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Viaje a la sumisión (6)

en Gays

Una ligera patada en la barbilla me despertó. No sabía cuanto tiempo había pasado desde que había conseguido dormirme. Me dolía el cuerpo por la postura encogida que tenía bajo aquel edredón a los pies de Azad. Recordé sus últimas palabras antes de dormirse –Quiero tu nariz pegada a mis pies toda la noche- Así que acomodé mi postura y pegué mi cara a la planta de sus pies. No necesitaba inspirar profundamente para captar su apetitoso olor, ya que el espacio creado bajo aquel edredón era un éxtasis para mi pituitaria.

Saqué la lengua y la deslicé por aquellos pies enormes, disfrutando de su sabor. El ritmo de la respiración de Azad fue cambiando poco a poco dejando de ser tan profunda. Repentinamente una mano tiró de mi pelo, dejándome enfrentado a su polla morcillona. Presionó mi cabeza obligando a introducir su capullo en mi boca. –Tío me meo, así que traga- Una meada caliente inundó mi boca. Tragué evitando derramar ni una gota. No quería tener quejas de mi trabajo como perro. Azad se giró y con la ayuda de sus pies me devolvió a mi posición inicial, humillado a sus pies, poco después sus ronquidos inundaron la habitación que tuvieron en mi un efecto sedante que me trasladó a un mundo de sueños húmedos.

Los rayos del sol incidiendo en mi cara me hicieron abandonar mi mundo de fantasías oníricas. Estaba completamente estirado en la cama de Azad, y solo en la habitación. Miré el despertador. Aun tenía varias horas antes de entrar a currar. Mi vejiga estaba al límite de su capacidad, así que salí apresuradamente hacía el cuarto de baño que me encontré cerrado. –Aquí- Llamó la voz de Azad desde la cocina.

-Buenos días señor.

-Buenos días perro.

-Señor tengo que orinar.

Se volvió hacia la nevera, sacó una botella de plástico y vació su contenido en la pila, y me la paso.

-Mea.

No había tiempo para rebatir, y tampoco le quería defraudar, así que tome la botella y como pude descargué mi vejiga, dejándola prácticamente llena. No sabía muy bien como actuar a continuación así que miré a Azad a los ojos.

-Pero a que esperas perrito, tienes que beberte todo tu desayuno, no hay otra cosa en esta casa para ti.

El rabo se me puso duro al instante. Acerqué la botella a mis labios y empecé a tragar. Aquello tenía un sabor y un olor realmente intenso, pero no me importaba, lo importante era la mirada aprobatoria que estaba recibiendo de Azad. Sorbí hasta la última gota, y mi señor rompió a reír.

-Realmente eres un cerdo. Ahora tírate al suelo y adora mis pies mientras acabo de desayunar.

No tuve que pensármelo dos veces, y me lancé de nuevo a sus pies, agradecido de poder lamerlos y besarlos.

-Perro te has comportado como un campeón. Antes de dejarte ir hoy, vente conmigo que te has ganado un premio.

Le seguí por el pasillo hasta la puerta del fondo. La abrió y se adentró en una habitación oscura de la que salía un fuerte olor a sudor. De pronto se hizo la luz. Mientras acababa de levantar la persiana Azad gruñó – Tú despierta. Perro entra y cierra la puerta- Me adentré en una habitación igual de desordenada que el resto de la casa. Azad tiró de las mantas dejando al descubierto un chico completamente desnudo de no mas de 20 años, piel canela, pelo rizado, delgadito pero marcado y bastante bajito. El macho alfa soltó una retahíla en turco, que consiguieron que el chico abriera tímidamente un ojo y lo volviera a cerrar. Azad bufó, de un tirón dejo al chico arrodillado en el suelo y le dio un fuerte bofetón, mientras profería lo que imaginé eran insultos en turco. El chico se había espabilado de golpe y bajó su mirada hacía el suelo, esperando. Tenía un rostro realmente hermoso.

-Perro, este es Tarik, nuestro compañero de piso y aliviadero personal. Te lo has ganado.

-¿Cómo?

-Quiero ver como te lo follas, como lo humillas, te quiero ver reflejado en él.

-¿Seguro?- Pregunté todavía alucinado.

-¿Tarik?- Preguntó Azad.

-Por favor señor- Dijo el chico mirándome a los ojos.

Me acerqué a él y le abrí la boca. Le solté un salivazo que tragó gustoso. Metí mi mano en su boca, quería tantear el tamaño y me dejó sorprendido, tragándose mi puño hasta los nudillos. Metí mi cipote hasta el fondo de su garganta, caliente y húmeda –Tío, traga- Le dije liberando mi vejiga y alimentándolo con meados reciclados. El chico gemía a la vez que intentaba respirar por la nariz. Dejé mi polla alojada en su garganta, sintiendo como poco a poco iba creciendo, ganando tamaño, y como la respiración del chico se iba dificultando. -¿Quieres respirar?- Una lágrima se deslizó por su cara. –Gánatelo- Dije presionando aun más el rabo contra el fondo de su garganta. Cuando lo vi al límite me retiré y el chico tomó aire como si fuera lo último que hiciera en la vida. Azad nos miraba recostado sobre la cama, pajeándose lentamente; su sonrisa me indicaba que estaba cumpliendo sus expectativas.

Follé su garganta durante un buen rato, y el tío aguantó las embestidas como un campeón. Cuando estaba a punto de correrme lo puse a cuatro patas con la cabeza en el suelo, sobre los pies de Azad. Mientras daba cuenta de ellos, cogí un cinturón que encontré en una silla y procedí a dejarle el culo rojo de los azotes. En aquella postura no pude evitarlo y caí de rodillas tras él, separando las nalgas con las manos, le comí el culo con furia, hasta que mi lengua lo traspasó perdiéndose en su interior, disfrutando de un sabor a sudor, salado, que me puso a mil. No pude ni quise controlarme y se la clavé de una sola estocada. Aulló, pero aproveché que tenía la boca abierta en el grito para, tirándole de los pelos, meterle la polla de Azad en la boca. Allí teníamos al pobre chico taladrado por los dos agujeros mientras lo oíamos gemir, Azad me tiró del collar, acercándome a su cara, hasta que nos fundimos en un apasionado beso. El macho alfa se retiró. Aproveché para poner a Tarik sobre el borde de cama y continuar con mi follada. Azad se puso a mi espalda, noté como abría mis nalgas y escupía en mi culo. Se comportó como yo lo había hecho hacía un momento y me la clavó de golpe, haciéndome un daño de la ostia, pero evité, no sin dificultad, gritar.

Era la primera vez que me veía rodeado por dos lados, y era la ostia, solo faltaba la polla de Cassim taladrándome la garganta para que fuera perfecto. Me anoté ese pensamiento para intentar realizarlo si se daba la ocasión. Miré el despertador. Mierda. Estaba en tiempo de descuento si quería conservar el curro. –Llenémosle la boca de leche- Dije girándome hacía Azad, que me volvió a besar con furia.

Tarik se tendió en el suelo, mientras Azad y yo estábamos uno a cada lado de su cara. –Pajeate- Le ordené, cosa que el chico no dudó ni un segundo. El primero en correrse fue Azad, con un lefazo abundante y espeso que fue a parar en su mayoría sobre la lengua de Tarik. Enseguida mi leche, más abundante y líquida se unió a la del macho alfa en la lengua del muchacho, que continuaba con la lengua fuera, mostrando el contenido de su boca. Tarik se corrió en tres trallazos muy espesos y densos que se estrellaron en su abdomen. No pude evitarlo y caí sobre él, recorriendo con mi lengua su musculado cuerpo, recogiendo los restos de su leche, almacenándolos en mi boca. Me acerqué a su boca que aun se mostraba abierta mostrando nuestras corridas y dejé caer su propia leche en su interior. Por un instante le miré a los ojos, antes de fundirnos en un profundo beso que mezcló nuestras corridas y nuestras salivas.

-Muy bien perritos- Nos animó Azad. –Ahora puedes irte a currar, pero te dejo el collar de perro, sigues siendo mío mientras lo conserves; ya me he tomado la molestia de apuntar tu número. Cuando te avisé quiero que lo lleves puesto ¿Estamos?

-Si señor. Gracias por ponerme a su servicio.

Me vestí y salí rápidamente a buscar mi moto para ir a currar. Antes de abandonar la casa, Azad me obligó a besar de nuevo sus pies como agradecimiento. Mientras iba en el metro para casa caí en cuenta que estaba al servicio de dos hombres. El tío del gimnasio que me tenía loco y toda su tropa y Azad y sus colegas. No creo que fuera correcto servir a dos señores a la vez, pero ninguno de los dos había pedido exclusividad, así que hasta que eso sucediera iba a disfrutar todo lo que pudiera.

CONTINUARÁ.