añadía el placentero cosquilleo centrado en su vagina, que venía ocurriendo desde la operación cada vez que hacia un movimiento brusco con las piernas. Se fijó que Berto, como hipnotizado, no levantaba los ojos de su vulva. Su cara dibujaba un gesto mas idiotizado que en lo que él venía siendo normal. Ya no atendía a las súplicas y razonamientos de Carol, sólo parecía tener en ese instante una única obsesión…

-

Carol
: Por favor!, por favor!, no lo hagas…Noooooo……

Carol se temía lo peor, como el médico le había dicho que no podía tocarse, introducirse objetos o tener relaciones hasta tres semanas, temía que aquello echase por tierra el buen resultado de la intervención…En cambio, sin saber porqué su chochito se estremecía deseando ser tocado, a ella misma le resultó difícil aguantar no aliviarse durante aquellos días. Al parecer, esa situación de contención iba a desaparecer en aquel instante. Berto alargó su mano y metió su grueso dedo índice entre los prietos y gruesos labios del chochito de Carol, que iban a ser estrenados. No se encontró resistencia, estaba más que húmedo y lubricado, llevaba muchos días así, en un continuo estado de excitación, pidiendo a gritos ser tocado. Lo deslizó introduciéndolo y empezó a moverlo dentro, siguiendo el juego y como hurgando por si la droga estuviera ahí escondida.

- Carol

: Ooooohh!.....

Bastó ese primer contacto tan largamente esperado para que el chochito de Carol se estremeciera de placer, arrancando a Carol un incontrolado gemido.

- Carol

: Oooohhh! Berto….no sigas……Ooohhh!….por favor…..ooohh!!…..

- Berto: Ezpera, que aquí dentro tienez un bultito, te lo eztoy tocando….

Berto comenzó a tocar y presionar la cara anterior de la vagina con un gesto de su dedo índice como cuando a alguien se le indica acercarse. Estaba tocando la parte que el doctor había hinchado inyectando aquella extraña sustancia. Carol no aguantaba más, apenas ese chico había empezado a tocarla por dentro y notaba un intensísimo cosquilleo placentero que se extendía por toda su vulva. Para ella esa sensación era nueva, generalmente alcanzaba los orgasmos con la estimulación del clítoris, pero era ahora su vagina la que adquiría protagonismo y le estaba volviendo loca. De repente, esa mezcla de placentero escozor, cosquilleo y calor se intensificó hasta tal punto, que instintivamente se encogió echando atrás su culo y juntando las piernas se corrió salvajemente.

-

Carol
: OOOhhhhhh!….Ooooohhhhh!.....Oh!...Oh!...Oh!...

Se frotaba un muslo con el otro mientras en su sexo se sucedían varios espasmos seguidos. Notaba como su vagina segregaba una especie de espeso líquido transparente.

- Berto: Jejeje, pareze que te guzta mucho eh?. Vamoz a seguir igual que en la pelicula.

Cuando Carol se recuperó un poco del intenso placer y levantó la vista, observó que Berto se había bajado los pantalones del pijama al igual que los calzoncillos. Se fijó que se estaba tocando. Antes, cuando se estaba masturbando de espaldas a la puerta con aquella vagina artificial, no pudo fijarse bien en cierta parte de su anatomía, pero ahora era inevitable. A pesar de su retraso, Berto ya estaba más que desarrollado físicamente y su pene no era una excepción. A pesar de que la naturaleza había sido injusta con su intelecto, con su miembro viril había sido más que benévola. Ya quisieran muchos hombres tener la herramienta que portaba Berto. Mediría unos 18 centímetros y era más bien gordita, pero lo que más le llamó la atención a Carol era su acentuada curvatura hacia arriba, de hecho su glande miraba hacia el techo.

-

Carol
: Que haces Berto!, suéltame, ya has tenido más que suficiente…sé bueno….quítame las dichosas esposas de una vez…

- Berto: No, haz zido mala….y tendrás tu caztigo.

-

Carol
: Noooooo!, Berto…de verdad, me han operado ahí, he de esperar una semana más…Berto…sé bueno…snif…

Era curioso y contradictorio, Carol se debatía entre el miedo a que se fastidiase el buen resultado de la operación y las ganas incontroladas de ser tocada nuevamente en su vagina, puesto que su chochito nuevamente empezaba con aquel cosquilleo a pedir mas guerra. No sabía que le pasaba, estaba desconcertada.

- Berto: Zabez? Me ha dicho mi amigo Lucaz que lo mejor que hay en este mundo es meter el pito en vueztra cozilla, que nada da maz guztito. Yo he vizto peliculaz por interne y parece que a vozotras tambien oz guzta mucho. En ezta peli de polizias tambien pazaba eso…

Lo que más temía Carol que pasase estaba a punto de suceder, a no ser que ella lo impidiera. Intentó alejarse de Berto caminando hacia atrás con los cortos pasitos que sus braguitas en los tobillos le dejaban. De repente dio un tras pies y estuvo a punto de caerse de no tener en su espalda una pared de la habitación. No había escapatoria. Berto ya estaba a su lado con su tiesa herramienta. Sin quitarle las bragas de los tobillos para evitar patadas, metió sus piernas juntas entre las de ella. Cogiéndose la polla con la mano, la dirigió hacia la palpitante intimidad de Carol, que humedecida y brillante de excitación no iba a interponer resistencia. La apretujó contra él y la pared que tenía a su espalda. Sus grandes pechos desnudos se apretujaron contra la "S" de Superman de la parte de arriba del pijama de Berto. Con un primer golpe de pelvis, introdujo violenta y profundamente su curvo miembro.

-

Carol
: Oooooooohhh!……..

Carol soltó un largo gemido mientras aquel trozo de carne caliente y venoso se iba abriendo paso dentro de ella. No tenía escapatoria, como dice el dicho estaba "entre la espada y la pared". Solo que esta vez la espada ya se había insertado y bastó ese primer estoque para matarla….matarla de placer. Notaba nuevamente como su vagina le llegaba a un segundo orgasmo, intentó evitarlo, separarse, en un arrebato mordió el cuello de Berto. El resultado no fue el pretendido, pues con un furioso grito de dolor, lejos de separarse, con un violento empujón introdujo toda la superficie del pene dentro, desplazando con el ímpetu a Carol hacia arriba. La boca de Carol dejó de morder abriéndose con una mueca de inmenso placer mientras soltaba un altísimo gemido. Se volvió a correr con fuerza mientras su vagina se contraía involuntariamente entorno a su salvaje invasor.

- Berto Ufff…..Uff!!....que guzto!.....que guzto!...ufff…!!!!....

Por su parte Berto jadeaba sin parar como un bobalicón, poniendo una cara de mayor enajenación que la habitual. Lejos de parar, mientras Carol se corría siguió allí de pié empezando a marcar un ritmo frenético de entradas y salidas. Carol notaba como la polla del chico rozaba y estimulaba aquella zona de dentro de su vagina que le estaba volviendo loca. No sabía si era por que estaban de pié y eso provocaba que su vagina se estrechase, si era por la acentuada curvatura de aquel pene, o simplemente sería por algo de la operación, ya que antes nunca había sentido aquello. Berto la estaba follando de una manera enfermiza, con un ritmo violento y constante, sentía su aliento cerca de su oído. El ímpetu de las entradas provocaba que sus pechos apretujados y en especial los hinchados pezones se frotasen continuamente contra el tejido de aquella parte superior del pijama con la "S" de Superman. Por un momento le vino a la cabeza lo que se decía de estos chicos con deficiencias. Se decía que les costaba más controlar o poner límite a los instintos más básicos, eso pasaba por ejemplo con la comida y por eso tenían tendencia a engordar. En el caso de Berto, Carol recordaba con que ganas devoraba los bocadillos que le preparaba su madre mientras atendía a sus explicaciones. Ahora estaba pasando algo similar, Berto la follaba como un animal descontrolado e incansable, buscando su placer, buscando gozar y gozar, y eso a ella le estaba volviendo loca. Sujetándola por las nalgas la apoyaba contra la pared subiéndola y bajándola a su antojo como un juguete sexual, como una muñeca chochona hecha para su placer. Sin embargo, pronto dejó de pensar en esas cosas, simplemente dejó de pensar…el placer que nuevamente le invadía aquel punto de su chochito y que Berto rozaba a cada envestida se trasladó primero a toda su vulva, para luego recorrer todo su cuerpo, se iba a correr por tercera vez…

-

Carol
: Ooohh!!.... Oh!…Oh!...Oh!....Oooohhh!......Oh!...Oh!…Oh!........

Berto sudaba y gemía como un cerdito, jamás en su vida había experimentado tanto goce. Que razón tenía su amigo Lucas. Sentía como su pito, como él lo llamaba resbalaba continuamente entre las calurosas paredes apretadas del chochito de Carol. Quería más, más gustito, más y más…hasta que de repente le llegó la hora. Para el no era nuevo. Desde los 13 años ya se masturbaba compulsivamente, no obstante, hacerlo dentro de un coño de verdad era distinto. Sintió el intenso escozor placentero previo a los espasmos eyaculadores de su pene, para luego entrar en una sucesión de cuantiosas y rítmicas descargas.

- Berto: Aaay!!!....que guzto!...que guztitoooooo!!!!....Aaay que ze me zale!.....Uuuufff…uf!...uf!..uf!.....

Carol estaba tan inmersa en su propio placer y tan fuera de sí, que en ese momento ni le importó que se corriera dentro. Al cabo de un rato y sin desligarse, Berto la agarró por las nalgas y desplazándola con fuerza poco a poco con pequeños pasos ya que Carol seguía con las bragas en los tobillos, la acercó al borde de la cama y con un fuerte impulso y sin salir de dentro la tumbó boca arriba con él encima. Carol aprovechó la postura para apoyar sus piernas en el torso del muchacho y así descansarlas, ya que aun estaban unidas por los tobillos. Berto emprendió nuevamente aquel enfermizo ritmo de penetraciones, como si de un muñeco a pilas se tratase. Después de varios minutos y el cuarto orgasmo de Carol, el muchacho se corrió por segunda vez y sin ni siquiera sacarla. Ambos quedaron exhaustos. Al separarse del cuerpo de Carol, Berto empujó con su espalda las braguitas de Carol, sacándolas de los tobillos y liberándola por fin de su atadura. Luego se tumbó a su vera. Ambos recobraron la respiración. Era increíble, Carol había salido con varios chicos, pero con ninguno recordaba haber disfrutado tanto. Miró de reojo a Berto, que tenía una estampa de todo menos sexy: Medio desnudo, únicamente vestido con unos calcetines gruesos y subidos, y la parte de arriba del pijama que se había desplazado hacia arriba y tumbado como estaba boca arriba mostraba su abultada panza al descubierto.

No sabía cómo explicarlo, pero su chochito aun palpitaba de gusto, aquel cosquilleo placentero seguía allí pidiendo más guerra. Se incorporó un poco, pues sus manos seguían esposadas en su espalda, y se miró su vulva. A parte de la rojez y abultamiento y observar cómo parte del semen de Berto se deslizaba saliendo, la forma parecía intacta, no parecía dañado el resultado de la operación. Se tranquilizó. Supo que tendría que tomar al día siguiente la píldora del día después. Menos mal que sabía que una amiga suya tenía alguna. A continuación, dijo algo que más adelante no se reconocería diciéndolo, pero qué más daba ya,…de perdidos al río.

-

Carol
: Esto…Berto…cuando vuelven tus padres?.

- Berto Han ido al zine, en una hora maz o menoz eztaran por aquí.

-

Carol
: Ok…Si quieres….podemos seguir jugando….

Berto la miraba en una mezcla de entusiasmo y sorpresa.

- Berto Claro!.

-

Carol
: Ok, pero entonces quítame las esposas, me están haciendo daño en las muñecas.

El muchacho obediente cogió una pequeña llave y le liberó de su atadura. A continuación Carol, que no se aguantaba, lo primero que hizo fue dirigir su mano derecha a su rajita y empezar a hacerse un dedito mientras seguía hablando a Berto. No podía más, necesitaba aquella polla otra vez dentro…A continuación, dijo otra frase irreconocible en ella.

-

Carol
: Quieres que te toque un poco para que vuelvas a estar preparado?

- Berto: Ziiiiiiiii!!!

Carol sentándose en el borde de la cama, con Berto enfrente de pié, empezó a masturbarle con su mano derecha. A los pocos segundos de empezar y sacudiendo su ondulada melena rubia a un lado para que no le estorbase, inclinando el cuello empezó a dar pasadas con su lengua entorno al glande mientras su mano seguía haciendo sus movimientos de arriba abajo en el tallo. Carol, que tenía un piercing en forma de bolita de acero en la lengua, empezó a rozarlo con movimientos circulares. Oyendo a Berto que gemía desaforadamente, miró hacia arriba para ver las caras que ponía. El chico estaba con los ojos cerrados y su boca abierta dejaba escapar un hilillo de saliva. No hizo falta mucha estimulación, Berto al poco tiempo ya estaba duro como una piedra, demostrando la rápida recuperación de un chico de esa edad. Carol, poniendo cara de morbosa lascivia, se reclinó un poco hacia atrás separando sus piernas y sin dejar de agarrar la polla, situó la punta sobre su rajita.

-

Carol
: Esto es mucho mejor que esa vagina de juguete de antes, eh?.

Berto enseñaba su dentadura torcida con una amplia sonrisa bobalicona.

- Berto: Ziiiiii!, mucho mejor! Nunca penzé que daba tanto guzto.

Jugando con el glande y frotándolo de arriba abajo semienterrandolo entre los ahora gorditos labios mayores, Carol le seguía hablando…

-

Carol
: Verás Berto…eso que ha pasado antes y lo que ahora va a pasar, va a ser nuestro secreto vale?. Tómalo como un regalo de despedida que te hago. Venga grandote, mi rajita es tuya hoy, coge tu regalo.

Acto seguido, Berto insertó su curva herramienta con un empujón, empezando a marcar nuevamente aquel ritmo infernal de incursiones. Se les pasó el tiempo sin darse cuenta y sin apenas descansar. Después de varios orgasmos más de Carol y una tercera eyaculación de Berto, oyeron voces provenientes del piso de abajo. Eran los padres de Berto, que le llamaban por su nombre. Carol se dio un susto de muerte. Se incorporó de la cama de un salto y se atusó el vestido, subiéndose la parte de arriba con los tirantes y encajando sus generosos pechos nuevamente dentro del sujetador. No encontraba sus braguitas a primera vista, por lo que se bajó el ceñido vestido para cubrir sus partes e irse sin ellas. No tenía tiempo. Se despidió de Berto apresuradamente. El chico ponía pucheros de pena.

-

Carol
: Recuerda Berto, será siempre nuestro secreto. Adiós grandote, sé buen chico…

Bajó apresuradamente las escaleras, a trompicones, cruzándose con su madre que a su vez las subía. Se despidió rápidamente sin apenas detenerse a hablar con ella.

- Madre de Berto: Vaya Carol. Quizá hoy al ser el último día te has quedado más tiempo?. Un detalle por tu parte. Si quieres liquidamos lo que te debemos ahora.

Carol estaba roja como un tomate, notaba como parte del esperma de Berto salía de su rajita y bajaba peligrosamente en regueros por la cara interna de sus muslos. Tenía que marcharse de allí o en breve su corto vestido no los taparía y se dejarían ver.

-

Carol
: No!. No se preocupe. No me debe nada. Verá…t-tengo que marcharme…he quedado y se me ha hecho tardísimo. Un placer…

Continuó bajando las escaleras a todo correr y salió de casa como alma que lleva el diablo, ante la atónita mirada de los padres de Berto.

Cuando la madre entró en el cuarto, encontró a su hijo sentado enfrente del escritorio, vestido con su pijama favorito. Se fijó que estaba sudando y tenía un vendaje en la frente.

-

Carol
:¿Qué te ha pasado Berto?.

Mientras se dirigía hacia su hijo, se fijó que la cama estaba deshecha y un extraño olor impregnaba todo el cuarto. Si su hijo no fuera como era, otra madre hubiera sospechado que quizá hace unos instantes su hijo y Carol habían hecho algo y que ese extraño olor condensado no era otra cosa sino el resultado de una mezcla de sudor y sexo (precisamente olía a esto último de una forma exagerada). No obstante, a la madre de Berto ni se le pasó esta idea por la cabeza. ¿Cómo iba a enrollarse una chica tan explosiva y bella con su hijo?. Imposible.

- Berto: Me tropecé y me di un golpe con el borde de la meza. Carol me tumbó en la cama y me curó la pupa.

- Madre de Berto: Qué chica tan agradable y tan guapa, verdad?. Será muy difícil encontrar a otra como ella. Abre un poco la ventana Berto, hay que ventilar esta habitación que no sé porqué el aire está muy cargado.

Berto esperó a que su madre saliese de la habitación para levantarse y abrir la ventana. Si lo hubiese hecho mientras ella estaba allí le habría descubierto el enorme bulto que aun formaban los pantalones de su pijama en la entrepierna. Miró al exterior. Pudo ver la voluptuosa figura de Carol alejándose presurosa hacia su coche. Como si pudiera imaginar que Berto pudiera estar observándola desde la ventana, giró su cabeza sacudiendo su larga melena ondulada con un sexy movimiento y dirigiendo sus bonitos ojos grises hacia arriba le lanzó un beso y un adiós. Acto seguido entró en su coche.

Mientras a Berto se le escapaba algún lagrimón, se percató en algo que había debajo de su cama. Se acercó y agachó. Eran las minúsculas braguitas de Caro así como la cédula tamaño compresa. Las recogió, aun estaban húmedas. Tras oler el perfume del sexo que minutos antes tapaban, las escondió como su más valioso tesoro. Jamás en su vida olvidaría a Carol. Puede que no fuera muy listo, pero lo suficiente para saber que jamás en su vida volvería a hacerlo con una chica como ella, que parecía una de las curvosas modelos desnudas de playboy que miraba en Internet. A pesar de que Carol le había dicho que guardara el secreto, al cabo de un tiempo no pudo aguantar contárselo a alguno de sus amigos. Por supuesto, nadie le creyó.

 

Capítulo IV

 

El mismo día por la noche en que tuvieron lugar los hechos relatados en el capítulo anterior, había partido de futbol americano en la universidad. Las animadoras del equipo local estaban en el vestuario probándose la nueva indumentaria que les habían dejado y que sustituiría a la anterior.

- Animadora 1:

Pff! Que pasada!, estos shorts elásticos y ceñidos son cortísimos de tiro, seguro que por detrás se me ve medio culo!.

-

Animadora 2:
No hace falta que lo jures, además se pegan como una segunda piel. Se nota muchísimo la marca de las bragas. Yo así no salgo..

Todas las demás se estaban vistiendo y mirándose las unas a las otras.

-

Animadora 3:
Maldito Rector. Nos dijo que no trajéramos la equipación vieja porque ésta iba a ser más bonita y nueva…y nos encontramos con esto!

-

Animadora 2:
Pues hemos de salir ya al campo, no hay tiempo. Miles de espectadores van a saber la ropa interior que llevamos, ya sea tanga, bragas de encaje o lo que sea…

-

Animadora 4:
Anoche hablando con Sheila, del equipo de animadoras de baloncesto, me comentó que ellas habían recibido ayer la indumentaria, y que después de deliberar mucho llegaron a la conclusión que para evitar el problema que estamos discutiendo lo mejor era ponérselo sin nada debajo…

A decir verdad las animadoras de baloncesto aun no habían recibido la nueva indumentaria, lo que había pasado era que Sheila, aleccionada previamente por Bernardo, había llamado el día anterior a una de ellas para decir exactamente lo que Bernardo quería que dijera.

- Animadora 1:

Puede que tenga razón.

Acto seguido se quitó las braguitas y se embutió el panty, tirando hacia arriba para cubrir sus partes.

-

Animadora 3:
Problema resuelto sí, pero se marca tanto la raja del culo como la del Chichi.

-

Animadora 4:
Pfff, y que le vamos a hacer, mejor eso que todos sepan que bragas usas no?.

Las demás asentían. Empezaron a vestirse la parte de abajo del equipo sin ropa interior y tras unos minutos salieron al campo.

Bernardo se encontraba sentado en la grada junto con el rector de la universidad, con una cámara de video estaba gravando la espectacular entrada de las animadoras y la reacción generada en el público. El resultado fue como Bernardo imaginaba: espectacular. Los flases de las cámaras se multiplicaron, los prismáticos se multiplicaban como panes…

- Bernardo: Lo ve Sr. Rector?. Ya le dije que iba a ser un éxito.

El rector tenía abiertos los ojos de par en par, sin dejar de mirar los movimientos de las animadoras…

Mientras, los comentarios de los asistentes que tenían sentados a su alrededor no cesaban…He aquí una pequeña muestra:

"Papi, papi, devuélveme los prismáticos, que yo también quiero ver a los jugadores". Comentario de un hijo de 7 años a su padre que no dejaba de enfocar con ellos los shorts de una morena animadora.

"Que guarras, María, te has fijado cómo van las animadoras?. Comentario de una mujer de mediana edad a su hermana.

"Jooooder!, has visto?. Se les marca todo el coñito!, están para darlas sin parar!. Jajajaja!, seguro que luego los jugadores se encargan de darles lo suyo!" Un chico dirigiéndose a un amigo.

"Mami, mami, yo de mayor quiero ser como esas, animadora" "Espero que no hija, tu sigue estudiando que tu futuro está en otra parte". Comentario de una niña de 6 años a su madre y la respuesta de ésta.

- Bernardo: Esto no ha hecho nada más que empezar señor rector. Creo que si bien a algunas animadoras les sienta muy bien el nuevo uniforme, a otras no tanto. Habría que renovar e incluir aire fresco en el equipo de animadoras de futbol.

- Rector:

En qué está pensando ahora?

- Bernardo: Quiero que ponga anuncios en la universidad, renovaremos parte del equipo, y usted me va a designar a mí como encargado de hacer el casting y posterior selección.

- Rector:

Es usted un maldito pervertido Bernardo

- Bernardo: Jajajajaja, no me diga. Bueno, ya sabe lo que tiene que hacer si no quiere que su mujercita sepa ciertos aspectos de su vida. Usted siga haciendo lo que le digo, quien sabe, quizá algún día le compenso y le ordeno a Sandra que se vuelva a pasar por su despacho, quien sabe…

 

 

Mientras aquella misma noche en la mansión, las cuatro criadas habían cenado y se habían acostado. Bernardo les había comentado que volvería tarde después del partido y que no le esperasen, que aquella noche les libraba de servicios especiales.

Unos leves ruidos en la habitación despertaron a Yumi de su sueño. Se giró y dirigió la mirada hacia la cama de Katerina que estaba al lado. El ruido provenía precisamente de la cama de su compañera. Katerina estaba tapada hasta el cuello por las sábanas, pero algo se movía bajo ellas. Un bulto sobresalía y oscilaba rítmicamente de arriba abajo. Yumi se fijó bien, Katerina tenía dentro de la boca un pañuelo y movia bruscamente la cabeza de izquierda a derecha en la almohada sacudiendo su larga melena dorada. Sus ojos semi-cerrados y en blanco y los gemidos sordos que apenas podía amortiguar el pañuelo la delataban, la chica estaba disfrutando de un enorme placer. Yumi se volvió a fijar en el oscilante bulto de debajo de las sabanas, en un primer momento pensó que Katerina se estaba masturbando o que se estaba introduciendo algún objeto, pero ahora sabía que no podía ser eso, el bulto era más grande de lo que en un principio pensaba…

En ese instante las sabanas se movieron hacia un lado y pudo contemplar libremente toda la escena. Katerina estaba abierta de piernas y completamente desnuda salvo por unas gruesas medias negras, y entre ellas estaba el enano Ben que también desnudo la estaba follando a un violento ritmo. Al parecer el enano no había podido aguantar más no hacérselo a Kat antes de dormir durante estos últimos días y aquella noche había decidido escabullirse del dormitorio que ahora compartía con Vicente el mayordomo y hacérselo intentando no despertar a nadie. De repente Yumi se fijó en el atributo del enano que entraba y salía del precioso chochito de Kat y abrió los ojos de par en par. Jamás había visto una polla tan gorda y monstruosa. Era algo impresionante teniendo en cuenta el cuerpecito del enano. Se fijó en los bultos esféricos de debajo de la piel del tallo. Reconoció esa práctica y entendió muchas cosas en ese instante. Supo que el enano había estado en Japón, que había pertenecido a la mafia de los yakuzas y que por lo menos había estado más de una docena de años en alguna cárcel de por allí, tantos años como canicas incrustadas bajo la piel de su gigantesco miembro. Sabía que algunos yakuzas hacían ese tipo de práctica cuando estaban encarcelados y que según se decía daba más placer en el coito, sobre todo al género femenino. Yumi con las pestañas muy bajas y haciéndose la dormida seguía observando la escena. Se estaba excitando mucho, sobre todo al ver las caras de gusto de Katerina y al imaginarse que se sentiría teniendo aquella cosa dentro. Pasó suavemente su mando derecha por debajo de sus braguitas y Empezó a hacerse un dedito disimuladamente bajo las sabanas mientras seguía mirando. De repente, se le escapó un leve gemido, lo suficiente para que Ben girase la cabeza y se percatara de lo que pasaba y de que la habían despertado...

 

 

¿Qué pasará en la primera revisión tras la operación de Carol en la que Bernardo estará presente junto al doctor?. ¿Qué seguirá pasando en la casa ahora que hay nuevas criadas?. ¿Qué nuevos planes tiene Bernardo en la universidad?. Continuará…

 

 

FIN